domingo, junio 24, 2012

Personajes de mi pueblo: Luís Rafael García

“No se debe juzgar a un hombre por sus cualidades,
sino por el uso que hace de ellas”

François de La Rochefoucauld (1613 – 1680)
Político y escritor francés.

Hay una población agrícola, en el estado Monagas, muy cerca de Maturín, conocida como San Joaquín de El Tigre. Uno de sus primeros comisarios fue Juan Ramón Benavides, esposo de Teolinda García, quienes antes de separarse, tuvieron un hijo, el 16 de febrero de 1945 y el cual bautizaron con el nombre de Luís Rafael García. En el año 1955, la todavía joven madre, vino al incipiente pueblo de El Tigre, con su hijo. Llegaron al Casco Viejo y una vez que hubo la expansión de Pueblo Nuevo Sur, fijaron residencia en el callejón 11. Vinieron buscando mejorar su nivel de vida, cuestión que en moderada medida, lograron y se quedaron para toda la vida. Tígrenses por adopción, pues.
 
El niño Luís Rafael, cursó sus primero dos años de la primaria en la escuela Manuel Piar de Maturín y, concluyó su sexto grado, en la escuela José Mercedes Santelíz Peña en El Tigre, desde dónde pasó a matricularse de noche en el Instituto de Comercio “Alberto Carnevalí, cuyo sub-director y posterior director fue el reciente y lamentablemente fallecido, Prof. Hernán Iro. Estudió bachillerato de noche, porque había, que matar tigritos, para arrimar algo para completar la arepa en la casa. Concluyó 5 semestres, se retiró, pero se inscribió para un curso de Electricidad Industrial en el INCE. Educación para el trabajo. Pasaban del pizarrón (teoría) al taller (practica) y de allí salió directo a trabajar en SIDOR. Luego saltó a la empresa KEISER, que formó parte del consorcio que construyó la primera etapa de la represa del GURI. Una vez concluido ese contrato, trabajó con SVECA, empresa de comprimidos que junto a la LUMUS, para la cual también prestó servicios, construyeron la Planta de Briquetas Orinoco Mining Company Co., en esas labores en Guayana, obtuvo una gran experiencia, que lo llevaron hasta Aruba contratado por la trasnacional Lago High, dónde permaneció por espacio de 14 meses y como estaba lejos de la familia y el dinero no rendía, se retiró, regresó y se estableció definitivamente en El Tigre, para tales efecto, construyó su vivienda en el barrio MENEVEN, ubicado detrás del Seguro Social, del cual es fundador. El buen hijo vuelve a casa.
 
Una vez en su patria chica, obtuvo empleo en petrolera SPA. Electricista de primera, fue su clasificación laboral, luego pasó al Criogénico de San Joaquín como Supervisor de Electricidad. Mas tarde viajó y formó parte del Proyecto SISOR-La Ceiba con la empresa VINCLEAR y concluyó su carrera al servicio de las empresas privadas, con la FLINT, en taladros (Chivos) ubicados en la zona de Morichal, siempre como Supervisor de Electricidad. En la actualidad vive de la bien ganada pensión del SSO y matando “tigritos”. Repara equipos de refrigeración y sistemas eléctricos industriales. También corrige fallas en urbanizaciones y viviendas de vecinos, amigos y relacionados. El que ha sido marinero cuando ve el mar suspira y aún cuando la electricidad no se ve, el conoce muy bien su funcionamiento, peligro y como buen experto, formado para esa profesión, por el otrora INCE, nunca deja de ejercer y siempre está dispuesto a solucionar algún problema que surja en su entorno. El que nace chicharra muere cantando.
 
Una vida dedicada al trabajo que frustró su verdadera y genuina vocación. El boxeo. Desde muy joven, incursionó en el deporte de los coliflores, pero como ya había contraído nupcias con la guayanesa Rosa Orozco, con la cual vivió 20 años y tuvo 6 hijos. Maribel, Luís (+), José, Rosa, Juan Carlos, Oswaldo y una vez separado, reincidió en Anaco, se volvió casar, con Teodora Gamboa y completó los 10 hijos. 4 hijos más. Luís, Lucelia, Neffi y Ninoska, que por ahora, le han dado la dicha de disfrutar de 12 nietos. Esos 2 matrimonios e hijos, obligaron a trabajar más y dedicarle menos tiempo al boxeo, sin embargo, un trabajador de Sidor, llamado Casimiro Valdez y encargado del área de deportes, fue su primer entrenador e impulsó su carrera que lo llevó a la categoría Clase A en el peso Welter, hizo más de 25 peleas. El Boxing Club, de El Tigrito, el ring de boxeo que instalaron en el edificio que albergó el primer mercado formal en la ciudad, en la avenida 5 y dónde Evelio Rivero, trabajador de La Flint, también le asistió como entrenador, fueron escenarios de sus combates. En esa actividad deportiva compartió con boxeadores de la talla de Santos Gómez, Francisco Bolívar, Néstor “El monito” Rojas, David Rojas y Ponciano Sánchez, entre otros. Eran las glorias del boxeo de ese tiempo.
 
