sábado, enero 30, 2010

Personajes de mi pueblo: El Flaco del Arichuna

La sociedad seria una cosa hermosa si se interesaran los unos por los otros
Sébastien-Roch Nicolás Chamfort (1740-1794)
Escritor Francés.

El hotel Arichuna de la sucesión Massobrio, es testigo silencioso de buena parte de la historia de la ciudad, en diferentes momento de de ese devenir histórico fue sitio obligado de estadía para líderes políticos, sindicales, intelectuales, empresariales, militares y civiles. En esas prestigiosas y bucólicas instalaciones, se hospedaron personalidades de la talla del eximio escritor Miguel Otero Silva en sus constantes y largas permanencias en el pueblo para in situ recopilar información, que le permitió escribir, con datos bien confirmados, su célebre novela “Oficina Nº 1”, los expresidentes Rafael Caldera (+) Carlos Andrés Pérez, Wolfang Larrazabal Ugueto (+) y los ex-aspirantes al solio presidencial Jovito Villalba (+) José Vicente Rangel, Luís Piñerúa Ordaz (+) entre otros y allí, también funcionó por muchos años, El “Rotary Club El Tigre” que reúne en su seno a un selecto grupo de ciudadanos de la sociedad local, que siempre recibieron en esas instalaciones a líderes nacionales e internacionales de ese prestigioso club de servicio. Un sitio de encuentro por excelencia.

En ese histórico hotel, trabajó como mesonero desde el año 1961, hasta el año 1983 el señor Germán Rafael Suárez, “Flaco del Arichuna” como es conocido popularmente, quien había llegado desde su natal Antolín del Campo en la isla de las perlas de la mano de su paisano y vecino don Miguel Arismendi (Cocoliso) que lo entusiasmó a emigrar hasta El Tigre, una vez que lamentablemente, quedó huérfano. En ese tiempo el viejo Miguel laboraba en la empresa Mene Grande Oil Company y con gran cariño y vocación solidaria, lo acogió en su hogar de la calle Héctor Villegas por espacio un tiempo, hasta que, se mudó para la casa de su tío Alí Suárez, que poseía una bodega en Pueblo Ajuro.”El Flaco”, que había nacido el 27 de octubre de de 1942, promediaba los 14 años cuando llegó a nuestro incipiente pueblo. Una vez aquí, concluyó sus estudios de primaria en el grupo escolar estado Trujillo, los cuales había iniciado en la escuela La Fuente de Antolín del Campo luego, no pudo continuar estudios y se dedicó a ayudar a su tío en la bodega hasta que logro empleo en el hotel Arichuna con un sueldo de Bs. 5 diarios. Un salario aceptable para un joven novicio en esa época.

En esos años contrajo nupcias con la señora Carmen Elisa Cairo con la cual posee 3 hijos: la secretaria profesional Yurbi Josefina, el prestigioso Comisario y abogado de la Policía Metropolitana en el estado Anzoátegui, Jesús Rafael Suárez Cairo y el profesional del volante Germán Rafael y como la generalidad de los orientales echan su canita al aire, también tiene 2 hijos fuera del matrimonio: Virginia y Germán Padrino. Entre todos sus hijos, el popular “Flaco del Arichuna”, por ahora, tiene la dicha de ver crecer 11 nietos. Una prolija familia de un hombre que llegó a la ciudad, cuando estaba tomando impulso como pueblo para convertirse en la pequeña urbe de la cual disfrutamos actualmente. Con su humildad, laboriosidad y proverbial buen humor “El Flaco” es un personaje muy popular en la ciudad. Llegó, se enamoró, casó, trabajó y tiene la prolongación de su vida en la ciudad. Pa’ dónde coge con esa pata hinchá.

En el hotel Arichuna se inició, desarrollo y perfeccionó como excelente mesonero y especialista en la preparación de bebidas bajo la dirección, orientación y vigilancia del señor Bruno Migliorini, quien era el arrendatario del negocio, más tarde obtuvo otros secretos del oficio con el posterior socio de don Bruno, el señor Filomeno Mazzuco, ambos unas instituciones y pioneros en el ramo de la hotelería, bar y restaurante en la ciudad. Desde el año 1961, hasta que estos emprendedores empresarios, fundaron por el año 1980 el bar restaurante “El Garden” en el sector “Vea”, “El Flaco” trabajo para ellos, luego continúo hasta el 1983 bajo la égida y dirección del Dr. Italo Massobrio, el propietario que regentó el hotel Arichuna durante un tiempo, hasta que lo volvió a arrendar, esta vez al señor Oreste Bandini, luego a don Martín Márquez y posteriormente al árabe Nabil Isa. Esa es otra historia, lo cierto del caso es que el popular “Flaco” se marchó al Garden con sus antiguos patronos hasta el año 2003, cuando se retiró de la actividad. 42 años de trasnochos, no es cosa fácil para un ser humano y “El Flaco”, en los últimos años de su agotadora actividad, se echaba sus traguitos para permanecer “ríspero” y ya se movía, entre las mesas y clientes, con el piloto automático. Le llegó la hora del reposo del guerrero y no lo pensó dos veces.

