“El pasado es un cubo lleno de cenizas”
Carl Sandburg (1878-1967)
Poeta e historiador norteamericano.
Carl Sandburg (1878-1967)
Poeta e historiador norteamericano.
Hay calles que por su ubicación estratégica son muy transitadas, recorridas y concurridas. Es el caso de la calle Miranda, en la cual la frecuencia de los visitantes y transeúntes se acrecentó, cuando el mercado municipal, fue mudado desde la calle Guevara Rojas, hasta su actual edificación. En medio del trayecto de esa céntrica calle, que une la calle Bolívar con nuestro vetusto mercado, estaba enclavado el popular y muy visitado “Billar las 15 letras” el cual era atendido por el señor Omar José Rojas Vargas, quien solamente ofrecía a la clientela la espumosa bien fría, los juegos de billar, pool y una excelente, atenta y diligente atención. Fue un sencillo parador peatonal que funcionó, en pleno corazón urbano por espacio de unos 58 años y, que el impulso de la modernidad, convirtió en cenizas y borró de nuestro paisaje citadino. El paso del tiempo es implacable.
Ese desaparecido billar y pool tuvo su génesis cuando en el año 1947, llegaron al naciente pueblo de El Tigre, provenientes de Aragua de Barcelona, don Apolinar Rojas y su hijo mayor Omar José Rojas Vargas. El señor venía invitado por un hermano de nombre Otilio González. Este familiar que le sirvió de anfitrión, era para ese momento un modesto comerciante, que estaba ubicado en la calle Miranda. Era una zona que prometía en el futuro un gran auge comercial. El mercado municipal para ese entonces funcionaba en la avenida 5 y ni soñaban, con construir uno nuevo y mucho menos mudarlo para la calle Guevara Rojas, pues así pasó y llegó el mercado a la calle Guevara Rojas. Esa edificación, una vez que fue desocupada, fue vendida por la municipalidad a don Vicente Zamora que instaló un Pilón y, luego le fue expropiada, para dar paso al Mercado Turístico. Esa es otra historia.
Don Apolinar Rojas, en las primeras del cambio, ayudaba a su hermano Otilio González en el negocio y éste para que fuese independizándose, le vendió a precio solidario, un terreno de su propiedad, cuya ubicación era la esquina de la calle Sucre con Miranda. En ese predio rústico para el momento, don Apolinar, primero construyó su casa de familia, dejando espacio para un futuro local comercial en la esquina, el cual edificó para montar la bodega “Las 15 Letras”. En el año 1951, había logrado cierta estabilidad y ya había traído a su esposa María Vargas y la prole. Pedro (El fraterno Pejas) Carlos, Rafael, Raquel, Maritza, Lourdes y Wilfredo, súbita y lamentablemente fallece. La familia tenía que sobrevivir y como la bodega era contigua a la vivienda, por espacio de 7 años, fue atendida por el grupo familiar y en el año 1958, su hijo mayor, Omar José Rojas Vargas, la convirtió en el billar y pool, una vez que compró por Bs. 1.000,oo a Juan Aray una mesa de billar y a Enrique Pérez una de pool por Bs. 1.500,oo montos que para ese momento eran una fortuna. En esa incesante actividad de atender las 15 Letras, se mantuvo por espacio de 40 años y, siempre contó con una consecuente clientela, la cual provenía regularmente, de los transeúntes. En el año 2002, el negocio se hizo inviable, por lo que decidió cerrar su puertas, la propiedad fue vendida por la sucesión familiar y, esas cimentaciones fueron demolidas, dando paso a un moderno edificio de 2 pisos, el cual en su planta baja, alberga las súper tiendas “El Rey de la Moda, C.A” en la esquina y, en la parte trasera, dónde existió la residencia familiar, la “Quanti” Las 15 Letras pasaron a formar parte de las cenizas que llenan el cubo del pasado histórico de la ciudad.