Este personaje, lo otros que mencionamos en este destello, forman parte de la historia menuda de la esta pequeña urbe, que nació al calor de la industria petrolera, el 23 de febrero de 1933 y merecen, que cuando nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores de nuestro prolijo y bello pasado y presente, decidan escribir su verdadera y autentica historia,  los incluyan en el disco duro de nuestra memoria histórica ¡Vale la pena!
 
 


 

domingo, junio 17, 2012

Personajes de mi pueblo: Juan “Juancho” Natera Macuare

“Cuando es bien empleada, la vida es suficientemente larga”
Séneca Anneo (3 a.C. – 65 d.C.)
Filósofo latino.

El 7 de febrero de 1936, en el Campo Guepe, vino al mundo, el popular “Juancho” Natera. El bolivarense Juan Antonio Natera, su padre que distribuía alimentos y suministros de la casa Blohm y Cia., o Casa Blohm, propiedad del alemán georg Blohm, ubicada en Ciudad Bolívar, trabajaba como bonguero en esta amplia región petrolera del sur del estado Anzoátegui. Viajaba en un carromato tirado por bueyes y regularmente pernoctaba en Cantaura, dónde conoció, a quien a la postre fue su esposa, Ana Beatriz Macuare y, fijaron residencia en Campo Guepe, situado en el amplio territorio rural del municipio Freites, dónde proliferaban los sismógrafos ¿La razón? don Juan, comerciante zahorí, se percató de la oportunidad que había en la zona para ganarse los churupos vendiendo comida. Una forma de independizarse, trabajar por cuenta propia y sin los sobresaltos de los viajes. Cosas del destino. Encontró en su largo trajinar el lugar apropiado.
 
Ubicó un espacio estratégico, construyó un pequeño kiosco y una habitación, para albergarse, montó un improvisado comedor para atender la demanda alimenticia de los trabajadores de los sismógrafos de la Mene Grande Oil Company, que abundaban en la zona. Ana Beatriz cocinaba y él era el mesonero. El lugar se convirtió en el sitio de encuentro y el centro de atracción del Campo Guepe. En esas labores estuvieron unos 5 años, para luego en el año 1941, venir al incipiente pueblo de El Tigre y residenciarse en la casa de la abuela, Valentina Garrido de Natera, en la calle Girardot. Buscaba nuevos rumbos y oportunidad de estudios para sus hijos. Habían nacido parte de sus 10 retoños. El Econ. Argimiro Natera (+), la Farmaceuta Rosaura Natera, que vive en Barinas, nuestro personaje “Juancho”, Oswaldo que heredó la vocación de viajero del padre, Mario (+). Una vez establecidos en el pueblo continúo la zafra y nacieron Betty, Prof. Jubilada – residenciada en Mérida – Martín, que fue propietario del Taller Plomo, Henry (+), Juan Antonio y Bladimir (+). Una familia prolija que ha contribuido y contribuye con el crecimiento y consolidación de la ciudad desde el punto de vista familiar, económico y social y que forman parte de una gran legión de héroes anónimos que vinieron de otras partes del país, apostaron por el futuro de esta pequeña urbe y son más tigrenses que la nuevas generaciones que nacimos aquí. Tienen más años que nosotros aquí y envejecieron al ritmo del crecimiento del pueblo. ¡Una guará!
 
Una vez en El Tigre, el niño Juan Natera Macuare, para buscar las lochas, aguzó su ingenio, fabricó un carro de madera, tipo carretilla y vendía agua por las polvorientas calles del pequeño pueblo. En esa actividad, también incursionaron, el negro Martino Lewis, destacado mecánico automotriz  y el posterior periodista estrella del diario Antorcha, Alberto Guzmán Lárez.  Utilizaban para tal fin, las latas cuadradas, dónde venía la manteca vegetal compuesta “Los tres cochinitos” “Tu manteca de siempre”, que ellos reciclaban, limpiaban y llenaban con agua, para vender 2 por una locha. En lo que le llegó la edad escolar, sus padres lo inscribieron en el kinder del maestro Risquez – un trinitario blanco que vivía en la calle Sucre – dónde estudió hasta tercer grado. Luego se mudó a la calle Páez – detrás del edificio que hoy ocupa el CICPC – a la casa de la señora Herminia Montes de Oca, que era amiga del padre y tuvo la oportunidad de continuar estudios en la escuela Dr. José Manuel Cova Maza, que le quedaba muy cerca, en la calle Ricaurte. En ese colegio, le dictaron clase los prestigiosos maestros Alberto Itanare, Isabelita García de Itanare, Elba Padilla y uno de apellido Mijares. En el año 1955, se presentó voluntario para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, salió apto y lo enviaron a San Juan de Los Morros e ingresó al Grupo de Caballería “Ambrosio Plaza” de dónde egresó, con el grado de Sargento segundo en el año 1957. En la calle, un hombre hecho y derecho.
 
