sábado, agosto 19, 2006

Los cines en la ciudad

“¡Si no lo hubiese sabido nunca! Lo que
no se sabe es como si no fuera”
Jacinto Benavente.

El sábado 12 de agosto de 2006, salgo tempranito como de costumbre a cumplir mi caminata mañanera, la cual incluye en el recorrido, retirar mis diarios en el kiosco La Confianza, de la señora Rosa Estrada. Ese día coincido con un viejo amigo que me felicita efusivamente. Le pregunto ¿Y eso? Me contesta por tus columnas acerca de la historia menuda de la ciudad. ¡Ah, ok! le respondo. Se hace lo que se puede. Me llama aparte y se me ofrece para que hagamos un recorrido por la ciudad y recordemos los sitios dónde funcionaron los cines en la ciudad desde el año 1939. Acepto, nos ponemos de acuerdo y salimos el domingo 13 en la mañana. Nos dirigimos a la calle Ricaurte y me señala aquí, se instaló el primero, frente a la Prefectura, que llevó por nombre “Cine Irma” luego se abrieron otros, exactamente en el inmueble que tiene como sede al partido COPEI, que se llamó CINELANDIA. En silencio, me digo para mis adentros, lo que son las cosas, nacido y criado en El Tigre y ahora es cuando me entero que existieron estos cines. Bueno, como me asalta la duda, consulto con don Mauro Barrios y me lo confirma. Estoy seguro que más de uno se sorprenderá, pero así, son las cosas.

Mi amigo Gilberto Pinto, en el recorrido me dice que el no vio esos cines, porque precisamente, vino al mundo el 06 de junio de 1939 en la calle Rivas, al lado de Los Piñero, frente a la pila de agua, pues. Empero, cuando inició sus estudios en la escuela “Cova Maza” que funcionaba en la calle Ricaurte, cerca de la actual Prefectura, escuchó de la existencia de ambos cines. Recuerda, también, que la escuela estaba diseminada en varios locales (casas) del Casco Viejo, igual que la “Simón Rodríguez, hasta el año 1953 cuando inauguraron la sede en la primera calle norte que concentró a ambas escuelas con el nombre del maestro del libertador, bajo la dirección de la maestra Carmen Elisa Encinales. Gilberto que interrumpió sus estudios en cuarto grado, se desempeño desde el años 1954 al 1958, como sacristán en los tiempos del padre Romero Mata, que construyó la iglesia con los sorteos de los animalitos y luego con el padre Antonio Colmenares. En al año 59 asumió Bruno Vístoli fecha cuando abandonó para contraer nupcias con su actual esposa Carmen González con la cual procreo 7 hijos que le han dado la dicha de contar con 16 nietos, por ahora, dice con orgullo.

El año 1959, se instala en Caracas, logra un empleo como cobrador - motorizado en una empresa de bienes y raíces de don Eugenio Mendoza, hasta el año 61 cuando regresa a El Tigre para trabajar en la contratista “Romaní” por muy poco tiempo ya que el año siguiente lo absorbe Mene Grande Oil Company que luego, fue Meneven, Corpoven y actualmente Pdvsa donde laboró por espacio de 38 años hasta que se jubiló. Durante su tiempo como sacristán, alternaba como portero de los cines Principal, luego teatro Maroní, Ayacucho, Bolívar, que estaban muy cerca de su vivienda en la calle Sucre. Dos en la calle Bolívar y el otro en el callejón Igualdad paralelo a la entrada del callejón Berruecos. Otros cines que se instalaron en el ahora, conocido Casco Viejo fueron el Girardot, cerca de la avenida cinco, el Aragua en el callejón Nueva Esparta cruce con callejón Aragua y el cine Canaima en la calle 5 de Julio de Pueblo Ajuro entre la calle Nueva Esparta y la carretera Negra de La Flint. Puras mexicanas en la cartelera de la época.