Omar José Rojas Vargas, a la par de atender el Billar las 15 Letras, también se desempeñó como chancero en varias compañías de servicio petrolero y prensista en el diario Antorcha y recuerda una anécdota interesante. En el año 1947, cuando tenía 11 años (Nació el 18-03-1936) don Rómulo Gallegos, que recorría el país en campaña electoral, mientras intervenía en un mitin celebrado en la plazoleta de la Iglesia Virgen del Valle – ese era el sitio de encuentro del pequeño pueblo – hubo una explosión. La gente corrió despavorida, se dispersó y el acto concluyó abruptamente. Todos pensaban que se trataba de un atentado con bomba. Protegieron al candidato, lo llevaron a la casa del señor Rafael García, que vivía frente a la escuela del maestro Risquez, la cual estaba situada exactamente al lado de la familia Rojas. Omar salió, lo vio, lo saludó emocionado y quedó tan impresionado que dice tener la foto en la mente: Un alto e imponente hombre vestido de liquilique blanco, lo describe. La cuestión no pasó a mayores ya que, inmediatamente, se percataron de que a un vecino le había explotado un reverbero de los que se usaban para la época para alumbrar los hogares. Un incidente menor y un feliz encuentro que Omar conserva vivo en sus recuerdos. Tiene memoria gráfica.
Omar está casado con la señora Xiomara de cuya unión han venido al mundo 3 hijos: Antony, Xiomaris y Zorba y por los momentos tienen 1 nieto. En estos momentos está desempleado, cargando sobre sus hombros los rigores de la tercera edad y, con muchas limitaciones económicas. No cobra la pensión de vejez, porque nunca tuvo empleo estable que le permitieran cotizar y Las 15 Letras era un negocio familiar, que no era susceptible por ley de cancelar el Seguro Social Obligatorio. En síntesis, no tiene las cotizaciones de ley y aspira, que ante tantos anuncios del Presidente, el cual dice, repite y asegura que no hay necesidad de tenerlas, para acceder a la pensión, más temprano que tarde pueda superar las trabas burocráticas y logre cobrar esa pequeña cantidad de dinero, que le permita completar para adquirir las medicinas, que necesita comprar con regularidad para el tratamiento de un hijo con problemas de salud. Dios ilumine a los burócratas del socialismo del siglo 21 y se ocupen de su caso. En justicia le corresponde. Ellos tienen la sartén por el mango.
El Billar las 15 letras, que funcionó por más de 50 años en la esquina de la calle Miranda c/c Sucre, forma parte de nuestras historias urbanas y la familia Rojas Vargas que llegó para quedarse en el año 1947, ha contribuido con su trabajo, esfuerzo y dedicación al desarrollo de la ciudad, merece ser estimada y recordada con respeto, afecto y aprecio por las presentes y nuevas generaciones, porque en buena medida han dejado una huella indeleble en nuestro devenir histórico (El fraterno Pedro Emilio “PEJAS” Rojas Vargas es emblemático) Hoy, los recordamos en estos humildes destellos, con la firme aspiración de que, nuestros eximios investigadores, historiadores y cronistas, cuando decidan escribir la verdadera y autentica historia de esta ciudad, que nació al calor de la industria petrolera el 23 de febrero de 1933, los puedan incluir en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!
Ese desaparecido billar y pool tuvo su génesis cuando en el año 1947, llegaron al naciente pueblo de El Tigre, provenientes de Aragua de Barcelona, don Apolinar Rojas y su hijo mayor Omar José Rojas Vargas. El señor venía invitado por un hermano de nombre Otilio González. Este familiar que le sirvió de anfitrión, era para ese momento un modesto comerciante, que estaba ubicado en la calle Miranda. Era una zona que prometía en el futuro un gran auge comercial. El mercado municipal para ese entonces funcionaba en la avenida 5 y ni soñaban, con construir uno nuevo y mucho menos mudarlo para la calle Guevara Rojas, pues así pasó y llegó el mercado a la calle Guevara Rojas. Esa edificación, una vez que fue desocupada, fue vendida por la municipalidad a don Vicente Zamora que instaló un Pilón y, luego le fue expropiada, para dar paso al Mercado Turístico. Esa es otra historia.
