“La verdadera grandeza es la del hombre que
se educa en medio del trabajo y de la virtud”
Laboulaye.
se educa en medio del trabajo y de la virtud”
Laboulaye.
Los que fuimos admiradores de Eustoquio “Bigote” López y ahora tenemos el privilegio de gozar de su amistad, quizás no conocíamos otra faceta de este extraordinario pelotero amateur, que hizo historia en los terrenos de juego por más de 30 años en el béisbol, tanto en el rol de jugador, como en el de estratega, que condujo a “Los Criollos BBC” en la categoría AA; a obtener su primer banderín en el estado. Todos hablamos de la parte deportiva y nunca tocamos una parte humana que me contó, y que, en el marco de mis limitaciones narrativas, intentaré transmitírselas ya que no solo es su pequeña historia personal sino también una parte de la historia de nuestra querida ciudad que nació de manera aluvional, al calor de la industria petrolera un 23 de febrero de 1933 y la cual escogió para vivir y se sembró para el resto de sus días. Uno no escoge donde nacer, pero si escoge donde vivir.
El mismo año que sabiamente se escogió como referencia para la fundación de El Tigre, un 2 de noviembre, viene al mundo en Río Caribe Eustoquio “Bigote” López, donde vivió su niñez y curso estudios de primaria en la escuela “José Silverio González” hasta 5to. grado, cuando abandonó a la edad de 16 años para venir a El Tigre en 1949 y emplearse como obrero artesanal, en el ramo de la zapatería en una pequeña fábrica que poseía su paisano Emiliano Vaca, quien fue el primer zapatero que tuvo la ciudad. Durante esos 2 años de arduo trabajo, dedicado al ramo de “Calzado de banca” , en sus ratos libres practicaba béisbol a mutuo propio, en los terrenos que hoy ocupan el colegio “Divino Maestro” y La Plaza Bolívar, que eran unos peladeros, según sus propias palabras, cuando tuvo que regresar a su tierra natal para arreglar su libreta militar, tramite que le llevó 6 meses, tiempo que aprovecho para incursionar en la actividad marinera para obtener también la cédula marina que era requisito indispensable para logar empleo en la industria petrolera zuliana, donde tenía oferta de empleo. Eran tiempos duros y para sobrevivir había que evaluar varias opciones y aventurarse a la buena de Dios.
En el corto periodo que tuvo como marinero, recuerda que viajaban en un peñero de 3 toneladas cargado de aguacate desde Río Caribe hasta Margarita, pasando por Puerto La Cruz y con lo que obtenían de la venta, compraban pescado salado que distribuían en todo el estado Sucre. Una vez obtenida la cédula marina y con su registro militar en regla le ofrecen la opción de irse a Maracaibo, para trabajar el ramo de la zapatería, pero no acepta, porque los viva la pepa que los contrataban, aspiraban darles un trato de esclavos, vale decir, ellos trabajaban y los tipos cobraban y los arreglaban como peones de fábrica. Regresó a El Tigre y se reincorporó a su trabajo en la fábrica de zapatos con su paisano Emiliano Vaca, conoce al Bolivarense Félix Arvelaez, que también trabajaba la banca y hacen llave en la actividad. Les entregaban la medida, ellos picaban, cortaban, cocían y el calzado era hecho totalmente a mano. Con tacón o suela corrida. Todos hechos por encargo. Al gusto y la medida del cliente.
Una vez desaparecido Emiliano Vaca, el margariteño Cesar González que venía regularmente a El Tigre a vender zapatos, instala en la calle Bolívar La zapatería “Victoria” y contrata a “Bigote” López y Félix Arvelaez para que le hicieran los zapatos que los vecinos le encargaban. Trabajaban a tiempo completo y fabricaban 4 pares de zapatos diarios, cada uno. Eso les reportaba Bs. 40 al día, que para la época era una buena entrada. Fueron 4 años en esa actividad, hasta que más o menos el año 1956, llega el recordado Evans Mac Gregor e introdujo la máquina de coser el calzado. Con esa técnica abarató el costo del producto terminado, Cesar González abandonó el negocio. Ellos continuaron la actividad contratados por Evans Mac Gregor, a quien le entregaban el calzado zurcido y este le daba un mateo en la maquina. Evans Mac Gregor se convirtió en el Rey del calzado en la ciudad, hasta que introdujeron en el mercado el calzado pegado y el que venía claveteado. Era de menor calidad, pero innovación al fin, se impuso en el mercado. Eran los nuevos avances que iban surgiendo y marcando la pauta en el vestir de las damas y caballeros de la ciudad.
