miércoles, diciembre 23, 2009

Personajes de mi pueblo: El barbudo de El Luchador

El que vive no debe luchar con los muertos
Torcuato Tasso (1544-1595)
Poeta italiano.

Lo vemos todos los santos días en la esquina de El Luchador. Antes de que el anterior alcalde violándole todos sus derechos legales, constitucionales y humanos, procedió a retirarle violentamente un kiosco propiedad de su suegra que lo poseyó más de 30 años y el cual atendía junto a su esposa y cuñados. En ese faro de luz cultural, vendía la prensa diaria, revistas, tarjetas telefónicas, libros de historia, literatura, educativos, autoayuda y recreativos. Nos referimos a Alfonso Antonio Chacón Zepeda el popular “Barbudo”. Un personaje que por sus características personales, su jovialidad, amabilidad, férrea voluntad y amor al trabajo, no se amilanó cuando el atorrante que nos desgobernó durante la gestión municipal pasada, lo dejó en la calle, a la intemperie y maltratado físicamente, por efectos de los golpes que le propinaron los esbirros del abusador que se creyó dueño de la ciudad y que aderezó con el salvajismo, la brutalidad, barbarie y crueldad. Cuando la noche se pone más oscura llega el amanecer.

Alfonso Chacón, tal como lo muestra la gráfica que acompaña esta crónica agarró la acera, sin kiosco, pero con mucha voluntad de trabajo. Había que seguir llevando la arepa a la casa. Entonces optó por continuar desguarnecido vendiendo algunos diarios y las tarjetas telefónicas en la calle lo que le permitían medio vivir, pero siempre confiado de que arriba hay uno que para abajo ve y más temprano que tarde, si la justicia ordinaria no funciona, la divina y la del soberano e inapelable del pueblo se ocuparía dictar sentencia a su favor castigando al abusador. Dios castiga sin palo y sin mandador y ante la primera consulta popular el reyezuelo de pacotilla fue eyectado del poder. El nuevo alcalde en un acto de justicia y procediendo con sentido humano le devolvió su herramienta de trabajo (El kiosco) para continuar trabajando honestamente y llevar la arepa a su casa: Allí permanece vendiendo sus tarjetas telefónicas, revistas, diarios y libros que continúan educando e iluminando las mentes de los ciudadanos de la ciudad. El tiempo que no perdona, ni espera, le dio la razón.

Salvadoreño de nacimiento, venezolano nacionalizado y tígrense por convicción, corazón, tradición y amor a la ciudad, Alfonso Chacón nació en el pueblo salvadoreño de Santa Tecla, departamento de la Libertad, el 27 de enero de 1954 y es hijo único del operador de maquinas pesadas Juan Alberto Chacón (+) y la comerciante Amelia Zepeda (+). Ambos llegaron a Venezuela en el año 1959, después que don Juan, trabajara por unos años en la construcción del Canal de Panamá. Recuerda con precisión que llegó Caracas el 12 de enero de 1960, pernoctaron en Caracas 5 días, para inmediatamente viajar al pueblo de Dolores de Barinas, dónde su padre fue contratado para deforestar la finca La Palmita. En ese pueblo estudio los primeros dos años. Luego viajaron a El Tigrito dónde el viejo trabajó con Transporte Águila, los inscribieron en el Colegio San Antonio dónde llegó hasta tercer año, lo enviaron al Salvador concluyó su bachillerato y de nuevo en Venezuela, estudió los dos años del básico en la UDO-Bolívar, continúo la Lic. en Inglés en Cumana y cuando le faltaba un año, su mamá lo envió a concluir sus estudios a la Universidad del Sur en Missippi-Hattiestbur, donde estuvo 8 meses y regreso sin graduarse. Habían muerto sus padres y había que trabajar para sobrevivir.

En el año 1987 logró empleo como office boy en la empresa Mitza, pasó a personal de confianza y salió a los 12 años a regentar una Licorería muy cerca de la Plaza José Antonio Anzoátegui en Pueblo Nuevo Sur, la cual montó en sociedad con el Ing. Mauro Zaza uno de los dueños de Mitza. Estuvo12 años al frente de la licorería, hasta que decidieron vender. Mauro continúa en su empresa de tornería avanzada y Alfonso de dedicó a atender el kiosco que su suegra la señora Amelia de Martínez poseyó, me repite, por espacio de 30 años, época en que se lo compró al señor José “Pepe” Descarrega. Una historia que intentó destruir el atorrante que nos desgobernó y que continúa gracias a la bondad del actual alcalde que le restituyó el patrimonio familiar que en justicia siempre les correspondió y perteneció. Allí están, allí siguen y allí seguirán por el tiempo que dure unas cuantas generaciones de la familia Martínez. Los abusadores no volverán.