Don Apolinar Rojas, en las primeras del cambio, ayudaba a su hermano Otilio González en el negocio y éste para que fuese independizándose, le vendió a precio solidario, un terreno de su propiedad, cuya ubicación era la esquina de la calle Sucre con Miranda. En ese predio rústico para el momento, don Apolinar, primero construyó su casa de familia, dejando espacio para un futuro local comercial en la esquina, el cual edificó para montar la bodega “Las 15 Letras”. En el año 1951, había logrado cierta estabilidad y ya había traído a su esposa María Vargas y la prole. Pedro (El fraterno Pejas) Carlos, Rafael, Raquel, Maritza, Lourdes y Wilfredo, súbita y lamentablemente fallece. La familia tenía que sobrevivir y como la bodega era contigua a la vivienda, por espacio de 7 años, fue atendida por el grupo familiar y en el año 1958, su hijo mayor, Omar José Rojas Vargas, la convirtió en el billar y pool, una vez que compró por Bs. 1.000,oo a Juan Aray una mesa de billar y a Enrique Pérez una de pool por Bs. 1.500,oo montos que para ese momento eran una fortuna. En esa incesante actividad de atender las 15 Letras, se mantuvo por espacio de 40 años y, siempre contó con una consecuente clientela, la cual provenía regularmente, de los transeúntes. En el año 2002, el negocio se hizo inviable, por lo que decidió cerrar su puertas, la propiedad fue vendida por la sucesión familiar y, esas cimentaciones fueron demolidas, dando paso a un moderno edificio de 2 pisos, el cual en su planta baja, alberga las súper tiendas “El Rey de la Moda, C.A” en la esquina y, en la parte trasera, dónde existió la residencia familiar, la “Quanti” Las 15 Letras pasaron a formar parte de las cenizas que llenan el cubo del pasado histórico de la ciudad.
Omar José Rojas Vargas, a la par de atender el Billar las 15 Letras, también se desempeñó como chancero en varias compañías de servicio petrolero y prensista en el diario Antorcha y recuerda una anécdota interesante. En el año 1947, cuando tenía 11 años (Nació el 18-03-1936) don Rómulo Gallegos, que recorría el país en campaña electoral, mientras intervenía en un mitin celebrado en la plazoleta de la Iglesia Virgen del Valle – ese era el sitio de encuentro del pequeño pueblo – hubo una explosión. La gente corrió despavorida, se dispersó y el acto concluyó abruptamente. Todos pensaban que se trataba de un atentado con bomba. Protegieron al candidato, lo llevaron a la casa del señor Rafael García, que vivía frente a la escuela del maestro Risquez, la cual estaba situada exactamente al lado de la familia Rojas. Omar salió, lo vio, lo saludó emocionado y quedó tan impresionado que dice tener la foto en la mente: Un alto e imponente hombre vestido de liquilique blanco, lo describe. La cuestión no pasó a mayores ya que, inmediatamente, se percataron de que a un vecino le había explotado un reverbero de los que se usaban para la época para alumbrar los hogares. Un incidente menor y un feliz encuentro que Omar conserva vivo en sus recuerdos. Tiene memoria gráfica.
Omar está casado con la señora Xiomara de cuya unión han venido al mundo 3 hijos: Antony, Xiomaris y Zorba y por los momentos tienen 1 nieto. En estos momentos está desempleado, cargando sobre sus hombros los rigores de la tercera edad y, con muchas limitaciones económicas. No cobra la pensión de vejez, porque nunca tuvo empleo estable que le permitieran cotizar y Las 15 Letras era un negocio familiar, que no era susceptible por ley de cancelar el Seguro Social Obligatorio. En síntesis, no tiene las cotizaciones de ley y aspira, que ante tantos anuncios del Presidente, el cual dice, repite y asegura que no hay necesidad de tenerlas, para acceder a la pensión, más temprano que tarde pueda superar las trabas burocráticas y logre cobrar esa pequeña cantidad de dinero, que le permita completar para adquirir las medicinas, que necesita comprar con regularidad para el tratamiento de un hijo con problemas de salud. Dios ilumine a los burócratas del socialismo del siglo 21 y se ocupen de su caso. En justicia le corresponde. Ellos tienen la sartén por el mango.
El Billar las 15 letras, que funcionó por más de 50 años en la esquina de la calle Miranda c/c Sucre, forma parte de nuestras historias urbanas y la familia Rojas Vargas que llegó para quedarse en el año 1947, ha contribuido con su trabajo, esfuerzo y dedicación al desarrollo de la ciudad, merece ser estimada y recordada con respeto, afecto y aprecio por las presentes y nuevas generaciones, porque en buena medida han dejado una huella indeleble en nuestro devenir histórico (El fraterno Pedro Emilio “PEJAS” Rojas Vargas es emblemático) Hoy, los recordamos en estos humildes destellos, con la firme aspiración de que, nuestros eximios investigadores, historiadores y cronistas, cuando decidan escribir la verdadera y autentica historia de esta ciudad, que nació al calor de la industria petrolera el 23 de febrero de 1933, los puedan incluir en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!