“Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado”
Karl Marx (1818-1883)
Filósofo alemán
Karl Marx (1818-1883)
Filósofo alemán
José Jesús Palma es conocido popularmente como Quijote. Es hijo de gente de El Caris, los cuales fueron, entre otros, los primeros que llegaron a construir sus bahareques alrededor del pozo petrolero Oficina Uno, José “Margarito” Ramos y Ángela Pastora Palma Salazar. El día 27 de noviembre de 1933, en el sector conocido como el Guayabo y, con parto asistido por la comadrona Isabel Barreto, nació nuestro personaje. Justamente ese día, un cine ambulante, que patrocinaba una compañía cigarrera, visitó el caserío bajo la dirección de Aquiles La Roche, a quien llamaban cariñosamente “El Maestro” y proyectó en las paredes de una casa, un documental acerca de don Quijote de la Mancha, Graciela Soto, que a la postre resultó ser su madrastra, venía de disfrutar de la función y cuando vio al niño, le dijo a la mamá: “Ángela, tú lo que tuviste fue un “Quijote”. Santa palabra. Con ese apodo es conocido hasta el día de hoy.
La madre soltera, conoció a Pedro Pablo Lezama, quien se desempeñaba como trabajador de un sismógrafo, se unieron sentimentalmente y, a los 2 años, fijaron residencia en la incipiente aldehuela que se formaba alrededor del pozo petrolero. A los 10 años “Quijote” regresó al Guayabo, dónde su padre José “Margarito” Ramos, lo colocó bajo las instrucciones del maestro Luís Beltrán Guevara Ruiz, el cual en año y medio, lo enseño a leer, escribir y manejar las 4 operaciones matemáticas. Cuentan que ese maestro, con el tiempo, se entregó a la bebida y murió producto de una pedrada que le propinaron unos desadaptados. Con 12 años, “Quijote” volvió al caserío de El Tigre que ya tomaba forma de pueblo y fue inscrito en una escuela, ubicada en lo que ahora se conoce como calle Zoilo Vidal, que poseían en sociedad los maestros Carlos Trocel y Francisco Morales Torrealba. Estos con el paso del tiempo, se separaron y Francisco montó una escuelita en la calle Anzoátegui c/c Girardot, exactamente, dónde luego funcionó la bodega “La Mano de Oro” allí continúo sus estudios “Quijote” Eran calles en proyecto y escuelas no inscritas en el Ministerio de Educación. Todo empírico y bucólico, pues
Más tarde, en los alrededores dónde hoy funciona el CICPC en la calle Orinoco, fundaron e instalaron la escuela oficial “El Grupo Escolar Dr. José Manuel Cova Maza. “Quijote” era ya un adolescente aventajado, no poseía papales que lo acreditaran para inscribirse en un año específico. Entonces las maestras Hilda Moreno Antúnez, y Ada Viani, lo examinaron y por los conocimientos demostrados lo matricularon para cursar 3er. grado. Pasado un mes de estar estudiando, el grupo fue cerrado abruptamente. No se amilanó y logró inscripción en el “Grupo Escolar Estado Trujillo” cuyo director era el Prof. Francisco Graterol y dónde laboraban las maestras Elba de Padilla y Victorita de Rodríguez. Cuando cursaba 6to grado, su padrastro, que era alma, corazón y vida en el hogar, sufrió un fatal accidente y tuvo que abandonar los estudios, buscar trabajo y poder llevar la arepa a la casa. Eran para el momento 6 hermanos. Jesús Rafael, Juvenal Antonio, Pilar del Valle, Alfredo y Teresa. “Quijote”, le pidió el favor a director del grupo escolar para que le ayudara a lograr empleo. Éste habló con Manaé Ramírez el esposo de la señora Luisa, que era matarife en el primer matadero que funcionó en el pueblo, situado al final de la calle Ribas, pasando la carretera negra “La Flint”. (Hoy la calle principal de la entrada al barrio El Silencio) Manaé, consultó a su socio el señor Prieto y no había cupo. Sin embargo, le ofreció Bs. 5 diarios para que lo ayudará al desposte de las reses – en esa época a las carnicerías les llevaban el ganado despostado y en piezas – lo cual aceptó. En esas actividades, que también alternó en la limpieza de mondongo para redondearse un sueldo de Bs. 10 semanal, permaneció por espacio de 3 años. Esa agotadora actividad laboral, no fue óbice para que hiciera el esfuerzo e igualmente estudiara en la Academia Comercial PITMAN, que tenía la profesora Celenia de Quiñónez – El esposo Juan era propietario de una distribuidora y alquiler de bicicletas y se distinguía en el pueblo porque poseía un carro convertible que era una novedad en esos tiempos – En esa Academia estudio Taquigrafía, Mecanografía y Contabilidad, cancelaba Bs. 30 mensual. Una vez graduado, con 21 años de edad, le dijo a su mamá que se retiraría del matadero. El trabajo y horario eran muy fuertes y parecía un cadáver ambulante. La pregunta obligada de la vieja. Hijo ¿y quién va traer los reales para la comida de la familia? No os preocupéis. Tenía un plan B.
