sábado, mayo 26, 2012

Anécdotas urbanas de nuestros afrodescendientes

“La alegría compartida es una alegría doble”John Ray (1627 – 1705)
Naturalista y escritor inglés

Recientemente al Prof. Edgar Brito, le ocurrió algo inverosímil. Un domingo como de costumbre, iba de compra al mercado con su distinguida esposa y en la vía, divisaron al Prof. Gonzalo López, el popular afrodescendiente dulcero – antes de la Ley que aprobó la soberana Asamblea nacional por iniciativa del Prof. Aristóbulo Isturiz, que no acepta que lo sigan llamando negro, so pena de mandar al abusador a la cárcel – conocido como “El Negro dulcero”, que también se dirigía al mismo sitio y, después del saludo de rigor, le ofrecieron la cola en su lujoso automóvil, cuestión que el afrodescendiente, aceptó gustosamente. Él siempre anda en el carro de Fernando.
En el trayecto, entablaron una cordial conversación y en medio de ella, el Prof. Edgar Brito le comentó “Gonzalo te ves gordo, recuerda que eres un atleta y no deberías descuidar el aspecto físico” a lo que éste le respondió. No, eguita, esa es tu apreciación, yo lo que estoy es podrido de bueno, las carajitas me ven y se ríen” Edgar sorprendido le comenta “Caray negro, será por la cara de payaso que tienes” y continúo “Tú lo que pasa es que sufres de narcisismo (Individuo abstraído en la admiración propia) a lo que Gonzalo, ripostó sin inmutarse. “Eguita, te volviste a pelar. Yo sufría de eso, pero me lo curé hace bastante tiempo. Una compañera de trabajo en el IUTJAA, me dio una pastillita azul y me recomendó que me la tomara con guarapo e’ papelón, lo hice y santo remedio” El Prof. Edgar y su distinguida esposa quedaron estupefactos. Colorín colorado. No lo entendí.
 
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El eminente médico otorrinolaringólogo, Dr. Jaime Gómez, forma parte de una agrupación musical local, que lleva por nombre “5 negros y un blanco” a ellos correspondió abrir la fiesta bailable que promocionó y presentó con éxito “Patio Grill” el sábado 19 de mayo en la ciudad y dónde alternaron las afamadas orquestas “Billos Caracas Boys”, “La más popular de Venezuela” y Los Melódicos, “La que impone el ritmo en Venezuela”. En medio del espectáculo, surgió una chanza, que no debe ser del agrado del Prof. Isturíz porque se trata de negros, pero que vale la pena relatar, corriendo el riesgo de ser sancionados por la ley, que prohíbe, llamar Negro a los negros y dulcificarles el apelativo cambiándoselos por afrodescendientes.
 
El cantante Ely Méndez de la orquesta “Billos Caracas Boys, en varias oportunidades, al referirse a la agrupación local, que abrió los fuegos en la espectacular fiesta bailable, la llamó “5 negros y un cacho” (¿?), todos los asistentes, incluyendo a los integrantes de dicha agrupación musical, celebraron la jocosidad del vocalista. En todo caso y en el marco de la ley Isturiz, debería llamarse “5 afrodescendientes y un blanco” y entonces el cantante de Billos, hubiese dicho “5 afrodescendientes y un cacho”. Lo cierto del caso, es que la gente disfrutó el chiste y bailó a rabiar con “5 negros y un blanco” y las dos catedrales del ritmo en Venezuela. Dígalo allí Dr. Gómez
Ante las pretensiones del Prof. Isturíz, la madre del Dr. Jaime Gómez, la señora Vintila Lista Vda. de Gómez, me dijo. “El ser negro no es una afrenta porque un zapatico negro le luce a la mejor dama” Una pequeña dosis de humildad, diría este cronista oficioso. 
 
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Alfredo “Musiu” Moreno, el animador por excelencia de este tipo de espectáculos en la ciudad, que es moreno de apellido, pero negro de color, perdón afrodescendiente, hizo la presentación de rigor de las 3 agrupaciones musicales “5 negros y un blanco” “La Billos Caracas Boys” y “Los Melódicos” las cuales deleitaron con sus interpretaciones a todos los asistentes. El “Musiu” con la versatilidad,  veteranía y profesionalidad que lo caracteriza, fue preciso, conciso e impecable en su actuación como animador y luego, en la pista, se lució como ágil bailador. Un artista más.
 
