“Cuando la vida te presente razones para llorar,
demuéstrale que tienes mil y una razones para reír”
Anónimo.
Uno de los sectores más populares de El Tigre, es indiscutiblemente la urbanización 23 de enero, conocida por propios y extraños como La Charneca. Debe su nombre en principio al hecho bien conocido que su fundación fue como consecuencia de la reinstauración de la democracia el 23 de enero de 1958, a la caída del último dictador General Marcos Evangelista Pérez Jiménez y su segunda identificación a que en esa misma fecha surgió en Caracas una urbanización muy célebre con ese nombre. Eran tiempos de euforia por el retorno de la libertad a la patria de Bolívar y la gente ocupaba espacios que el oprobioso régimen les tenía prohibido a punta de terrorismo.
Muchos son los fundadores o primeros habitantes de este populoso sector, pero innegablemente, que entre ellos estuvo el negro Juan José Espinet, quien al lado de su mamá, la señora Mercedes Espinet, construyeron la primera vivienda y luego muy cerca otros vecinos como Juanita Cedeño, Julio Aguilera, Luís “Bachiller” González y Petra de Lozada, hicieron lo propio y se desató la invasión. La Charneca es uno de los pocos sectores de El Tigre que posee uno de los mejores trazados en sus calles y eso obedece al hecho de que, aún cuando la incursión fue masiva e intespectiva, no es menos cierto que, las autoridades municipales del momento en forma concertada con los vecinos lograron darle organicidad al urbanismo del nuevo sector. El Presidente Municipal Perito Agropecuario Jesús Echeverría con su equipo de agrimensores iba trazando y entregando un papelito como constancia de posesión a los nuevos vecinos. Todo en sana paz
Juan José Espinet nació el 5 de diciembre de 1942, en la población de Guiria, estado Sucre, es hijo natural de la unión de la señora Mercedes Espinet y Chon Acosta. Una vez separados, ella emigró hasta El Tigre buscando mejores condiciones de vida y fijó residencia en la calle Anzoátegui. En ese tiempo conoció, se enamoró y unió sentimentalmente con don Ricardo Botini quien es el padre de adoptivo de Juan José y de un hermano mayor, el cual lamentablemente murió jovencito. Una cortada con una lámina de zinc le provocó un Tétano - en esa época no existía la vacuna antitetánica - y a pesar de la excelente atención que le prestó el Dr. Pedro Elías Rebolledo Guzmán, en el Puesto de Socorro, que funcionaba donde hoy es la sede de la Cruz Roja, no pudo salvarle la vida.
En 1949, en el pequeño poblado que era El Tigre, las escuelas escaseaban y a Juan José Espinet, lo inscribieron en un kinder privado que funcionaba muy cerca de la pila de agua del sector Lisboa. No habían construido el Colegio Divino Maestro, en ese sitio había una campito petrolero y la escuelita estaba ubicada dónde hoy se conoce como la prolongación de la calle Nueva Esparta y en la cual pagaban Bs. 0,50 semanal. Alcanzó el 3er grado, no continuó los estudios y desde muy niño tuvo que salir a ganarse el sustento diario. Limpiabotas, en la zona del Luchador, vendedor de arepas, bollos, pastelitos en los alrededores de los cines Ayacucho y Bolívar. También trabajo como ayudante de un árabe que venía a vender mercancía seca por las calles y le pagaba 2 bolívares diarios por cargarle la maleta, no soportó la explotación y abandonó, para luego incorporarse con el señor Felipe Zarrelli que alquilaba un espacio en la bomba Levante de Pedro Manuel Brito, donde tenía instalado un taller de latonería y pintura, obtuvo el chance como ayudante, con la firme intención de aprender el oficio. El que quiere puede.
En el poco tiempo que tuvo laborando con el señor Felipe Zarrelli, el cual luego instaló en la avenida Peñalver, en un local propio su actual “Taller Acrílico Ital-ven, C.A,” apenas aprendió a lijar, no se amilanó, trabajó un breve tiempo con Electrolux como ayudante del taller de reparaciones y regresó con su amigo y compadre al taller de latonería y pintura Ital-Ven, luego fue a trabajar con Mario Cantalini, después a un taller del popular viejo Luís Mota. En ese intenso ir y venir logró, gracias a su empeño y perseverancia, cultivarse y ser reconocido como latonero y pintor, pero sentía que algo le faltaba, y fue en el taller de don José Mombrun, que lo obtuvo. Aprender la preparación de la pintura para cualquier color de vehículos. Una vez alcanzado esa especialización, abrió su propio taller en la calle 18 de octubre de la Charneca, muy cerca de la vivienda de su actual residencia, a la cual llegó de la mano de su madre y padre adoptivo desde su última residencia en la calle Negro Primero en el Casco Viejo.
