sábado, agosto 20, 2011

El sindicato de los trabajadores del remate de caballos: SINTRARE

Todos nacemos originales y morimos copias
Carl Gustav Jung (1875 – 1961)
Psicólogo Y psiquiatra suizo.


Los remates de caballos, forman parte de la costumbre cotidiana de muchos tígrenses. Antes las tardes de carreras eran los sábados y los domingos. En la actualidad hay carreras 6 días a la semana. La Gaceta Hípica, la Fusta y otras revistas especializadas, circulaban a partir del martes. Los amantes de la hípica, las esperaban con ansiedad. La adquirían e igual que hoy, se convertía en la literatura obligada durante toda la semana. Unos las tiran al cesto de la basura cuando concluye la última carrera del domingo y otros las coleccionan para hacer ejercicios estadísticos y precisar la actuación de los purasangres. Lo cierto del caso es que, esas revistas son indispensables, como sustentáculo predictivo, para elaborar el cuadrito del 5 y 6 y las demás jugadas que se derivan de las excitantes carreras de caballos. Nadie juega a ciegas.

En los remates de caballos, los apostadores de reúnen en un sitio específico. Los convoca el llamado banquero, quien brinda todas las facilidades para que la jornada se desarrolle en condiciones óptimas. Los jugadores disfrutan de todas las comodidades durante el tiempo que tarde la reunión hípica. Hay todo lo requerido y la logística corre por cuenta del anfitrión. Agua potable, refrescos, frías espumosas, pasapalos, escosés, ricos platos del arte culinario nacional e internacional y hay quienes ofrecen a los jugadores, un buen sancocho y hasta una buena parrillada. En los últimos tiempos, estos centros de apuestas, los han llevado a locales cerrados, que poseen aire acondicionado y los suministros, los adaptan al ambiente, que es ofrecido y servido por lindas anfitrionas. Hay remates para todos los gustos y posibilidades económicas. Por el remate que visitéis os conoceréis el nivel económico del apostador.

Obvio, los que montan el escenario, ofrecen las comodidades. Pagan el alquiler del local, proveen la logística, cancelan la prote, para que no los allanen, les detengan a los jugadores y confisquen la jugada. Los banqueros responden por la jugada y el pago del premio al instante. Estos anfitriones o banqueros, adquieren el derecho de que, por cada jugada que se haga, del monto total de la apuesta en una carrera, descuentan el 10%. Ahora, los gastos se elevan porque, también hay que cancelar el derecho a la señal televisiva para disfrutar en vivo de las carreras de caballos y los escrutinios oficiales. Antes Monitor Hípico de Virgilio Decán – El príncipe Aly Khan ofrecía la señal gratuitamente y la revolución acabó con esa mantequilla - En todo caso, el que invento el cacho, le invento la vuelta. Los apostadores ganan, pierden y a la larga ese veneno los deja como talón de lavandera. No he visto el primero que salga rico de ese ritual lúdico. El dueño del remate, la casa, el banquero o como lo quieran llamar, nunca pierde. Es el único ganador Dumbo, Virgilio Decán (Aly Khan), dixit.

En la oportunidad que el Lic. Vladimir San Vicente, montó el remate en la desaparecida Cervecería “El Chino”, que funcionó por muchos años, en la salida a Pariaguán, los apostadores, liderados Esmelín Sarabia, Román José Lunar y el popular Braulio Rafael Martínez Salgado, montaron un original movimiento reivindicativo de los jugadores y fundaron un sindicato para protegerse del banquero y, ¡Que vaina! también salvaguardar al banquero. Era un sindicato que operaba en ambas direcciones. Garantizaba la paz laboral durante las tarde hípicas. El banquero se comprometía a retener y entregar a los jugadores el 10% de la ganancia de la tarde, producto del 10% que descontaba de las apuestas y el sindicato se comprometía a que los apostadores no jugaran a crédito, cancelaran con cheques – había mucho rebote – y los reclamos, los canalizaran, a través del sindicato. Únicos voceros autorizados. Era un contrato colectivo ganar-ganar. Dado, firmado y sellado en las oficinas dónde funcionaba el remate. Pacto de caballeros.