En esos largos años como mesonero en el hotel Arichuna, “El Flaco” tuvo el placer de atender, servir y hasta lidiar con una gran cantidad de personajes de la ciudad entre los cuales recuerda los profesores José Antonio Arias Reyes(+) Frank Acosta, Hernán Iro, Juan Hernández, Luciano Carreño (+), el Ing. Simón Farcheg, Los hermanos Leotaud, don Luís García, el Dr. Freddy Rangel (+) a los periodistas don Edmundo Barrios, Calazán Guzmán, Pedro Marrero Hernández, Pedro Emilio “Pejas” Rojas Vargas, Pedro Manuel Vásquez, Alberto Guzmán Lárez, Juan Meza Vergara, todos lamentablemente desaparecidos físicamente y los que todavía están como un toro antes de la corrida, Ángel Camauta, Alexander Compiani, los también poetas Evaristo Marin y Aquiles Lamber Marcano, además de don Mauro Barrios (+) Samih Murhib (+) Meza Piñero, Luís Harris Rangel, el “Renco” Núñez (+) Félix Millán, Arcángel Alcalá (+) Mario Cervi, Guillermo Medina, don Carlos Poleo, José Luís Tineo (+) Atilio Mazzarri (+) “Chuito” Almeida (+) Eduardo Medina, Francisco Paz (+) don Joaquín Salcedo Rojas (+) “Toñito” Liccioni (+) Otto Espinoza, “Goyo” Gutiérrez (+) Gustavo Perdomo, Clemente Aranaga y el infaltable amante del mundo vitícola, el Prof. Ángel Antonio Merlín, que llamaba temprano, vía telefónica, para ordenar le enfriarán una botella del exquisito vino francés Lefolkmelk, la leche de la mujer amada. En esa estela de personajes, los había dice “El Flaco”, carrera corta y de largo aliento, pitcheres y quienes siempre se colocaban detrás del home, pero en líneas generales todos hombres de bien, excelentes amigos y de grata recordación. De las propinas, mejor no hablo, nos dice con picardía.

El “Flaco del Arichuna” cuenta con su proverbial buen humor que en la oportunidad que los visitó el Dr. Rafael Caldera Rodríguez (+) se acercó a la barra, amablemente le ordenó un café pequeño, que tenía un costo de Bs. 0,50 le canceló con un bolívar y le dejó un realito de propina. Lo agarró, metió en la cartera y por muchos años lo conservó, lo sacaba y frotaba, con la esperanza que le diera suerte. No le dio mucha, pero esta está vivo, que es lo importante y se ríe de su ingenuidad. Hay que creer en vainas y suelta una carcajada.

Estos personajes, que algunas veces pasan desapercibidos, para el gran público, formaron y forman parte de la rutina diaria de la ciudad y, ahora hacemos un esfuerzo para rescatarlos del olvido colectivo con la intención de que, cuando se escriba la verdadera historia de la ciudad, sean incorporados al disco duro de nuestra memoria histórica. Hay que interesarse por la gente buena, decente, trabajadora de la ciudad. Ellos forman parte de la parte positiva del devenir histórico de la ciudad. Honor a quien honor merece.


miércoles, enero 20, 2010

La felicidad de los trabajadores petroleros

"El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política"
Simón Bolívar
(15.2.1819)

A finales del año 1936, se inició la primera huelga petrolera en Venezuela, la cual duró 43 días y, a pesar de que fue abortada por un decreto del presidente Eleazar López Contreras, marco el principio del reconocimiento de los derechos de los trabajadores. Fue el acontecimiento más importante de la clase obrera venezolana en el siglo XX. La industria petrolera estaba bajo la égida de empresas trasnacionales. En el año 1948, durante el ejercicio gubernamental de la junta de gobierno que presidió el padre de la democracia don Rómulo Betancourt, se avanzó con el llamado fifty-fifty, que permitió dividir, en partes iguales, las ganancias del negocio petrolero entre el estado y las empresas. La nacionalización del petróleo, en 1975 liderada por el Presidente Carlos Andrés Pérez Rodríguez, fue la culminación de un largo camino de reformas legales y luchas político-sindicales iniciadas en la década de 1920 y en las cuales, los trabajadores petroleros fueron logrando sus reivindicaciones, derechos adquiridos, que ahora la revolución les cercena peligrosamente. No todo lo que brilla es oro en la industria del oro negro.