Evans Mac Gregor nunca abandonó la actividad, cuenta “Bigote” López, dedicándose a la fabricación del calzado por encargo y a la reparación. Mucha gente de la ciudad que estaba en pleno crecimiento, seguían teniendo predilección por el calzado artesanal y hecho a mano. Encargaban preferentemente el famoso calzado blanco y negro que estuvo de moda en década del 50 y parte del 60. También era muy popular el zapato tacón cubano y esos modelos especiales, eran “Made in El Tigre”. Una anécdota del “Zapato de banca” como le decían al trabajo que desplegaban los artesanos del calzado sucedió cuando introdujeron el zapato “Maquero” o sea un calzado que fabricaban en el Maco una pintoresca zona de la Isla de Margarita, de gente muy laboriosa que hacían una labor de filigrana para producir un zapato de mucha calidad. Los calzados eran muy elegantes, excelentes, bien elaborados, mejor bien terminados, con acabados de primera, pero crujían mucho y delataba al que los usaba desde lejos. Ese característico ruido que producían indujo a los echadores de broma cuando escuchaban el ruido a comentar irónicamente “ese tipo carga unos zapatos fiados” Además, cuando alguien comenzaba a quejarse porque le iba mal, le decían “cruje más que un zapato maquero” Eran chistes de la época.
Conste que cuando fui a conversar con el amigo Eustoquio “Bigote” López, la intención hacer una reseña acerca de su larga, fructífera y distinguida carrera como jugador de béisbol, pero cuando le pregunte las razones que lo trajeron a El Tigre, surgió esta historia inédita, creo, acerca de la evolución de la industria del calzado en la ciudad. Le comente, que dejábamos para otra oportunidad su faceta más conocida que es la deportiva e iba a publicar esta, que me pareció interesantísima ya que de esa manera le refrescábamos la memoria a mucha gente de esos tiempos que completaban sus elegantes pintas con zapatos hechos a mano y disfrutaban de hallaca a real, pepsi cola a medio y cervecita a tres lochas y también contribuíamos a conservar la memoria histórica de la ciudad. Gustosamente aceptó y me dijo que lo llamara con tiempo ya que está viajando mucho a pueblo natal Río Caribe, dónde mantiene una sociedad con unos amigos para distribuir pescado fresco y salado que le provee algunos ingresos que le permiten sobrevivirle al proceso. No es mucho, pero le sirven para vivir con muchas limitaciones en el marco de la dignidad, como aspira todo padre de familia que durante su existencia ha llevado una vida honesta, seria y responsable.
Empero, es importante destacar que Eustoquio “Bigote” López, está felizmente casado desde el año 1953, con su paisana Carmen Sánchez, a la cual había conocido desde muchacho en Río Caribe, la había cortejado, pero como se vino a El Tigre eso quedó en suspenso. La suerte lo acompaño cuando su hermano Miguel “El Pelón” López, contrajo nupcias con una hermana y fijó residencia aquí y Carmen venía a visitar regularmente a la hermana. Las oportunidades las pintan calvas, dijo para sus adentros, aprovecho esas circunstancias y concretó lo que había dejado inconcluso desde muy chamo en su lar nativo. “Bigote” tiene 3 hijos varones. Melvin, Orlando y Edgar. Una hembra, la Licenciada en educación, Yajaira que hasta ahora le han traído al mundo 6 nietos y el rancho ardiendo. Eso lo dice con una sonrisa picarona en el rostro. Tiempo para ver crecer y formarse estos nietos que tiene, porque goza de buena salud y aspira tener tiempo para ver otros nietos y bisnietos. Díos le conserve su salud y le de larga vida como es la aspiración de su núcleo familiar y quienes somos su amigos.
Eustoquio “Bigote” López Trabajó el calzado de banca con éxito, pero dónde nunca jugó banca fue en el béisbol amateur. Un pelotero indispensable en el campo de juego con el equipo que lo tuviese en el roster. En su tiempo era fijo en el line up y un terror con el bate para el equipo contrario. Tanto en la banca para fabricar calzados, como cuando saltaba al terreno de juego desde la banca como jugador o manager fue un profesional brillante. Una característica que lo distingue: La que posee junto al excelente pitcher cubano Luís Tiant. Los gruesos y largos bigotes que forman parte de sus personalidades. Por ahora, lo dejamos hasta aquí, con el compromiso de continuarla, donde destacaremos su actividad en la Industria Petrolera, de la cual lamentablemente no obtuvo jubilación como mucha gente cree y por supuesto su brillante carrera como jugador y estratega del béisbol amateur. Todo un señor del béisbol.