Una vez que le dieron de baja, decidió vivir en Caracas. Logró empleo como obrero en el Hipódromo La Rinconada, que estaba en pleno crecimiento. Fue ayudante de albañil, trabajo que alternaba como estudiante de bachillerato en el Liceo Andrés Bello, dónde cursó primero y segundo año, para pasar a estudiar al Liceo Independencia, convertirse en líder estudiantil, obtener la Presidencia del Centro de Estudiantes y cuando apenas arranca el quinto año, la muerte sorprendió al padre, que trabajaba para la MGO, en el Campo La Leona. Vino a las exequias y  la trasnacional petrolera, le ofreció el cargo que ostentaba su difunto padre como Supervisor de Campo. Aceptó, se quedó. El salario alcanzaba la astronómica suma de Bs. 500,oo mensual. Un realero para la época. En ese tiempo se casó con la trinitaria,  Teresa Pestana de cuya unión nacieron 3 hijos. La Lic. en lenguaje Ivis Natera Pestana, Carlos Natera Pestana, trabajador petrolero y Sandry Natera Pestana, que es odontólogo. En ese campo conoció a los maestros Augusto Enrique Tenorio Meza, Abigail Méndez, Juan Bello, Luís Velásquez y el popular maestro Estaba. También los vecinos Juan Galantón, Andrés Lunar, Alejandro Plaz, Demetrio Patiño, los cuales en el año 1963, cuando cesaron las actividades petroleras, emigraron unos a San Tomé y otros a El Tigre, pero a la final, todos llegaron a esta acogedora urbe, dónde se establecieron definitivamente. El Tigre siempre ha sido y será la capital del sur.

Ese año, Juan Natera Macuare, ingresó con el cargo de oficinista en la MGO-San Tomé y le correspondió trabajar con Manuel Alfonzo, Juana Marcano, Joaquín Salcedo Rojas, Víctor Marín, Rafael Josafat Díaz, que desempeñaba el cargo de Jefe de Relaciones Industriales y al Lic. Víctor Bastardo. Hay un viejo dicho que dice “El que anda con cojo, cojea”. En ese tiempo, se relacionó e hizo amistad con los dirigentes sindicales Jorge Balza, Ubaldo Quijada Ríos, José Miguel Guillen, Luís Beltrán Alfonzo, Francisco Latan, José “Pepe” Rodríguez, Darío Córdoba, el “Tuerto” Fariña y con Augusto Enrique Tenorio, que ya era delegado sindical. Esas compañías le permitieron incursionar en la lucha obrera. Ingresó de lleno en la lucha sindical y en las elecciones del 66 obtuvo la Secretaria de Cultura y Propaganda, luego fue electo Secretario de Organización y en el año 1969, coronó su carrera, como Secretario General del Sindicato FEDEPETROL, teniendo como Secretario de Finanzas a su compadre Augusto Enrique Tenorio Meza. Un dúo dinámico y… de postín.
 
En su meteórica y exitosa carrera como dirigente sindical, logró ser hombre de confianza y amigo personal de José Vargas y Manuel Peñalver. Este último, le sugirió que renunciara a S.A. MENEVEN, se fuera a Caracas a formar parte del Tribunal Disciplinario de FEDEPETROL a nivel nacional, concluyera el bachillerato y continuara estudios en la universidad. Lo analizó, lo pensó bien, aceptó y se aventuró. Una vez en la capital, concluyó el bachillerato en un liceo nocturno, se inscribió en la universidad, lo agarró la campaña electoral de CAP, ganaron las elecciones y lo nombraron Director de FERROMINERA en la zona de Guayana, al poco tiempo pasó a ser Director de FERROMINERA y en las elecciones del año 1978, salió electo diputado suplente de Hugo Arias, en las planchas del estado Falcón. Muy pocas veces se incorporó y como había contraído matrimonio con Elena Hidalgo, con la cual tiene 2 hijos. Carlos Juan, Tec. Sup. y el Ing. Juan Carlos, fundó una empresa contratista (LIRNAT, C.A) y como a nadie le falta Dios, en las primeras del cambio, instaló las oficinas en la casa de familia de su amigo Román José Lunar, que le alquiló varios ambientes, cánones que con el tiempo ni pagó, pero reconoce la deuda y eso es mucho cuento. Esa empresa le permitió vivir holgadamente un tiempo y la cual cerró en el 91, cuando tuvo un grave percance con una enfermedad del corazón, de la cual salió, gracias a Dios, vivo de milagro. Esa imprevista circunstancia lo obligo a colgar los guantes, entender que la vejez llega para quedarse y había llegado el momento de retirarse a los cuarteles de invierno, vivir de la pensión del SSO y el auxilio de sus hijos, que orgullosos de su padre, cuidan no le falte nada. El que siembra cosecha. El hombre vive un retiro digno.