Ese largo camino de luchas político-sindicales, antes y después de la nacionalización permitieron a los trabajadores petroleros hasta el año 1998, cuando asumió un gobierno “revolucionario” disfrutar de la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor estabilidad política-laboral. Los trabajadores tenían su propia federación de trabajadores – que con todos los defectos que puedan endilgárseles – estaba a favor incondicional de los trabajadores y nunca al servicio de las empresas y mucho menos del gobierno de turno. Era un instrumento de lucha útil y respetable en el cual los trabajadores de la industria se sentían representados y seguros de contar con un liderazgo identificado y combativo en las luchas por sus reivindicaciones y estabilidad laboral. Eran tiempos de libertad sindical.

Cuando la industria estuvo en manos de las trasnacionales y desde el 1975 ya nacionalizada, los trabajadores disfrutaron de un buen comisariato – hoy convertidos en súper mercales que ofertan muy pocos rubros y bajo inmensas colas – un sistema de salud para ellos y sus familiares óptimo, el hospital de San Tomé siempre impecable, era el mejor de todo el Oriente del país y les prestaba atención médica preventiva – incluía todas las vacunas – curativa, hospitalización, maternidad, servicio de ambulancia terrestre y aérea, cuando no había cama, alquilaba habitaciones en lujosos hoteles para mantener pacientes antes de las intervenciones quirúrgicas y el stock de medicinas que entregaban gratuitamente, era abundante. Les proveían de una vivienda con todos los servicios y mantenimiento gratuito y los que no vivían en los campos petroleros, les cancelaban una compensación conocida como “ayuda de ciudad” Los campos petroleros lucían bellos, limpios y acogedores. Disfrutaban, como hasta ahora, de una educación para sus descendientes de óptima calidad, lo educadores – antes – eran clasificados y ascendidos por méritos y su calificación profesional, lo que los obligaba a permanecer en constante mejoramiento profesional. La competencia por ser el mejor tenía su recompensa. La excelencia era orgullo del capital humano de la empresa. Una verdad indiscutible.

Los trabajadores gozaban estabilidad laboral, no importaba su filiación política, religiosa e incluso inclinación sexual, les dictaban cursos de perfeccionamiento y mejoramiento permanentemente, el sueldo era el mejor de toda la industria nacional, les reconocían tiempo de viaje, bono nocturno, sobretiempo, les suministraban las comidas y aparte, le cancelaban una bonificación por ese mismo concepto, los pagos eran puntuales, se recreaban y practicaban el deporte de su preferencia en excelentes canchas y campos deportivos, los mejores de la región y podían divertirse con sus familias en los selectos clubes sociales que la empresa mantenía al servicio exclusivo de sus trabajadores. Conquistaron un convenio de caja de ahorro que invitaba y hasta obligaba al ahorro, también lograron en el contrato colectivo que la compañía se obligara al otorgamiento de créditos para vivienda, mejoramiento de vivienda, adquisición de vehículos, adquirir de manera preferente los vehículos desincorporados por depreciación – hoy los regalan a Cuba - nadie los obligó a colocarse una franela roja, asistir a los actos políticos obligatoriamente y menos corear consignas políticas y, para coronar la felicidad, las utilidades era cancelada totalmente en la fecha convenida. Había respeto por el trabajador y la contratación colectiva. Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

Otra cuestión que consolidaba el prestigio de la industria petrolera, antes y después de la nacionalización, era que proveedores, contratistas y compromisos con particulares, dueños de fincas o cualquier otro acreedor, sus cuentas les eran canceladas puntualmente y con un máximo de retraso, en casos extremos, de 45 días. Incluso, durante el gobierno del Dr. Rafael Caldera Rodríguez, cuando el precio del petróleo bajo a 7 dólares el barril, la industria mantuvo sus standards. Ahora, en estos 11 años de revolución, que PDVSA es de todos, acérquese a un trabajador petrolero, para que vea el llanto y de los contratistas y proveedores, ni se diga. Todos ellos, los que no han desparecido, están al borde de la quiebra. Es la triste realidad. Con la verdad ni ofendo, ni temo.