Todos tenemos nuestra pequeña historia. Eustoquio “Bigote” López posee una larga y dilatada trayectoria indisolublemente ligada a la historia de nuestra querida ciudad, educado en medio del trabajo y de la virtud que lo enaltece y engrandece. Creo que su transito por la vida, a pesar de las adversidades, tiene un balance bien positivo, por lo que tengo la certeza que vale la pena que la divulguemos para conservar la memoria histórica de El Tigre.
El mismo año que sabiamente se escogió como referencia para la fundación de El Tigre, un 2 de noviembre, viene al mundo en Río Caribe Eustoquio “Bigote” López, donde vivió su niñez y curso estudios de primaria en la escuela “José Silverio González” hasta 5to. grado, cuando abandonó a la edad de 16 años para venir a El Tigre en 1949 y emplearse como obrero artesanal, en el ramo de la zapatería en una pequeña fábrica que poseía su paisano Emiliano Vaca, quien fue el primer zapatero que tuvo la ciudad. Durante esos 2 años de arduo trabajo, dedicado al ramo de “Calzado de banca” , en sus ratos libres practicaba béisbol a mutuo propio, en los terrenos que hoy ocupan el colegio “Divino Maestro” y La Plaza Bolívar, que eran unos peladeros, según sus propias palabras, cuando tuvo que regresar a su tierra natal para arreglar su libreta militar, tramite que le llevó 6 meses, tiempo que aprovecho para incursionar en la actividad marinera para obtener también la cédula marina que era requisito indispensable para logar empleo en la industria petrolera zuliana, donde tenía oferta de empleo. Eran tiempos duros y para sobrevivir había que evaluar varias opciones y aventurarse a la buena de Dios.
En el corto periodo que tuvo como marinero, recuerda que viajaban en un peñero de 3 toneladas cargado de aguacate desde Río Caribe hasta Margarita, pasando por Puerto La Cruz y con lo que obtenían de la venta, compraban pescado salado que distribuían en todo el estado Sucre. Una vez obtenida la cédula marina y con su registro militar en regla le ofrecen la opción de irse a Maracaibo, para trabajar el ramo de la zapatería, pero no acepta, porque los viva la pepa que los contrataban, aspiraban darles un trato de esclavos, vale decir, ellos trabajaban y los tipos cobraban y los arreglaban como peones de fábrica. Regresó a El Tigre y se reincorporó a su trabajo en la fábrica de zapatos con su paisano Emiliano Vaca, conoce al Bolivarense Félix Arvelaez, que también trabajaba la banca y hacen llave en la actividad. Les entregaban la medida, ellos picaban, cortaban, cocían y el calzado era hecho totalmente a mano. Con tacón o suela corrida. Todos hechos por encargo. Al gusto y la medida del cliente.
Una vez desaparecido Emiliano Vaca, el margariteño Cesar González que venía regularmente a El Tigre a vender zapatos, instala en la calle Bolívar La zapatería “Victoria” y contrata a “Bigote” López y Félix Arvelaez para que le hicieran los zapatos que los vecinos le encargaban. Trabajaban a tiempo completo y fabricaban 4 pares de zapatos diarios, cada uno. Eso les reportaba Bs. 40 al día, que para la época era una buena entrada. Fueron 4 años en esa actividad, hasta que más o menos el año 1956, llega el recordado Evans Mac Gregor e introdujo la máquina de coser el calzado. Con esa técnica abarató el costo del producto terminado, Cesar González abandonó el negocio. Ellos continuaron la actividad contratados por Evans Mac Gregor, a quien le entregaban el calzado zurcido y este le daba un mateo en la maquina. Evans Mac Gregor se convirtió en el Rey del calzado en la ciudad, hasta que introdujeron en el mercado el calzado pegado y el que venía claveteado. Era de menor calidad, pero innovación al fin, se impuso en el mercado. Eran los nuevos avances que iban surgiendo y marcando la pauta en el vestir de las damas y caballeros de la ciudad.