Título en mano y con la autoestima por las nubes, le solicitó a Celenia una oportunidad como facilitador en su Academia. No había chance. El Prof. Egidio Moreno, dictaba los cursos de matemática, Mecanografía, la Profesora Ana Valenzuela, Taquigrafía, el Prof. Roger Bolívar y Contabilidad, la mismísima Celenia. No cejo en el empeño y le contó la tragedia que vivía con el trabajo que pasaba en el matadero y que lo mantenía enflaquecido. Dramatizó y le dijo ¡No me deje morir, ayúdeme! Celenia, mujer de buen corazón, le respondió. Está bien. Empezarás a trabajar, pero tendrás que conformarte con lo que pueda darte. ¡Bingo!. La pegó. La primera quincena le dio Bs. 120 que era extraordinario. 3 años permaneció en la Academia PITMAN, hasta que, coincidió con Rafael “Cabezón” Valera, esposo de Cruz Rondón, hija de don José María Lira, que habían fijado residencia en Santa Ana y éste le ofreció un trabajo en el comedor de los gringos en la refinería de San Roque. Bs. 100 semanal, la papa y hospedaje asegurado. Habló con Celenia, se retiró y aceptó el trabajo en el comedor. Allí estuvo 2 años, hasta que su jefe perdió el contrato. Otra vez desempleado.
A nadie la falta Dios y como los cariseños, tenemos más familia que mosquito a orilla de río, a los pocos días, Teodosio Pinto, que era subgerente del Banco Venezuela en Anaco y, los fines de semana venía al pueblo, visitaba el negocio de Isidro “Cochinote” Meza, en la calle Ribas, para jugar billar y dominó, le ofreció trabajo. El 23 de enero de 1958, a pesar de la turbulencia política por el derrocamiento de la dictadura del General Marcos Evangelista Pérez Jiménez, estaba recibiendo la oficina que se encargaba de giros del interior. Al año, logró lo trasladaran hasta El Tigre y lo recibió el gerente de la agencia Miguel Ángel Sosa Brito, quien lo asignó al departamento de cuentas corrientes. Allí, permaneció 3 años, para luego pasar a ser cajero durante 5 años. En ese tiempo, recuerda que las empleadas del Banco Venezuela eran Ana Valenzuela, Petra Quijada y Aida Tochón. Un incidente con un contratista del gobierno que instalaba el primer acueducto en el pueblo, lo llevó a tener desavenencias con el gerente de la agencia y a finales del 1965, estaba de nuevo en el rol de agente libre. En condiciones diferentes a las anteriores. Le correspondieron Bs. 11.000 de las prestaciones sociales lo que le permitía aguantarse un tiempo, máxime cuando decidió prestarle a rédito Bs. 10.000 al señor Gaspar Aguilar, lo que le aseguraba un ingreso por intereses aceptable todos los meses. Cariseño pendejo se muere chiquito.
