viernes, octubre 09, 2009

Personajes de mi pueblo: Antonio Miguez Tielos, “Tostadas, Restaurant San Antonio”

Nada se resiste al esfuerzo unido
de un gran número de brazos

Lucas Alamán (1792-1853)


Político e historiador mexicano.



Uno de los negocios más populares de la ciudad, es sin lugar a dudas, “Tostadas, Restaurant San Antonio” ubicado en el corazón de la ciudad y la cual, tiene sus antecedentes, en un barraca de zinc, que apostaron unos maracuchos a mediados en la década del 50 muy cerca de “El Luchador” la cual identificaron “Noche y día”, trabajaban 24 X 24. Lo colocaron en venta, y lo adquirieron, nuestro personaje Antonio Miguez Tielos y el canario Antonio Díaz, quienes eran cocineros en el Restaurant “Copacabana” que funcionó por muchos años en la avenida Municipal de Puerto La Cruz. Allá un viajero los puso al corriente de que estaban vendiendo el modesto kiosco. Vinieron, les gustó la ubicación, lo negociaron, compraron y empezaron sus actividades como socios a administrar su propio negocio. Fue en los inicios de la década del 1960. Una aventura feliz.

Los nuevos socios y emprendedores, trabajaron durante algunos años el kiosco, pero como el canario era muy amigo de los tragos, vinieron la desavenencias. Don Antonio Miguez Tielos, hombre sobrio, serio, responsable y muy respetuoso, un buen día le dijo “O me vendes o te vendo” y Antonio Díaz entendiendo la situación, le vendió su parte. Una vez propietario absoluto, don Antonio Miguez Tielos, inició la transformación del local, construyó una sencilla edificación – la gráfica acompaña está crónica – que ahora una vez desaparecido físicamente, administran personalmente sus hijos Guillermo, Enrique y Maruja, los cuales mantienen el formato original del negocio, sin descuidar la atención, calidad, exquisitez y precios solidarios, que lo convierten en un punto de referencia culinaria en la ciudad, el estado y más allá, en toda Venezuela, ya que tiene como vecino al hotel Orinoco, dónde pernoctan todos los viajantes que vienen a ofrecer sus productos en la geografía anzoatiguense. Todos comentan “Estás arepas, no tienen nada que envidiarle a las que expenden las grandes areperas de Caracas, Valencia, Maracay y Barcelona” Uno sola cosa, dice con su proverbial humildad, Enrique: “El precio” obviamente aquí son más baratas y quizás de mayor calidad.

El español don Antonio Miguez Tielos, que nació el 8 de marzo de 1922, en la localidad de Leirado, provincia de Salvatierra de los Miños, emigró junto a su hermano Enrique “buscando mejoría de vida” llegaron a la capital venezolana con una muda de ropa c/u, obtuvieron empleo como albañiles en la construcción de la red de cloacas de la avenida Baralt de Caracas, luego con algunos ahorros, viajaron hasta Puerto La Cruz, dónde se dedicaron a su verdadera profesión: el arte culinario, en el Bar Rest Copacabana. El padre había sido Chef y ellos le siguieron los pasos en el ejército dónde se desempeñaron como “rancheros”. En la zona norte, laboraron como cocineros, perfeccionaron sus conocimientos, hasta que vinieron a El Tigre. Enrique, se dedicó por un tiempo, a manejar un vehículo que había adquirido con sus ahorros y prestaciones sociales en la ruta extraurbana y Antonio, una vez establecido en la Tostadas “Noche y Día” a la cual luego cambió la denominación comercial por la actual “San Antonio”, trajo a su esposa Justa González Vidal originaria de la localidad de San Pedro Batallanes Las Nieves de la provincia de Pontevedra, con quien hizo equipo para levantar esta histórica y concurrida arepera, que para los adultos mayores consultados y las nuevas generaciones, fue la primera en la ciudad. Hoy, gracias a la continuidad, permanencia, persistencia, calidad, exquisitez y precios solidarios continúa siendo la mejor. Es vox populi por toda la ciudad.