Alfonso Chacón, el popular barbudo de El Luchador, está felizmente casado con la señora Nuria Elizabeth Martínez de cuya unión poseen una sola hija, la señorita y excelente estudiante de petróleo en el IUTA Puerto la Cruz, Nuria Alfonsina Chacón Martínez. Por ella y para ella, trabaja diariamente en medio del sol inclemente vendiendo las tarjetas telefónicas en la esquina dónde le destruyeron el kiosco que era patrimonio de toda la familia. A pesar de todas las adversidades, el atropello y el acto criminal que contra él y su familia tomó el anterior alcalde, dice sin odios, resentimientos y rencores. “Estoy aquí vivito y coleando, he demostrado ser un hombre superior y no lucho contra muertos, que lo muertos entierren a sus muertos” su palabra vaya adelante.

Es una historia urbana que escribimos con la mayor vocación, amor y cariño, con la sana intención de fortalecer nuestra memoria histórica, enriquecer el disco duro de las vivencias pasadas y presentes que parecieran pasar desapercibidas, pero que forman parte de nuestra cotidianidad, nuestra riqueza patrimonial y que puede servir a los eximios escritores, cultores populares y cronistas de nuestra ciudad a la hora de moldear la verdadera historia local destacando los hechos positivos, pero sin soslayar los negativos que pasaron para que más nunca se repitan. ¡Feliz Año!


viernes, diciembre 18, 2009

Una esquina caliente en Pueblo Ajuro

Llegará un día que nuestros recuerdos
serán nuestra riqueza
Paúl Géraldy (1885-1983)
Poeta y escritor francés.

Cuando el pueblo de El Tigre, inició su primera expansión partiendo del Casco Viejo, lo hizo hacia lo que hoy se conoce como el barrio Pueblo Ajuro. Las Calles Brisas del Caris y Falcón que nacen en la bifurcación del sector La Florida. Exactamente dónde está todavía – con algunas modificaciones – el local que sirvió de sede a la histórica Casa Nueva York, fueron las primeras. Luego esas calles fueron unidas por los callejones Falcón. Dos porque están divididos por el local dónde funcionó la refresquería de don Eduardo Castillo que tenía su fachada hacía la calle Falcón. Luego llegó la calle 5 de julio que también unió a las calles primigenias, pero se prolongó hasta la carretera Negra La Flint. María Ramírez, José María Lira, Margarito Ramos, Rosso González, Antonio Lara, Mercedes Ortiz, Luís Morales, entre otros son fundadores del “Barrio Ajuro” como se llamo inicialmente. Los que tienen memoria recuerdan esa pequeña historia urbana.

En la esquina suroeste del cruce de las calles Falcón con la 5 de julio, funcionó por muchos años la bodega “La Unión” del “compaíto” Miguel Tabata. Un negocio con un stock bien múltiple, variado y completo, complementado con un bar anexo, que poseía mesa de billar, pool, rockola con la mejor música mexicana, buenos freezer, una pequeña barra, mesas para cuatro y lindas anfitrionas para atender la exigente clientela con las infaltables espumosas bien gélidas. Eran los tiempos de las llamadas taguaras y esa fue, sino la primera, una de ellas en Pueblo Ajuro. Esa esquina en esa época, se convirtió en lugar de encuentro y, ahora a pesar de que, hace muchos años dejó de funcionar, mantiene una recóndita atracción y permanentemente está concurrida. Alguien podría inferir: queda en el corazón del populoso sector y no les faltara la razón. José Prado, Tino Meza, “musiu” Abreu y doña Carmen de Martínez también están entre los fundadores del sector. Los descendientes pueden corroborar esa verdad histórica.

