jueves, octubre 06, 2005

Personajes de mi pueblo: Don Arturo

“Las espinas más agudas a menudo
producen suaves rosas”
Ovidio

Don Arturo Manzanares, hermano de la distinguida dama que instaló el primer hotel en El Tigre, doña Petra Manzanares, lo conocí desde muy chico, ya que es oriundo de Atapirire y por ese acogedor y simpático pueblito tengo familia muy cercana dónde destaca mi tía Felicita Salazar y su prolija descendencia, además de distinguidos amigos y amigas de infancia. Pues bien Don Arturo Manzanares en la época poseía una camioneta azul, si mal no recuerdo, que utilizaba en sus viajes, para matar sus tigritos cargando algunos pasajeros y uno que otro viaje expreso. Todo un correcaminos en su tiempo.

Recuerdo que Don Arturo, como buen parrandero, no rehuía invitación que le hicieran para echarse los tragos. Era tanto su entusiasmo en esas lides que tampoco reparaba en tipo de bebida. Cuándo le preguntan ¿Don Arturo usted no toma? Respondía jocosamente “La presidencia de la república” o “Hierro colado hijo”. En una de esas parrandas y un poco pasado del nivel etílico aceptable se marchó a su casa en el poblado, se acostó en el chinchorro y no midió bien una vuelta para acomodarse cayendo al suelo con la mala suerte que se fracturo un brazo. Doña Carmen, su esposa logró, en medio de la angustia que le practicaran los primeros auxilios en Atapirire y luego lo trasladaran al Hospital de El Tigre que en ese momento estaba recién inaugurado.

Luego de la asistencia médica del caso, le enyesaron el brazo, lo dejaron en observación y luego fue hospitalizado por unos días. Todos recordamos que el Hospital cuando entró en servicio era lujoso y la atención era de primera. Don Arturo a medida que se recuperaba no salía de su asombro. Habitación confortable, buen clima, la compañía de doña Carmen, desayuno, almuerzo y cena, servicio de recamara impecable, atención médica y de enfermería que lo dejaban estupefacto, amén de la limpieza que hacía brillar los pisos y pasillos. Nunca había estado en un local 5 estrellas. Campesino al fin.

Pasan los días y cual no seria su sobresalto cuando, al poco tiempo que pasa revista el médico, ve que doña Carmen recogía la maleta. Salta de la cama y le pregunta ¿Qué paso? Bueno que nos vamos contesta la Sra. ¿Para dónde? Pues, para la casa Arturo. Este riposta todo consternado. Carmen no le podrás pedir que nos dejen unos días más ¿Qué vamos hacer en Atapirire durmiendo a la intemperie y cogiendo pica e’ plaga si aquí estamos finos? Doña Carmen mujer de carácter le dice mire; es una orden ¡Nos vamos y punto! Don Arturo con resignación se vino y contaba luego, que venía bien preocupado y se preguntaba en voz alta ¿“Caracha hijo a quien no le va a gustar estar en lo limpiecito, fresquesito, durmiendo bien, con los 3 golpes y una chica bella que te cambie la sabana todos los días”? Fue adolorido y asustado y salió sin dolor físico, en buen estado de salud pero dolido anímicamente por lo que dejaba atrás. Indio cuando entra en la civilización ni por asomo quiere volver al monte. Ni que el pecho fuera de hiero y el lomo de algarrobo.

Tengo años que no veo a Don Arturo, pero no hay dudas que en su momento fue todo un personaje querido, respetado y apreciado por todos. Dios le dé larga vida.

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