Ningún tiempo pasado fue mejor, dicen nuestros abuelos, pero en el caso de los trabajadores petroleros, bien vale la pena reconsiderar esa sabia sentencia. Todos los trabajadores, los jubilados, los activos y hasta los víctimas del genocidio laboral, a los cuales les robaron todos sus beneficios económicos, y “sus” reales de la caja de ahorro y prestaciones sociales, coinciden que con esta administración a la industria petrolera se la fue “El chivo en gas”, las conquistas laborales las han liquidado y la nueva federación sindical, está de rodillas ante el autócrata-bolivarista, que por añadidura, es el patrón más antiobrero de la historia patria. Los hechos y las realidades lo demuestran con creces y están a la vista. Compare y juzgue. ¿Quién o quienes leyeron e interpretaron mejor el pensamiento del Libertador que utilizamos como epígrafe para ilustrar este destello de la memoria? Las trasnacionales, los gobiernos de la vituperada IV república o esta robolución. ¿Cuándo fueron más felices, estables y disfrutaron de más beneficios sociales, económicos, educativos y de salud los trabajadores petroleros? Mis desocupados lectores, tienen la palabra.





domingo, enero 17, 2010

Personajes de mi pueblo: El Chino Lira

La temeridad cambia de nombre cuando
obtiene éxito. Entonces se llama heroísmo
Lawrence Sterne (1713-1786)
Escritor irlandés.

El que quiere puede. Pedro María Lira Rondón, que nació el 17 de abril de 1939, en la calle Ribas del entonces incipiente pueblo de El Tigre y es hijo de José María Lira Reyes y doña Ana Margarita Rondón, una pareja de las primeras que pisó esta agraciada ciudad, la cual nació al calor de la industria petrolera el 23 de febrero de 1933, el “Chino” Lira como es conocido popularmente, a pesar de que, no tuvo la suerte de estudiar más allá de la primaria, con los conocimientos básicos, adquiridos en la escuela Cova Maza, se formó en la universidad de la vida y logró su plena realización como un exitoso hombre de negocios y productor agropecuario, una vocación innata que no dudo en abrazar desde la adolescencia. Un insigne e incansable trabajador.

El “Chino” Lira inició su larga trayectoria como comerciante, cuando se desempeño como ayudante de su hermano mayor José María “Chaía” Lira Rondón, quien se dedicó largo tiempo a la compra-venta de ganado vacuno, cabrio, porcino y aves. Obviamente que el grueso del negocio, era el que se desprendía de la comercialización de las reses. Una vez que fue adquiriendo experiencia, pasó a la ofensiva y le solicitó a “Chaía” que le trabajaría sin sueldo, siempre y cuando le permitiera la comercialización de los chivos, los cochinos y las aves. Lo logró y una vez en el negocio, fue ahorrando y en el año 1960, le compró una pick up Ford a un hijo de Ramón Antonio Meza por la astronómica cantidad, para la época, de Bs. 750, le adelantó Bs. 500 y antes que cantara un gallo, le canceló la diferencia y un año después, ya estaba comprando un camión 350 al señor Salvador Lanza, que también se dedicaba al comercio de la compra-venta de ganado vacuno. La burra iba cogiendo el nado.

Todo iba saliendo bien, hasta que, en uno de sus tantos viajes, le ocurrió un accidente, volcó el vehículo y la perdida del vehículo fue total. El “Chino” Lira, no se amilanó. Vendió la chatarra, las prendas que había adquirido y hasta la escopeta, reunió Bs. 700 y adquirió otro camioncito y pasado un año, cuenta con gran satisfacción, echándose unas frías con el amigo que le había comprado las prendas, este se las ofertó, no vaciló y se las compró por Bs. 1.000, recuperando las joyas que para él, tienen un gran valor, más que económico, sentimental. Eran y son el producto del sudor de su frente. Es el sentido de pertenencia que heredó del hogar el cual lleva muy arraigado en su recia personalidad. Poseer de nuevo sus prendas le quitó una gran carga de conciencia. Era una deuda que tenía, a pesar de las vicisitudes, con él mismo.