La historia viva de “Quijote” está reducida a una lucha permanente por buscar sobrevivir honesta, decente y dignamente. En los tiempos de mayor sequía, nunca le faltó la mano amiga. Llegaba al Matadero y le solicitaba al señor Gaspar Aguilar que le vendiera un mondongo y al “Chino” Lira una cabeza de cochino. Ambos ordenaban a sus empleados escogieran las mejores y se la regalaban. En esas etapas de estrechez económica, se especializó en la preparación de comidas a base de mondongo y cabeza de cochino. Las cocinó de todas las formas y maneras. En el orden laboral, entonces le toco, incursionar como vendedor. José María Cárdenas, quien era gerente de la Singer en El Tigre, lo empleo como representante de ventas. Era el segundo a bordo de la oficina que estaba ubicada en la calle Bolívar y cuya secretaria era Iris Núñez. Salió el señor Cárdenas y entró como gerente el señor Jaime Mathinsón. En esa empresa permaneció año y medio, hasta que decidió buscar nuevos rumbos. No sabía lo que le esperaba. Le cayó una “pava siriaca”. No lograba empleo. La generosidad del señor Mathinsón, no le faltó. Lo auxiliaba regularmente con Bs. 30 y le decía “no se rinda que pronto logrará emplearse” a pesar del esfuerzo que hacia y los buenos deseos de los amigos, fueron 2 años de pava. Quijote en ese tiempo se convenció: “de que vuelan vuelan”.el que está picado de Macagua cuando ve bejuco se espanta.
En esos días aciagos, coincidió con Oswaldo Quepi, que trabajaba con Chiclets Adams y al cual había dado clases en la academia PITMAN. Lo llevó a Ciudad Bolívar, lo recomendó a la gente de Nabisco La Favorita. Excelente gestión, pero quedó pendiente para cuando surgiera un cupo. Estando en Ciudad Bolívar encontró a Juan Ramón Rodríguez, un amigo que había conocido cuando trabajaba en La Singer. Lo llevó a la oficina de su amigo Santos Rebolledo el cual, se desempeñaba como Secretario General de Gobierno, no había posibilidades, siguió a Puerto Ordaz y en un pasillo de SIDOR, lo vio Marcelo Zabala, un margariteño que había conocido en Anaco cuando trabajo en el Banco Venezuela. El hombre era jefe de personal de SIDOR, lo mandó a emplear, pero el sueldo era irrisorio. No aceptó y regresó frustrado, más no derrotado. En el momento que llega a El Tigre, iniciaba sus operaciones la empresa SVECA que tenía el contrato para instalar el tendido eléctrico que venía de Guri. Frente al patio de la empresa se reunían cerca de mil hombres buscando un empleo. Meterse en ese enjambre, para ver si la pegaba y lo empleaban, era como misión imposible, pero siempre optimista se daba ánimo. El que busca encuentra.
No se amilanó y se acercó. Un día se montó en una tarima que estaba al interior de la cerca el italiano Enzo Bartolini y en voz alta dijo. “Voy a escoger 15” y empezó. “aquel de camisa azul” y todos los de camisa azul o parecida se le venían encima al italiano. No le resultó y cambió la táctica. Fue más específico. Llamaba apuntando bien el blanco. “Quijote” veía llamar y el italiano no lo señalaba. Iban 13 la esperanza se achicaba y cuando llamaron el 14 ¡Bingo! Fue el señalado. Dijo para sus adentros “Cayó la pava siriaca”. Lo enviaron al médico, que era el joven galeno Héctor González Carrasquel, veía salir algunos herniados y pensaba. “Sí, el médico me dice que tengo hernia, me le arrodillo, le digo la necesidad, le ruego que no me deje desempleado” Salió bien y lo enviaron a trabajar. Los primeros 15 días agarró mango bajito a pesar de las condiciones adversas en la sabana abierta de La Mesa de Guanipa dónde cumplían la tarea desguarnecidos. Las piezas de las torres había que pintarlas con anticorrosivos y sólo tenían que agarrarlas con unas pinzas, meterlas en los grandes recipientes y colocarlas a secar a la intemperie. Una vez hecho ese trabajito, venía candanga con burundanga. Abrir los huecos, echando pico y pala para enterrar las bases de las torres. El horario era de 6 a 6 y les pagaban 4 horas de sobretiempo. 16 salario base y 4 bolívares por las horas extras. Total Bs. 20 diarios. Le echo ganas y a los 6 meses, cuando habían instalado las torres desde Soledad hasta Pariaguán, expiró el contrato de SVECA. Los liquidaron a todos y escogieron 20 para un trabajo similar en Santa Lucia. Entre ellos a “Quijote”. No aceptó. No era rentable por lo lejos.