“Juancho” tiene 3 hijos más. Leydi, Mery y José Gregorio. En sus largos años en la ciudad ha tenido residencia en la calles Girardot, Páez, Ribas y ya lleva viviendo 30 años en Los Chaguaramos, dónde por iniciativa propia, de sus propios recursos, como fundador junto a Cruz Moreno, Carlos Bellorin y Enrique González, colocó la primera planta eléctrica en ese populoso y ahora amplio sector popular. Una larga vida bien empleada, que nos permite sugerir a nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores de nuestro rico pasado y presente, que cuando decidan escribir la verdadera y autentica historia de esta pequeña urbe, que nació al calor de la industria petrolera, el 23 de febrero de 1933, lo incluyan, junto a los otros personajes, sitios y empresas que mencionamos en este destello, en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!
 
 

 

domingo, junio 10, 2012

Personajes de mi pueblo: Carlos José Requena Llovera

“La fortaleza crece en proporción a la carga”
T. W. Higginson (1823 – 1911)
Escritor y militar estadounidense.

En el grupo de amigos lo llaman Requenita el pobre. En el entorno existen muchos ricos con ese apellido. Es un humilde trabajador petrolero, que nació en San Tomé, ya que sus padres, José Clemente Requena, oriundo de Pariaguán, que trabajaba para Mene Grande Oil Company  y doña María Trinidad Llovera, los cuales se conocieron, enamoraron, casaron y vivieron en el caserío “Las Colmenas” vía Oritupano, fueron trasladados a este campo petrolero, dónde fijaron residencia. El viejo, que había enviudado de la guayanesa Ixora de Requena y con la cual ya tenía 4 hijos. Belén, Zulema, Sara y Rigoberto, permaneció 56 años casado con la mamá de Carlos y procrearon 5 hijos. Luisa del Valle, Odina (+), Iver, Eudoris y Milexi. Todos los hermanos se criaron, educaron y vivieron siempre juntos y son muy unidos. La sangre pesa más que el agua.
 
En una oportunidad desde San Tomé, al señor José Clemente Requena, le salió traslado para Campo Rojo en Anaco. La señora María Trinidad, mujer del campo, trabajadora a todo evento, sacaba tiempo de las labores propias del hogar y elaboraba  turrones de coco, los cuales Carlos José, muy niño, vendía casa por casa a Bs. 0,25 la unidad y por cada día de faena, le regalaban Bs. 1,oo para que fuese cultivando la cultura del ahorro. Transcurrido un tiempo, al viejo le salió otro traslado. Esta vez para el Campamento Petrolero “Los Pilones”, dónde Carlos José, inició sus estudios de primaria en la escuela que dirigía, para ese entonces, el Prof. Marcano Vaca. En lo que promediaba el 4to. grado, volvieron de nuevo a San Tomé y allí, concluyó su primaria. Una vez que el padre salió de la industria petrolera, vivieron unos años en la calle Zoilo Vidal, en la casa de un primo del padre. En esa oportunidad, conoció a los padres de los hermanos Manzol, Pedro Rodríguez y Elina Manzol, quienes eran vecinos y, eso le permitió hacer amistad con todos sus hijos y familiares cercanos. Luego, el señor José Clemente,  compró al señor José Batista, por un monto de Bs. 40.000,oo una vivienda en la 2da. carrera sur Nº 539 y, a pesar de que los progenitores, desaparecieron físicamente, continúa siendo la residencia de la familia. Hay sentido de pertenencia.
 
Carlos José, inició sus estudios de bachillerato en el liceo “Juan Pablo Rojas Paúl”, pasó al Instituto de Comercio “Alberto Carnevalí” para estudiar en el nocturno 3er. año, pero en el año 1978, se retiró habida cuenta de que logró empleo en CORPOVEN, que luego se llamó S.A. MENEVEN y ahora PDVSA.  En el año 1982, se casó con su actual esposa Haydee del Valle con la cual tiene su única hija, la Ing. Saidee del Valle Requena. Requenita laboró en la matriz petrolera 23 años, ya que en el paro petrolero del año 2002, fue una de las víctimas del genocidio laboral que dejó a más de 20.000 trabajadores en la calle. Lo único que pudo salvar de sus beneficios contractuales, fue los adelantos represtaciones sociales, que iba solicitando para cubrir parte de los estudios de su hija. Perdió el trabajo, el derecho a la salud, a vivienda y hasta la caja de ahorro. Una hecatombe total laboral y un golpe duro a la estabilidad económica familiar.
 