El “Chino” Lira, que está felizmente casado desde el 3 de mayo de 1969, día de la Santa Cruz, con la señora María Modesta Zambrano Blanca, decidió en el año 1973, madurando la idea de buscar el fortalecimiento de la economía familiar y llevar productos de óptima calidad a los vecinos del popular sector La Charneca, instalar el abasto y carnicería la “Optima” en la esquina de la calle Nueva Esparta con Democracia. Allí inició actividades con su esposa María Modesta, el trabajador Rafael Blanca un excelente carnicero, que lo ha acompañado hasta hoy – La gráfica de los 3 frente al negocio ilustra esta crónica – y sus primeras 3 hijas. La hoy abogada Egris Desiree y las morochas Grisel Helaine y Helaine Grisel, que heredaron la vocación por los negocios. Un poco tiempo después, con el abasto consolidado y en marcha, compró una casa contigua, para darle mayor comodidad a la prolija familia, ya que venían en camino la Licenciada en Farmacia Griselaine Margarita, prematuramente fallecida y Gridelaine Margarita, quien es profesional del derecho, luego construyó su pequeña quinta al lado del negocio y mejoró su modus vivendi. Sus 5 hijas, más Henry, el hijo de su primer matrimonio, le han dado la dicha de disfrutar de 10 nietos, por los momentos. El rancho continúa ardiendo.

En el rol de productor agropecuario el “Chino” Lira, empezó con una pequeña parcela de 78 has. Que le compró a la señora Angélica Prado, En ese lugar construyó una casa de 2 plantas, 2 galpones para la cría de pollos, un aljibe o jagüey, una laguna para la piscicultura y potreros con pasto de calidad para el engorde de ganado en pequeña escala. El fundo la “Optima” que esta pasando el puente e’ Chori, se convirtió en punto de referencia por muchos años bajo su égida. La circunstancias, lo obligaron a desprenderse de esa propiedad y adquirió una más acorde y amplia para sus actividades de cría de ganado con doble propósito en las adyacencias de Atapirire, en ese sitio convergen los ríos Pao y Atapirire – una belleza natural – Entre ese fundo y la atención al abastos y carnicería la “Óptima” esta concentrada la actividad productiva de este prestigioso hombre de negocios que goza del aprecio, la admiración y el respeto, no sólo de sus vecinos, relacionados y amigos, sino de buena parte de población de esta ciudad que lo ha conocido al frente se sus negocios y cuando tienen la necesidad de adquirir carne de inmejorable calidad. En la “Óptima”, dice, repite y asegura el “Chino” Lira, sólo se expenden productos óptimos. La numerosa clientela que lo continúa visitando lo confirma.

El “Chino” Lira, que nació apenas 6 años después de iniciarse las actividades petroleras las cuales dieron pie a la fundación de la ciudad, puede decirse sin temor a equívocos, forma parte de la primera generación de tígrenses y con su trabajo, esfuerzo, dedicación y destreza como emprendedor, ha contribuido al crecimiento, desarrollo y consolidación de la ciudad que lo vio nacer cuando apenas era un pequeño poblado. Este personaje, al igual que otros tantos, existe en la ciudad y son los héroes anónimos que merecen el reconocimiento de las autoridades y la ciudadanía en general ya que, también fueron temerarios al aventurarse a invertir y trabajar en un pueblo, el cual tuvo momentos difíciles y muchos creyeron que moría y lo abandonaron atemorizados. La sola decisión de quedarse y tener éxito, es un merito indiscutible que los califica para ser tomados en cuenta por nuestros eximios historiadores y cronistas, cuando decidan escribir la verdadera historia de la ciudad. Hay que fortalecer la memoria histórica de la ciudad y nosotros, con estas crónicas, aportamos nuestro granito de arena.




domingo, enero 10, 2010

Personajes de mi pueblo: Eduardo Arcia

La memoria es el centinela del cerebro
William Shakespeare (1564-1616)
Poeta y autor teatral inglés.

En la década de los años 20 y hasta bien entrado los años 80, hubo un tipo de comerciantes informales, que se caracterizaban por llevar la mercancía en adecuados cajones que instalaban a camiones y pick up, hasta la puerta de la casa del consumidor. Este tipo de mercaderes fueron conocidos y si todavía existen en las zonas rurales, como Bongueros. Don Eduardo Arcia, más 6 hermanos, son hijos de uno de estos abnegados trabajadores el cual viajaba constantemente en un camión 350, acompañado por 3 ayudantes desde Barcelona hasta Ciudad Bolívar. Llevaba pescado salado, lo vendía y compraba los productos típicos guayaneses que revendía en la capital de nuestro estado. En esa época funcionaba hasta el trueque, el cambalache y la permuta. Fueron los tiempos bucólicos de Venezuela.

