domingo, marzo 27, 2011

Personajes de mi pueblo: Anécdotas y vivencias

Una risa vale más que cien lamentos en cualquier parte del mundo
Charles Lamb (1775 – 1834)
Ensayista inglés.

¡Ganaderos de El Tigre!

Contaba mi hermano Roberto Salazar, que en el momento de la unidad nacional, que se dio en torno al carabobeño Henrique Salas Römer, los para entonces dirigentes de Acción Democrática y COPEI, Eduardo Silva Castillo, el popular “Peluche” y Germán “Mancho” Barreto, fueron invitados a una reunión en Valencia. Rubén “Babita” Matute, ni corto ni perezoso se guindo, se coló y los acompañó. Los tres fueron elegantemente vestidos. En un intermedio de la reunión, la cual se celebraba, en uno de los distinguidos, lujosos y vistosos salones del Hotel Inter Continental Valencia, solicitaron a una de las lindas anfitrionas, que los condujera hasta la recepción, para hacer una llamada urgentísima. En lo que llegaron al sitio, había una cantidad de chicas hermosísimas, a las cuales, la acompañante presentó como prominentes líderes políticos provenientes de El Tigre y, les solicitó los atendieran con la prontitud del caso.

Eduardo “Peluche” Silva, solicitó le discarán el número telefónico y, una vez que la recepcionista lo hizo, le entregó el auricular. ¿Es Alirio Barreto? preguntó y al confirmarle, le dijo en alta e inteligible voz, “hermano me puede dejar unos 5.000 toros y, a renglón seguido, intervino Germán “Mancho” Barreto, para recordarle, “no olvide incluir también 2.000 cochinos, 500 caballos y 500 chivos”. Las lindas chicas no salían de su asombro y una de ellas comentó. “Que maravilla son jóvenes políticos y creo ganaderos de El Tigre, muy bien apuestos e interesantes, es nuestro día de suerte” En medio del embebecimiento de las chicas, irrumpió Rubén “Babita” Matute y lanzó esta bala fría. “Jueguen unas 200 arañitas para que se tapen” ¡Zas! perdieron el encanto. La gente come por la vista, pero también la ilusión llega por el oído y para variar, nunca falta un agua fiesta.

Ante el fuerte reclamo de Eduardo y Germán, Rubén Matute, con cara de arrepentimiento parafraseó al Chavo del 8 “fue que se me chispoteo” ¡Tremendo pajón! Perdieron el chivo y el mecate.


Inocentico el negrito

Gonzalo López, el popular “Negro dulcero” en una oportunidad se le presentó al Profesor Juan Facendo y le dijo: “Prof. no estudio en el liceo, provengo del Colegio San Antonio dónde no pude pasar de Kinder, porque me rasparon plastilina, sin embargo, tengo cualidades, vocación y voluntad para convertirme en un atleta de alta competencia y me enteré, que usted es la persona indicada para ayudarme” Juan que era un caza talentos nato, le dijo: “No hay problemas ¿Cuándo quieres empezar a practicar” y el Negro, goloso, le respondió: ¡Ya! vengo listo. “Bueno, te recomiendo para empezar, darle unas vueltas a la pista que yo voy a chequear el tiempo” El Negro arrancó y cuando llevaba unos 5 minutos cayó con un veri veri y expulsando espuma por la boca, Juan corrió a asistirlo y sobre la marcha gritaba que solicitaran una ambulancia urgente para trasladarlo a un centro de salud. El Negro, al escuchar aquello, se le guindó del cuello a Juan y le rogaba “No, no profesor, olvídese de ambulancia, mándeme urgente al Castelo Branco, cancéleme un pollito con espagueti que al comérmelo, esto se me pasa y mañana regreso con las pilas puestas. Juan, que no es caído de la mata exclamo ¡Inocentico el negrito!

