viernes, octubre 23, 2009

Personajes de mi pueblo: Don Gustavo Adolfo Perdomo. Cronista Oficial del Municipio Simón Rodríguez

El tiempo es el único capital de las personas
que no tiene más que su inteligencia por fortuna

Honorato de Balsac (1799-1850)
Escritor francés.

¿Es válido hacerle una crónica al cronista? Hago esa pregunta al hijo menor de don Gustavo Adolfo Perdomo, Cronista Oficial del Municipio Simón Rodríguez, Alberto Perdomo Arzola y me responde con otra interrogante ¿Y por qué no? Respondo con otra interrogación ¿Le echamos ganas? A vaina, procede y yo hago la foto. Nos sentamos en el Majar del Jeque y auscultamos parte de su larga y dilatada trayectoria como ciudadano dedicado al ejercicio de la hermenéutica jurídica, padre de familia que adquirió esa sabiduría legal en los primeros años de su vida como secretario de un tribunal de municipio en el estado Barinas. También ejerció en cargo de jefe de cobranza para Oriente en la empresa Intersan, con asiento en Puerto La Cruz, dónde fijó residencia durante el tiempo que ejerció el cargo al cual renunció, para regresar de nuevo al incipiente pueblo de El Tigre, que escogió como segunda patria chica ya que vino al mundo en San Diego de Cabrutica – Municipio Monagas – el 11 de noviembre de 1925. ¿No me preguntes edad, saca la cuenta? Me dice con su proverbial buen humor.

Una vez establecido en El Tigre, con su esposa Francisca Arzola, una guireña que había conocido en Santa Bárbara de Maturín, cuando trabajo en el Tribunal del municipio Punta de Mata y con la cual había contraído nupcias en el año 1945, en plena efervescencia de la revolución de octubre, incursionó en el ramo de la construcción, dónde con una firma personal, obtuvo el contrato con la empresa Tigasco en el año 1954, para introducir la tubería que sirve de red de gas directo a una pequeña porción de la ciudad, pero que cubría el área urbana que existía para la época y la cual más nunca ha sido ampliada por omisión imperdonable de sucesivas administraciones municipales. Luego, fundó la Constructora Perdomo Casa, S.A. (PERCASA) con la cual construyó unas 60 casas prefabricadas en la zona de la avenida Winston Churchill, entre ellas, la de su residencia actual. “Todavía conservo los equipos para la construcción de esas casas prefabricadas y no descartó retomar la actividad, evidentemente, si la troja se pone alta dice en son de chiste”. Tiene 7 hijos: Gustavo Hugolino, Romelia Margarita, Arnoldo Amado, Edgar Vicente, Francisco, Alberto Alexis y Mirtha Josefina que lamentablemente falleció en el año 1992, más 18 nietos y 10 bisnietos, los cuales arriman al mingo buenos dividendos para que más nunca tenga que pensar en esos equipos y menos trabajar en tan dura faena. Está retirado de esos avatares y esa chatarra hay que venderla, dice uno de los nietos. Eso forma parte del basurero de la historia, adiciona su hijo Alberto Alexis.

Lo que nunca abandono, no abandona, ni abandonará don Gustavo Perdomo, mientras Dios le de vida, es el ejercicio del derecho, el cual aprendió de manera autodidacta y cuyo aprendizaje inició cuando culminó la primaria, para la época una proeza, que sus padres Lucio González y María Marcelina Perdomo celebraron con orgullo, el niño que llegaba a 6to. grado en ese entonces, era un instruido, ilustrado y considerado una lumbrera. Con el mocito Gustavo se daban esas condiciones, con esos conocimientos, se abrió a buscar trabajo e inmediatamente logró el cargo de Secretario del Tribunal del Municipio Antonio José de Sucre – Socopó en el estado Barinas. Esa experiencia vivida, le sirvió para acrecentar sus conocimientos, estar en el ambiente propicio para desarrollar su vocación por el derecho, cuestión que perfeccionó, al extremo de que, sin poseer el título de abogado, que lo acredite como tal expedido por una universidad, ha ejercido el derecho con sabiduría, sapiencia y brillantez y además posee la virtud de haber servido y servir de instructor a muchos estudiantes para concluir felizmente sus estudios de derecho. Para muchos profesionales del derecho ha sido instructor, guía, consejero, facilitador y fuente de conocimientos que han requerido para haber culminado sus estudios con éxito y más allá para apuntalar sus carreras en el duro y difícil ejercicio en los distintos escenarios que desempeñan en la actividad diaria. Unos han pagado bien, otros se van con la cabuya en la pata y muy pocos, luego ni lo saludan, comenta con picardía, pero no hay amargura. Pa’ lante es pa’ allá, dice con el orgullo del deber cumplido. ¿Consulta a Juan gallino? Me repite varias veces y suelta su habitual carcajada.