Ese viernes en la tarde llegó entristecido a casa. La esposa, lo esperaba con una sorpresa agradable. El vendedor de “Nabisco La Favorita” Jesús González, le había dejado una tarjeta solicitándole que se presentara en su casa de la tercera carrera sur a las 7 PM. La gestión de Oswaldo Quepi surtía sus efectos. Llegó antes y se entrevistó con la esposa la señora Lourdes Mendoza – una hermana del señor Manuel Alfonzo –. Le dijo que regresara a la hora estipulada. Regresó, el hombre lo atendió, le dijo que había un chance para Margarita y era imprescindible que se entrenara unos 6 meses bajo su tutela. No hay problemas, respondió. En ese tiempo salían a las 8 AM a trabajar en la calle y en la tarde cuando llegaban, diariamente tenían que hacer el inventario en el deposito. Un arduo trabajo que les consumía un tiempo precioso. Cuando estaba a punto de cumplir los 6 meses, lo llamó José Isaac Medrano que laboraba para productos y alimentos Jacks, para que empezara a trabajar de inmediato y en la zona. No lo pensó 2 veces y aceptó el empleo. El jefe del depósito de la empresa en Ciudad Bolívar era Jesús Medrano y con ellos trabajo 2 años, hasta que renunció y se dedicó, con la ayuda del señor Eulogio Vásquez a distribuir productos SAVOY por su cuenta, riesgo y vehículo propio. Conocía las rutas, los clientes y los productos de esta compañía eran de más fácil colocación. A los 2 años de esa actividad, le llegó a la casa su proveedor Vásquez con el gerente de la SAVOY en Ciudad Bolívar. Un señor de origen ruso de nombre Vladimir Romazek. En el primer momento pensó que lo había perjudicado porque le proveía la mercancía sin ser vendedor autorizado. ¡Sorpresa! Lo venían a contratar para que se encargara de la ruta en Upata. Las condiciones era favorables y el día que llegó el hombre a la luna, el 16 de julio de 1969 también llegaba “Quijote” a Upata como representante y vendedor oficial de La SAVOY. Al fin había obtenido estabilidad laboral. 20 años de servicio, se retiró, montó un mayor de víveres, compró un pequeño fundo en una región del estado Bolívar conocida como “El Manganeso” y hoy disfruta del descanso del guerrero alternando su tiempo entre El Tigre y Upata. En ambas localidades tiene intereses materiales y económicos y lo más preciado: familia.
José Jesús Palma el popular “Quijote” casó con doña Josefa Fajardo, oriunda de Pariaguán. Poseen 6 hijos: Rolando José, José Gregorio, Ronnie José, estos 3 comerciantes. De tal palo, tal astilla. Katiuska Josefina, Kenia Yuleni y Karina Ylenis que son profesionales y son mujeres realizadas. En su largo trajinar vivió en las calles Nueva Esparta frente al negocio “El Invencible” de Juan Mejías el popular “Juan Benito”, Independencia y la Falcón c/c Avenida 8 de Pueblo Ajuro, dónde pernocta cuando llega desde Upata dónde tiene su residencia principal. Nació en el año que se inició la gestación del pueblo, es hijo de los primeros pobladores, vivió, disfrutó y sufrió los vaivenes del crecimiento de la ciudad y los incidentes, que tuvo que sortear para sobrevivir, trabajar y los personajes que conoció y menciona con precisión y la prodigiosa memoria que posee, lo convierten en una fuente inagotable de consulta, para todos aquellos investigadores, escritores, cronistas e historiadores que estén interesados en escribir la verdadera y autentica historia de éste pueblo que nació al calor del industria petrolera el 23 de febrero de 1933. “Quijote” hizo su propia historia siempre apegada al autentico pasado del pueblo de El Tigre. Es justicia incluirlo en el disco duro de la memoria histórica de la ciudad.