Tremendo chasco

El popular Martín Campos, que vivió muchos años en la calle Falcón de Pueblo Ajuro y fue uno de los primeros policías de la comandancia de ese entonces, era un hombre comprensible, tolerante y de un gran corazón. En sus más de 20 años como agente de policía batió un record digno de ser recogido en el libro Guinness. No llevó preso a nadie. El comandante de entonces, siempre lo amenazaba con suspenderlo por lo que consideraba una extraña e irregular situación. Es imposible que nunca traigas a algún detenido, le repetía. Un sábado, Martín se tomó un tragos con un compadre y le contó el trance que vivía en su trabajo y el compadre, le dijo “No le pare compadre, yo voy a amanecer bebiendo y mañana estoy libre, lo acompaño y usted dice que me detuvo por borracho y escandaloso, pasó el ratón allá, en la tarde me sueltan, duermo en casa y el lunes a voy trabajar tranquilo” aprobado el plan, lo ejecutaron al pie de la letra.

El domingo en la mañana, se presentó Martín Campos ante el comandante y le dijo. “Este señor lo detuve por borracho y escandaloso” el Comandante de la Policía se quedó viendo al compadre de Martín y le exclamó “Mire amigo, como será el escándalo que usted formó con esa pea, que Martín se vio en la imperiosa necesidad de detenerlo, y ordenó métanlo al calabozo y me lo dejan por 72 horas, por bandido” Los compadres, ante la reacción del Comandante de la policía, quedaron estupefactos, pero no había vuelta atrás. La gracia se les convirtió en una costosa morisqueta y como tal la asumieron. Tremendo chasco.


Pa’ que sea serio

Hace unos años atrás, Manuel Díaz Bras, propietario del popular y concurrido Restaurante Castelo Branco, contrató como mesonero a Pedro “Run” Silva, un hombre muy circunspecto, de pocas palabras y de carácter explosivo. En sus labores cotidianas el amigo Silva, siempre fue puntual, responsable, colaborador y muy atento con la clientela. El que trabaja con público tiene que poseer virtudes especiales, en dónde deben destacar la paciencia, la tolerancia y no perder la imperturbabilidad. La mayoría de los clientes, se comportan amables, respetuosos y comprensivos, pero como de todo hay en la viña del señor, nunca faltan los que se la dan de cómicos, payasos y burlescos. No miden o entienden, que los mesoneros son servidores públicos, a los cuales hay que tratar con respeto, amistad y sobriedad, porque como a todo ser humano, hay días en los cuales sufren de un stress excesivo, que los hace irascible ante cualquier exceso por parte de un cliente.

Un mediodía, el local del restaurante “Castelo Branco”, como es costumbre, estaba full. Mesoneros y cocineros trabajaban a todo tren para atender a la ansiosa, ávida y hambrienta clientela. Llegó un cliente y se ubicó en las primeras mesas y ordenó una exquisita sopa de legumbres. Pedro “Run” Silva, le tomó la orden, la pasó a la cocina y continúo atendiendo a los demás clientes. Todo iba bien, hasta que el cliente en cuestión empezó a gritarle cada que pasaba cerca ¡La sopa! volvía a pasar y otra vez le gritaba en tono burlón ¡La sopa! y le agarró el asunto para parranda. En el momento que salió la sopa, la agarró, le llegó cerca al cliente y le pregunto ¿Qué fue lo que usted ordenó amigo? Y el tipo insistió en la burla y volvió a gritarle ¡La sopa! Pedro que había perdido la paciencia, explotó, le dijo ¡Toma la sopa! y el lanzó la sopa caliente encima. Ardió Troya, pero las cosas no pasaron a mayores, por la intermediación de los presentes y la amabilidad que siempre ha caracterizado a Manuel Díaz Bras, el cual con la seriedad y responsabilidad que lo caracteriza, asumió los costos del incidente. Al burlón le salió el tiro por la culata y como dicen ahora en el argot de los jóvenes, eso le sucedió “Pa’ que sea serio.

Las anécdotas y vivencias que relatamos en estos humildes destellos forman parte de nuestras pequeñas historias urbanas y los personajes que mencionamos, integran nuestro diverso, plural y numeroso gentilicio, lo que los convierte en protagonistas estelares de la cotidianidad de la ciudad. Es por ello, que creemos firmemente que los eximios escritores, cronistas e investigadores de nuestro rico y divertido pasado, cuando decidan escribir la verdadera y autentica historia de esta pequeña urbe, la cual nació al calor del oro negro, un 23 de febrero de 1933, los puedan incluir en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!