Don Gustavo Perdomo como hombre ilustrado, autodidacta y preocupado por dejar un legado histórico que sirva de referencia a las presentes y nuevas generaciones, ha cultivado su intelecto en las ciencias sociales, también ha dedicado y dedica buena parte de su vida al acrecentamiento de sus conocimientos históricos. Es un vehemente y apasionado investigador de los hechos, personajes y pasajes de nuestro pasado local, regional y nacional. En el año 1996, cómo reconocimiento a esa ardua labor, experiencia, estudio, curriculum y reconocida hemeroteca histórica, fue distinguido por la Cámara Municipal, que presidió el Lic. Neuman Cedeño, con el nombramiento de Cronista Oficial del Municipio Simón Rodríguez, cargo que ostenta y que le ha permitido durante los años que lleva en su ejercicio, que el Liceo Pedro Briceño Méndez, bajo la dirección de la Profesora Inés de López, le concediera la distinción de “Bachiller Honoris Causa” con cuya credencial se inscribió en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) dónde egresó graduado – El autor formó parte de esa distinguida promoción – como CRONISTA OFICIAL en la primera y única promoción que ha dictado alguna universidad en Venezuela en esa especialidad. Nunca es tarde porque cuando se quiere, se puede y don Gustavo, que nació con la fortuna de ser inteligente, y que ha hecho del tiempo su único capital pudo y todavía puede.

El que no pueda lo que quiera, decía el filósofo español José Ortega y Gasset, que quiera lo que pueda. Don Gustavo Adolfo Perdomo, ha podido hacer lo que puede y lo hecho lo aprecia y quiere. Eso es lo importante, relevante y P.A.C. Él sus sucesivas y ordenadas secretarias entienden el significado de esas 3 letras.

Esta humilde crónica del cronista, lo hacemos con la firma disposición, de rendir honor a un hombre que aparte de sus meritos ciudadanos, profesionales, ejemplar padre de familia y gran amigo, también forma parte de esos grandes personajes del pueblo que nos vio nacer. ¿Una anécdota? Un amigo de don Gustavo ganó una licitación para construir una larga carretera de penetración hacía la zona rural de nuestro estado. El hombre, un adulto mayor, en sus largas estadías por esos montes, cotejó, enamoró y obtuvo el “sí” de una linda joven nativa. Ese acontecimiento, el amigo de don Gustavo, decidió celebrarlo y presentar su nuevo amor a su legión de amigos. Invitó a una ternera, con todas las de la ley e invitó a Perdomo a la mesa principal. Todo iba de caramelo. Whisky para Perdomo, carne para Perdomo, más para Perdomo y todas las atenciones para Perdomo, pero como al mejor cazador se le va la liebre, el excelentemente atendido amigo, cometió una imprudencia imperdonable con el atento anfitrión, que le costó el retiro de las atenciones y por poco no se viene a pie sino es por uno de los tantos invitados que le dio la cola.
Resulta que cuando sale la doncella y el hombre la va presentando de mesa en mesa, Gustavo estaba haciendo una necesidad fisiológica y cuando volvió ya había concluido el ritual, sin embargo con ojo de buen cubero, se dio percató de la linda joven, pero se hizo el loco. Pasado un buen tiempo se dirigió a su amigo y preguntó ¿Y esa linda chica? El hombre, apenado la responde ¿caramba Gustavo no te la presente? y éste con picardía le responde no. Entonces viene lo bueno. El amigo le dice con orgullo: mire amigo Gustavo, esa es mi chica, la encontré aquí cero kilómetros y Gustavo le riposta ¿No sería que tenía la guaya suelta y no te diste cuenta? ¡Desgracia! De allí en adelante, por su ligereza no le atendían, le rugían y pasó a campanear el hielo con agua y no vio más carne. Gracias a Dios consiguió una cola, porque de lo contrario todavía viniera en camino. Tan Avispado el hombre y peló ese escalón. La lengua es el castigo del cuerpo.



viernes, octubre 16, 2009

Personajes de mi pueblo: Roberto “Rudy” Carrillo

A nadie le faltan fuerzas; lo que a
muchísimos les falta es voluntad

Víctor Hugo (1802-1885)
Escritor francés.