La carga familiar, su responsabilidad ante la vida, le templo el espíritu a Requenita y fortaleció su voluntad. Mantiene la esperanza de que, más temprano que tarde, se haga justicia con los extrabajadores petroleros, les restituyan sus derechos y beneficios contractuales y le devuelvan sus ahorros, le cancelen la parte que les corresponde de las prestaciones sociales, salarios caídos y les reivindiquen los derechos vulnerados. No hay mal que dure cien años. La esperanza es la última que se pierde, repite mirando al cielo. Esa tragedia no lo amilanó, se organizó y salió a buscar la vida honradamente. Tenía una Explorer, la vendió en 20 millones, compró un Ford fiesta por 14 millones, con los restantes 6 millones, amortiguó el golpe y empezó a matar tigritos haciendo carreras extraurbanas a algunos amigos. El Prof. José Antonio Arias Reyes a Valencia. Prof. Pedro Rosales a Maracay. Señora Rosa Rodríguez a Cumana. Martín Márquez W, cuando dirigió el diario Mundo Oriental a Barcelona, Cantaura, Pariaguán, Soledad y San José de Guanipa. 5 años, le echó ganas al carrito, para sobrevivirle al proceso y lo logró hasta que el hermano José Rigoberto, que poseía 4 ambulancias, que prestaban servicio a las contratistas de la industria petrolera, en la zona de Melones, Dación y hasta muy cerca de Maturín, le quedó una vacante, lo llamó y le dio empleo. A nadie le falta Dios.
 
El que siembra cosecha, en lo que tenía 4 meses, trabajando con su hermano, la hija que ya era empleada de Servicios Ojeda, C.A le llamó a esa empresa para ocupar el cargo de supervisor de camiones vacuum y cuando a los 2 años, expiró el contrato de esas unidades, por su buen comportamiento y compromiso laboral, lo dejaron en el departamento de compras, dónde se desempeño por espacio de 2 años más, hasta el viernes 1 de junio, cuando renunció, porque su hija, que es ingeniera de mantenimiento, en una empresa petrolera trasnacional, lo volvió a ubicar inmediatamente. Trabajo estable y mejor remunerado. No hay dudas, la mejor inversión de un padre, es en la educación de sus hijos. Carlos Requena, a pesar del genocidio petrolero, le sobrevive al proceso, posee una bella familia y cuando se publique esta crónica, debe estar en plena faena en su nuevo destino como trabajador petrolero. Dios y la virgen os protejan.
 
En los 23 años que permaneció en la industria petrolera nacional, fue escalando posiciones, hasta llegar a supervisor de las cuadrillas, que dependían del Departamento de Apoyo Operacional cuyo Ing. de área era Víctor Salazar, quien hoy es Gerente de Extrapesados de PDVSA y bajo el mando del sobreestante Amador Quevedo. En ese rol, le correspondió supervisar, las cuadrillas de Servicio Quijada, dónde conoció a Luís “Culí” Martínez, para ese entonces, ayudante de soldadura y delegado sindical de Fedepetrol, al Morocho José Salazar y Rosendo Bolívar. También estuvieron bajo su supervisión, las cuadrillas de Constructora RAMOICA, FEMECA del señor Raúl Medina y Servicio Mecánico Pesado Gamboa de los hermanos Armando y Rafael Gamboa, hijos de don Sebastian Gamboa Almeida, fundador de esa empresa. Esas amistades y muchas otras, dónde destaca la del vecino, Henry “Nenerina” Hernández, el cual cuando su padre, Ramón Tineo Andarcia, envió a Estados Unidos a estudiar, aprendió varios idiomas y, en su condición de poliglota, le da clases de inglés, son parte de sus riquezas. Los amigos con y sin razón.
 
En la segunda carrera sur, la calle de los mítines políticos, tuvo oportunidad de ver las dos más grandes concentraciones, que se han visto en la ciudad. La de los candidatos presidenciales Carlos Andrés Pérez Rodríguez y Jaime Lusinchi y otra congregación, con una asistencia aceptable, fue la del candidato a gobernador Dr. Ovidio González. Tuvo de vecinos a la concesionaria ACO-Tractores, el depósito de cemento de la empresa TRANSTICA, cuyo propietario, el señor Ramón Tineo, traía las cargas desde Pertigalete, en una gandola que tenía doble remolque. Era chofer y no utilizaba ayudante. Viajaba íngrimo y solo. No era pichirre, tenía sentido del ahorro y si se le reventaba una llanta el mismo la cambiaba y reparaba. Nada de gastos superfluos, para minimizar los gastos de los viaje, tomaba  un racimo de cambur del patio y lo devoraba como desayuno, almuerzo, merienda y cena. En esa calle, también se celebraban las grandes tómbolas con motivo de las fiestas carnestolendas y en la parte trasera funcionó por muchos años Pollos Guanaguanare, dónde vendían el pollo asado a Bs. 5. En ese negocio, Requenita, siempre coincidía con el joven abogado José Horacio Guzmán Requena, el Econ. Gustavo Solé, que era gerente del Banco Mercantil, el periodista Pedro Emilio Rojas Vargas (PEJAS), don Roberto Carrillo, dueño de la Tipografía Miranda, José “Pepe” Escrivá, que tenia un gran parecido con Cantinflas, condición que aprovechaba, para promocionar las películas que iba a proyectar en el cine CRISTAL, de su propiedad. Es el local que hoy ocupa ELIDORCA, del señor Jorge pieza y con todos, con su proverbial buen talante, hizo amistad.