En ninguna de las esquinas, desde hace bastante tiempo, hay locales comerciales. Una esquina permanece cerrada desde que murió la guariqueña de Santa María de Ipire Cruz Tirado, la popular doña Chicha, que se caracterizó por mantener un control férreo sobre la limpieza del sector digna de las mejores causas. Esa esquina y la lindante, dónde funcionó la bodega de don Miguel Tabata, las adquirió una nieta de doña Chicha, la enfermera profesional Francia Fermín Tirado. La esquina noreste que fue durante buen tiempo la bodega “La llanera” de don Pablo “Catire” Freites, la compró, demolió y construyó su vivienda actual, el productor agropecuario e hijo mayor de doña Anastelia Salazar; Edgar Salazar y la otra esquina que habitó primeramente Facundo Freites, el popular “Boca e’ bagre” con sus padres, luego por Francisco Barrios, el popularmente conocido indistintamente como Franco o “Bigote e’ lapa”, fue adquirida por otro nieto de doña Chicha el Tec. Radioeléctrico José Gregorio Fermín Tirado, que la habita – con las mejoras del caso – hasta el momento. No hay negocios en las esquinas, pero continúa siendo muy concurrido el lugar. Es cuestión de costumbres pueblerinas. Jesús “Chuito” Marcano, otro de los fundadores, mantuvo por muchos años una taguarita con la cual levantó su familia. Doña María Álvarez que vivía al frente, tenía un hijo de nombre Mateo que era pregonero del diario Antorcha, todas las tardes le metía un bolivita a la rockola, para escuchar 5 veces la bella canción ADORO del eximio poeta, arreglista y cantante mexicano Armando Manzanero. Las señoras Angelina Millán, “Goya” Montero, Victoria Azócar, María Arteaga, “Goya” Arretureta, Aparicia Marín, Graciela Ramos, Ana Farfán y Narcisa Rodríguez, también son fundadoras. Es cuestión de tantear un poco la memoria para corroborar estas verdades.

Unos cierra y otros abren. En la casa vecina a la esquina que habitó por muchos años doña “Chicha”, en la vivienda que fue el asiento de la honorable familia Fermín-Tirado que formaron los esposos don Ascanio Fermín y doña Rosa Tirado la cual, ya tenía dos hijas, Emilsen y Francia, ambas enfermeras profesionales y luego de la unión matrimonial con don Ascanio, fructificaron 11 hijos: Héctor (+), Ing. Luís Felipe, Lic. Luisa, Alirio (+), Prof. Luz María, Lic. Vilma, Ascanio José, Lic. José Rafael, Yamila, Tec. Elec. José Gregorio, y el Ing. Franklin Fermín Tirado, fue transformada en un local comercial dónde la licenciada Luisa Fermín, instaló primero una venta de loterías, luego una licorería, que lleva el nombre de “El abuelo” en honor a don Ascanio Fermín, a la cual le anexo un centro de llamadas. Esa licorería permite que se mantenga una actividad febril en el sector y existe un grupo etílico liderado por el esposo de la dueña el cuasi abogado Arquímedes Evans Guatache. Este está permanentemente en las adyacencias de la licorería con un grupo de amigos los cuales son más puntuales que soldado inglés. Todos los días llegan al cantar el gallo y pegan con bombonas blanquitas de Guarico, Estas son consumidas rápidamente, sin pestañar y menos arrugar la cara. El que tenga buen hígado, está invitado, que los acompañe y se convencerá.

En la grafica que acompaña está crónica puede verse parte del grupo: Omar Meza Cairo, David Moreno, Gustavo Arias, Ramón Freites, Adrián Hernández, Santos Rafael García, Cruz Manuel Sulbarán Barreto, Antonio Rodríguez y Efrén Antonio Rivas, entre otros sosteniendo una culebra Mapanare que lograron cazar y la cual, según ellos, para comprar unas bombonitas blanquitas de Guarico, venderían a los chinos que las degustan con gran deleite. En ese grupo todos son “toeros”: albañiles, abogados, carpinteros, electricistas, pintores, caleteros, limpiadores de patios y además autoeducados en la universidad de la vida. Los vecinos llegan al sitio, contratan los servicios de alguno (s), fijan el precio e inmediatamente inician las labores. Eso sí: chivo muerto, chivo pago. Nada de “fiao”, porque Luisa no fía. A la hora de cobrar, es más amarga que Margaret Thatcher, dice con su proverbial buen humor, su esposo Arquímedes. Su palabra vaya adelante.

