“No hay hombres cultos: hay hombres que se cultivan”
Ferdinand Foch (1851-1929)
General francés
Ferdinand Foch (1851-1929)
General francés
Miguel Ledezma, nació el día12 del mes de las flores en el año 1952, en un caserío ubicado en las riberas del río San Bartolo, a unos 60 Km. del bucólico pueblo de Zuata, parroquia del municipio José Gregorio Monagas del estado Anzoátegui, es hijo del guariqueño Custodio Arevalo y la señora Petra Ledezma, oriunda de Zuata, bregadores del campo y en sus tiempos libres músicos populares. El hijo, no les perdió pisada, como dicen en el llano, lo contagiaron con el canto desde niño. Estudio la primaria en Zuata y como, en ese entonces, no había liceo en el pueblo, se dedicó al trabajo del campo. Fue peón sabanero en los hatos “El Trujillo” de Rafael Antonio “Renco” Núñez, “Bayona” de Juan Rescanieres y “El Rodeo” del italiano Ricardo Geamundo. En estos dos últimos, se desempeño como mayordomo y, dónde había una fiesta llanera, allí estaba de primero al pie del arpa y terminó siendo cantante. De tal palo tal astilla.
En el año 1975, aceptó la invitación que le hizo su primo, el primoroso arpista Bernardo “El Lapo” Ledezma, para que se incorporará como cantante de la agrupación musical “Brisas Llaneras” del cual formaban parte José Guacarán en el cuatro, Manuel “Catire” Flores en las maracas, Alfonzo “Babo” Machado como bajista. Todos bajo la dirección del pequeño gigante de la presentación y animación don Ramón Urpín. El cuadro de vocalistas, lo completaban Roberto Gómez “El Declamador de Oriente”, Oswaldo Robles “El Gavilán de Orichuna” y Eleuterio Hernández “El Turpial Sabanero”. El primer contrato lo obtuvieron en la Cervecería Tiuna de Antonio Paradiso, la cual funcionó por muchos años en la salida a Pariaguán. Miguel, que venía de bregar en el campo, no tenía nombre artístico, entonces Ramón Urpín y Carlos Gómez, lo bautizaron como “El Carrao de San Fernando” nunca los entendió porque debió ser “El Carrao de San Bartolo” en honor al lugar dónde había nacido. No dijo nada y desde esa época se presenta bajo ese distintivo. Un campesino en la ciudad que empezó su desempeño vocalista con buen pie. Un sueño que se consolidaba.
Las parrandas criollas en el campo y algunas veces en Pariaguán de las cuales había sido protagonista eran a capela. Arpa, cuatro, maraca, pulmón y garganta. En esta nueva etapa, como artista y cantante en plan estelar, tuvo que adaptarse a los equipos de sonido y la incorporación del bajista. En la Cervecería Tiuna, permaneció por espacio de 2 años. La agrupación musical se desintegró y luego fue reagrupada por Carlos Gómez, quien la rebautizó, bajo su dirección con el nombre de “Lanzas Llaneras”. Un conjunto mejor ensamblado, adaptado y con un equipo de sonido actualizado. Carlos Gómez que en sus tiempos de declamador, igualmente era una verdadera lanza, logró un contrato, para actuar todos los fines de semana en el club Campo Norte de San Tomé. Durante los 3 años que duró el compromiso, también lograron, buenas y jugosas contrataciones, para animar eventos especiales, celebraciones y festejos particulares de los ejecutivos de la Industria Petrolera. Eran tiempos de estabilidad económica y los realitos rendían. Vivían su mejor momento.
Una vez concluida esa etapa, Aníbal Delgado, el popular “Vaporub” – el apodo surgió por la amplia frente que poseía, no era calvo, le crecía el rostro y según sus amigos no tenía dónde untarle Vick Vaporub. Éste fundó la agrupación musical “Dimensión Venezolana”. Él como director y cuatrista, aparece en la escena musical de nuestra ciudad el Caballero del Arpa Rafael Morales con Germán Roca en las maracas, Amado Rodríguez bajista y Ángel Márquez “El Sute”, que alternaba en el cuatro con el director. El contrato fue para actuar en la Cervecería, Restaurante “California” que fundaron en las inmediaciones del sector El Luchador los hermanos lusitanos Joaquín y Antonio Fernández. En ese lujoso escenario, el presentador y animador fue el poeta Juan Manuel “Moriche” Muñoz y los vocalistas Miguel Ledezma “El Carrao de San Fernando”, Manuel Cedeño “El Picudo”, Belkis Gamboa “La Chinita de Oro”. Crecía la demanda por la música criolla en la ciudad.