El sindicato estaba formado por todos los jugadores activos. Hubo un censo inicial y una vez que estuvieron conformes con el quórum de la asamblea, acordaron hacer un sorteo para escoger, en que reunión les correspondía cobrar el pote del 10% que funcionaba como premio de consolación a cada uno de los jugadores y, oficializaron el nombre a la organización reivindicativa identificándola como: Sindicato de trabajadores del Remate (SINTRARE). Había que darle personalidad jurídica al sindicato y también procedieron elegir las autoridades a mano alzada dónde resultaron electos para la directiva Esmelín Sarabia como Presidente, el Prof. Edgar Brito, Secretario de Actas, Román José Lunar, Tesorero, Asdrúbal Mendoza, Contralor y Asesor Financiero y Braulio Rafael Martínez Salgado, Secretario de Reclamos. Una dirección restringida para hacerla operativa y funcional. Los directivos, antes del sorteo del reparto del 10%, se reservaron las primeras 5 reuniones para ellos y cobrar, de manera privilegiada, el potecito al final de la tarde. El sorteo para las demás reuniones, partía una vez que pasarán las primeras 5 reuniones que cobraron los líderes sindicales. Los asambleistas presentes que tuvieron un rol participativo y protagónico, aprobaron el cronograma y las disposiciones del contrato colectivo. Reglas y cuentas claras conservan amistades.

La reunión que aprobó todo el andamiaje contractual, se reunió el primer sábado del mes de enero del año 1973. Ese día José “Chabelo” Arismendi, estaba atendiendo el sellado del 5 y 6, del cual era sellador oficial en Ciudad Bolívar y obviamente, no estuvo presente. El domingo cuando llegó y fue enterado de los hechos, le informaron que estaba incluido en la nómina como un más del montón y, que en el sorteo, resultó en el último lugar o sea le tocaba cobrar el 10% de la jugada, de acuerdo al cronograma, en la reunión correspondiente a la segunda semana de diciembre. “Chabelo” que es una lámpara, pegó el grito al cielo, montó en cólera y reclamo airadamente. Fui objeto de una trampa, me metieron picardía, gritaba y solicitaba que repitieran el sorteo. ¡Nada! Todo estaba consumado. No hay vuelta atrás. Caso cerrado, le respondió con la autoridad y la firmeza que lo caracterizaba, el Secretario de Reclamos, Braulio Rafael Martínez Salgado y le paro los mochos. “Chabelo” aceptó a regañadientes, pero juró cobrársela. Nadie le hizo caso a sus amenazas y durante el año la situación transcurrió normalmente. ¡Ay, papá! El rancho estaba ardiendo.

El Sindicato de Trabajadores del Remate (SINTRARE), funcionó con normalidad hasta el mes de diciembre. “Chabelo” Arismendi, cobró el 10% de la reunión que le correspondió e inmediatamente, lideró un movimiento secesionista, junto al empresario Luís Alberto “Bibeto” Villarroel. Esperaron a Braulio Martínez, que llevaba la voz contante de la organización sindical e imponía con su autoridad las reglas de forma autocrática, en la bajadita. Le montaron una emboscada. Invitaron a los jugadores y fundaron un nuevo remate en la calle 24 sur. Hicieron un nuevo censo de jugadores y dejaron por fuera a Braulio Martínez, porque según “Chabelo” nunca llevaba dinero al remate y salía buchúo. Ardió Troya. Braulio luchó para que todo volviera a la normalidad. No pudo y como verdugo no chilla, aceptó la derrota con dignidad. El sindicato se disolvió. El remate, se mudo al nuevo sitio, bajo el liderazgo de “Chabelo”, tuvo una corta duración y luego se atomizó surgiendo varios pequeños remates en diferentes sitios de la ciudad. La idea original del sindicato, murió como una mala copia.

Estos hechos forman parte de nuestras historias urbanas y son verificables. Los protagonistas, son gente trabajadora de nuestra comunidad, que se divierten en las apuestas de las carreras de caballos y, en su mayoría están vivos, gozan de buena salud y excelente memoria, para dar fe de esta original idea que marco un hito en los remates de caballos que funcionaron en la ciudad. Hoy, los traemos a estos humildes destellos, con la firme aspiración de que, cuando nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores de nuestro bello y prolijo pasado, decidan escribir la verdadera y autentica historia de la ciudad, los incluyan en el disco duro de nuestra memoria histórica y los actuales jugadores de los remates, que ahora les descuentan el 30%, puedan revivir esa original idea y al final de la tarde salgan con un premio de consolación. Hay que organizarse y, como ahora los sindicatos están proscritos por la revolución, pueden fundar una cooperativa. Algo es algo peor es nada. ¡Vale la pena!



domingo, agosto 14, 2011

Personajes de mi pueblo: Anécdotas

El millonario


Como cada uno es, tal es su vida
Platón (428 – 347 a.C.)
Filósofo griego.