Eleuterio Arcia dedicó buena parte de su vida a la actividad comercial como bonguero, tenía su residencia en Barcelona junto a sus esposa María Josefa de Arcia, en uno de sus permanentes viajes a la capital del estado Bolívar en el año 32, observó un gran movimiento de equipos y personas en la sabana, se percató que llegaba la prometedora industria petrolera, suceso que lo entusiasmó, llegó a casa, convenció a la familia, se vino hasta el incipiente pueblo y en su rol de comerciante construyó su rudimentarias vivienda en la parte sur de lo que hoy se conoce como la plaza Simón Rodríguez ubicada en el corazón de Casco Viejo y que antes fue la primera plaza Bolívar de la ciudad. En las primeras del cambio le fue muy bien, lo que le permitió construir 2 viviendas más a los lados de la primigenia, llegando incluso a alquilar una de ellas al gobierno para que instalará la primera delegación de la policía de la época gomecista. Llegaron a El Tigre los llamados chopo e’ piedra.

Nuestro personaje Eduardo Arcia, hijo de este pionero de la ciudad, había nacido en Barcelona el 01 de abril de 1929 y lo trajeron a los 3 años de edad a esta inhóspita y agreste área dónde se fecundaba el embrión de lo que con el tiempo se convirtió en esta gran ciudad. Es indiscutible que se crió, creció, se desarrolló, maduro y consolidó su personalidad de hombre de bien, al mismo tiempo y ritmo del incipiente pueblito que lo acogió en su seno. Recibió sus primeras letras de la mano de un amigo del padre que se ofreció voluntariamente para enseñar a leer y escribir a unos pocos niños de la época. Un poco más tarde en la calle Héctor Villegas un maestro de apellido Salazar, formalizó una escuelita dónde asistían muchos más niños y luego, otro maestro de apellido Risquez, instaló otro colegiecito en la Calle Bolívar – antigua Cantaura – frente a lo que fue posteriormente la Impresora El Tigre de don Mauro Barrios que provenía de Ciudad Bolívar, a la sazón, otro de los primeros pobladores del pueblo. Eran tiempos de calles polvorientas y ausencia de servicios públicos.

Finalizando el año 44 el señor Eduardo Arcia, concluyó su primaria en la primera y recién inaugurada escuela José Manuel Cova Maza, que inició actividades académicas en la calle Sucre, exactamente en la parte trasera de lo que fue el cine Principal y posteriormente el Teatro Maroní. Marchó a Caracas dónde obtuvo el grado de Técnico Mercantil – 2 años – con la intención de dedicarse al comercio tal como su padre. En el año 47, durante unas vacaciones volvió al pueblo y conoció a la joven Juana Somoza que llegó desde su pueblo natal Upata dónde había nacido el 07 de febrero de 1932, al entierro de un familiar. ¡Quedaron flechados! y el 19 de enero de año 48 – hace 62 años – contrajeron nupcias, se olvidó del comercio, buscó empleo en la petrolera, lo obtuvo en Mene Grande Oil Company como probador de pozo, le cedieron una vivienda en Campo Oficina, por dos años lo enviaron a Buenavista, allí vivió en el campo de la Creole, regresó a El Tigre y en su empeño por tener vivienda propia, le compró una casa en la avenida Apure a don Luís Hernández por Bs. 15.000, la acondicionó, amplió y fijó su residencia hasta el día de hoy junto a su esposa. Desde el año 88 está jubilado de la Industria Petrolera con el rango de Supervisor de área y continúa felizmente casado con Juanita como la llama cariñosamente. Bodas de platino.

Don Eduardo Arcia ejemplar padre de familia, responsable trabajador que procreó con su distinguida y amada esposa Juanita – con la cual aparece en la gráfica – 5 hijas: Argelia Josefina (+) Maritza del Valle, Mirna Coromoto, Magalis del Carmen y Jenny María que le han regalado la dicha de disfrutar – por ahora – de 9 nietos que renuevan constantemente la alegría del hogar, recuerda como una gran enseñanza de su padre, que cuando instalaron la primera pantalla para proyectar películas del cine mudo, ubicada exactamente, frente al edificio que hoy ocupa el partido COPEI en la calle Ricaurte y que después fue el primer cine formal – Cinelandia – cuando le pedía dinero para pagar la entrada, se la negaba con el argumento de que primero tenía que aprender a leer para poder entender las películas que poseían subtítulos muy rápidos. “Ese interés por asistir a los cines me obligó a asistir a todas las escuelas que instalaban en el pequeño pueblo”. Querer es poder.