Excelente amigo, insigne trabajador, ejemplar padre de familia, apasionado fanático del béisbol y en especial de sus equipos Criollos de El Tigre y los Leones del Caracas, adeco Carlos Andresista hasta la sepultura, ese fue Roberto Jesús Carrillo, conocido popularmente como “Rudy”. Vino al mundo en Ciudad Bolívar el 6 de mayo de 1936, a los 6 años llegó al naciente pueblo de El Tigre. Vino de la mano de su mamá Petra Carrillo, con sus hermanos José “Tato” y Margarita, la cual los trajo a la casa de la abuela Francisca “Pancha” Delgadillo, que era lavandera en Mene Grande Oil Company y, con sus ingresos, los podía ayudar en la manutención ya que era madre soltera y vivía una situación crítica. Desde ese momento, “Rudy” complementó su actividad escolar con la venta de arepas, hallacas, dulces y, ya a los 12 años, se inició como aprendiz en la Tipografía Aranda, ubicada en la calle Bolívar del señor Víctor Aranda a la sazón, Presidente Municipal durante la dictadura del Gral. Marcos Evangelista Pérez Jiménez, ese trabajo lo compartió más tarde como mesonero en el Bar “Alí Baba” en la zona de tolerancia – mejor conocida como el mosquero – para luego pasar a laborar con José “Pepe” Escrivá, que antes de incursionar en el negocio del cine, era propietario de la Tipografía Miranda. La necesidad obliga y la voluntad de “Rudy” lo ayudó a no rendirse ante la adversidad.

A medida que “Pepe” Escrivá, que para promocionar su sala de cine se disfrazaba de Cantinflas, fue consolidando el cine Miranda que funcionaba en el mismo local de la tipografía, decidió vendérsela a crédito en el año 1963. “Rudy” quien tuvo que mudarse a otro inmueble, muy cerca, dónde hoy está el Frigorífico Miranda, ya que “Pepe” remodeló, mejoró y modernizó la edificación para su sala de cine, a la cual le cambió el nombre en el año 1973 por el de “Teatro Cristal”. En el año 1980, con la ayuda de su compadre y entrañable amigo Augusto Enrique Tenorio Meza, “Rudy” le compró a la señora Pía Quijada, el local dónde actualmente está ubicada – La gráfica es de la fachada del negocio – y en plena actividad productiva la Tipografía Miranda, ahora bajo la égida de su viuda Iraida del Valle Mata Monasterio y sus hijas Gladys, Petra, Nataly e Iginia. Roberto junior, el popular Go-Go, es ingeniero civil, casó con la hija del español, “Don Lolo” y fijó residencia en la madre patria. Una familia unida, que solidificó más sus lazos desde el año 1991, cuando falleció “Rudy” y ellos tuvieron que enfrentar la vida sin la insustituible presencia física del líder y guía familiar. Uno se resiste, dice Valle, pero hay que echar para adelante.

Don Roberto “Rudy” Carrillo, vivió muchos años al final de la calle Nueva Esparta, sector Punta de Cuchillo, luego mudó a la calle Aragua, dónde conoció al amor de su vida Iraida del Valle Mata Monasterio, que tenía residencia en el callejón Pichincha, hija del señor Epifanio Mata, que tomó notoriedad por su cría de chivos. En las tardes los habitantes del Casco Viejo disfrutaban del regreso de “Las chivas de Faño” hasta el corral. En el año 1963, cuando compró la Tipografía Miranda, también contrajo nupcias con “Valle” como es nombrada y conocida por relacionados, amigos y clientes. De esa unión vinieron al mundo 5 hijos: Gladys, Roberto, Petra, Nataly e Iginia que posteriormente le dieron la dicha de disfrutar de 8 nietos, además hizo equipo con “Valle” en el incipiente negocio, que fueron levantando a pulso y levantaron después de superar muchos altibajos. En la época buena logró construir una cómoda casa-quinta en la cuarta calle sur, sector “La Esperanza” del cual es uno de sus fundadores y el que contribuyó a consolidar actuando como vocero en sus reivindicaciones. Allí fijó su residencia definitiva, después de vivir en una casa alquilada en la avenida Francisco de Miranda – exactamente al lado de la farmacia Bolívar – también adquirió una parcela rural en la Toscana estado Monagas y más tarde uno en Playa Guiria estado Sucre. En ambos terrenos construyó cómodas viviendas a las cuales bautizo como los ranchos PyP 1 y PyP 2 en honor a la abuela Pancha y la mamá Petra. Rudy, que poseía una ranchera Ford, antes poseyó vehículos Mercury, Cadillac y Pontiac, embarcaba la prole todos los viernes en la tarde, llegaba a la Toscana dónde pernoctaba y en la mañana continuaba su tours de fin de semana hasta Playa Guiria a disfrutar del mar y excelentes banquetes a base de pescados, mariscos, ricas ensaladas, arepas tipo telita que hace magistralmente “Valle” Siempre fue un gran gourmet.