En ese tiempo abre sus puertas la Cervecería “Arizona” de los hermanos Gómez (Carlos, Gilberto, Roberto y Noel, el popular “Mal encarado”, Merlín dixit), la cual funcionó frente a la Plaza Bolívar, en el segundo nivel del local, dónde estuvo establecida por muchos años la Cervecería, restaurante, café “Savoy” del llanero don Guillermo Arreaza Arcas, quien con su proverbial buen humor, cordialidad y amabilidad, lo había convertido en el sitio de encuentro por excelencia. La demanda por los conjuntos criollos continúa acrecentándose. El grupo se fragmenta, para dar paso a otra agrupación musical. La conocida “Alma Llanera” con Manuel Roca “El Indio Tiuna” como arpista, que se queda en la Cervecería “California” bajo la dirección y animación del gigante don Ramón Urpín y “Dimensión Venezolana” con Rafael Morales en el arpa, Ángel Márquez “El sute” en el cuatro, Germán Roca en las maracas y los vocalistas Carlos Gómez “El Declamador de Oriente”, José Vicente Escobar “El Coplero de Atamaica”, Edith Ramírez “La Potranquita” y Juan Manuel “Moriche” Muñoz, presentador y animador, que cubren las tablas del escenario de la nueva Cervecería “Arizona” Eran los artistas del momento y todo se desarrollaba en las cervecerías que llevaban por nombres los territorios ocupados por el imperio estadounidense a la república de mexicana. Eran siameses las cervecerías.
La música criolla cobra un gran auge en la ciudad, abre sus puertas, el Rancho Cimarrón de la señora Vilma Miranda y el poeta Raúl Tovar Cardona, los cuales además, incorporan entre las atracciones de su campestre tasca, la carne en vara. El maestro del arpa Ramón “La perdiz de Zaraza” Solano, aprovecha la oportunidad y funda bajo su dirección el conjunto “Botalón, Rejo y Sabana” con Alfonzo Machado “El babo”, como bajista, Cesar Rodríguez en el cuatro, Juan Manuel Piñero en las maracas y los cantantes Eleuterio Hernández, Miguel Ledezma, Taresita Piñero, Erasmo Hernández y Oscar “El Renegado del llano” García quienes actuaron por espacio de 5 años para la selecta clientela de ese popular y concurrido sitio de encuentro. “El Carrao” recuerda que las piezas musicales más solicitadas por los clientes y espectadores, eran “Me robaron mi canoa” “Linda Barinas” y Fiesta en Elorza” que estaban de moda y hoy convertidas en clásicos de nuestro folklore. En muchas oportunidades este escribidor de cuartillas visitó ese sitio en compañía de dos amantes de la música criolla el Ing. Jesús González y el desaparecido Prof. Juan medina Lugo, ambos pilares fundamentales del entonces IUTET. Linda Barinas y El Pájaro Campana, que ejecutaba magistralmente el maestro y Caballero del arpa Rafael Morales, cuando le tocaba hacerle la suplencia al maestro Solano, eran nuestras favoritas. Días inolvidables que no volverán.