Eduardo “Peluche” Silva

Gonzalo López (El negro dulcero)

Rúben "Babita" Matute

sábado, marzo 19, 2011

Personajes de mi pueblo: Carmen Domínguez

Los gallos pueden cantar, pero son las gallinas las que ponen los huevos
Margaret Thatcher (1925 – )
Política británica

No pocas son las madres solteras, que tienen el coraje, la dignidad y la entereza para sacar adelante a sus hijos y una familia entera, sin ayuda externa – privada u oficial – la señora Carmen Domínguez tiene 4 hijas y con ellas enfrentó y enfrenta la vida, en medio de limitaciones que vencen a fuerza de trabajo en la actividad informal. Venden exquisiteces orientales. La especialidad de la casa es arepa y empanadas de cazón. No hay variedad, hay exclusividad. Doña Carmen Inició esa tarea en la calle Sucre, pasó a la calle Anzoátegui y desde el año 1945, esta ubicada en el sector de las 6 esquinas, en la novena carrera sur. Es gente madrugadora y de trabajo. La clientela, ha pasado de generación en generación y se mantiene fiel, leal y consecuente. Es la calidad y sabrosura de la sazón margariteña en pleno corazón de la ciudad. No hay que viajar a Margarita y visitar el mercado de Conejero para degustar una excelente empanada de cazón. Búsquelas en las 6 esquinas y convénzase.

Doña Carmen Domínguez, nació en el año 1925, en el Cercado, un pequeño poblado de la isla de las perlas, ubicado a 1 KM de Santa Ana del Norte. Desde muy niña, sus padres Julián González y la señora Irene de Domínguez, observaron su tendencia, inclinación e interés por el trabajo artesanal. Trabajó con barro, una materia prima que extraen del Cerro de La Cruz, lo clasifican según el color, lo pisan hasta convertirlo en polvo y una vez cernido, lo utilizan para fabricar tinajones, ariscos, anafres y todo tipo de curiosidades artesanas. Ella, con sus ideas y manos prodigiosas, las bordeaban de manera especial y maravillosa, lo que le permitía venderlas como pan caliente a todos los amantes de las artesanías autóctonas. En el año 1940, sus padres, decidieron emigrar hasta El Tigre y cuando llegó, como la situación, no era muy halagüeña, decidió iniciar la venta de una rica especialidad margariteña: Las empanadas y arepas de cazón, cuya principal encanto, es que son hechas con masa de maíz pilado, cocido, molido y amasado en casa. Originalidad pura y simple. Arepas al horno y cazón en su punto. Delicateses artesanales también. Exquisiteces de la isla en tierra firme.

Las hijas de doña Carmen Domínguez, han estado siempre a su lado como ayudantes y herederas de esta pequeña industria artesanal cuya especialidad culinaria, repito, son las empanadas y arepas de cazón. Sabina María e Inés María, ya salieron del regazo materno, para formar sus propias familias y están al frente de sus hogares. Juliana del carmen y Carmen del valle, están al pie del cañón, atendiendo a la nutrida clientela que se da cita, desde muy temprano del día y la cual se acrecienta los fines de semanas, al extremo que hay que hacer colas para adquirir las ricas y deliciosas empanadas y arepas. Las arepas se pueden adquirir viudas y rellenas. Es un sitio de encuentro de muchos citadinos y dónde muchos vecinos, puede desayunar in situ o llevar a casa estas delicateses margariteñas. Estas delicateses que degustan grandes y chicos. Es un sano, nutritivo e incomparable y nutritivo desayuno. No hay para dónde coger. El o los que quieran saborear unas verdaderas y autenticas empanadas de cazón con sabor, sazón y punto margariteño, tiene un sitio en la ciudad. Las 6 esquinas en casa de Carmen Domínguez. Vístela, adquiéralas, consúmalas y verá. ¿El costo? Ni pregunte. Más solidario imposible.