Desde muy joven “Rudy” Carrillo se caracterizo por su conducta polifacética, jugaba caballos, terminales, animalitos y cuando los sucesos del 23 de enero del año 1958, dónde hubo saqueos, le quemaron la tipografía a Víctor Aranda, se fue a la capital, dónde trabajo 2 años, adquirió una motocicleta Holly Davidson en la cual viajaba regularmente a traer el sustento de la familia. Cómo motorizado fue el primero en la ciudad que utilizó chaqueta negra con una calavera grabada, vistosa cadena con una cruz de Caravaca – “lignum crucis”, es decir, un fragmento de la verdadera cruz a la que Jesús Nuestro Señor fue crucificado – además de exhibir una larga cabellera, gruesos bigotes, resaltante mosca y protuberantes patillas, cuestión que por su abundante barba aprovechaba lucir, lo cual lo distinguía de sus compañeros de generación. Era todo un Hippie o jipi movimiento contracultural que se inició en los años 1960 en Estado Unidos. Como deportista fue Presidente de Criollos de El Tigre, Presidente de la Liga de Béisbol AA y en el año 1979, presidió el Comité Organizador del primer juvenil nacional de Béisbol que se celebró en la ciudad. En esas maravillosas actividades, siempre contó con la solidaridad, ayuda e incondicionalidad de su entrañable amigo Pedro Emilio Rojas Vargas (PEJAS) con el cual no sólo compartió los avatares deportivos sino también una gran amistad y familiaridad. No es aventurado pensar que en el cielo continúan su hermandad y si hay actividad deportiva, allá deben estar trabajando para promover y engrandecer esa noble actividad. “Hacer deporte es hacer patria”. En el cielo y en la tierra. Una verdad del tamaño de una catedral.

Roberto “Rudy” Carrillo, a pesar de padecer una diabetes – criminal enfermedad – nunca bajo la guardia. Poseyó una voluntad férrea para el trabajo, sacó tiempo para compartir, disfrutar, divertirse con la familia y contribuir con el desarrollo, promoción y práctica del deporte de las 4 esquinas en la ciudad. Solía usar guayaberas por la versatilidad de esa prenda caribeña de vestir que le permitía cargar las herramientas de trabajo en sus bolsillos. Cuenta su esposa Valle que un sábado en la tarde, se sentía mal, tenía la azúcar alta, le dolía la cabeza, acusaba mareos, salió a la calle y todos quedaron angustiados y preocupados en casa, nadie sabía de su paradero, a las 6 PM regresó diciendo que ya estaba mejor. Venía de “Las Tostadas – Restaurant San Antonio” de don Antonio Miguez Tielos, dónde había degustado una suculento mondongo que lo pusieron a coger minima. “Un mondongo medicinal” Exclamó. Otro restaurante que visitaba con mucha frecuencia – para cargar las pilas – acompañado de toda la familia y su inseparable amigo Pejas, fue el “Castelo Branco” dónde Manuel Díaz Bras, los atendía a cuerpo de rey. Todavía “Valle” y la prole, mantienen la tradición y asisten regularmente a ese popular e histórico comedor popular que ofrece exquisitas comidas nacionales e internacionales a los mejores precios de la ciudad.
Con estas crónicas de personajes de nuestro pueblo, queremos aportar un granito de arena a engrandecer, fortalecer y vigorizar nuestra memoria histórica que aún cuando es muy reciente, pareciera reducirse a muy pocos respetables protagonistas y dónde pareciera que más nadie contribuyó al impulso, desarrollo y consolidación de una ciudad que tuvo su génesis al calor de la industria petrolera un 23 de febrero de 1933 y dónde sus primeros pobladores provinieron de las comunidades campesinas concentrada en las riberas de los ríos Caris, moquete, el Pao y paso bajito y, que luego se confundieron con margariteños, guayaneses, sucrenses y monaguenses que llegaron atraídos por la potencialidad y auge que prometía la explotación del oro negro en la Mesa de Guanipa.
Muchos, protagonistas, concitaron esfuerzos para que hoy gocemos de la gran ciudad, que a pesar de la falta de electricidad, agua y la invasión de la basura, no detiene su ritmo de crecimiento. Honor a quienes honores merecen y el guayanés “Rudy” Carrillo, fue indiscutiblemente uno de esos personajes.




viernes, octubre 09, 2009

Personajes de mi pueblo: Antonio Miguez Tielos, “Tostadas, Restaurant San Antonio”

Nada se resiste al esfuerzo unido
de un gran número de brazos

Lucas Alamán (1792-1853)


Político e historiador mexicano.