Muchas lunas, muchos eventos, muchos recuerdos quedan de esa época de oro de la música criolla y las actuaciones de estos artistas autóctonos en la ciudad, entre ellos Miguel Ledezma “El Carrao de San Fernando” quien luego como agente libre, continuó aceptando presentaciones en las Cervecerías “El Chino” en la salida a Pariaguán, “Los Claveles” que abrió sus puertas en el local de la antigua Discoteca “Canaima” “El Club Mogollón” del siempre bien recordado amigo y hermano Luís Alexis “El Negro” Mogollón y que después, bajo la égida de su hermano el poeta José Gregorio “Golo” Mogollón, le incorporó un conjunto de música criolla. “El Chaparral” que luego cambió el nombre por “La Troja” de Ángel Rodríguez, “La Conexión” en el Gran Hotel, “La Torre del Oro” cuando tuvo bajó la administración del empresario Jesús Vásquez, “El Fogón” del Prof. Luís Armando Sarmiento, “Rancho Grill” de Juan Millán, “Botalón Rejo y Sabana” de Rosarito Romero que todavía asiste a la feria de la Coroba en su pueblo natal Caicara del Orinoco, “La Talanquera” de Jesús Ventura, “Carne en Vara San José” de José Duque y cuyo negocio es atendido ahora por su hijo Jansel Duque, entre otros negocios de la ciudad que fueron y son escenario permanentes de nuestra música criolla. Una forma de matar los tigritos, comenta “El Carrao de San Fernando” adaptado a la nueva realidad. El canto es su vida y continúa en esos avatares.
Miguel Ledezma que se destaca como vocalista de música recia y pasajes, posee sus propias composiciones las cuales son producto de su cosecha intelectual y centelleos de poeta. Esas interpretaciones están grabadas en su CD. Entre sus éxitos destaca “Navegando por el Orinoco” “Bayona tú eres mi cuna” “Hay parranda en La Calceta” y “Porqué me tratas así”, también participó en el Disco de Oro de El Tigre que inspiró, promovió e hizo realidad su compadre Roberto Salazar con la ayuda económica de la alcaldía y la extinta Asamblea Legislativa y también en un casset que grabó con el cantautor guayanés Luís Sarmiento, admirador, amigo, discípulo y pupilo de Julio Jaramillo. Luís es el compositor e interprete de “Amigos simplemente”, “El loco del volante” y “Pa’ lo que salga” este último tema lo popularizó en Colombia y logró un éxito tan espectacular que en año 1981, se convierte en el primer disco record de un venezolano en el vecino país. Actualmente vive en el callejón Inos, en la parroquia La Sabanita de la capital bolivarense. Un artista polifacético y amigo de los artistas de esta región.
Con 35 años en El Tigre, Miguel Ledezma que a su llegada al pueblo se hospedó en una casa ubicada en la quinta carrera norte, que alquilaba su primo el maestro del arpa Bernardo “El Lapo” Ledezma, en la quinta carrera norte para alojar los músicos y cantantes. En ese hospedaje colectivo se mantuvo por espacio de un año. Establecido ya, se trajo a su distinguida esposa Elba Villarroel desde San Diego de Cabrutica y fijó residencia, hasta hoy, en el barrio “Los Sabanales” dónde ya tiene 33 años. En los 38 años de feliz vida matrimonial, posee 3 hijos: Mirelbis Ledezma “La Carraíta”, destacada cantante y que siguió los pasos del padre, Mirelis que estudia ingeniería en la UNEFA y José Miguel, el cual trabaja para una empresa privada. Un hombre humilde, trabajador y honesto que ha dedicado su vida a la interpretación y divulgación de nuestra popular y bella música criolla. En síntesis Miguel “El Carrao de San Fernando” Ledezma es un digno expositor de nuestro folklore.
En estos humildes destellos, buscamos dignificar estos héroes populares, que a pesar de permanecer por muchos años en los escenarios, ganándose el aplauso de los citadinos, actuar en sitios públicos y eventos especiales, no gozan del reconocimiento debido por parte de los organismos oficiales, de historiadores, cronistas e investigadores culturales, pero que, a nuestro humilde entender merecen, al menos, ser incluidos en el disco duro de la memoria histórica de nuestra querida ciudad, la cual nació al calor de la industria petrolera el 23 de febrero de 1933. Miguel Ledezma “El Carrao de San Fernando”, es de aquellos hombres que no presume de culto, es un hombre que se ha cultivado, es un cultor popular e importante protagonista de una parte importante de nuestra historia urbana. Llegó para quedarse a El Tigre y se quedó.
