“El arte de la vida es el
arte de evitar el dolor”
Thomas Jefferson (1743-1826)
Político y filósofo estadounidense.
Durante 30 años, vimos en las calles del pueblo al amigo Santos Rafael Carett Álvarez a bordo de una bicicleta, boleta en mano, llevando y entregando en las manos las citaciones que el Cuerpo Técnico de Policía Judicial (CTPJ) le hacía a los requeridos para alguna investigación. Los vecinos cuando lo veían acercarse a una casa exclamaban “llegó la paloma mensajera de la PTJ, en algún rollo está metido alguno de los que allí viven” Era la verdad, le correspondió por espacio de 30 años, llevar las malas nuevas. Responsable, serio y puntual con su trabajo, se convirtió, en todo un personaje del paisaje citadino.
Con su proverbial humildad y espontaneidad, cuenta que, llegó a ese trabajo porque cuando promediaba los 20 años, había nacido el 01 de noviembre de 1941, hizo amistad con el cabo GN Ramón “Boves” Trías que era alto funcionario de la Digepol, la cual funcionaba en la primera carrera al lado de La Comercial Moya Meneses. En la relación que existía entra el CTPJ y la Digepol, conoció al comisario Francisco Medrano que era el jefe de la policía científica, quien lo invitó a su cuerpo para que se desempeñara como mensajero, cargo que ostentó por espacio de 30 años y se vio obligado a abandonar cuando sufrió junto a un primo, un accidente automovilístico cuando se dirigían a Anaco y en cual perdió el brazo derecho, se partió una pierna y después de una larga convalecencia, apenas pudo recobrar su capacidad para caminar, cuestión que hace con mucha dificultad apoyándose en un pequeño bastón. Poseía problemas motores congénitos y esa tragedia casi lo desgracia totalmente.
Recuerda que en esa larga estadía en el CTPJ hoy CICPC, su sueldo dependió siempre de los gastos de funcionamiento que le eran asignados mensualmente a la oficina El Tigre, la bicicleta era del cuerpo y nunca obtuvo cargo fijo. En esos 30 años, conoció a muchos comisarios que pasaron por la jefatura de esta importante delegación. Francisco Medrano con el cual se inició y luego recuerda entre otros a Simoza, Líbano Hernández, Carpio Osuna, Bermúdez Galantón, Edgar Evans Guatache, famoso por el caso William Frank Niehous, hoy convaleciente en Caracas afectado por un cáncer el cual todos aspiramos pueda vencer, Cuoto Rondón, José María García, Ramírez Gutiérrez y Tononi que fue su último jefe. Con todos, dice con satisfacción, mantiene una excelente relación de amistad, con los que todavía están activos y son altos funcionarios en la capital, las pocas veces que los visita, lo reciben con gran aprecio, cariño y respeto. A falta de seguridad social, le queda ese premio de consolación. La amistad de quienes fueron sus jefes inmediatos.
Oriundo de El Tigre e hijo del guireño Julio Carett y la guayanesa Luisa Álvarez, a pesar de las tragedias, la dificultad motora con la cual nació y que agravó el accidente automovilístico, no se rinde ante las desdichas y aún cuando del CTPJ no le quedó ni la bicicleta, ahora armado de su bastón y un celular, prácticamente arrastrando las piernas y a pesar de sus 68 años, todavía busca la arepa para vivir con dignidad. Vendió terminales y como a nadie la falta Dios su tío Manuel Álvarez quien era preparador de caballos lo dateaba por teléfono y con esa ventaja se acerca al remate y por cada dato obtiene entre Bs. 10 y 20, que le resuelven la semana. Una vez que murió su tío, ya había hecho contacto con otros entrenadores y algunos jinetes, los llama y lo siguen dateando para continuar su actividad. Entre sus clientes favoritos está el amigo ex prefecto Emersón Camero que no mete una locha a un caballo, si primero no lo consulta y según relata, con picardía Santos Carett, en las apuestas le va muy bien
Hoy, Santos Carett, el conocido popularmente como la paloma mensajera de la PTJ, quiere volar de nuevo. Necesita una autoridad benefactora que lo dote de un carrito de 3 ruedas, con el cual, pueda movilizarse por la ciudad. Cuenta que lo puede mover con las piernas y maniobrar con el brazo izquierdo. Fuerza de voluntad y ganas de buscar y mantenerse con vida le sobran. Dios quiera que el alcalde, el gobernador o un ejecutivo de la Gerencia de Servicios Sociales de Petróleos de Venezuela lean esta humilde crónica, se interesen en su caso, puedan satisfacer esa pequeña necesidad de este sufrido y valiente personaje y podamos ver, de nuevo en el horizonte local, a la paloma mensajera volar de nuevo.