En mis tiempos de mozo en el barrio Pueblo Ajuro, conocí a un vecino muy humilde, honesto y trabajador, que posee una familia prolija. Los padres y muchos muchachos. La estrechez económica, no era patrimonio exclusivo de ellos, a todos nos golpeaba. A unos más, a otros menos, pero era bien difícil, darse algún lujo o un buen gusto hasta en la dieta alimentaria. Todos, con el paso del tiempo, hemos ido superando poco a poco, esas duras etapas, no obstante, les echo el cuento, porque el amigo aludido, al cual llamaremos John, cuando estaba bajo los efectos, de las bebidas espirituosas actuaba, hablaba y se comportaba como millonario. Todos en el barrio lo llamaban o llaman el millonario. La ingesta etílica le disparaba la autoestima a niveles siderales.

Resulta que cuando había un convite, a medida que iba libando y las bebidas espirituosas hacían sus efectos, el hombre empezaba a hablar duro, llevaba el pulso de la reunión y en un momento cualquiera, llamaba la atención de todos y les contaba, con la seriedad que el caso ameritaba: escuchen hermanos, hace poco estuvo por la casa mi compadre Miguel Rodríguez, cargaba una cara de preocupación impresionante y luego del saludo de rigor, me dijo. “Tengo un problema grave”, pero cuando iba a entrar en el fondo del problema, balbuceó, se cortó todo y entreverao, me soltó esta perla: “mejor no le digo nada compadre, porque entiendo que la cosa está difícil y usted anda igual que yo, frenando en el hierro y bombeaíto”. Compadre, le increpé. ¿Cuál es el problema? y ante mí insistencia, se confesó. “Firme una hipoteca y puse la casa en garantía y como se venció, me quieren dejar en la calle porque no tengo el dinero para cancelar”. ¿Y cuanto necesita? “20 millones, respondió apenado y afligido”. Caray, compadre, ese es el problema. No se preocupe. Llame a mi esposa, Rose, le dije que fuera al escaparate y me agarrara 20 millones del sencillito y se los entregue y para quitarle preocupaciones, le dije, me paga cuando pueda compadre, lo importante es que salve su casa, los amigos estamos para resolver los problemas y punto. ¿Qué tal? Hay que hacer el bien sin ver a quien. Problema resuelto. El se cree rico y como tal es su vida. Nadie le quita lo bailao.


Pa’ que sea serio.

Cuando cursaba primer año en el liceo Alberto Carnevali, el profesor guía de mi curso, fue el profesor Saturnino “Lulo” Franco. En ese tiempo, cuando culminaba la carga académica del año, daban un período de 15 días, para repasar y estudiar a fondo la materia vista durante el año, en cada una de las asignaturas. El profesor guía, nos reunió, antes de salir libres por ese lapso, con la intención de marcarnos algunas pautas, hacernos algunas recomendaciones buscando que aprovecháramos, lo mejor posible, el tiempo para el estudio. Una vez que concluyó sus aportes acerca de la distribución del tiempo, recomendó que aquellos que tuviesen máquinas en su casa, en los tiempos libres, practicaran mecanografía que también era materia evaluada a final del año escolar o sea en los exámenes finales de julio. En ese momento, pidió la palabra el estudiante, Luís Zapata, oriundo de Pueblo Ajuro y quien era muy descuidado en los estudios y dijo solemnemente: “el que no tenga máquina en su casa puedes pasar por la mía, en la mía hay tres máquinas y están a la orden” el profesor “Lulo” Franco, al ver el gesto de buena intención por parte de Zapata, dijo: Muy bien, allí tienen una buena oportunidad de practicar mecanografía en la casa de Zapata, que ofrece las máquinas de manera generosa y haciendo alarde de buen compañerismo.