Nosotros, desde estos humildes destellos, hacemos un pequeño esfuerzo para que no dejar morir nuestra bella, prolija e interesante historia. Memoria contra el olvido.
La madre soltera, conoció a Pedro Pablo Lezama, quien se desempeñaba como trabajador de un sismógrafo, se unieron sentimentalmente y, a los 2 años, fijaron residencia en la incipiente aldehuela que se formaba alrededor del pozo petrolero. A los 10 años “Quijote” regresó al Guayabo, dónde su padre José “Margarito” Ramos, lo colocó bajo las instrucciones del maestro Luís Beltrán Guevara Ruiz, el cual en año y medio, lo enseño a leer, escribir y manejar las 4 operaciones matemáticas. Cuentan que ese maestro, con el tiempo, se entregó a la bebida y murió producto de una pedrada que le propinaron unos desadaptados. Con 12 años, “Quijote” volvió al caserío de El Tigre que ya tomaba forma de pueblo y fue inscrito en una escuela, ubicada en lo que ahora se conoce como calle Zoilo Vidal, que poseían en sociedad los maestros Carlos Trocel y Francisco Morales Torrealba. Estos con el paso del tiempo, se separaron y Francisco montó una escuelita en la calle Anzoátegui c/c Girardot, exactamente, dónde luego funcionó la bodega “La Mano de Oro” allí continúo sus estudios “Quijote” Eran calles en proyecto y escuelas no inscritas en el Ministerio de Educación. Todo empírico y bucólico, pues
Más tarde, en los alrededores dónde hoy funciona el CICPC en la calle Orinoco, fundaron e instalaron la escuela oficial “El Grupo Escolar Dr. José Manuel Cova Maza. “Quijote” era ya un adolescente aventajado, no poseía papales que lo acreditaran para inscribirse en un año específico. Entonces las maestras Hilda Moreno Antúnez, y Ada Viani, lo examinaron y por los conocimientos demostrados lo matricularon para cursar 3er. grado. Pasado un mes de estar estudiando, el grupo fue cerrado abruptamente. No se amilanó y logró inscripción en el “Grupo Escolar Estado Trujillo” cuyo director era el Prof. Francisco Graterol y dónde laboraban las maestras Elba de Padilla y Victorita de Rodríguez. Cuando cursaba 6to grado, su padrastro, que era alma, corazón y vida en el hogar, sufrió un fatal accidente y tuvo que abandonar los estudios, buscar trabajo y poder llevar la arepa a la casa. Eran para el momento 6 hermanos. Jesús Rafael, Juvenal Antonio, Pilar del Valle, Alfredo y Teresa. “Quijote”, le pidió el favor a director del grupo escolar para que le ayudara a lograr empleo. Éste habló con Manaé Ramírez el esposo de la señora Luisa, que era matarife en el primer matadero que funcionó en el pueblo, situado al final de la calle Ribas, pasando la carretera negra “La Flint”. (Hoy la calle principal de la entrada al barrio El Silencio) Manaé, consultó a su socio el señor Prieto y no había cupo. Sin embargo, le ofreció Bs. 5 diarios para que lo ayudará al desposte de las reses – en esa época a las carnicerías les llevaban el ganado despostado y en piezas – lo cual aceptó. En esas actividades, que también alternó en la limpieza de mondongo para redondearse un sueldo de Bs. 10 semanal, permaneció por espacio de 3 años. Esa agotadora actividad laboral, no fue óbice para que hiciera el esfuerzo e igualmente estudiara en la Academia Comercial PITMAN, que tenía la profesora Celenia de Quiñónez – El esposo Juan era propietario de una distribuidora y alquiler de bicicletas y se distinguía en el pueblo porque poseía un carro convertible que era una novedad en esos tiempos – En esa Academia estudio Taquigrafía, Mecanografía y Contabilidad, cancelaba Bs. 30 mensual. Una vez graduado, con 21 años de edad, le dijo a su mamá que se retiraría del matadero. El trabajo y horario eran muy fuertes y parecía un cadáver ambulante. La pregunta obligada de la vieja. Hijo ¿y quién va traer los reales para la comida de la familia? No os preocupéis. Tenía un plan B.