Esta humilde y laboriosa margariteña, que se sembró en El Tigre y la cual está retirada de la albor diaria, por razones de edad, permanece en casa y para no perder la costumbre, se ubica todos los santos días en la puerta de la casa desde dónde puede observar todos los movimientos, saludar a los clientes y vecinos cuando entran y salen. En ese sitio permanece acompañada por alguno de sus descendientes directos, ya que cuenta, por ahora, con 11 nietos, 12 bisnietos y 10 tataranietos, una numerosa prole, que ha contribuido, contribuye y contribuirá, como lo hizo ella, poniendo su granito de arena, desde su venta de empanadas y arepas de cazón, al desarrollo, progreso y engrandecimiento de esta pequeña urbe, que fue iniciada por los lugareños del Caris, pero que se complementó con la idiosincrasia del pueblo margariteño y tiene del arte culinario isleño uno de sus más ricos atractivos. Los tígrenses tienen, conservan y practican muchas de sus tradiciones, costumbres y hábitos. Un buen sancocho de pescado, un corocoro frito con arepa y tajadas o una empanada de cazón, nunca falta en la dieta de nuestros vecinos. Y la devoción por la Virgen del valle, no tiene parangón en el oriente del país. Es nuestra patrona.

En las cercanías de las navidades, en este sitio, la gente puede además, obtener la masa para las hallacas, ya lista para tenderlas. Nada de harina pan. Es maíz pilado, cocido, molido, amasado, procesado y aderezado artesanalmente, lo cual le abrevian y alivian el trabajo a los vecinos, que lo adquieren para la elaboración de las multisápidas tradicionales a base de cochino, pollo, gallina, carne y los que hacen a base de cazón, también pueden encargarlo y llevarlo listo para la confección final del sabroso e infaltable plato navideño. En gustos y colores, no han escrito los autores. Empero, no hay dudas de que, la masa de maíz pilado, sancochado y molido artesanalmente le da un sabor especial a las empanadas, arepas, hallacas, bollos y cuanta especialidad culinaria se quiera preparar a base de harina de maíz. El que no lo ha probado, no sabe lo que se pierde.

El trabajo dignifica y la señora Carmen Domínguez es una insigne trabajadora que merece el reconocimiento de toda la comunidad. Tuvo el coraje, la valentía y la dignidad de levantar una gran familia siendo madre soltera, lo que ratifica la sentencia de la mujer de hierro Margaret Thatcher, en el sentido de que los hombres podrán cantar, pero las gallinas ponen los huevos y la voluntad para abrirle un camino decente y decoroso a los hijos. Ella, sus hijas y su numerosa descendencia, son héroes anónimos, que han trabajado, trabajan y continúan trabajando, desde sus humildes hogares, para engrandecer nuestra pequeña urbe y nosotros los traemos a estos humildes destellos con la firme aspiración de que, cuando nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores de nuestro rico y primoroso pasado y no menos interesante presente, decidan escribir la verdadera y autentica historia de la ciudad, los puedan incluir en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!



sábado, marzo 12, 2011

Personajes de mi pueblo: Catire y Blanca

El primer vínculo de la sociedad es el matrimonio;
el siguiente, los hijos, y después la familia
Marco Tulio Cicerón (106 – 43 a.C.)
Escritor, político y orador romano.


Cruz Alejandro “Catire” Astudillo Abache, oriundo de Aguasay, estado Monagas y Saturnina Epifania “Blanca” Aguilera, carupanera del vecino estado sucre, ambos jubilados del sector salud y unidos en feliz matrimonio, al poco tiempo de conocerse en el hospital “Luís Felipe Guevara Rojas”, desde el 26 de diciembre de 1964. Es una pareja de excepción y ejemplar. Ella ingresó al hospital en el año 1961 en el servicio de lencería y ascendió hasta jefe de servicio, él se enganchó el año siguiente, como auxiliar de los sistemas de almacenamiento de archivos Kárdex, hoy obsoletos y periclitados, como diría don Rómulo Betancourt. En el tiempo que ingresaron al nosocomio local tenía la categoría de Centro de Salud y su director era el Dr. Armando de Armas, el cual al poco tiempo, entregó el cargo al Dr. Simón Pérez Pérez y el Intendente por muchos años fue Héctor Enrique Cordero Blanco. Eran los tiempos bucólicos del pueblo que devino en esta pequeña urbe.