Nuestra corta, prolija e interesante historia, está preñada de personajes, establecimientos, negocios y sitios de encuentro que poco a poco hemos ido citando en estos destellos y los cuales forman parte de las más bellas páginas de nuestra tradición local. Los cultores populares, artistas, músicos, intérpretes, autores, poetas y animadores, también han contribuido y contribuyen con el desarrollo integral de esta pequeña urbe. No sólo de pan vive el hombre. La cultura es el alimento del espíritu y alma de los pueblos.
No olvidéis la célebre frase del mexicano José Sarukhán, ex rector de la universidad autónoma de su país “Cultura es sinónimo de civilización y progreso intelectual” A buen entendedor pocas palabras.
En el año 1975, aceptó la invitación que le hizo su primo, el primoroso arpista Bernardo “El Lapo” Ledezma, para que se incorporará como cantante de la agrupación musical “Brisas Llaneras” del cual formaban parte José Guacarán en el cuatro, Manuel “Catire” Flores en las maracas, Alfonzo “Babo” Machado como bajista. Todos bajo la dirección del pequeño gigante de la presentación y animación don Ramón Urpín. El cuadro de vocalistas, lo completaban Roberto Gómez “El Declamador de Oriente”, Oswaldo Robles “El Gavilán de Orichuna” y Eleuterio Hernández “El Turpial Sabanero”. El primer contrato lo obtuvieron en la Cervecería Tiuna de Antonio Paradiso, la cual funcionó por muchos años en la salida a Pariaguán. Miguel, que venía de bregar en el campo, no tenía nombre artístico, entonces Ramón Urpín y Carlos Gómez, lo bautizaron como “El Carrao de San Fernando” nunca los entendió porque debió ser “El Carrao de San Bartolo” en honor al lugar dónde había nacido. No dijo nada y desde esa época se presenta bajo ese distintivo. Un campesino en la ciudad que empezó su desempeño vocalista con buen pie. Un sueño que se consolidaba.
Las parrandas criollas en el campo y algunas veces en Pariaguán de las cuales había sido protagonista eran a capela. Arpa, cuatro, maraca, pulmón y garganta. En esta nueva etapa, como artista y cantante en plan estelar, tuvo que adaptarse a los equipos de sonido y la incorporación del bajista. En la Cervecería Tiuna, permaneció por espacio de 2 años. La agrupación musical se desintegró y luego fue reagrupada por Carlos Gómez, quien la rebautizó, bajo su dirección con el nombre de “Lanzas Llaneras”. Un conjunto mejor ensamblado, adaptado y con un equipo de sonido actualizado. Carlos Gómez que en sus tiempos de declamador, igualmente era una verdadera lanza, logró un contrato, para actuar todos los fines de semana en el club Campo Norte de San Tomé. Durante los 3 años que duró el compromiso, también lograron, buenas y jugosas contrataciones, para animar eventos especiales, celebraciones y festejos particulares de los ejecutivos de la Industria Petrolera. Eran tiempos de estabilidad económica y los realitos rendían. Vivían su mejor momento.
Una vez concluida esa etapa, Aníbal Delgado, el popular “Vaporub” – el apodo surgió por la amplia frente que poseía, no era calvo, le crecía el rostro y según sus amigos no tenía dónde untarle Vick Vaporub. Éste fundó la agrupación musical “Dimensión Venezolana”. Él como director y cuatrista, aparece en la escena musical de nuestra ciudad el Caballero del Arpa Rafael Morales con Germán Roca en las maracas, Amado Rodríguez bajista y Ángel Márquez “El Sute”, que alternaba en el cuatro con el director. El contrato fue para actuar en la Cervecería, Restaurante “California” que fundaron en las inmediaciones del sector El Luchador los hermanos lusitanos Joaquín y Antonio Fernández. En ese lujoso escenario, el presentador y animador fue el poeta Juan Manuel “Moriche” Muñoz y los vocalistas Miguel Ledezma “El Carrao de San Fernando”, Manuel Cedeño “El Picudo”, Belkis Gamboa “La Chinita de Oro”. Crecía la demanda por la música criolla en la ciudad.