En el año 1986, Juan José Espinet, fue contratado por el Ing. Jesús González López, director del Instituto Universitario de Tecnología El Tigre, hoy Instituto Universitario de Tecnología José Antonio Anzoátegui, para que trabajara en los talleres en la reparación de la latonería y pintura de la flota de vehículos de la institución. El trabajo fue tan efectivo, eficiente y satisfactorio que fue empleado fijo para esas labores, hasta que, por los efectos devastadores de una diabetes, perdió casi por completo la visión y como se resiste a la inhabilitación y le falta muy poco para la jubilación, está prestando servicios en el área de jardinería. Los nietos dicen que no está ciego, sólo que se le quemó la luz alta, pero que todavía conserva la baja. El escucha la chanza y ríe con agrado, a pesar de la situación adversa, que le toca vivir con esa terrible enfermedad.
En el año 1963, llegó de Caripe del Guacharo la joven Santina del Jesús Henríquez Díaz, que venía acompañando a su padre que buscaba trabajo y fijaron residencia muy cerca de la vivienda de Juan José Espinet. Lanzó el anzuelo y pescó. Se “salieron”, fueron 3 veces a contraer matrimonio civil y las autoridades no lo permitían porque la novia era menor de edad. Una vez que cumplió la edad reglamentaria, formalizaron la relación y constituyeron una estable, unida, humilde, pero honorable y feliz familia, que hoy cuenta con 5 hijos. Maribel Mercedes, Merci Coromoto, Lilia Ofelia, Víctor José y Carolina Verónica, que por ahora, les han dado la felicidad de contar con 7 nietos y ya les anuncian la llegada de los primeros bisnietos. A pesar de la terrible enfermedad que lo aqueja, Juan José Espinet, toma la vida con calma y rodeado del amor cariño y atenciones de su prolija familia dice tener y lo demuestra con creces, mil y una razones para seguirle sonriendo a la vida
Juan José Espinet, recuerda que cuando se fundó la Charneca, se reservó un espacio para la construcción de una iglesia. Llegaron las autoridades y lo utilizaron para la construcción del parque de recreación dirigida, ubicaron otro terreno en el mismo sector y en el construyeron la escuela Rafael Antonio Fernández Padilla, ubicaron otro y fue utilizado para la construcción del modulo de servicio, la idea de la iglesia quedó en el olvido, pero cuentan con 3 instituciones de máxima utilidad pública. ¿Y el nombre de las calles? Todas llevan nombres relacionados con la democracia y líderes de Acción Democrática que eran los que gobernaban y estaban de moda en el momento de la fundación de la Urbanización 23 de enero, mejor conocida como la Charneca.
Muchos son los fundadores o primeros habitantes de este populoso sector, pero innegablemente, que entre ellos estuvo el negro Juan José Espinet, quien al lado de su mamá, la señora Mercedes Espinet, construyeron la primera vivienda y luego muy cerca otros vecinos como Juanita Cedeño, Julio Aguilera, Luís “Bachiller” González y Petra de Lozada, hicieron lo propio y se desató la invasión. La Charneca es uno de los pocos sectores de El Tigre que posee uno de los mejores trazados en sus calles y eso obedece al hecho de que, aún cuando la incursión fue masiva e intespectiva, no es menos cierto que, las autoridades municipales del momento en forma concertada con los vecinos lograron darle organicidad al urbanismo del nuevo sector. El Presidente Municipal Perito Agropecuario Jesús Echeverría con su equipo de agrimensores iba trazando y entregando un papelito como constancia de posesión a los nuevos vecinos. Todo en sana paz
Juan José Espinet nació el 5 de diciembre de 1942, en la población de Guiria, estado Sucre, es hijo natural de la unión de la señora Mercedes Espinet y Chon Acosta. Una vez separados, ella emigró hasta El Tigre buscando mejores condiciones de vida y fijó residencia en la calle Anzoátegui. En ese tiempo conoció, se enamoró y unió sentimentalmente con don Ricardo Botini quien es el padre de adoptivo de Juan José y de un hermano mayor, el cual lamentablemente murió jovencito. Una cortada con una lámina de zinc le provocó un Tétano - en esa época no existía la vacuna antitetánica - y a pesar de la excelente atención que le prestó el Dr. Pedro Elías Rebolledo Guzmán, en el Puesto de Socorro, que funcionaba donde hoy es la sede de la Cruz Roja, no pudo salvarle la vida.
En 1949, en el pequeño poblado que era El Tigre, las escuelas escaseaban y a Juan José Espinet, lo inscribieron en un kinder privado que funcionaba muy cerca de la pila de agua del sector Lisboa. No habían construido el Colegio Divino Maestro, en ese sitio había una campito petrolero y la escuelita estaba ubicada dónde hoy se conoce como la prolongación de la calle Nueva Esparta y en la cual pagaban Bs. 0,50 semanal. Alcanzó el 3er grado, no continuó los estudios y desde muy niño tuvo que salir a ganarse el sustento diario. Limpiabotas, en la zona del Luchador, vendedor de arepas, bollos, pastelitos en los alrededores de los cines Ayacucho y Bolívar. También trabajo como ayudante de un árabe que venía a vender mercancía seca por las calles y le pagaba 2 bolívares diarios por cargarle la maleta, no soportó la explotación y abandonó, para luego incorporarse con el señor Felipe Zarrelli que alquilaba un espacio en la bomba Levante de Pedro Manuel Brito, donde tenía instalado un taller de latonería y pintura, obtuvo el chance como ayudante, con la firme intención de aprender el oficio. El que quiere puede.