Título en mano y con la autoestima por las nubes, le solicitó a Celenia una oportunidad como facilitador en su Academia. No había chance. El Prof. Egidio Moreno, dictaba los cursos de matemática, Mecanografía, la Profesora Ana Valenzuela, Taquigrafía, el Prof. Roger Bolívar y Contabilidad, la mismísima Celenia. No cejo en el empeño y le contó la tragedia que vivía con el trabajo que pasaba en el matadero y que lo mantenía enflaquecido. Dramatizó y le dijo ¡No me deje morir, ayúdeme! Celenia, mujer de buen corazón, le respondió. Está bien. Empezarás a trabajar, pero tendrás que conformarte con lo que pueda darte. ¡Bingo!. La pegó. La primera quincena le dio Bs. 120 que era extraordinario. 3 años permaneció en la Academia PITMAN, hasta que, coincidió con Rafael “Cabezón” Valera, esposo de Cruz Rondón, hija de don José María Lira, que habían fijado residencia en Santa Ana y éste le ofreció un trabajo en el comedor de los gringos en la refinería de San Roque. Bs. 100 semanal, la papa y hospedaje asegurado. Habló con Celenia, se retiró y aceptó el trabajo en el comedor. Allí estuvo 2 años, hasta que su jefe perdió el contrato. Otra vez desempleado.
A nadie la falta Dios y como los cariseños, tenemos más familia que mosquito a orilla de río, a los pocos días, Teodosio Pinto, que era subgerente del Banco Venezuela en Anaco y, los fines de semana venía al pueblo, visitaba el negocio de Isidro “Cochinote” Meza, en la calle Ribas, para jugar billar y dominó, le ofreció trabajo. El 23 de enero de 1958, a pesar de la turbulencia política por el derrocamiento de la dictadura del General Marcos Evangelista Pérez Jiménez, estaba recibiendo la oficina que se encargaba de giros del interior. Al año, logró lo trasladaran hasta El Tigre y lo recibió el gerente de la agencia Miguel Ángel Sosa Brito, quien lo asignó al departamento de cuentas corrientes. Allí, permaneció 3 años, para luego pasar a ser cajero durante 5 años. En ese tiempo, recuerda que las empleadas del Banco Venezuela eran Ana Valenzuela, Petra Quijada y Aida Tochón. Un incidente con un contratista del gobierno que instalaba el primer acueducto en el pueblo, lo llevó a tener desavenencias con el gerente de la agencia y a finales del 1965, estaba de nuevo en el rol de agente libre. En condiciones diferentes a las anteriores. Le correspondieron Bs. 11.000 de las prestaciones sociales lo que le permitía aguantarse un tiempo, máxime cuando decidió prestarle a rédito Bs. 10.000 al señor Gaspar Aguilar, lo que le aseguraba un ingreso por intereses aceptable todos los meses. Cariseño pendejo se muere chiquito.