Carlos José Requena Llovera, los personajes, empresas y sitios que mencionamos en este destellos, merecen que cuando nuestros eximios cronistas, investigadores e historiadores, decidan escribir la verdadera y autentica historia de esta pequeña urbe, que nació al calor de la industria petrolera, el 23 de febrero de 2012, los incluyan en disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!
 

 

miércoles, junio 06, 2012

Personajes de mi pueblo: Elpidio Vicente González

“Hay un placer en la locura que sólo los locos conocen”
John Dryden (1631 – 1700)
Poeta, dramaturgo y crítico inglés.

Los primeros cinéfilos de la ciudad, deben recordar perfectamente a Elpidio Vicente González. Era el hombre que pintaba con precisión de orfebre, los anuncios de las películas que se exhibían en el pueblo. La pared de la esquina del cine Plaza y las vallas en tela, eran los medios utilizados para anunciar los próximos estrenos. Los cartelones de láminas de zinc, que se fijaban en los postes de la electricidad  y en sitios estratégicos, indicaban las películas en cartelera. Yoel Torrealba, administrador del cine Plaza y el Girardot, lo contrató como portero en las funciones de 7 y 9 PM de esta última sala. Bs. 2 diarios – durante el día mataba sus tigritos pintado avisos a los comercios locales –  El buen comportamiento, lo hizo merecedor de un ascenso. Portero del cine Plaza, con un salario de Bs. 5 diarios. Esa incursión en las salas de cine se convirtió en una forma de vida.  Fue su trabajo hasta que cerraron los cines tradicionales a finales de la década de los años 90. Los avances tecnológicos los dejó en el camino. Tristes recuerdos.
 
Cuando Elpidio llegó al cine Plaza, trabajaban como operadores, Antonio Vargas y Cesar Rojas, quien era el pintor oficial de ambas salas de cine. Un buen día, el administrador, Yoel Torrealba, se le acercó y le preguntó ¿El aviso de la Zapatería La Linda lo pintaste tú? Respondió afirmativamente y entonces lo invitó a probar pintando los anuncios de los estrenos cinematográficos. Le entregó una tela, un afiche de la película “La Estrella”, protagonizada por Yuli Anderson y le dijo que la trabajara. Lo hizo y al entregar el encargo, Torrealba quedó tan impresionado y admirado de su destreza, que le tomó fotos, las envió a Caracas y, como Cesar Rojas, renunció para irse a vivir a Margarita, lo nombraron pintor oficial de los cines Plaza, Girardot y más tarde del Cristal (Antes Miranda), que la familia Bonaguro, le compró a José “Pepe” Escrivá. Otro ascenso.
 
Las vallas y la pared del cine Plaza, Elpidio González, las pintaba quincenalmente. Los cartelones  de los 3 cines eran diarios. En esas tareas tuvo la oportunidad de viajar a Cantaura para hacer las vacaciones del pintor del cine Universo y hasta el estado Monagas, para cubrir las ausencias del encargado de pintar los anuncios del Autocine Maturín. En la década de los 90, se inició la decadencia de los cines en la ciudad. La amplia sala del cine Plaza, fue reducido y, para sobrevivir a los gastos, una parte la alquilaron a la Iglesia Universal del Reino de Dios “Pare de sufrir”, que con el tiempo y, una vez que cesó la proyección de películas, la ocupó en su totalidad. Héctor Bonaguro, insistió por un tiempo con el cine San José, ubicado frente a la plaza Bolívar de El Tigrito, dónde dejó como encargado a Elpidio González. En el año 1999, colgaron los guantes. Cerraron definitivamente y los cines se despidieron de la conurbación Tigre-Tigrito, para reaparecer en su versión moderna, en el San Remo Mall, del exitoso promotor inmobiliario, Mario Orsini Jr., el popular Popeye. Esa es otra historia.
 