En el poco tiempo que tuvo laborando con el señor Felipe Zarrelli, el cual luego instaló en la avenida Peñalver, en un local propio su actual “Taller Acrílico Ital-ven, C.A,” apenas aprendió a lijar, no se amilanó, trabajó un breve tiempo con Electrolux como ayudante del taller de reparaciones y regresó con su amigo y compadre al taller de latonería y pintura Ital-Ven, luego fue a trabajar con Mario Cantalini, después a un taller del popular viejo Luís Mota. En ese intenso ir y venir logró, gracias a su empeño y perseverancia, cultivarse y ser reconocido como latonero y pintor, pero sentía que algo le faltaba, y fue en el taller de don José Mombrun, que lo obtuvo. Aprender la preparación de la pintura para cualquier color de vehículos. Una vez alcanzado esa especialización, abrió su propio taller en la calle 18 de octubre de la Charneca, muy cerca de la vivienda de su actual residencia, a la cual llegó de la mano de su madre y padre adoptivo desde su última residencia en la calle Negro Primero en el Casco Viejo.
En el año 1986, Juan José Espinet, fue contratado por el Ing. Jesús González López, director del Instituto Universitario de Tecnología El Tigre, hoy Instituto Universitario de Tecnología José Antonio Anzoátegui, para que trabajara en los talleres en la reparación de la latonería y pintura de la flota de vehículos de la institución. El trabajo fue tan efectivo, eficiente y satisfactorio que fue empleado fijo para esas labores, hasta que, por los efectos devastadores de una diabetes, perdió casi por completo la visión y como se resiste a la inhabilitación y le falta muy poco para la jubilación, está prestando servicios en el área de jardinería. Los nietos dicen que no está ciego, sólo que se le quemó la luz alta, pero que todavía conserva la baja. El escucha la chanza y ríe con agrado, a pesar de la situación adversa, que le toca vivir con esa terrible enfermedad.
En el año 1963, llegó de Caripe del Guacharo la joven Santina del Jesús Henríquez Díaz, que venía acompañando a su padre que buscaba trabajo y fijaron residencia muy cerca de la vivienda de Juan José Espinet. Lanzó el anzuelo y pescó. Se “salieron”, fueron 3 veces a contraer matrimonio civil y las autoridades no lo permitían porque la novia era menor de edad. Una vez que cumplió la edad reglamentaria, formalizaron la relación y constituyeron una estable, unida, humilde, pero honorable y feliz familia, que hoy cuenta con 5 hijos. Maribel Mercedes, Merci Coromoto, Lilia Ofelia, Víctor José y Carolina Verónica, que por ahora, les han dado la felicidad de contar con 7 nietos y ya les anuncian la llegada de los primeros bisnietos. A pesar de la terrible enfermedad que lo aqueja, Juan José Espinet, toma la vida con calma y rodeado del amor cariño y atenciones de su prolija familia dice tener y lo demuestra con creces, mil y una razones para seguirle sonriendo a la vida
Juan José Espinet, recuerda que cuando se fundó la Charneca, se reservó un espacio para la construcción de una iglesia. Llegaron las autoridades y lo utilizaron para la construcción del parque de recreación dirigida, ubicaron otro terreno en el mismo sector y en el construyeron la escuela Rafael Antonio Fernández Padilla, ubicaron otro y fue utilizado para la construcción del modulo de servicio, la idea de la iglesia quedó en el olvido, pero cuentan con 3 instituciones de máxima utilidad pública. ¿Y el nombre de las calles? Todas llevan nombres relacionados con la democracia y líderes de Acción Democrática que eran los que gobernaban y estaban de moda en el momento de la fundación de la Urbanización 23 de enero, mejor conocida como la Charneca.
La vida de los fundadores, todavía habitantes y vecinos del populoso sector de la Charneca, está íntimamente ligada a su evolución histórica y a la historia de El Tigre, desde del 23 de enero de 1958, cuando se fundó y que fue una de las primeras expansiones planificadas del área urbana del pueblo que nació al calor de la industria petrolera el 23 de febrero de 1933. Nosotros humildes cronistas vocacionales, recogemos estos testimonios para contribuir a la preservación y conservación de la memoria histórica de la ciudad que nos vio nacer.
2 comentarios:
que bueno encontrar personas interesadas en su propio terruño amigo.... Dios te bendiga hoy y siempre.... compartimos pensamientos.... soy de la charneca solo que mis padres son fundadores pero de la segunda parte la parte alta salida hacia pariaguan... saludos.... hacen falta fotos verdad?
lo felicito por sus crónicas de la ciudad, de verdad con un contenido cultural valioso sobre nuestra historia, ojala ubiese muchos sitios con esta clase de información deseandole exitos, y aprovechando la via para solicitar un poco de información historica si esta a su alcanse sobre algunos otros centros de salud del municipio Simón Rodriguez como la charneca, ambulatorio la esperanza, pueblo ajuro, etc. una vez más exitos, Haiza
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