Esa populosa esquina de Pueblo Ajuro, es un sitio de encuentro por excelencia. Los abogados Rubén Vicent, Hernán Centeno Barrios y Jesús Ramón Arriojas Barrios, son muy apreciados por esos lares y cuando hacen un alto en sus actividades profesionales, una vez más que otra, comparten un buen rato con ese grupo de amigos. Les lanzan a mil millas, pero no logran ni siquiera agitar las mascotas que utilizan estos supervivientes a las bombonas de Guarico. Son completos, llegan a los 9 inning fresquesitos y si hay extrainning no tienen problemas. Los pitcheres abandonan, pero estos quetcher nunca. Lo malo es que les roban las bases con facilidad pues son mochitos y ninguno lanzando llega a la segunda base. Los llaman manitos de caimán y en el bolsillo cargan alacranes cabeza negra. Bartolo Cubero, José Luís Cedeño, Marcial Bolívar Francisco “Pancho” Hernández, y Rafael Gutiérrez, que fueron pioneros en el barrio, jugaban otras posiciones y de cuando en vez, lanzaban pa’l home. Esta generación nació con defectos de fábrica les echaron un daño. No lanzan, son mochos. Todos juegan detrás del plato.

Reseñamos la historia, personajes hechos y actividades de esa esquina caliente del barrio Pueblo Ajuro, como una contribución para los eximios cronistas y escritores de El Tigre, la cual puede servirles de ayuda memoria cuando escriban la verdadera historia menuda de la ciudad. Las vivencias de estos populosos, concurridos y referenciales sitios, forman parte de los primeros días de la expansión primigenia de la ciudad y también de la cotidianidad y nuestras peculiaridades. Es una esquina caliente, con el perdón del amigo picacables Ortiz, que fundó la primera en la ciudad. Esos recuerdos forman parte de nuestra riqueza ancestral, cultural y deberían ser tomados en cuenta para incorporarlos al disco duro de nuestra memoria histórica. Es mi barrio y a todos, ¡Feliz Navidad!



sábado, diciembre 12, 2009

La tasca La Peña

Manos callosas manos honrosas
Rubén Darío (1867-1916)
Poeta nicaragüense.


En todos los pueblos, ciudades y hasta en las grandes urbes, existen sitios de encuentro. Los lugares dónde la gente departe distendidamente con amigos, relacionados y familiares. En El Tigre, exactamente detrás del banco Banesco, antes banco Unión, en la calle Brasil del Casco Viejo, se encuentra la Tasca La Peña cuyo propietario desde sus inicios es el isleño, nacido un 13 de octubre de 1946, en la Isla de La palma de Las Islas Canarias, José “Pepe” Peña Morales. Hijo de Zacarías Peña quien era pescador artesano y María Morales dedicada a las labores del hogar, estudio su primaria en su isla natal, la situación económica y política era difícil, lo que no le permitió avanzar en los estudios y buscando sobrevivir, se desempeño como ayudante de una ferretería y luego en una cafetería hasta que, estimulado e invitado por un hermano, que desde el 1952, se había venido y era agricultor en Villa de Cura estado Aragua, emigró hasta Venezuela. El hombre de mar es trotamundos y no lo pensó 2 veces.

José “Pepe” Peña, portando una “Carta de Reclamo hermano-hermano”, que tenía estampada la firma del Dr. Reinaldo Leandro Mora, Ministro de Relaciones Interiores del gobierno del Dr. Raúl Leoni, la cual le tramitó su hermano, el 12 de octubre de 1966, abordó el buque Begoña. Un viaje sin retorno que tuvo una travesía de 9 días, llegó a La Guaira, lo espero su primo Sebastian Peña, bajaron al Nuevo Circo, abordaron una unidad de Expresos de la Costa y el día 13 cuando cumplía los 20 años, llegó en horas del mediodía a Anaco dónde permaneció por espacio de 3 días, para luego venirse a la ciudad de El Tigre. Llegó en la década de la gran recesión en nuestra localidad y esto no fue obstáculo para que buscara empleo y se enganchó como mesonero en el negocio de su paisano del pueblo de Tijarafe – Isla de la Palma, don Juan Esteban Pérez Brito que abría en la avenida España, frente a Isidoro Celma Mir – concesionaria Ford, la primera sucursal de Pollos Don Lolo, franquicia que había iniciado en San José de Guanipa. Un emprendedor que marcó una huella indeleble en el negocio del pollo asado en la zona sur y el centro del estado Anzoátegui.