Otro hecho curioso que nunca olvida es que, dónde hoy está ubicada nuestra majestuosa Plaza Bolívar, era un terreno abierto el cual utilizaban para jugar béisbol y otros deportes, los jóvenes del momento entre los que recuerda a Horacio Trujillo, Octavio Laurent el popular “Centavito” y ahora llamado cariñosamente “Cucaracho” Ángel Horacio Aponte, Francisco Quijada, Tobías Scribani, los hermanos Muñoz, Alirio, Ramón y Enis, Ramón Antonio Vielma, Benito “El flaco” Villasana que instaló luego la renombrada Gestoría Villalta y Vicente Villasana que posteriormente contrajo nupcias con la prestigiosa maestra, luchadora social y columnista del Diario Antorcha, Hilda Conde, un día llegó la primera avioneta de los americanos y la amarraron en ese lugar y les obstaculizó por un tiempo utilizar ese espacio para continuar sus practicas deportivas. En verdad era una avioneta y estaba amarrada porque las corrientes de aire eran muy fuertes y podían llevársela. Una novedad que deslumbró a los jóvenes nativos.

Muchas anécdotas y vivencias continúan vivitas en la prodigiosa memoria de don Eduardo Arcia, las cuales por razones de espacio, nos es imposible relatar, sin embargo, intentamos recoger en esta corta crónica las que consideramos más relevantes y lo hacemos con la intención de acrisolar nuestra memoria histórica, dejar constancia de que, si bien es cierto que la ciudad no tuvo una fundación formal, no es menos cierto que, si existieron y existen los que fueron sus primeros pobladores los cuales podemos considerar cómo fundadores y que con su memoria son centinelas de esa realidad pasada. Los falsificadores de nuestra historia, que es muy reciente, entonces, deberían tener cuidado.

También aspiramos que este destellos de la memoria, pueda servir de referencia a nuestros eximios cronistas e historiadores de la ciudad cuando escriban nuestra verdadera y autentica historia local. Es un humilde granito de arena.



viernes, enero 01, 2010

Personajes de mi pueblo: El Chivo Martínez

El deporte es una guerra sin armas
Georges Orwell (1903-1950)
Escritor inglés.

El 6 de enero del año 1945, el cura párroco de La Pastora, en Caracas, Francisco Castillo Toro convocó a los deportistas de toda el área metropolitana a un funeral que se celebraría en memoria de los recién fallecidos jugadores de béisbol José Pérez Colmenares y Salvador Argüelles. A partir de allí quedó instituida la fecha para la celebración de la Misa del Deporte y por extensión, el día también, fue tomado para celebrar el Día del Deporte en el país. Partiendo de esa breve reseña histórica, podemos afirmar, sin temor a equívocos, que hoy es el día del deporte. En nuestra ciudad, siempre hemos respetado esa tradicional fecha y creemos, que no hay razón, para no hacerlo este año 2010. Hay que ser consecuente con las tradiciones.

Hacer deporte es hacer patria. Todos los decimos, repetimos, pero no lo hacemos en la práctica. Hoy, rendimos honores a todos los que lo hacen, practican y predican con el ejemplo y tomamos para tal efecto, la figura augusta, sencilla, humilde y espontánea de un deportista a carta cabal: José Ramón “El Chivo” Martínez Morillo quien nació un 6 de marzo de 1958, en la calle Falcón de Pueblo Ajuro y es hijo de los respetables vecinos Faustino Martínez que llegó de su natal Tucupita a trabajar en la industria petrolera, casó y formó un digno hogar con doña Carmen Morillo (+) oriunda del Pao de Barcelona y la cual se destacó como una insigne luchadora social, educadora, formadora y orientadora en educación para el trabajo. Además de José Ramón son descendiente de ese honorable hogar Oscar (+) Miriam, Judith, Jaime, Faustino y Bladimir que completan el cuadro de honor.

José Ramón Martínez Morillo, el popular “Chivo” Martínez, quien desde niño fue un destacado pitcher en el béisbol organizado, en el tiempo que se desempeño en la categoría juvenil defendiendo la camiseta de La Casa Nueva Esparta, le propinó al equipo del Liceo Briceño Méndez un no hit no run y con Criollos de El Tigre, equipo con el cual militó 5 años, le aplicó un No-hitter a la tradicional y siempre poderosa divisa Deportivo Miranda. Por su calidad fue llamado por las Águilas del Zulia al lado de “Cataté” García y Alfredo Velásquez. No asistió porque ya había definido su vocación, predilección y pasión por el basquetbol, que le parecía un deporte más apropiado para sus características personales. El juego de las alturas, la inteligencia, sagacidad y velocidad. En gustos y colores no han mandado los autores. El “chivo” se quedó con el baloncesto.