El “Catire” Astudillo, estudio la primaria en su pueblo natal. Era una escuela municipal y en la cual compartió clases con el Dr. Ramón Amadeo González Espinosa. Llegó a El Tigre en el año 1960 y a los 2 años obtuvo su empleo en el Centro de Salud. Blanca Aguilera había emigrado hasta desde el año 1950 y su primaria la cursó en la escuela José Elías Aristigueta e ingresó a Instituto Greg, de la eximia educadora Natividad Cintrón, de dónde egresó con notas sobresalientes. Las oportunidades de trabajo bien remunerado para su especialidad era bien difícil de obtener y no tuvo otra opción que ingresar en el departamento de lencería del Centro de salud. El trabajo y el destino unieron estas distinguidas personas, que terminaron formando un honorable matrimonio del cual nacieron 4 hijos, que le han dado la felicidad de contar, por ahora, con 8 nietos. Es el crecimiento progresivo de la familia. La prolongación de la vida, pues.

Esta pareja de insignes trabajadores de la salud, los cuales están unidos en feliz matrimonio de toda una vida y los que les falta, fueron testigos presenciales en el año 1968, de la inauguración del Hospital General Luís Felipe Guevara Rojas, por parte del entonces Presidente Constitucional de Venezuela, el Dr. Raúl Leoni Otero, quien fue el primer magistrado, que construyó más infraestructuras de salud de ese tipo en Venezuela, los cuales fueron modelos en América Latina y, en sus primeros tiempos, prestadores de un servicio de salud óptimo. Esas edificaciones, además, preveían la posibilidad de la elevación de esos nosocomios a categorías superiores, ya que, contemplaban espacios para tales efectos. Hechos para ese presente con visión de futuro. ¿Qué tiempos aquellos? Hoy, apenas funcionan y más nunca han construido alguno que los iguale o los supere, a pesar de los caudalosos ingresos petroleros que han inundado el tesoro nacional del país. Lo que está a la vista, no necesita anteojos.

Edgar, profesor en el Liceo Alberto Carnevali, Oscar, Técnico Mercantil, Luís Alberto, diseñador Gráfico y María Alejandra, Ing. Químico, son los amados hijos, los cuales, cuando sus padres cumplieron los primeros 25 años de feliz unión matrimonial, los llevaron de nuevo al altar y allí, delante del señor volvieron a ratificar su firme e irrenunciable compromiso, de estar juntos hasta que la muerte los separe y, sí allá en el otro mundo, se vuelven a encontrar, allá se vuelven a casar. Imagínense, que ahorita tienen 47 años de matrimonio y, están esperando cumplir los 50 para volver al altar. El padre Jesús Nogueiro, en la segunda boda interrogó al “Catire” ¿La quiere y la recibe? y éste con su proverbial humildad y sinceridad, le respondió “Claro padre” y adicionó “Ella es tan buena” mayor prueba de amor, comprensión y fidelidad, imposible. Es una pareja tal para cual y como Dios premia la constancia y la probidad, no hay dudas que gozarán de larga vida. Pronto estarán por tercera vez ante el altar.

Los padres del “Catire” fueron Luís Manuel Abache y la señora María Sabina Astudillo, ambos humildes pobladores del pueblo semirural de Aguasay y los de “Blanca” los carupaneros Marcelino Díaz Aguilera, urredista hasta los tuétanos y Facunda Primitiva Villarroel de Aguilera, adeca de pura cepa. Las posiciones encontradas y discusiones políticas eran de tal intensidad en el hogar, que en las ventanas de la casa enarbolaban las banderas con los colores de sus partidos políticos – una amarilla y una blanca – y, cuando la situación pasaba a mayores, el viejo viajaba a El Tigre a pasar las tibieras que agarraba y luego regresaba para volver abrazar a su amor. No había odios, divisiones y mucho menos enfoques polarizantes. Existían diferencias y con el dialogo, el entendimiento y la tolerancia, inmediatamente las aguas volvían a su cauce y la gente se volvía a hermanar. Venezolanos cobijados bajo una misma bandera y punto.