Elpidio Vicente González, propietario de una larga ranchera azul, recuerda que antes de llegar a trabajar en los cines, muy joven, se escapó de la casa, llegó a pie al río Caris para bañarse en esas, para entonces, limpias y cristalinas aguas. En lo que el reloj marcó las 2PM, el hambre lo atropelló, decidió regresar. En el camino se introdujo en un fundo, dónde habían unas matas de mango cargaditas. Empezó a bajar mango, con la intención de comerse algunos y traer otros a casa buscando, amainar el regaño y la pela que la mamá, que no le permitía salir sin permiso, seguro le daría ¡Sorpresa! Le llegó un señor armado de un machete. Era el comisario del caserío y lo conminó a bajarse. Estaba en una propiedad del señor Dimas La Rosa y no tenía autorización para cosechar esos mangos. Lo agarró, lo trajo al pueblo y lo puso a la orden del jefe de la comandancia de la policía, el andino José Octaviano Méndez Pernía, que lo dejó detenido. El agente, Alberto “El mocho” Ravelo, le colocó un cartón, al lado del pedestal de Virgen del Valle, le dio una cobija y allí durmió. El otro día le dieron libertad. La propiedad privada se respeta (ba). A buen entendedor…
 Estando detenido conoció a los ordenanzas, Quiroz y Ramírez, con los cuales hizo amistad, después del susto de la detención, siempre los visitaba, ayudaba y acompañaba a las diligencias que les encomendaban y las cuales consistían en ir  comprarle a los jefes, agentes, personal administrativo y los presos, algunos suministros alimenticios. Todo lo adquirían en la panadería San Antonio, que estaba ubicada en la calle Girardot, en la parte posterior del galpón, dónde funcionó el cine Bolívar. En los primeros días del año 1958, el ordenanza Ramírez se retiró y el prefecto Fernández Amparan, le dio la vacante. En esas actividades como ordenanza, conoció a muchos adecos que estaban presos, entre ellos a Gregorio “Goyo” Bonilla, cuyo delito consistía en haber firmado un manifiesto solicitando la libertad del líder adeísta, José Mercedes Santeliz Peña, un señor de apellido Marrón y otros tantos presos políticos, así como también a los presos comunes con los cuales compartían el mismo espacio físico en el reten. Muchacho ingenuo, sin malicia política, pero interesado en levantar los reales, sirvió de correo de los presos políticos, llevando cartas, no sólo en El Tigre, sino también en Cantaura y Pariaguan, por cuya diligencia, le pagaban Bs. 10. Esta actividad las hacía en bicicleta y los destinatarios, agradecidos también le daban propinas y le atendían muy bien. Los presos comunes, le reportaban alguito, para que les comprara ron y anís. No discriminaba a la hora de servir a los detenidos. Un aliado de todos y para todo.
 
Una noche en el retén, se presentó una tángana entre los presos. Los agentes de guardia se percataron que estaban borrachos, sofocaron la riña y cuando entraron, se toparon con varias botellas de Anís. Hubo una averiguación y Elpidio fue descubierto. La Seguridad Nacional, le confiscó el velocípedo como castigo. En la noche, aprovechó un descuido, agarró su bicicleta, se montó, huyó y llegó a una casa cerca del Colegio San Antonio, que  le indicó el señor “Goyo” Bonilla, dónde había unos amigos dispuestos a ayudarlo. Era la casa del señor Antonio Ramos, había una reunión clandestina y, entre otros, recuerda que estaba don Francisco Latan. La  conspiración contra la dictadura vivía un gran momento.  Elpidio desconocía totalmente cual era el rollo, sólo buscaba ganarse la vida, cuestión que aprovecharon los conspiradores, para proponerle un trabajito. Le ofrecieron Bs. 200, (un realero en ese momento), para que le colocara una bomba molotov de fabricación casera, al vehículo del jefe de la Seguridad Nacional, Marcial Peña Peña, que poseía un Buick último modelo de color negro y vidrios eléctricos. Único en el pueblo. Elpidio estaba resteado, botado y limpio. Aceptó el trabajo. Bs. 100 adelante y el resto cuando concluyera trabajo. Un típico atentado
 
En jefe de la Seguridad Nacional, visitaba todas las noches una casa, ubicada en la calle Ricaurte, al lado del Hotel Intercontinental, edificio que hoy ocupa el Partido COPEI y se retiraba bien tarde de la noche. El 19 de enero de 1958, Elpidio, Agarró la bomba, se fue a pie, se escondió exactamente, detrás de dónde hoy funciona la Casa de la Mujer. Espero el momento oportuno y procedió. Llegó sigilosamente, abrió una puerta, se metió, sacó la bomba y cuando estaba listo para encenderla, trato de abrir para salir y no encontraba la manilla. El miedo lo invadió y en uno de los manotazos, le dio a una palanquita y la puerta abrió, salió corriendo, dejó la bomba en el cojín sin encenderla y como pudo llegó a la casa del señor Antonio Ramos, no le abrieron, le gritaron de adentro que se retirará, continúo la carrera, tomó hacía los tanques negros y ya en la madrugada lo encontraron y pusieron preso. El 21 de enero, Antorcha, tituló “Trataron de quemar el carro del jefe de la Seguridad Nacional” Elpidio entonces,  se percató que estaba metido en tremendo rollo y limpio ya que los 100 bolos los perdió en la huida.  Lo pusieron a la orden del esbirro de la S/N y jefe de torturas, Aníbal Astudillo. No llegaron a declararlo y menos torturarlo porque el 23, cayó la dictadura y mientras el salía en libertad, veía a los verdugos de la S/N, que iban entrando al reten en calidad de presos. ¡Sorpresas te da la vida!
 