Este destacado deportista estudio toda su primaria en la escuela Felipe Walker de Pueblo Ajuro, el bachillerato en Liceo Agropecuario cuando funcionaba en la antigua sede del Hospital, no llegó a coronar profesionalmente su carrera cómo jugador de baloncesto, sin embargo, su pasión por ese deporte, lo llevó a convertirse en un entrenador autodidacta y en esa condición fue seleccionado en el año 1990 como asistente del entrenador titular en suramericano junior (f) que se escenificó en Argentina y en el 1994 en esa misma condición en el juvenil que se celebró en Chile. En nuestro estado fue entrenador por espacio de 5 años de la selección femenina, además dirigió la categoría infantil en un nacional celebrado en Barquisimeto dónde resultó sub-campeón nacional, en el junior (f) también obtuvo el subcampeonato en Yaracuy – año 1994 – y en el mini básquet ese mismo año resultó campeón en Delta Amacuro, el año 1995-1996, guió la selección juvenil (f) en Barquisimeto y Yaracuy entrando en ambos en el cuadro del medallero con honrosos terceros lugares. Ese año, dice con orgullo, 5 jugadoras de Anzoátegui, lideradas por la joven tígrense Rosdelis González, formaron parte de la selección nacional. En ese largo trayecto el “Chivo” Martínez, que se desempeña como profesor de educación física en el Liceo “Andrés Bello” y lleva 18 años entrenando a “Marinitos” en la Casa Nueva Esparta, ha hecho diversos cursos dónde destacan: Nivelación I en el IND-Caracas, los dictados por las asociación de de basquetbol del estado Anzoátegui y el de Entrenadores para atletas de alto rendimiento que culminó con éxito en Argentina. No hay dudas, una vida dedicada al deporte.

El “Chivo” Martínez está felizmente casado con la también deportista Leris Rivas de cuya unión, por ahora, han procreado 2 hijos. Israel quien es TSU en Química y la profesora en Educación Integral María Virginia, que le ha brindado la dicha de disfrutar de 2 nietitos. Ellos le brindan la mayor suma de felicidad, que considera reforzada por el hecho de tener entre sus triunfos como entrenador deportivo a atletas de la categoría de María Ofelia Villarroel que brilla en la liga WNBA en EE UU y está entre las mejores de Sudamérica, a Rosdelis González una estrella en la liga brasilera, Dionelis Serrano, Natalia Salomón, Nakari López e Ismalí Ramírez destacadas atletas de la selección nacional y Randy Vásquez que brilla con luz propia con Los Centauros de Apure. Hacer deporte es hacer patria y hacer deportistas con las uñas, sin apoyo oficial, a punta de dedicación, empeño, vocación, perseverancia y voluntad, tiene un mérito especial. Eso se llama de verdad a verdad hacer patria.

Hoy día del deporte nacional queremos, desde estos humildes destellos de la memoria, rendir homenaje a todos los deportistas del la ciudad en la persona de José Ramón Martínez Morillo – “El Chivo Martínez” – en quien resumimos la gran cantera de atletas, árbitros, entrenadores, promotores, organizadores y a los que se entregan en alma, corazón y vida a la noble, patriótica y enaltecedora tarea de educar, orientar, preparar, enseñar, disciplinar e instruir a nuestra juventud en la practica del deporte y llevarlos por el sendero de la mente sana en cuerpo sano. ¡Salud y felicitaciones! a todos los deportistas de la ciudad, el estado, el país y el mundo. El deporte une a los pueblos, es una guerra sin armas, nunca lo olvidéis.

La zona sur del estado Anzoátegui, sigue poseyendo una cantera inmensa e invalorable de atletas y potenciales campeones en cualquier disciplina deportiva que se quiera adelantar, desarrollar y practicar. Eso lo logramos con nuestros propios entrenadores originarios. Es tiempo de que el estado meta su mano y los tome en cuenta. Los resultados, estamos seguros, serían impresionantes. Ejemplos como los del “Chivo” Martínez abundan, pero…En todo caso P A N para todos “Próspero Año Nuevo”