Estos personajes, que con su trabajo, dedicación, empeño, sin aspavientos y con su matrimonio, sus hijos y su gran familia, han contribuido con el engrandecimiento, crecimiento y desarrollo de esta comunidad, desde el punto de vista social, de la salud y económico, son héroes anónimos, forman parte de nuestras pequeñas historias urbanas y los cuales traemos a la palestra pública, desde estos humildes destellos, con la firme aspiración de que, nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores del rico y exquisito pasado de esta ciudad, que nació al calor del oro negro, el 23 de febrero de 1933, los puedan incluir en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!



lunes, marzo 07, 2011

Los carnavales culturales y populares de El Tigre

La juventud de un ser no se mide por los años que tiene,
sino por la curiosidad que almacena
Salvador Paniker (1927 – )
Ingeniero, escritor y filósofo español.


Es un lugar común decir que “Recordar es vivir”. Empero la frase, tiene un gran contenido, para los que ya superaron etapas en la vida. Los jóvenes de hoy, tienen que saber, entender y reconocer, que si bien las fiestas de carnaval en la ciudad, tienen características muy especiales, que las proyectan en todo el oriente del país, no es menos cierto, que hubo una época en la cual, no tenían visos de grandilocuencia, no gozaban de apoyo económico, logístico y organizativo oficial, pero llenaban las expectativas de nuestro bucólico pueblo. Florecía la más genuina expresión popular y los participantes se disfrazaban hasta dónde les alcanzaba el presupuesto. No obstante, estaban llenas de imaginación, creatividad, fantasía y espectáculos. Eran vibrantes y llenos de colorido. Una verdadera y autentica expresión de lo más profundo del sentir popular.

Muchos personajes estuvieron roles protagónicos, le dieron lucidez y el tono simpático e interesante a las fiestas carnestolendas. Recordemos p.e. las peripecias y ocurrencias de Julio “Alpargata” Rodríguez, un trigueño dicharachero, el cual usaba regularmente vistosas camisas tipo hawaianas, pantalón y alpargatas blancas y, además exhibía una gran cantidad de cadenas, anillos y todo tipo de prendas de oro cochano. Este personaje se caracterizaba por organizar las carrozas, comparsas, siempre iba en la punta, poniéndole sabor y sazón a la marcha del desfile, el cual lideraba la carroza con la reina del momento. La comparsa de las negritas, tenía como figura central al negro Claudio “Nene” Perdomo, el cual le ponía un mundo para bailar con un contorneo alborotador, sugerente, provocador y no escatimaba esfuerzo económico de su propio peculio, para regalar papelillos y caramelos. Dos trigueños de postín, los cuales dejaron una huella indeleble en la historia de los carnavales del pueblo. Memoria contra el olvido.

En la época de oro, de las fiestas del Rey Momo, las animaciones iban al ritmo de la música del Steel Bands de la banda de percusión metálica que lideró e impuso Desmond Collet, los grupos de calipso de los Trittón (Oro Negro) y Tomás Azócar (Tradición y Juventud), Los hermanos Gómez con Eliseo a la cabeza (Los Darts) los conjuntos musicales de Ángel Rodríguez (Grupo Chamajal, El Nuevo Clan y Acordes) Rubén Ojeda (Caribean Steel Bands), Alexis González y su Combo, Baldomero y Simeón Julien (Caribean Boys) , Noel y sus Estrellas de Fuego, El Chino Trillo y Ramón Medina (Ritmo y Juventud) de Cantaura, El Dr. Jesús Corona (Los Premier) Sócrates (Los Supremos) Eran nuestros carnavales autóctonos, populares, organizados por los mismos vecinos, nunca hubo contratos para grandes artistas o agrupaciones de renombre nacional e internacional. Las colaboraciones provenían de las empresas privadas y fundamentalmente de la empresa Polar, cuyo Gerente General en la época, era “Pecoso” y su gerente de ventas “Paco” ambos muy populares en la ciudad. Era una simbiosis perfecta entre el pueblo soberano y la empresa privada. Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

Otros personajes que hicieron historia en los carnavales de la ciudad, fueron el Flaco Vidu, con su comparsa Los Vikingos, el Dr. Héctor Martínez con su vistoso disfraz de Kaliman (El hombre increíble) y el popular y archiconocido gordo Placido “Blue” Brito, uno de los empleados más dinámicos y activos de Polar en la región y el cual por su voluminosa figura, poseía el cuerpo ideal para disfrazarlo unas veces de Oso Polar y otras de bebe querido. Un bebe gigante con pañal, chupón (Full de espumosa), de carne y hueso, al cual encaramaban en la capilla de un camión, creo utilizando un monta carga, para pasearlo en las caravanas de las comparsas y se convertía, junto a Julio, Claudio, Héctor y los grupos musicales en las atracciones principales de las fiestas carnestolendas de nuestro querido, apacible, seguro y placentero pueblo de El Tigre. Eran los propios show man.