Uno de los negocios más populares de la ciudad, es sin lugar a dudas, “Tostadas, Restaurant San Antonio” ubicado en el corazón de la ciudad y la cual, tiene sus antecedentes, en un barraca de zinc, que apostaron unos maracuchos a mediados en la década del 50 muy cerca de “El Luchador” la cual identificaron “Noche y día”, trabajaban 24 X 24. Lo colocaron en venta, y lo adquirieron, nuestro personaje Antonio Miguez Tielos y el canario Antonio Díaz, quienes eran cocineros en el Restaurant “Copacabana” que funcionó por muchos años en la avenida Municipal de Puerto La Cruz. Allá un viajero los puso al corriente de que estaban vendiendo el modesto kiosco. Vinieron, les gustó la ubicación, lo negociaron, compraron y empezaron sus actividades como socios a administrar su propio negocio. Fue en los inicios de la década del 1960. Una aventura feliz.

Los nuevos socios y emprendedores, trabajaron durante algunos años el kiosco, pero como el canario era muy amigo de los tragos, vinieron la desavenencias. Don Antonio Miguez Tielos, hombre sobrio, serio, responsable y muy respetuoso, un buen día le dijo “O me vendes o te vendo” y Antonio Díaz entendiendo la situación, le vendió su parte. Una vez propietario absoluto, don Antonio Miguez Tielos, inició la transformación del local, construyó una sencilla edificación – la gráfica acompaña está crónica – que ahora una vez desaparecido físicamente, administran personalmente sus hijos Guillermo, Enrique y Maruja, los cuales mantienen el formato original del negocio, sin descuidar la atención, calidad, exquisitez y precios solidarios, que lo convierten en un punto de referencia culinaria en la ciudad, el estado y más allá, en toda Venezuela, ya que tiene como vecino al hotel Orinoco, dónde pernoctan todos los viajantes que vienen a ofrecer sus productos en la geografía anzoatiguense. Todos comentan “Estás arepas, no tienen nada que envidiarle a las que expenden las grandes areperas de Caracas, Valencia, Maracay y Barcelona” Uno sola cosa, dice con su proverbial humildad, Enrique: “El precio” obviamente aquí son más baratas y quizás de mayor calidad.

El español don Antonio Miguez Tielos, que nació el 8 de marzo de 1922, en la localidad de Leirado, provincia de Salvatierra de los Miños, emigró junto a su hermano Enrique “buscando mejoría de vida” llegaron a la capital venezolana con una muda de ropa c/u, obtuvieron empleo como albañiles en la construcción de la red de cloacas de la avenida Baralt de Caracas, luego con algunos ahorros, viajaron hasta Puerto La Cruz, dónde se dedicaron a su verdadera profesión: el arte culinario, en el Bar Rest Copacabana. El padre había sido Chef y ellos le siguieron los pasos en el ejército dónde se desempeñaron como “rancheros”. En la zona norte, laboraron como cocineros, perfeccionaron sus conocimientos, hasta que vinieron a El Tigre. Enrique, se dedicó por un tiempo, a manejar un vehículo que había adquirido con sus ahorros y prestaciones sociales en la ruta extraurbana y Antonio, una vez establecido en la Tostadas “Noche y Día” a la cual luego cambió la denominación comercial por la actual “San Antonio”, trajo a su esposa Justa González Vidal originaria de la localidad de San Pedro Batallanes Las Nieves de la provincia de Pontevedra, con quien hizo equipo para levantar esta histórica y concurrida arepera, que para los adultos mayores consultados y las nuevas generaciones, fue la primera en la ciudad. Hoy, gracias a la continuidad, permanencia, persistencia, calidad, exquisitez y precios solidarios continúa siendo la mejor. Es vox populi por toda la ciudad.

En la década del 60, las arepas eran de maíz pilado, don Antonio compraba el grano por sacos, lo sancochaban, lo molían en máquinas rústicas – a pulmón limpio –, procesaba la masa para la arepa y una vez salida del horno, las ofrecían, como hasta ahora, con cabeza e’ cochino, ensalada de gallina, reina pepiada, camarón, pollo mechado, carne mechada, quesos nacionales e importados, lengua en salsa y muchas otras exquisitas variedades. En su concurrida sala comedor, los comensales pueden degustar un excelente mondongo, una exquisita sopa de gallina, un rico pabellón criollo, pollo con macarrón, carne a la jardinera, un suculento bistec de solomo con papas fritas y ensalada. Chabelo Arismendi, cliente consecuente, a pesar de que, la mayoría de las veces olvida los biyuyos y se presenta en quiebra, los consume ávidamente. En sus constantes visitas, pide, le sirven, consume y da las gracias. “Perdiendo también se gana”, decía don Antonio y su hijo Enrique aplica la misma filosofía, para no discutir con Chabelo, que a pesar de los “carros” es amigo de la casa. A la hora de pagar, decimos nosotros, nadie es tramposo.