En ese tiempo abre sus puertas la Cervecería “Arizona” de los hermanos Gómez (Carlos, Gilberto, Roberto y Noel, el popular “Mal encarado”, Merlín dixit), la cual funcionó frente a la Plaza Bolívar, en el segundo nivel del local, dónde estuvo establecida por muchos años la Cervecería, restaurante, café “Savoy” del llanero don Guillermo Arreaza Arcas, quien con su proverbial buen humor, cordialidad y amabilidad, lo había convertido en el sitio de encuentro por excelencia. La demanda por los conjuntos criollos continúa acrecentándose. El grupo se fragmenta, para dar paso a otra agrupación musical. La conocida “Alma Llanera” con Manuel Roca “El Indio Tiuna” como arpista, que se queda en la Cervecería “California” bajo la dirección y animación del gigante don Ramón Urpín y “Dimensión Venezolana” con Rafael Morales en el arpa, Ángel Márquez “El sute” en el cuatro, Germán Roca en las maracas y los vocalistas Carlos Gómez “El Declamador de Oriente”, José Vicente Escobar “El Coplero de Atamaica”, Edith Ramírez “La Potranquita” y Juan Manuel “Moriche” Muñoz, presentador y animador, que cubren las tablas del escenario de la nueva Cervecería “Arizona” Eran los artistas del momento y todo se desarrollaba en las cervecerías que llevaban por nombres los territorios ocupados por el imperio estadounidense a la república de mexicana. Eran siameses las cervecerías.
La música criolla cobra un gran auge en la ciudad, abre sus puertas, el Rancho Cimarrón de la señora Vilma Miranda y el poeta Raúl Tovar Cardona, los cuales además, incorporan entre las atracciones de su campestre tasca, la carne en vara. El maestro del arpa Ramón “La perdiz de Zaraza” Solano, aprovecha la oportunidad y funda bajo su dirección el conjunto “Botalón, Rejo y Sabana” con Alfonzo Machado “El babo”, como bajista, Cesar Rodríguez en el cuatro, Juan Manuel Piñero en las maracas y los cantantes Eleuterio Hernández, Miguel Ledezma, Taresita Piñero, Erasmo Hernández y Oscar “El Renegado del llano” García quienes actuaron por espacio de 5 años para la selecta clientela de ese popular y concurrido sitio de encuentro. “El Carrao” recuerda que las piezas musicales más solicitadas por los clientes y espectadores, eran “Me robaron mi canoa” “Linda Barinas” y Fiesta en Elorza” que estaban de moda y hoy convertidas en clásicos de nuestro folklore. En muchas oportunidades este escribidor de cuartillas visitó ese sitio en compañía de dos amantes de la música criolla el Ing. Jesús González y el desaparecido Prof. Juan medina Lugo, ambos pilares fundamentales del entonces IUTET. Linda Barinas y El Pájaro Campana, que ejecutaba magistralmente el maestro y Caballero del arpa Rafael Morales, cuando le tocaba hacerle la suplencia al maestro Solano, eran nuestras favoritas. Días inolvidables que no volverán.
Muchas lunas, muchos eventos, muchos recuerdos quedan de esa época de oro de la música criolla y las actuaciones de estos artistas autóctonos en la ciudad, entre ellos Miguel Ledezma “El Carrao de San Fernando” quien luego como agente libre, continuó aceptando presentaciones en las Cervecerías “El Chino” en la salida a Pariaguán, “Los Claveles” que abrió sus puertas en el local de la antigua Discoteca “Canaima” “El Club Mogollón” del siempre bien recordado amigo y hermano Luís Alexis “El Negro” Mogollón y que después, bajo la égida de su hermano el poeta José Gregorio “Golo” Mogollón, le incorporó un conjunto de música criolla. “El Chaparral” que luego cambió el nombre por “La Troja” de Ángel Rodríguez, “La Conexión” en el Gran Hotel, “La Torre del Oro” cuando tuvo bajó la administración del empresario Jesús Vásquez, “El Fogón” del Prof. Luís Armando Sarmiento, “Rancho Grill” de Juan Millán, “Botalón Rejo y Sabana” de Rosarito Romero que todavía asiste a la feria de la Coroba en su pueblo natal Caicara del Orinoco, “La Talanquera” de Jesús Ventura, “Carne en Vara San José” de José Duque y cuyo negocio es atendido ahora por su hijo Jansel Duque, entre otros negocios de la ciudad que fueron y son escenario permanentes de nuestra música criolla. Una forma de matar los tigritos, comenta “El Carrao de San Fernando” adaptado a la nueva realidad. El canto es su vida y continúa en esos avatares.