La historia viva de “Quijote” está reducida a una lucha permanente por buscar sobrevivir honesta, decente y dignamente. En los tiempos de mayor sequía, nunca le faltó la mano amiga. Llegaba al Matadero y le solicitaba al señor Gaspar Aguilar que le vendiera un mondongo y al “Chino” Lira una cabeza de cochino. Ambos ordenaban a sus empleados escogieran las mejores y se la regalaban. En esas etapas de estrechez económica, se especializó en la preparación de comidas a base de mondongo y cabeza de cochino. Las cocinó de todas las formas y maneras. En el orden laboral, entonces le toco, incursionar como vendedor. José María Cárdenas, quien era gerente de la Singer en El Tigre, lo empleo como representante de ventas. Era el segundo a bordo de la oficina que estaba ubicada en la calle Bolívar y cuya secretaria era Iris Núñez. Salió el señor Cárdenas y entró como gerente el señor Jaime Mathinsón. En esa empresa permaneció año y medio, hasta que decidió buscar nuevos rumbos. No sabía lo que le esperaba. Le cayó una “pava siriaca”. No lograba empleo. La generosidad del señor Mathinsón, no le faltó. Lo auxiliaba regularmente con Bs. 30 y le decía “no se rinda que pronto logrará emplearse” a pesar del esfuerzo que hacia y los buenos deseos de los amigos, fueron 2 años de pava. Quijote en ese tiempo se convenció: “de que vuelan vuelan”.el que está picado de Macagua cuando ve bejuco se espanta.
En esos días aciagos, coincidió con Oswaldo Quepi, que trabajaba con Chiclets Adams y al cual había dado clases en la academia PITMAN. Lo llevó a Ciudad Bolívar, lo recomendó a la gente de Nabisco La Favorita. Excelente gestión, pero quedó pendiente para cuando surgiera un cupo. Estando en Ciudad Bolívar encontró a Juan Ramón Rodríguez, un amigo que había conocido cuando trabajaba en La Singer. Lo llevó a la oficina de su amigo Santos Rebolledo el cual, se desempeñaba como Secretario General de Gobierno, no había posibilidades, siguió a Puerto Ordaz y en un pasillo de SIDOR, lo vio Marcelo Zabala, un margariteño que había conocido en Anaco cuando trabajo en el Banco Venezuela. El hombre era jefe de personal de SIDOR, lo mandó a emplear, pero el sueldo era irrisorio. No aceptó y regresó frustrado, más no derrotado. En el momento que llega a El Tigre, iniciaba sus operaciones la empresa SVECA que tenía el contrato para instalar el tendido eléctrico que venía de Guri. Frente al patio de la empresa se reunían cerca de mil hombres buscando un empleo. Meterse en ese enjambre, para ver si la pegaba y lo empleaban, era como misión imposible, pero siempre optimista se daba ánimo. El que busca encuentra.
No se amilanó y se acercó. Un día se montó en una tarima que estaba al interior de la cerca el italiano Enzo Bartolini y en voz alta dijo. “Voy a escoger 15” y empezó. “aquel de camisa azul” y todos los de camisa azul o parecida se le venían encima al italiano. No le resultó y cambió la táctica. Fue más específico. Llamaba apuntando bien el blanco. “Quijote” veía llamar y el italiano no lo señalaba. Iban 13 la esperanza se achicaba y cuando llamaron el 14 ¡Bingo! Fue el señalado. Dijo para sus adentros “Cayó la pava siriaca”. Lo enviaron al médico, que era el joven galeno Héctor González Carrasquel, veía salir algunos herniados y pensaba. “Sí, el médico me dice que tengo hernia, me le arrodillo, le digo la necesidad, le ruego que no me deje desempleado” Salió bien y lo enviaron a trabajar. Los primeros 15 días agarró mango bajito a pesar de las condiciones adversas en la sabana abierta de La Mesa de Guanipa dónde cumplían la tarea desguarnecidos. Las piezas de las torres había que pintarlas con anticorrosivos y sólo tenían que agarrarlas con unas pinzas, meterlas en los grandes recipientes y colocarlas a secar a la intemperie. Una vez hecho ese trabajito, venía candanga con burundanga. Abrir los huecos, echando pico y pala para enterrar las bases de las torres. El horario era de 6 a 6 y les pagaban 4 horas de sobretiempo. 16 salario base y 4 bolívares por las horas extras. Total Bs. 20 diarios. Le echo ganas y a los 6 meses, cuando habían instalado las torres desde Soledad hasta Pariaguán, expiró el contrato de SVECA. Los liquidaron a todos y escogieron 20 para un trabajo similar en Santa Lucia. Entre ellos a “Quijote”. No aceptó. No era rentable por lo lejos.