Con Don Lolo, trabajó 3 años, pasó luego a trabajar 2 años con los socios portugueses de la Isla de Madeira Eduardo Fernández, Américo Abreu y Alfredo Ferreira quienes habían consolidado la concurrida cervecería, restaurant y discotequeca “La torre del Oro”. Luego fue contratado para administrar la Cervecería Punto Fijo del señor Manuel Andrade ubicada al final de la avenida San Martín – esquina El Pescozón, urbanización Bellavista en Caracas. Fue un año muy duro, ya que, estaba residenciado en una pensión en la esquina El carmen de la avenida Baralt y en la habitación apenas había sitio para meter la maleta. Aunque ganaba bien y pagaba apenas Bs. 5 por concepto de hospedaje, aprovecho que la cervecería cambió de dueño para renunciar y regresar de nuevo a El Tigre. Llegó y volvió a laborar en Don Lolo hasta el año 1984. Ese año decide independizarse y aventurarse a invertir sus ahorros en un negocio propio. Funda, en un pequeño local dónde funcionaba AVENSA, que administraba el amigo y siempre bien recordado servidor público, Carmito Cortéz, La Tasca La Peña” en uno de los dos locales que su hermano del alma Juan Ramos, le había comprado por Bs. 100 mil al señor Juan Aramburu. El otro espacio lo ocupó hasta el año 2004, el cubano Orlando Pineda (+) que poseía la empresa de fumigación “Venezolana de Fumigación” una vez que el local queda libre, “Pepe” también lo alquila, amplia y ahora puede atender con mayor holgura y comodidad a su numerosa y selecta clientela que cada día crece más. Es un rinconcito atractivo, encantador e interesante para la tertulia.

En la Tasca La peña, cuyo nombre proviene de la derivación del apellido del dueño, han pasado muchos empleados, pero la gente recuerda con especial cariño, respeto y admiración a Emilio Méndez detrás de la barra, como mesonero a José Vicente Guzmán y en la cocina a los chef. Marcos el canario, Carlos el gallego y la venezolana oriunda de Zuata la señora Alba, los cuales siempre han estado a la altura de las exigencias de los finos comensales que degustan con gran fruición las especialidades del arte culinario español dónde destacan el Cocido Gallego, Bacalao a la Vizcaína, los Callos a la Madrileña, entre otros y las singulares marisquerías, paellas, asopados y la infaltable y rica gastronomía criolla. Para degustar en el restaurant, llevar y contratar por encargo. No hay límites en la atención al público.

En los 25 años que lleva funcionando este concurrido sitio de encuentro por excelencia, siempre ha contado con clientes distinguidos. El Dr. Rubén Darío Lamar, los profesores Trino Pino, Omar Mosqueda, Pablo Waldrop, José Jaramillo, Roberto Salazar, Omar Salazar, los empresario Miguel Antonio Salazar, Policarpio Zambrano, con su amigo y asesor jurídico, el Dr. Jesús Ramón Arriojas Barrios, el Chief Umpire Arturo Madrid, los españoles “Pepe” García, Sergio Concepción, los Hnos. Ucha, Sabih Aranaga, Jorge Pieza y sus distinguidas familias, los dirigentes sindicales Luís “Buzo” Noriega, Rigoberto Hernández Luís “Culí” Martínez, Douglas Ávila, muchos empleados y trabajadores petroleros, Juan Tinoco que le soluciona todos los problemas fiscales, Stalin González que vende los Kino y Triple gordo, el Dr. Atilio Mazarri y Jesús “Chuito” Almeida que deleitaban todos los sábados a los asistentes con los boleros de siempre, aderezados por los chistes que caracterizaban el humor del Dr. Mazarri. Fueron veladas de ensueño.

Ahora en todos los ambientes de La Tasca La Peña hay ambiente musical en vivo y llegó la magia de la televisión por cable. Eso permite a los clientes ver las noticias del día, pero fundamentalmente los eventos deportivos del momento. Béisbol y fútbol. En esta última disciplina, José “Pepe” Peña Morales tiene un permanente invitado de lujo: el ex futbolista José Oito Lira con el cual discute y comenta las jugadas controversiales y hasta las decisiones dudosas de los árbitros. Son dos expertos de postín. Nunca juegan posición adelantada y mucho menos cometen infracción. Las tarjetas amarillas y rojas las tienen reservadas para algunos amigos que, en muy pocas ocasiones, se atreven llegar hasta el border line, pero al final se impone la cordura y la hermandad. Es un sitio de encuentro para disfrutar.