Con su proverbial humildad y espontaneidad, cuenta que, llegó a ese trabajo porque cuando promediaba los 20 años, había nacido el 01 de noviembre de 1941, hizo amistad con el cabo GN Ramón “Boves” Trías que era alto funcionario de la Digepol, la cual funcionaba en la primera carrera al lado de La Comercial Moya Meneses. En la relación que existía entra el CTPJ y la Digepol, conoció al comisario Francisco Medrano que era el jefe de la policía científica, quien lo invitó a su cuerpo para que se desempeñara como mensajero, cargo que ostentó por espacio de 30 años y se vio obligado a abandonar cuando sufrió junto a un primo, un accidente automovilístico cuando se dirigían a Anaco y en cual perdió el brazo derecho, se partió una pierna y después de una larga convalecencia, apenas pudo recobrar su capacidad para caminar, cuestión que hace con mucha dificultad apoyándose en un pequeño bastón. Poseía problemas motores congénitos y esa tragedia casi lo desgracia totalmente.
Recuerda que en esa larga estadía en el CTPJ hoy CICPC, su sueldo dependió siempre de los gastos de funcionamiento que le eran asignados mensualmente a la oficina El Tigre, la bicicleta era del cuerpo y nunca obtuvo cargo fijo. En esos 30 años, conoció a muchos comisarios que pasaron por la jefatura de esta importante delegación. Francisco Medrano con el cual se inició y luego recuerda entre otros a Simoza, Líbano Hernández, Carpio Osuna, Bermúdez Galantón, Edgar Evans Guatache, famoso por el caso William Frank Niehous, hoy convaleciente en Caracas afectado por un cáncer el cual todos aspiramos pueda vencer, Cuoto Rondón, José María García, Ramírez Gutiérrez y Tononi que fue su último jefe. Con todos, dice con satisfacción, mantiene una excelente relación de amistad, con los que todavía están activos y son altos funcionarios en la capital, las pocas veces que los visita, lo reciben con gran aprecio, cariño y respeto. A falta de seguridad social, le queda ese premio de consolación. La amistad de quienes fueron sus jefes inmediatos.
Oriundo de El Tigre e hijo del guireño Julio Carett y la guayanesa Luisa Álvarez, a pesar de las tragedias, la dificultad motora con la cual nació y que agravó el accidente automovilístico, no se rinde ante las desdichas y aún cuando del CTPJ no le quedó ni la bicicleta, ahora armado de su bastón y un celular, prácticamente arrastrando las piernas y a pesar de sus 68 años, todavía busca la arepa para vivir con dignidad. Vendió terminales y como a nadie la falta Dios su tío Manuel Álvarez quien era preparador de caballos lo dateaba por teléfono y con esa ventaja se acerca al remate y por cada dato obtiene entre Bs. 10 y 20, que le resuelven la semana. Una vez que murió su tío, ya había hecho contacto con otros entrenadores y algunos jinetes, los llama y lo siguen dateando para continuar su actividad. Entre sus clientes favoritos está el amigo ex prefecto Emersón Camero que no mete una locha a un caballo, si primero no lo consulta y según relata, con picardía Santos Carett, en las apuestas le va muy bien
Hoy, Santos Carett, el conocido popularmente como la paloma mensajera de la PTJ, quiere volar de nuevo. Necesita una autoridad benefactora que lo dote de un carrito de 3 ruedas, con el cual, pueda movilizarse por la ciudad. Cuenta que lo puede mover con las piernas y maniobrar con el brazo izquierdo. Fuerza de voluntad y ganas de buscar y mantenerse con vida le sobran. Dios quiera que el alcalde, el gobernador o un ejecutivo de la Gerencia de Servicios Sociales de Petróleos de Venezuela lean esta humilde crónica, se interesen en su caso, puedan satisfacer esa pequeña necesidad de este sufrido y valiente personaje y podamos ver, de nuevo en el horizonte local, a la paloma mensajera volar de nuevo.
Van 20 años desde que sufrió el accidente y Santos Carett continúa vigente en la memoria de los vecinos de la ciudad. Todos recuerdan a la paloma mensajera de la PTJ, por eso lo escogimos como personaje para este destello de la memoria y además conocemos de las grandes dificultades y sinsabores que ha tenido que soportar y vencer para hoy, todavía tener voluntad de aspirar una pequeña ayuda del municipio o el estado, para continuar subsistiendo y manteniendo su humilde hogar que comparte con su adorada y viuda viejecita. A pesar del dolor, Santos Carett, ha cultivado, quizá sin saberlo, el arte de vivir con una destreza digna de la mejor causa. Las autoridades tienen la palabra.
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