Evans Mac Gregor nunca abandonó la actividad, cuenta “Bigote” López, dedicándose a la fabricación del calzado por encargo y a la reparación. Mucha gente de la ciudad que estaba en pleno crecimiento, seguían teniendo predilección por el calzado artesanal y hecho a mano. Encargaban preferentemente el famoso calzado blanco y negro que estuvo de moda en década del 50 y parte del 60. También era muy popular el zapato tacón cubano y esos modelos especiales, eran “Made in El Tigre”. Una anécdota del “Zapato de banca” como le decían al trabajo que desplegaban los artesanos del calzado sucedió cuando introdujeron el zapato “Maquero” o sea un calzado que fabricaban en el Maco una pintoresca zona de la Isla de Margarita, de gente muy laboriosa que hacían una labor de filigrana para producir un zapato de mucha calidad. Los calzados eran muy elegantes, excelentes, bien elaborados, mejor bien terminados, con acabados de primera, pero crujían mucho y delataba al que los usaba desde lejos. Ese característico ruido que producían indujo a los echadores de broma cuando escuchaban el ruido a comentar irónicamente “ese tipo carga unos zapatos fiados” Además, cuando alguien comenzaba a quejarse porque le iba mal, le decían “cruje más que un zapato maquero” Eran chistes de la época.
Conste que cuando fui a conversar con el amigo Eustoquio “Bigote” López, la intención hacer una reseña acerca de su larga, fructífera y distinguida carrera como jugador de béisbol, pero cuando le pregunte las razones que lo trajeron a El Tigre, surgió esta historia inédita, creo, acerca de la evolución de la industria del calzado en la ciudad. Le comente, que dejábamos para otra oportunidad su faceta más conocida que es la deportiva e iba a publicar esta, que me pareció interesantísima ya que de esa manera le refrescábamos la memoria a mucha gente de esos tiempos que completaban sus elegantes pintas con zapatos hechos a mano y disfrutaban de hallaca a real, pepsi cola a medio y cervecita a tres lochas y también contribuíamos a conservar la memoria histórica de la ciudad. Gustosamente aceptó y me dijo que lo llamara con tiempo ya que está viajando mucho a pueblo natal Río Caribe, dónde mantiene una sociedad con unos amigos para distribuir pescado fresco y salado que le provee algunos ingresos que le permiten sobrevivirle al proceso. No es mucho, pero le sirven para vivir con muchas limitaciones en el marco de la dignidad, como aspira todo padre de familia que durante su existencia ha llevado una vida honesta, seria y responsable.
Empero, es importante destacar que Eustoquio “Bigote” López, está felizmente casado desde el año 1953, con su paisana Carmen Sánchez, a la cual había conocido desde muchacho en Río Caribe, la había cortejado, pero como se vino a El Tigre eso quedó en suspenso. La suerte lo acompaño cuando su hermano Miguel “El Pelón” López, contrajo nupcias con una hermana y fijó residencia aquí y Carmen venía a visitar regularmente a la hermana. Las oportunidades las pintan calvas, dijo para sus adentros, aprovecho esas circunstancias y concretó lo que había dejado inconcluso desde muy chamo en su lar nativo. “Bigote” tiene 3 hijos varones. Melvin, Orlando y Edgar. Una hembra, la Licenciada en educación, Yajaira que hasta ahora le han traído al mundo 6 nietos y el rancho ardiendo. Eso lo dice con una sonrisa picarona en el rostro. Tiempo para ver crecer y formarse estos nietos que tiene, porque goza de buena salud y aspira tener tiempo para ver otros nietos y bisnietos. Díos le conserve su salud y le de larga vida como es la aspiración de su núcleo familiar y quienes somos su amigos.
Eustoquio “Bigote” López Trabajó el calzado de banca con éxito, pero dónde nunca jugó banca fue en el béisbol amateur. Un pelotero indispensable en el campo de juego con el equipo que lo tuviese en el roster. En su tiempo era fijo en el line up y un terror con el bate para el equipo contrario. Tanto en la banca para fabricar calzados, como cuando saltaba al terreno de juego desde la banca como jugador o manager fue un profesional brillante. Una característica que lo distingue: La que posee junto al excelente pitcher cubano Luís Tiant. Los gruesos y largos bigotes que forman parte de sus personalidades. Por ahora, lo dejamos hasta aquí, con el compromiso de continuarla, donde destacaremos su actividad en la Industria Petrolera, de la cual lamentablemente no obtuvo jubilación como mucha gente cree y por supuesto su brillante carrera como jugador y estratega del béisbol amateur. Todo un señor del béisbol.
Todos tenemos nuestra pequeña historia. Eustoquio “Bigote” López posee una larga y dilatada trayectoria indisolublemente ligada a la historia de nuestra querida ciudad, educado en medio del trabajo y de la virtud que lo enaltece y engrandece. Creo que su transito por la vida, a pesar de las adversidades, tiene un balance bien positivo, por lo que tengo la certeza que vale la pena que la divulguemos para conservar la memoria histórica de El Tigre.
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