Entonces, Zapata, lo interrumpió y le dijo: “hay un solo problema y es que las máquinas son una de moler maíz, una de afeitar y otra de cocer” todos celebramos la ocurrencia, pero al profesor “Lulo” Franco, no le hizo gracia y le recomendó en tono bien fuerte: con la máquina de cocer, se cose las pestañas, para que no se le vayan a caer en el examen de historia” y se despidió. En julio cuando presentamos la prueba final de historia, mis desocupados lectores deben imaginarse lo que sucedió con Zapata. “Lulo” Franco que era un excelente pitcher, le lanzó una recta de humo y lo dejó con la carabina al hombro. Pa’ que sea serio.

Movimiento bursátil

El economista Gustavo Solé, tiene una forma, muy su géneris de conocer el movimiento bursátil en la ciudad. A las 5 de la tarde tiene la información precisa de como cerraron las bolsas, sin tener una fuente oficial y sin apelar a la Internet, para hurgar en la red, los datos que emite el Banco Central. Solé a las 5 PM busca a Henry “Nenerina” Hernández, si lo ve camino a casa, con una bolsita de pan, buenito y sano, es la señal prístina de que, las acciones cayeron estrepitosamente, si lo encuentra libando yuca amarga, con sus fraternos Mario Álvarez, Armando Pino y Juan Bautista Ducato, el movimiento bursátil tuvo un comportamiento estable y, si lo localiza – es difícil ubicarlo cuando tiene un juego grandes ligas – con un pitcher que lanza escosés, las acciones indiscutiblemente, cerraron en alza. Una manera muy especial de conocer la marcha de la economía en la ciudad sin echar muchos números, analizar cuadros estadísticos y romperse mucho la cabeza. Lo cierto del caso es que no se pela. Tal cual ve ese movimiento etílico de “Nenerina”, a ese ritmo, marcha la economía y la vida. Agarren ese trompo en la uña a ver si taratatea.



Economista Gustavo Solé


sábado, agosto 06, 2011

Personajes de mi pueblo: Paúl Celestino Valera Valera

“La manera de dar vale más que lo que se da”
Pierre Corneille (1606 – 1684)
Dramaturgo francés.


Vivir de la caridad, no es fácil. Mucho menos cuando las condiciones físicas, para salir a solicitar la indulgencia de los transeúntes, son precarias. Paúl Celestino Valera Valera, que nació el 07 de octubre de 1953, en Cachipo – municipio Aragua, del estado Anzoátegui, producto de la unión de Otilio Valera y Ana Valera. A los 6 meses de vida, sufrió la terrible enfermedad conocida como poliomielitis y quedó paralítico. Era un hogar muy humilde. En la década de los años 1950, era bien difícil, que hubiese campaña de vacunación. Máxime en esas zonas rurales y todos los niños estaban expuestos a todo tipo de enfermedades. El es un caso patético, de esa realidad, que vivió Venezuela a mediados del siglo XX. Situaciones ya superadas y que no deben regresar.

Paúl Valera, es un hijo adoptivo de El Tigre. Una hermana, después que fallecieron sus padres, lo trajo a esta ciudad y se residenciaron en la avenida San Celestino Nº 2. No tiene ayuda oficial. Vive del martillo, como dice en tono jocoso. Solicita, quiere, aspira, anhela y ruega, que alguna autoridad o empresa privada, con sensibilidad social y humana, le regale un carrito en mejores condiciones, que le permita desplazarse, por las infernales calles de la ciudad, con mayor facilidad y también disfrutar de alguna comodidad, sobre todo, porque su “trabajo” tiene que realizarlo a la intemperie. Hasta vivir de la limosna comporta un esfuerzo. Hay que volver la mirada hacia los indigentes.

Todos los indigentes, y este con más razón, hacen su punto. Paúl había hecho uno, en la avenida Francisco de Miranda, exactamente en la puerta de salida de la histórica “Panificadora El Tigre”. En ese sitio pasó muchos años, sin que nadie lo molestara. La nutrida clientela de esa prestigiosa panadería-café, ya le lo conocían, le profesaban cariño y lo ayudaban. Agua potable, refrescos, leche, malticas, mortadela, jamón, pan, caramelos, dulces, chocolate y el respectivo diezmo en efectivo, le proveían. Cubría parte de sus necesidades alimentarias y le llevaba a su hermana. En ese lugar, hacía más llevadera su desgracia y, nunca pensó abandonarlo, pero, uno nunca sabe, de dónde surge una autoridad insensible e inhumana. Los dueños del patio. Los que sufren de vértigo de altura.