En la década del 60, las arepas eran de maíz pilado, don Antonio compraba el grano por sacos, lo sancochaban, lo molían en máquinas rústicas – a pulmón limpio –, procesaba la masa para la arepa y una vez salida del horno, las ofrecían, como hasta ahora, con cabeza e’ cochino, ensalada de gallina, reina pepiada, camarón, pollo mechado, carne mechada, quesos nacionales e importados, lengua en salsa y muchas otras exquisitas variedades. En su concurrida sala comedor, los comensales pueden degustar un excelente mondongo, una exquisita sopa de gallina, un rico pabellón criollo, pollo con macarrón, carne a la jardinera, un suculento bistec de solomo con papas fritas y ensalada. Chabelo Arismendi, cliente consecuente, a pesar de que, la mayoría de las veces olvida los biyuyos y se presenta en quiebra, los consume ávidamente. En sus constantes visitas, pide, le sirven, consume y da las gracias. “Perdiendo también se gana”, decía don Antonio y su hijo Enrique aplica la misma filosofía, para no discutir con Chabelo, que a pesar de los “carros” es amigo de la casa. A la hora de pagar, decimos nosotros, nadie es tramposo.

Clientes fijos, en las madrugadas de los domingos, fuimos los que trabajamos en los añejos sellados del 5 y 6. Pedro “Pico” Rondón, Edgar Salazar, Pedro Torres, Miguel “El negro” Salazar, Roberto Salazar. Otros clientes su generis, fueron el prestigioso médico pediatra Argenis Rodríguez quien se hacía acompañar por su tocayo, el electricista Sotillo, pedía, se iba y luego su padre don Felipe, que sabía de sus andanzas, pasaba y preguntaba a Antonio, cuanto era la deuda y cancelaba. Cosas de la adolescencia. “Rudy” Carrillo que tenía una dieta estricta – era diabético – se le escapaba, en algunas ocasiones, a su esposa Valle y degustaba con gran deleite un suculento mondongo, que por cierto, es una de las especialidades más solicitadas del San Antonio. En la campaña electoral de 1968, los visitó el entonces candidato del MAS, José Vicente Rangel Vale, quien pidió una arepa de queso amarillo y se fue maravillado por la calidad de la tostada. Eso lo recuerdan con gran cariño los mesoneros Tello Lozada, Celis Segundo, Amado Rodríguez, Amílcar Maestre, Fernando Álvarez que laboraron por muchos años codo a codo con don Antonio y doña Justa y el que todavía acompaña a los hijos, Mateo Pereira que se mantiene al pie del cañón.

Don Antonio Miguez Tielos, fue uno de los tantos inmigrantes que escogió a la naciente ciudad de El Tigre, como su patria chica y por su tenacidad, honradez, voluntad de trabajo, sus extraordinarias cualidades personales y la maravillosa familia que conformó, le granjearon el cariño, la amistad, el aprecio y el reconocimiento de la comunidad. Unidos los brazos de Don Antonio, doña Justa, sus hijos Manolo, Otilia, Guillermo, Enrique, Maruja y sus, por ahora 9 nietos, han logrado con mucho esfuerzo, vencer las muchas vicisitudes. Esa proeza convierte a don Antonio en uno de los personajes, que indiscutiblemente contribuyó positivamente desde su modesta “Tostadas, Restaurant San Antonio” al engrandecimiento, crecimiento y desarrollo de la ciudad. Un granito de arena que todavía perdura y perdurará en el tiempo.


Esta crónica la escribimos con la sana intención de darle solidez a nuestra memoria histórica, exaltar los muchísimos héroes anónimos que existieron y existen en la ciudad, los cuales contribuyeron con su esfuerzo, dedicación, empeño y alto sentido de la responsabilidad, con el desarrollo, afianzamiento y consolidación del pueblo de El Tigre, que nació al calor de la industria petrolera, el 23 de febrero de 1933 y la cual se convirtió en pocos años de manera aluvional en un gran pueblo y ahora, a pesar de la crisis eléctrica, la falta de agua y la invasión de la basura, en la ciudad capital del la zona sur del estado Anzoátegui.



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