Concluido el recorrido en el Casco Viejo, enfilamos hacía Pueblo Nuevo Norte donde funcionaron los cines Sucre, en la Segunda Calle Norte cruce con Tercera Carrera Norte, el Libertador en la Sexta Calle Norte cruce con Cuarta Carrera Norte, el Miranda, luego Teatro Cristal en la Avenida Francisco de Miranda actual sede de la empresa ELIDORCA. El España en la salida a Pariaguan frente a la Plaza España, cuyo propietario, don Roberto Bonaguro, también instaló el Autocine Guanipa y había consolidado el Cine Plaza que eran los distinguidos de la ciudad y que fue el último que le sobrevivió en la ciudad al betamax, VHS, televisión por cable y a la salvaje inseguridad

Don Mauro Barrios, recuerda, cuando le hago la consulta acerca de los cines Irma y Cinelandia, que el cine Principal, fue el tercero de la ciudad, cuando lo inauguraron, me cuenta que, estrenaron una película mexicana de Simón Bolívar que constituyó un gran éxito. En esa cinta cinematográfica destacaban Carlos López Orellana en el papel del Libertador y Julián Soler como José Antonio Páez. En esa sala del cine Principal, se presentaron en vivo artistas famosos como Pedro Infante y Antonio Aguilar. Volviendo al amigo Gilberto Pinto quien inspiro este trabajo, para recordar los cines que funcionaron en la ciudad me dijo también que como sacristán ganaba Bs. 4 en la semana los cuales complementaba con los Bs. 10 que le reportaba el trabajo de portero en los cines que le proporcionaban un salario por encima del promedio para ese momento de Pepsi a medio, hallaca a real, pan de a puya en la panadería Plaza y cervecita a tres lochas en el negocio de la Negra Dámaso en la Avenida Cinco.

Innumerables jóvenes trabajaron en esos cines. Recuerda el amigo Gilberto Pinto a Francisco Quintana operador del cine Girardot, Tobías Scribani operador en el cine Ayacucho y principal que tenía como ayudante a José Lozada, a Pedro y Miguel Rojas que eran los gerentes, a Elpidio Cabrera, Remigio Zabaleta que pintaban los cartelones y colocaban en sitios estratégicos de la ciudad anunciando la película del día, muchos otros como el popular Tarzán que era el que cuidaba la disciplina en sala interna, Agustín, Augusto Guerra, Néstor “Pata e’ perro” Gil, actualmente trabajadores del IUTJAA, Saúl “Perrín” Alcalá, hoy caricaturista estrella del diario Antorcha, y su compadre del alma Hugo “Bola e’ burro” García quien además era su compañero de farra cuando estaban de moda los bares familiares en Pueblo Ajuro, la Charneca y el barrio La Cruz conocido como Barrio Loco. Cervecita a real y cinco piezas musicales por un bolívar tocaba la rockola. Una Guará, diría un Barquisimetano.

El cine Sucre, recuerda con mucha precisión el amigo Gilberto Pinto, fue instalado por unos jóvenes que venían periódicamente a la ciudad a vender el famoso chorizo carupanero y la no menos deliciosa morcilla. Los del Casco Viejo aún cuando tenían gerentes locales pertenecían a un grupo español que tenía su centro de operaciones en Barcelona y el cine Miranda que luego fue el Teatro Cristal era de Pepe Escriba que poseía un gran parecido con el eximio comediante Cantinflas, cuestión que aprovechaba para vestirse a la usanza del famoso mexicano para promocionar su cine y en los carnavales era una figura muy vistosa porque aparte del parecido con Cantinflas, hacia un papel muy excelente haciendo de su doble. Era la época bucólica, simpática y de oro de la ciudad. A medio la exquisita cagalera que vendía el negro dulcero, un real el cuento nuevo, medio el usado, la entrada a los cines populares un real y a los cines chic un bolívar. Había los sábados y domingo 4 funciones. Vermouth en la mañana, Matinée en la tarde y las dos de la noche. ¿Qué tal? Muy bueno, porque confirma una vez más una gran verdad. Recordar es vivir.

Ahora que lo sabemos, hay la seguridad que fue. En mi caso, es un humilde aporte para que la elite ilustrada continué su ardua labor de investigar estos hechos y personajes para la conservación y preservación de la memoria histórica de la ciudad. ¡Vale!





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