Miguel Ledezma que se destaca como vocalista de música recia y pasajes, posee sus propias composiciones las cuales son producto de su cosecha intelectual y centelleos de poeta. Esas interpretaciones están grabadas en su CD. Entre sus éxitos destaca “Navegando por el Orinoco” “Bayona tú eres mi cuna” “Hay parranda en La Calceta” y “Porqué me tratas así”, también participó en el Disco de Oro de El Tigre que inspiró, promovió e hizo realidad su compadre Roberto Salazar con la ayuda económica de la alcaldía y la extinta Asamblea Legislativa y también en un casset que grabó con el cantautor guayanés Luís Sarmiento, admirador, amigo, discípulo y pupilo de Julio Jaramillo. Luís es el compositor e interprete de “Amigos simplemente”, “El loco del volante” y “Pa’ lo que salga” este último tema lo popularizó en Colombia y logró un éxito tan espectacular que en año 1981, se convierte en el primer disco record de un venezolano en el vecino país. Actualmente vive en el callejón Inos, en la parroquia La Sabanita de la capital bolivarense. Un artista polifacético y amigo de los artistas de esta región.
Con 35 años en El Tigre, Miguel Ledezma que a su llegada al pueblo se hospedó en una casa ubicada en la quinta carrera norte, que alquilaba su primo el maestro del arpa Bernardo “El Lapo” Ledezma, en la quinta carrera norte para alojar los músicos y cantantes. En ese hospedaje colectivo se mantuvo por espacio de un año. Establecido ya, se trajo a su distinguida esposa Elba Villarroel desde San Diego de Cabrutica y fijó residencia, hasta hoy, en el barrio “Los Sabanales” dónde ya tiene 33 años. En los 38 años de feliz vida matrimonial, posee 3 hijos: Mirelbis Ledezma “La Carraíta”, destacada cantante y que siguió los pasos del padre, Mirelis que estudia ingeniería en la UNEFA y José Miguel, el cual trabaja para una empresa privada. Un hombre humilde, trabajador y honesto que ha dedicado su vida a la interpretación y divulgación de nuestra popular y bella música criolla. En síntesis Miguel “El Carrao de San Fernando” Ledezma es un digno expositor de nuestro folklore.
En estos humildes destellos, buscamos dignificar estos héroes populares, que a pesar de permanecer por muchos años en los escenarios, ganándose el aplauso de los citadinos, actuar en sitios públicos y eventos especiales, no gozan del reconocimiento debido por parte de los organismos oficiales, de historiadores, cronistas e investigadores culturales, pero que, a nuestro humilde entender merecen, al menos, ser incluidos en el disco duro de la memoria histórica de nuestra querida ciudad, la cual nació al calor de la industria petrolera el 23 de febrero de 1933. Miguel Ledezma “El Carrao de San Fernando”, es de aquellos hombres que no presume de culto, es un hombre que se ha cultivado, es un cultor popular e importante protagonista de una parte importante de nuestra historia urbana. Llegó para quedarse a El Tigre y se quedó.
Nuestra corta, prolija e interesante historia, está preñada de personajes, establecimientos, negocios y sitios de encuentro que poco a poco hemos ido citando en estos destellos y los cuales forman parte de las más bellas páginas de nuestra tradición local. Los cultores populares, artistas, músicos, intérpretes, autores, poetas y animadores, también han contribuido y contribuyen con el desarrollo integral de esta pequeña urbe. No sólo de pan vive el hombre. La cultura es el alimento del espíritu y alma de los pueblos.
No olvidéis la célebre frase del mexicano José Sarukhán, ex rector de la universidad autónoma de su país “Cultura es sinónimo de civilización y progreso intelectual” A buen entendedor pocas palabras.