Clientes fijos, en las madrugadas de los domingos, fuimos los que trabajamos en los añejos sellados del 5 y 6. Pedro “Pico” Rondón, Edgar Salazar, Pedro Torres, Miguel “El negro” Salazar, Roberto Salazar. Otros clientes su generis, fueron el prestigioso médico pediatra Argenis Rodríguez quien se hacía acompañar por su tocayo, el electricista Sotillo, pedía, se iba y luego su padre don Felipe, que sabía de sus andanzas, pasaba y preguntaba a Antonio, cuanto era la deuda y cancelaba. Cosas de la adolescencia. “Rudy” Carrillo que tenía una dieta estricta – era diabético – se le escapaba, en algunas ocasiones, a su esposa Valle y degustaba con gran deleite un suculento mondongo, que por cierto, es una de las especialidades más solicitadas del San Antonio. En la campaña electoral de 1968, los visitó el entonces candidato del MAS, José Vicente Rangel Vale, quien pidió una arepa de queso amarillo y se fue maravillado por la calidad de la tostada. Eso lo recuerdan con gran cariño los mesoneros Tello Lozada, Celis Segundo, Amado Rodríguez, Amílcar Maestre, Fernando Álvarez que laboraron por muchos años codo a codo con don Antonio y doña Justa y el que todavía acompaña a los hijos, Mateo Pereira que se mantiene al pie del cañón.

Don Antonio Miguez Tielos, fue uno de los tantos inmigrantes que escogió a la naciente ciudad de El Tigre, como su patria chica y por su tenacidad, honradez, voluntad de trabajo, sus extraordinarias cualidades personales y la maravillosa familia que conformó, le granjearon el cariño, la amistad, el aprecio y el reconocimiento de la comunidad. Unidos los brazos de Don Antonio, doña Justa, sus hijos Manolo, Otilia, Guillermo, Enrique, Maruja y sus, por ahora 9 nietos, han logrado con mucho esfuerzo, vencer las muchas vicisitudes. Esa proeza convierte a don Antonio en uno de los personajes, que indiscutiblemente contribuyó positivamente desde su modesta “Tostadas, Restaurant San Antonio” al engrandecimiento, crecimiento y desarrollo de la ciudad. Un granito de arena que todavía perdura y perdurará en el tiempo.


Esta crónica la escribimos con la sana intención de darle solidez a nuestra memoria histórica, exaltar los muchísimos héroes anónimos que existieron y existen en la ciudad, los cuales contribuyeron con su esfuerzo, dedicación, empeño y alto sentido de la responsabilidad, con el desarrollo, afianzamiento y consolidación del pueblo de El Tigre, que nació al calor de la industria petrolera, el 23 de febrero de 1933 y la cual se convirtió en pocos años de manera aluvional en un gran pueblo y ahora, a pesar de la crisis eléctrica, la falta de agua y la invasión de la basura, en la ciudad capital del la zona sur del estado Anzoátegui.



lunes, octubre 05, 2009

Los límites Simón Rodríguez – Guanipa (Segunda parte)

La peor decisión es la indecisión
Benjamín Franklin (1706-1790)
Político, filósofo, y científico estadounidense.




En el año 1989, cuando ejercí la Presidencia Municipal, se aprobó el primer y único Plan de Desarrollo Urbano Local. En esa oportunidad, quedó claro que el ensanchamiento urbano del municipio Guanipa, ya había avanzado internándose en los predios enmarcados en los límites legales y, vigentes hasta ahora, del municipio Simón Rodríguez. Más grave aún, los bloques de terrenos que se reservaron, de acuerdo a ese PDUL, para la zona industrial de nuestro municipio vecino, quedaban en territorio nuestro, de acuerdo a la línea divisoria legalmente establecida por Cartografía Nacional. En ese momento todo el mundo vio y calló. Allá y aquí.

El municipio Guanipa, continúo su crecimiento hacia el oeste, su área urbana, siguió internándose en los predios del municipio Simón Rodríguez, iniciaron la urbanización de su zona industrial y ejercen de hecho, autonomía sobre esos lotes de terrenos, que legalmente no les corresponde. Esa es una realidad incuestionable. La línea que divide ambos municipios, hasta ahora, tiene su punto de partida en el botalón ubicado en el Paso de El Tigre, pasa por los portones de la Coca Cola y se proyecta hacía el sureste, dejando toda la franja – de ambos lados – que se conoce como la vía a la Guarapera en territorio de Simón Rodríguez. Nadie ha reclamado, no reclaman, ni reclamarán la autonomía que ejerce Guanipa en esa zona. ¡No! la situación que crea inconvenientes está reducido al área conocida como El Palomar y las que colindan con la avenida Intercomunal y la avenida Jesús Subero, que nos comunica hacía el cruce de vea. Los considerados lomitos.