En la grafica que acompaña esta crónica, José “Pepe” Peña Morales, junto al eficiente y diligente vigilante del estacionamiento de los clientes Oscar Galea al frente de la Tasca La Peña. No hay dudas, “Pepe” es otro, de los tantos, inmigrante que llegó a la ciudad, se quedó y ha contribuido con su trabajo, esfuerzo, dedicación, empeño y disciplina a impulsar el desarrollo de nuestra querida ciudad. Hombre de hablar pausado, parsimonioso al caminar, su discreto con la clientela, parco en el hablar y de manos callosas, son características que adornan su honrosa personalidad y que lo convierten en un personaje, que debe ser tomado en cuenta, por los eximios escritores, cronistas e historiadores de la ciudad, a la hora, de escribir la verdadera historia de esta ciudad, que nació al calor de la industria petrolera un 23 de febrero de 1933. Son relatos urbanos.





domingo, diciembre 06, 2009

Las Cuatro Vías

El hábito, si no se resiste, al poco
tiempo se vuelve una necesidad
San Agustín (354-430) Obispo,
filósofo y padre de la iglesia Latina

Van y vienen en son de trabajo unos y otros a vacacionar. En ambos casos el transito es intenso en la zona sur de la ciudad, que posee una extensa zona rural, bellos paisajes y maravillosos ríos: el Caris, Moquete, el Pao, Atapirire, Cicapro, Saquimare, Mucurita, Castillito, Guacupana. Todos, obviamente, desembocan en el soberbio Orinoco. Estos caudales fluviales se convierten en muchos puntos en sitios de esparcimiento, descanso y un escape perfecto para muchos citadinos, después de una larga semana de trabajo, en la ansiosa búsqueda de eliminar el stress. Hablamos de los maravillosos balnearios y, aún más, existe la estupenda posibilidad de hacer turismo en las vías navegables y practicar el deporte de la pesca turística, artesanal e industrial. Es una zona rica y atractiva que también cobija en su seno una de las reservas petrolíferas más grandes del país. Es nuestro tesoro natural.

Esa inmensa área geográfica cobija los pueblos: Atapirire, Mucura, Boca del Pao. Asentamientos campesinos: el Aguacatal, las Piedras del Caris, La Nueva Aventazón. Caseríos: Boca de los Caños, las Malvinas. Los balnearios Puente e’ Chori, los Tubos, San Jonote, la Coera, la Aventazón, las Margaritas, el Paso del Policía, el Asiento del Limón, Paso Bajito y Puente Ramón Axondó, entre otros. También hay campos vacacionales, fincas, minifincas y los infaltables conuqueros. Una extendida franja campestre habitada por gente buena, trabajadora, productiva, cordial, hospitalaria, bondadosa, sencilla y con excelente buen humor. Un paraíso terrenal.

Cuando decimos que van y vienen en son de trabajo unos y otros a vacacionar, es por que más del 99% de los que frecuentan esa inmensa, bella y atractiva greca del sur del estado Anzoátegui, tienen que pasar por las 4 vías. Este cruce de la carretera Negra de La Flint con dirección a la intersección de Vea con la calle Brisas de Caris, que después de las paradas primigenias que fueron La Casa del Pueblo y luego la esquina de Ramón Arraíz, fue tomando atractivo gracias a la visión del emprendedor y hombre de negocios don Enrique Rodríguez Cuevas(+), quien había llegado desde Puerto Cumarebo – estado Falcón a establecerse en esta tierra de gracia. Todo tiene un inicio y un fundador.

En el año 65, don Rodríguez Cuevas, le compró por Bs. 800,oo a don Seferino Barreto, una bodeguita que mantenía en la esquina sur – este, dónde construyó el primer local – la gráfica acompaña esta crónica – al cual colocó el nombre de Las 4 Vías, sitio como ahora se conoce y se conocerá por siempre está emblemática y obligatoria parada de los que frecuentan por razones de trabajo y diversión ese prodigioso territorio. Luego le compró a la señora Andrea Urbano la esquina Sur – oeste y edificó otro local comercial, al cual le colocó el nombre de Abastos “La Falconiana”. Más adelante, en la esquina noreste, que era un terreno baldío, erigió otro local comercial, conocido como “La Apureña” Fueron tres locales, con las mismas características. Dos resisten el paso del tiempo y ésta última que la vendió al señor Julián Torres, el cual construyó su casa de familia en la parte trasera y la parte delantera, después de trabajar el negocio un buen tiempo, lo colocó en venta y fue adquirida por el renombrado artista plástico Rafael Bogarín que lo convirtió en un minicentro comercial que bautizó con el nombre de uno de los primeros habitantes de la ciudad don Rosso Mago (+). Ese proyecto de pequeños locales comerciales no tuvo éxito y luego el local fue alquilado a unos asiáticos que instalaron en sus instalaciones un comercio de comestibles. El pollo del barrancón, el veguero Maro Meza se opuso cuando fue concejal, pero la fuerza de los hechos lo derrotó y ahora hasta chinos tiene, residen y explotan sus negocios en Las 4 Vías. Es un sitio de encuentro por excelencia.