Ese viernes en la tarde llegó entristecido a casa. La esposa, lo esperaba con una sorpresa agradable. El vendedor de “Nabisco La Favorita” Jesús González, le había dejado una tarjeta solicitándole que se presentara en su casa de la tercera carrera sur a las 7 PM. La gestión de Oswaldo Quepi surtía sus efectos. Llegó antes y se entrevistó con la esposa la señora Lourdes Mendoza – una hermana del señor Manuel Alfonzo –. Le dijo que regresara a la hora estipulada. Regresó, el hombre lo atendió, le dijo que había un chance para Margarita y era imprescindible que se entrenara unos 6 meses bajo su tutela. No hay problemas, respondió. En ese tiempo salían a las 8 AM a trabajar en la calle y en la tarde cuando llegaban, diariamente tenían que hacer el inventario en el deposito. Un arduo trabajo que les consumía un tiempo precioso. Cuando estaba a punto de cumplir los 6 meses, lo llamó José Isaac Medrano que laboraba para productos y alimentos Jacks, para que empezara a trabajar de inmediato y en la zona. No lo pensó 2 veces y aceptó el empleo. El jefe del depósito de la empresa en Ciudad Bolívar era Jesús Medrano y con ellos trabajo 2 años, hasta que renunció y se dedicó, con la ayuda del señor Eulogio Vásquez a distribuir productos SAVOY por su cuenta, riesgo y vehículo propio. Conocía las rutas, los clientes y los productos de esta compañía eran de más fácil colocación. A los 2 años de esa actividad, le llegó a la casa su proveedor Vásquez con el gerente de la SAVOY en Ciudad Bolívar. Un señor de origen ruso de nombre Vladimir Romazek. En el primer momento pensó que lo había perjudicado porque le proveía la mercancía sin ser vendedor autorizado. ¡Sorpresa! Lo venían a contratar para que se encargara de la ruta en Upata. Las condiciones era favorables y el día que llegó el hombre a la luna, el 16 de julio de 1969 también llegaba “Quijote” a Upata como representante y vendedor oficial de La SAVOY. Al fin había obtenido estabilidad laboral. 20 años de servicio, se retiró, montó un mayor de víveres, compró un pequeño fundo en una región del estado Bolívar conocida como “El Manganeso” y hoy disfruta del descanso del guerrero alternando su tiempo entre El Tigre y Upata. En ambas localidades tiene intereses materiales y económicos y lo más preciado: familia.
José Jesús Palma el popular “Quijote” casó con doña Josefa Fajardo, oriunda de Pariaguán. Poseen 6 hijos: Rolando José, José Gregorio, Ronnie José, estos 3 comerciantes. De tal palo, tal astilla. Katiuska Josefina, Kenia Yuleni y Karina Ylenis que son profesionales y son mujeres realizadas. En su largo trajinar vivió en las calles Nueva Esparta frente al negocio “El Invencible” de Juan Mejías el popular “Juan Benito”, Independencia y la Falcón c/c Avenida 8 de Pueblo Ajuro, dónde pernocta cuando llega desde Upata dónde tiene su residencia principal. Nació en el año que se inició la gestación del pueblo, es hijo de los primeros pobladores, vivió, disfrutó y sufrió los vaivenes del crecimiento de la ciudad y los incidentes, que tuvo que sortear para sobrevivir, trabajar y los personajes que conoció y menciona con precisión y la prodigiosa memoria que posee, lo convierten en una fuente inagotable de consulta, para todos aquellos investigadores, escritores, cronistas e historiadores que estén interesados en escribir la verdadera y autentica historia de éste pueblo que nació al calor del industria petrolera el 23 de febrero de 1933. “Quijote” hizo su propia historia siempre apegada al autentico pasado del pueblo de El Tigre. Es justicia incluirlo en el disco duro de la memoria histórica de la ciudad.
Nosotros, desde estos humildes destellos, hacemos un pequeño esfuerzo para que no dejar morir nuestra bella, prolija e interesante historia. Memoria contra el olvido.
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