Mucho se ha discutido y se discutirá acerca de los límites de los municipios Simón Rodríguez – Guanipa. La verdad de las cosas, es que de acuerdo a la ley, cuando exista voluntad política y se asuma con seriedad y responsabilidad este importante asunto, que no debe tener mayor connotación que la que aconseja del buen juicio, las Cámaras Municipales de ambos municipios deben aprobar una de las 3 propuestas que recomienda Cartografía Nacional u otra que ellos en sesión conjunta aprueben, lleven el acuerdo de las cámaras, a la Comisión de Límites del Consejo Regional Legislativo, que presentará un informe definitivo a la plenaria y una vez aprobado por esta instancia legislativa, Cartografía Nacional, hará los cambios de las líneas limítrofes y le oficializará en cambio de límites. Así, de sencillo.

¿Cuáles son las propuestas de Cartografía Nacional? dos extremas y una intermedia. La primera evidentemente perjudica al municipio Guanipa. Es dejar los límites como están. La segunda, puede ser discutida y mejorada. Es intermedia y reubicaría la línea divisoria pasando más menos por dónde hoy está ubicada Wendy’s y la tercera incuestionablemente perjudica a municipio Simón Rodríguez, porque los límites serían reubicados por AGUANCA. Nadie puede sentirse atado a alguna de las tres. Cartografía Nacional, como organismo técnico, sólo ha hecho esas 3 propuestas, atendiendo un pedimento de La Comisión de Límites de la otrora Asamblea Legislativa. Ellas pueden ser modificadas, reajustadas y variadas, buscando una alternativa que logre el consenso de ambas Cámaras Municipales y al ser aprobada por el Consejo Regional Legislativo, Cartografía Nacional ajusta los nuevos límites. Hay quienes piensa que una alternativa valida, sería ubicar la línea divisoria en la zona conocida como Maxin’s Vea, o en ese sector, justamente dónde un alcalde de Guanipa, como marcando sus límites, colocó el monumento de San José, santo patrono de su municipio y cuya gráfica acompaña esta crónica. Es cuestión de discutir todas las alternativas y solucionar de una vez por todas, el diferendo fronterizo.

Obviamente, se dice y escribe fácil, pero si no existe voluntad política, deseos sinceros y una acción responsable por parte de las autoridades competentes, continuaremos viendo, cada cierto tiempo, el triste espectáculo al cual ya nos tienen acostumbrado concejales y alcaldes – de ayer y de hoy – peleándose por los terrenos lomitos, los impuestos que se generan en las zonas urbanizadas de las avenidas Intercomunal y Jesús Subero, sin tomar el menor interés en área circundante de la avenida que conduce hasta La Guarapera porque, no se van al fondo del problema y, ya se reconoce de hecho que los lotes de terreno de esa superficie, pertenecen al municipio Guanipa y yo tengo el pálpito que allí, está el verdadero quid del problema y nadie quiere alborotar ese avispero.

Escribo estás líneas, con la única y deliberada intención de ubicar en su justo contexto la realidad que hemos vivido, vivimos y seguiremos viviendo por largo tiempo los vecinos de los 2 municipios, por la inacción de las autoridades municipales. Conste, no me pronuncio por ninguna opción, sólo reseño el fondo del asunto e intento ilustrar a los habitantes de a pie, que a veces, preguntan con curiosidad y no sin cierta sorna, ¿Qué se pelean? ¿Creerán los alcaldes y concejales que estamos ante un diferendo tipo Medio Oriente? ¿Llegarán a sacar los cañones, los tanques, los submarinos, portaviones, los aviones sukhois, los fusiles de asalto AK-47? ¿Utilizarán el ejército regular o la reserva? ¿La guerra será convencional o asimétrica? Uno simple mortal, no sabe.


Lo que pareciera cierto, ante la indecisión con relación a los límites, que no hay dudas lo peor, más de un prócer, que han salido y salen a guerrearse por esos terrenos lomitos, no han aguanta un cañonazo en el bolsillo y han terminado con las alforjas llenas.


sábado, octubre 03, 2009

Personajes de mi pueblo: Toñito Liccioni

La vida de los muertos está
en la memoria de los vivos

Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.)
Escritor, político y orador romano.


En el naciente pueblo de El Tigre, cuando transcurría el año 1945, estando en pleno desarrollo la revolución de octubre, llegó el hombre que se convertiría en el primer Radio Técnico en la historia de la ciudad. Antonio María Liccioni Azanza, venía a probar suerte desde su lar nativo Ciudad Bolívar. Era descendiente de una familia corsa, la misma tierra que vio nacer a Napoleón Bonaparte o sea el pueblo de Ajaccio, capital de la actual Córcega y cuyo apellido italianizado era Buonaparte. Toñito Liccioni, como se le conoció durante su larga y fructífera vida, fijó su residencia, talleres y negocios en la esquina de la calle Brisas del Mar con calle Miranda de Casco Viejo (La foto es del sitio exacto. Todo el pintado color amarillo y azul) Allí llegó, vivió, trabajó, formó su prolija familia, al lado de su esposa, la calabresa Elia Sebastiani y allí murió. 6 hijos Elia, Antonio, Thaís, Magaly, Roberto, Carlos y numerosos nietos y bisnietos, le sobreviven y recuerdan con amor, cariño, respeto y veneración. Un gran hombre que creyó y contribuyó con su trabajo y tesón a la consolidación del pueblo.