Elpidio pasó el susto, soportó la pela de la mamá y, como ellos eran oriundos de Irapa-estado Sucre, dónde había nacido el 4 de marzo de 1935, como producto de la relación entre, Rafael Jiménez y Estilita González. Una tía, como castigo y para que no se metiera más en problemas, a los 5 días lo mandó para su tierra natal, bajo la responsabilidad de su tío Neris Jiménez, que junto a un hermano, se dedicaba a vender verduras desde esas fértiles tierras, hasta el pueblo de El Tigre, en un camión de su propiedad. Un año estuvo en ese trajín. En uno de esos tantos viajes, se quedó y fue a visitar al señor Gregorio “Goyo” Bonilla, que era el encargado de una turbina de agua en La Charneca. “Goyo” lo atendió muy bien, lo conectó para trabajar a destajos con el señor Vicente Duarte, el hombre que distribuía el querosén y el gasoil. El primer encargo fue pintar en los tanques, las letras Inflamable y capacidad  Elpidio tenía vocación y destrezas para la pintura. En sus cortos estudios de primaria, deslumbraba a los maestros de la escuela “Cova Maza”, cuyo director era Alberto Itanare y sus maestras Jesusita Sifontes, Gladys Arcia e Hilda Moreno con sus habilidades pictóricas. En lo que pasó a cuarto grado, la escuela “Cova Maza”, la mudaron al Tigrito, bajo la dirección de la maestra, Josefina Padrón. Elpidio concluyó el 4to. año, en la escuela Estado Trujillo. No pudo continuar, la troja estaba altísima, se retiró y se dedicó a trabajar como Office boy,  primero en Trajes Muñoz ubicada en la calle Miranda, propiedad del señor Ricardo López Cardier y cuyo sastre era, Antonio Muñoz. A los 2 años cerró. Luego laboró en Almacenes Paris, de los hermanos Yamal, ubicada en la calle Ayacucho entre las calles Bolívar y Guevara Rojas. 2 años y también desapareció. Otra vez desempleado y en la calle.
 
En ese tiempo, un vecino del callejón Libertad –  se había mudado con su mamá desde la calle Ribas dónde habían llegado desde Sucre – el señor Obsadón Alcántara, lo invitó a vender manzanas en el cine Bolívar. Vendía una caja de 36 unidades a Bs. 0,50 en los matinée (4PM). A los 2 meses, conoció a don Modesto García, propietario de La Casa Clemenceau, que se dedicaba al empeño de prendas y venta de lotería. Le ofreció trabajo, aceptó y hombre le dijo “tienes que familiarizarte con el perro que es el guardián en las noches” lo hizo y una vez, amigo del can, le entregó la llave de 4 candados, para que abriera y cerrara las puertas del negocio, que albergaba muchas joyas preciosas y billetes de loterías.  5 años estuvo laborando para este empresario que murió, según revela, internado un asilo de ancianos en España, dónde se fue con una fortuna, se casó y luego cuando llegó a viejo, lo abandonaron. Otra historia. Elpidio, obtuvo su primera bicicleta, en esa época. Había una gran cantidad empeñadas, que nunca las rescataron. Eran propiedad de la casa de empeño. Le gustó una, habló con el señor García, quien se la vendió a crédito por Bs. 50. La canceló en 2 partes. Un día le dio una loquera, se fue a las 7 AM para Cantaura en la bicicleta, llegó a las 11 AM. En la ruta botó las llaves de los 6 candados y cuando el señor Cleofe Quesada León, encargado de la Casa Clemenceau, se enteró de la gracia, ipso facto, lo botó. Quedó en la calle, mamando y loco. En esas condiciones, se embarcó con los Hermanos Luís y Simeón Castillo en una camioneta,  para trabajar como bonguero, con un jornal de Bs. 10, cada 3 días. Viajaban por El Tigrito, la Leona y caseríos circunvecinos a vender alimentos y otros productos de primera necesidad. Fueron 2 años de constantes viajes, que alternaba con su fiebre por el ciclismo, hasta que renunció. No aguantó la mecha.
 
Pedro Prado, quien era su compañero de practicas en el deporte del pedal, lo llevó a la Estación de Servicio ROYAL, del señor Ramón Ron Padilla y su distinguida esposa América Bajares, para que pintara en una pared el caballo Pegaso, emblema de la MOBIL. Le quedó perfecto. Pulso y amor. Esa bomba de gasolina tenía un amplio terreno que utilizaban como estacionamiento y para prestar servicios generales a los vehículos, trabajo 2 años, época que inició actividades en los cines, etapa que describimos al principio de de este destellos. En estos tiempos de revolución, Elpidio, quien tiene casado con Anita Zapata 41 años, disfruta del descanso del guerrero, sus hijos América (+), Ana, Vicente, Olga, Francia ya le han dado la felicidad de contar con 6 nietos y hoy, su única entrada monetaria, es la bien ganada pensión del Seguro Social Obligatorio. Una vida dedicada al trabajo y un exiguo ingreso de retiro. Así son las cosas.

Elpidio Vicente Gonzáles, un personaje que reconoce el placer de sus locuras, con una larga historia que abreviamos por razones de espacio, pero que bien vale la pena, que cuando nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores, decidan escribir la verdadera y autentica historia de esta pequeña urbe, que nació al calor de la industria petrolera, el 2 de febrero de 1933, junto a las demás personas, sitios y negocios que mencionamos, los incluyan en el disco duro de la memoria histórica de la ciudad. ¡Vale la pena!