Hace unos 4 años, un gobierno local, que pretendía limpiar la ciudad de indigentes. Los recogió, montó en un autobús, los botó en la vía a Aguasay. La mayoría regresó y unos pocos todavía están desaparecidos. Paúl, no fue la excepción. La Policía municipal, le conminó de forma violenta a que abandonara el lugar, opuso cierta resistencia, le destrozaron el destartalado carrito, lo amenazaron de muerte si lo veían de nuevo por las calles y, tuvo que ser rescatado y asistido, por vecinos caritativos de buen corazón que lo llevaron a su humilde hogar en La Charneca. Del susto y la amenaza, estuvo reducido a su hogar, hasta el 23N-2008, cuando el pueblo mediante el voto popular, rescató la tolerancia y Paúl vio la calle de nuevo y se ubicó en la calle Bolívar, frente al Bar-Arepera El Tyno, C.A e hizo un nuevo punto. Tiene terror de volver al anterior punto. El hombre tiene temor de chocar con la misma piedra.

Paúl Valera, ha sido víctima de almas desalmadas y sin corazón. En una oportunidad, se dedicó a la economía informal – vendía kerosén, martillos, aceite para vehículos, seguetas, baldes, pocillos, etc, etc, cayó en una de las tantas troneras, que tienen las calles de la ciudad, volcó el carrito y unos crueles y sanguinarios sujetos, le robaron el dinero de las ventas del día, la mercancía y los cauchos del carrito. A nadie la falta Dios. Vecinos que lo vieron en esa situación comprometida, después del atraco, lo ayudaron llegar a su vivienda con vida. Es las sinrazones de las sinrazones. Lo descapitalizaron, quebró y volvió a la calle a pedir limosna. Los rateros que hicieron semejante barbaridad, están condenados de por vida. No merecen el cielo.

En su nuevo punto, al frente del Bar-Arepera El Tyno, C.A, no le va mal. Allí goza del aprecio, el cariño y la solidaridad de los dueños, trabajadores y clientes del negocio. José Abreu, Miguel Dos Rey, Manuel Maican, David Díaz, Yaritza Abreu, un equipo superpotente, bien intencionado y sensible, que lo trata bien. La numerosa clientela dónde destaca, José Oito Lira Rondón, Dr. Rubén Vicent, Félix Golindano, Alejandro Juvenal Meza, que se dan cita a ese popular y prestigioso negocio, le arriman su buena arepa rellena, juguito, refrescos, agua, le cambian el sencillo y le brindan cierta protección. No cuesta nada brindar buena disposición con el necesitado y ayudar al prójimo en situación de minusvalía. En la nave que es la tierra todos somos pasajeros circunstanciales. Hay que ser solidario. Los que ayudan a Paúl, con esa acción humanitaria, merecen el cielo. Ellos lo que dan, lo dan con cariño y, lo dan de buenas maneras. Ese gesto vale más que lo que dan.

Los indigentes, pordioseros, minusválidos, tocados mentalmente y hasta los huelepega, que no son agresivos, peligrosos y ofensivos, son nuestros. Hay que tolerarlos, cuidarlos, ayudarlos y suplicar, a que el gobierno que maneja montañas de dinero, los socorra y puedan salir de esa situación comprometida que le hace bien difícil en vivir viviendo. Hay que tener sensibilidad, buen corazón, piedad, compasión y vocación social para entender esta calamitosa situación. Más que atropellarlos, liquidarlos o intentar desaparecerlos, hay que solicitar y dirigir políticas públicas, dirigidas a atender ese sector tan débil, endeble y frágil de la sociedad. A buenos entendedores pocas palabras.

Paúl Valera, con su viejo, desvencijado y destartalado carrito, es un personaje en la ciudad y merece que, junto a las demás personas que mencionamos en este humilde destello, cuando nuestros eximios cronistas, investigadores e historiadores, decidan escribir la verdadera y autentica historia de esta ciudad, que nació al calor del oro negro, el 23 de febrero de 1933, los incluyan en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!