Don Antonio Liccioni era a la sazón un especialista violinista, en esa faceta fue fundador en Ciudad Bolívar, al lado de su amigo Víctor Yelamo, de la banda municipal y también ambientaba musicalmente las películas silentes que proyectaban en el cine América de la capital bolivarense. Aquí en El Tigre, se destacó como telegrafista, fue uno de los primeros radioaficionados que estuvo identificado con las siglas (YV6DN) permiso expedido por el Ministerio de Comunicaciones y para variar en uno de sus locales instaló, a pesar de que no existía servicio de electricidad pública, una fabrica y venta de pocicles y helados que puso en funcionamiento y producción con una planta eléctrica de manufactura alemana, la cual adquirió con su propio peculio. Esa fábrica de helados, los cuales vendía todas a locha (Bs. 0,121/2) y que deleito el paladar de grandes y chicos, el señor José Ramón Ron Padilla fue uno de sus más consecuentes clientes, hasta que le tuvo que bajar la Santamaría, porque la planta hacía mucho ruido y molestaba a los vecinos. Producía, lo que ahora se conoce como contaminación sónica. No había Ordenanza de convivencia ciudadana, pero Toñito fue siempre un buen vecino y mejor ciudadano.

Como Radio Técnico, a la cual consagró su vida Toñito Liccioni, cuyo taller prestigiaba con su apellido, atendía a todos los vecinos que tenían problemas de desperfectos con sus radios, necesitaban ampliar su recepción y una que otra reparación; también le metía a los tocadiscos, rockolas y en más de una oportunidad fueron requeridos sus servicios por los señores Roberto Bonaguro y Manuel Otero dueños de las primeras plantas eléctricas que prestaron el servicio de alumbrado público, comercial y doméstico a la incipiente población. Además cultivó una excelente relación de amistad y profesional con don Carlos Poleo que fundó e instaló La Voz de El Tigre, a cuyas instalaciones, eventualmente le prestó servicio técnico. Era el radio eléctrico por excelencia y fue referencia obligada por mucho tiempo en la ciudad.

En una tarde calurosa, en los inicios de la década de 60, Toñito Liccioni, recibió en su taller la visita de un joven que lucía un impecable traje formal, se le presentó y le dijo “Yo soy el nuevo director del Liceo Pedro Briceño Méndez y vengo a presentarme de parte del Prof. Bartolomé Marín” le extendió la mano y después de un fuerte apretón, le preguntó ¿Tú bebes aguardiente? y éste solícito le respondió sin titubeos ¡Claro! entonces no perdamos tiempo, véngase en mi vehículo, se fueron, llegaron al Bar Rest. Las Vías que funcionaba en la avenida España, dónde hoy está edificado el Banco Venezuela, antes Latino y Caracas. Era nada más y nada menos que el Prof. José Antonio Arias Reyes, con el cual entabló una amistad personal, social, familiar y, porque no decirlo, etílica hasta el resto de sus vidas. Ambos con una cultura etílica impecable.

Una vez retirado de la actividad laboral, Toñito Liccioni, todos los días, después del almuerzo, esperaba al Prof. Arias Reyes que también estaba jubilado y se sentaban a tomarse sus respectivos escoceses. En una oportunidad, había un grupo numeroso y una dama, le preguntó con cierto halo de preocupación ¿Por qué usted no se manda a operar esos bocios? A lo que Toñito respondió con su proverbial amabilidad y buen humor “Ay, mija los hijos míos, me tienen loco con esa misma canción, pero como yo no estoy para que me cojan cría y esos bichos no me impiden tomarme mis whiskys, mejor dejo eso así y no me los dejo ni tocar” Todos soltaron las carcajada por la genial salida y la velada continúo sin novedad. Esas y, muchas otras anécdotas, hay de don Toñito Liccioni que por razones de espacio dejaremos para otras oportunidades.

Está crónica la escribimos con la sana intención de contribuir a fortalecer nuestra frágil memoria histórica y rendirle un merecido tributo a los hombres y mujeres que contribuyeron con su fructífero trabajo, mística y laboriosidad al crecimiento, desarrollo y consolidación de la pequeña urbe de la cual hoy disfrutamos, a pesar de la falta de electricidad, agua y la invasión de la basura. Aún muertos, estos personajes, están en la memoria de los que, por ahora, seguimos vivos.