Otras atracciones de las fiestas carnestolendas eran la comparsa que simbolizaba el diario Antorcha. Todos los componentes iban forrados de periódicos viejos y personificaban este prestigioso medio de comunicación social. Los “Medio o Pinto” Los osados vecinos utilizaban todo tipo de substancia negra para untarse en la piel y cargaban su buena porción. El que no se bajaba de la mula con el mediecito, lo manchaban en el rostro y se huía despavorido, lo coleaban y lo pintaban dónde le cayera. El juego con agua, dónde no era permitido mojar con agua a los disfraces, a los negritos “Medio o Pinto”, a los enfermos, minusválidos o personas mayor. Podían agarrar un pasmo, a los que no peleban con una perola, una bomba, un huevo o polvillo – Las sofisticadas pistolitas de agua no existían – era a las chicas, chicos y hasta muchos adultos, que les encanta jugar carnaval con agua, porque el niño que llevan por dentro no los abandonaba. La expresión cultural de los carnavales, ha perdido algunas tradiciones, pero mantienen su esencia fundamental y se convierten en una atracción anual cada vez más vistosa, alegre, bella, atractiva, espectacular y una brillante oportunidad para algunos seres del sexo masculino, que llevan la feminidad a flor de piel, los cuales aprovechan las fiestas carnestolendas, para dar rienda suelta a esa parte oculta de sus personalidades. ¿A qué no me conoces? preguntan vueltas locas, con un precario disfraz. Los verdaderos homosexuales, dicen con picardía, que hay muchos que manejan sin licencia y pasados de tragos, son un bochorno. Ellos conocen su gremio.

En las fiestas de carnaval de antaño, las celebraciones, tenían dos variantes. Las Verbenas y los Templetes. Las verbenas eran en locales cerrados y había que pagar entrada. Los espacios del Club de Leones, el Sindicato de la Salud, el Colegio Nuestra Señora Coromoto, el Sporting Club, eran los escenarios preferidos y, una que otra vez en el Parque Medina en San Tomé, se celebraba alguna verbena especial. Fueron grandes fiestas de gala, preferentemente con agrupaciones musicales foráneas y dónde destacaban, Maturín y Ritmo que tenían el estilo de los Blancos de Maracaibo y Los Isleños de Margarita. Los Templetes, tal como se celebran ahora, eran las verdaderas fiestas del pueblo, porque se celebran a cielo abierto y dónde las familias, se daban cita, sin más restricción que el buen comportamiento. En aquellos tiempos, el espíritu cívico, no dejaba lugar a dudas. Un altercado era una excepción. La seguridad estaba blindada y todo transcurría en un ambiente de camaradería, cordialidad y hermandad. En este pueblo nos conocemos todos.

No olvidemos, que desde siempre en la ciudad, ha existido la pasión por los carnavales. Una expresión cultural, que cada año, a pesar de los gobiernos y, más por el impulso, la creatividad e imaginación de los vecinos, adquieren mayor relevancia y su celebración en la localidad, los proyectan como uno de los eventos culturales y festivos más importantes en el oriente del país. Antes de llegar este extraordinario presente, hubo un precedente. Los verdaderos carnavales culturales y populares de El Tigre y, los recordamos para intentar cubrir la curiosidad de muchos adultos contemporáneos, generaciones actuales y muchos jóvenes, que nos consultan acerca de esos eventos culturales de la época de oro del pueblo y, también con la firme aspiración de que, cuando nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores de nuestro excelso pasado, decidan escribir la verdadera y autentica historia local, puedan incorporar estas vivencias y personajes, al disco duro de nuestra memoria histórica. Carnaval también es historia y tradición. ¡Vale la pena!