El primer local don Enrique Rodríguez Cuevas, se lo vendió al señor Pascual Rodríguez por un monto de Bs. 40.000,oo a crédito y el segundo por una cantidad más o menos similar a don Francisco Morales, que hasta ahora son los propietarios. ¿Y la otra esquina? En ella instaló una bomba de gasolina don Dimás La Rosa que completó la zona comercial de las 4 equinas, conocidas como Las 4 Vías, convirtió el sitio en el escenario ideal y en el favorito para hacer la última parada y equiparse completamente, antes de adentrarse en la zona rural. La bomba de gasolina, con el tiempo fue cerrada y, ahora en el lugar funciona la panadería, pastelería y charcutería que lleva el nombre de ese cruce caliente y transitado. Es el sitio de referencia.

Esas cuatro vías, ahora, también está convertida en un terminal de pasajeros. Allí salen los vehículos y autobuses de pasajeros para todos los pueblos, asentamientos campesinos, caseríos, balnearios y con puntos de parada dónde el o los pasajeros quieran quedarse. Todos los días, desde las primeras horas del día y hasta bien entrada la tarde la actividad es dinámica, hay aglomeración de personas, concentración de comerciantes formales e informales que ofrecen frías por cajas, licores de todo tipo, carnes, huesos, puesto de periódicos, loterías, hielo, frutas, verduras, queso criollo, leña, empanadas, papas rellenas, comidas criollas a precios populares, azúcar y café a precios no regulados y hasta juegos de billar y pool para los que permanecen por más tiempo y los vecinos. Hay para todos los gustos y a todos los precios. No hay pa’ pierde con nadie, ya que, cuando ya no está trabajando el transporte de pasajeros, siempre se consigue una colita para llegar al sitio deseado. Generosidad y solidaridad, todavía forman parte de la idiosincrasia del colectivo que por allí transita.

Las 4 Vías es un sitio, repito, de encuentro por excelencia. Allí con mucha frecuencia hay las habituales tertulias de amigos dónde usted se entera de los últimos acontecimientos de toda la región, la ciudad, el estado y el país. Joseíto Salazar, los cantautores Cheo Roldán, Pedrito Sotillo, Chaia Lira, el poeta Golo Mogollón, Jimmy Guillen, Simón Medina, Hilde Salazar, José Vicente Torrealba, José Vicente La Rosa, Santana Lara, José Guevara, Los hermanos Meza, Carlos Barreto, Juan Maurera, Moncho Meza (+) Roberto Salazar (+) José Roldán (+) Pedro Sotillo (+) Giovanni Prado, Alberto Sifontes, Alberto Quiriagua, el Mocho Carias, Carlos Carpio, Quiber Piamo, Francisco Quijada, entre otros. Con ellos usted se informa de lo humano y lo divino. Cuando no están en Las 4 Vías, es porque la reunión se trasladó un poco más allá en “El Galpón” – última parada para llegar al Cementerio – dónde el anfitrión es Alexander “Alito” Molero que forma parte del clan de amigos. Para este grupo de amigos, estar en ese círculo, más que un hábito es una necesidad. Conste no hablo de chismes.

Escribimos estos comentarios como un aporte a los eximios cronistas de la ciudad para que a la hora de escribir la verdadera y autentica historia de nuestra querida urbe, cuenten con algunos datos fidedignos que puedan servirle de referencia para adelantar una investigación rigurosa del porque de las cosas, de dónde venimos, dónde estamos, hacía dónde vamos, los nombres de personajes pasados y presentes que con sus códigos, costumbres, presencia, hábitos, trabajo, esfuerzo, dedicación y laboriosidad contribuyeron y contribuyen al desarrollo y consolidación de El Tigre, que a pesar de las adversidades, continúa su aluvional e indetenible crecimiento proyectándose como una gran metrópoli. Tiempo al tiempo.