En los intermedios de la espectacular fiesta bailable y en el marco de la camaradería que reinó en el amplio salón de “Patio Grill”, tuvimos la oportunidad de dialogar en varias oportunidades con el “Musiu” y con su proverbial capacidad para soltar chistes cortos me dijo “Mira Cheo, yo conozco el flojo aunque esté sudao”, continúo y soltó otro “Yo conozco la mujer que baila bueno porque se mueve pa’ lante y pa’ atrás y la que baila maluco se mueva pa’ lante nomás” mas tarde dos más “Yo soy el único negro (afrodescendiente) que se gana los reales con el sudor de su lengua” y para cerrar, remató “Yo soy nacido en el campo/dónde se baila joropo/y se cocina los alimentos con aceite de corozo/por eso las mujeres dicen/ese negro si es sabroso. ¡Sabrosooooo!. Agarren ese trompo en la uña pa’ ver si taratatea.
 

Los personajes, agrupaciones, sitios, negocios que mencionamos en este destello, son protagonistas de las historias campechanas, alegres, amables, simpáticas e inolvidables y, para que sean doblemente alegres, las compartimos con los lectores de Venezuela, el mundo y especialmente con los vecinos y relacionados de esta pequeña urbe, que nació al calor de la industria petrolera, el 23 de febrero de 1933 y merecen, que cuando nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores de nuestro bello y prolijo pasado y presente, decidan escribir su verdadera y autentica historia, los incluyan en el disco duro de nuestra memoria histórica ¡Vale la pena!

 
Alfredo (Musiu) Moreno

 
Dr. Jaime Gómez

 
Gonzalo López (El Negro Dulcero)

viernes, mayo 18, 2012

Personajes de mi pueblo: Nelson González

“El hábito, sino se resiste, al poco tiempo se vuelve una necesidad”San Agustín (354 – 430)
Obispo, filósofo y Padre de la Iglesia Latina.
 
Fundador, propietario y habitual trabajador a tiempo completo de “La Barbería Sport”, ubicada en la calle Ayacucho, a un borde de la ancestral calle Bolívar, Nelson José González Márquez, es el barbero de más larga tradición en la ciudad. No es la barbería más vieja, pero sí es la que más tiempo ininterrumpido tiene de instalada. La fundó junto a su hermano, Luís González (+) en el año 1968, una vez que cumplió, como voluntario, el Servicio Militar Obligatorio, en el Batallón “Simón Bolívar”, acantonado en el Fortín “Solano” en Puerto Cabello, dónde a pesar de la turbulencia político-militar, que trajeron los fallidos golpes de estado, conocidos como “El porteñazo” “El carupanazo” y el sangriento atentado contra el Presidente Rómulo Betancourt, a los soldados durante los 2 años que duraba el servicio, les dictaban Cursos de Preparación y Servicio (barbería, albañilería, mecánica, electricidad, radio y comunicación y un largo etc., de oficios para el trabajo), buscando que al salir, pudiesen enfrentar la vida civil, con mayores posibilidades de éxito. Los enseñaban a pescar.
 
El barbero, Nelson González, nació el 17 de junio de 1943, en el otrora Territorio Federal Delta Amacuro, creado el 27 de febrero de 1884 y, elevado el 3 de agosto de 1991, a la categoría de estado, según ley publicada en la Gaceta Oficial de Venezuela Nº 4.295. El padre Ángel Vicente González, un lugareño, agricultor y comerciante  y su esposa Carmen Josefina Márquez Navarro, quien era monaguense, vinieron al embrionario pueblo de El Tigre, fijaron residencia en la calle Aragua y Vicentico, como era conocido el progenitor, montó su primer negocio en la calle Orinoco, paralelo a la edificación del desaparecido Comedor Popular, luego la Biblioteca “Alfredo Armas Alfonzo” y que hoy ocupa El Ateneo de El Tigre – Casa de la Cultura “Simón Rodríguez”, a la cual llamó Bodega “La Popular”, luego fundó otra en la calle Nuevo Mundo. Bodega “El Fronterizo” y al final de sus días, instaló la última bodega en la calle San José de Pueblo Ajuro. Bodega “Vicentico” un insigne trabajador que dejó una huella indeleble en ese ramo comercial en la ciudad. Memoria contra el olvido.
 
Entre el laborioso trabajo de las bodegas, don Ángel Vicente González y su distinguida esposa, tuvieron 10 hijos. Vicente, Nelson, Néstor, Luís, Del valle, Norvis, Iris, Damaris, Leyda y José, los cuales desarrollaron cada uno sus actividades de acuerdo a las excelentes enseñanzas del hogar. Nelson, cuando llegó del ejercito, le recomendó al hermano, Luís, que hiciera el curso de barbería en el INCE y una vez que lo aprobó, en el año 1968, fundaron “La Barbería Sport”, aventurándose a competir con las ya instaladas y de tradición como La Tricolor de los hermanos Carlos, Miguel y Pedro, que para atraer a los niños, le regalaban caramelos y un lápiz Mongol. La del Renco Herrera, que funcionó en la calle Guevara Rojas en la parte baja del edificio Arauca. Juancho, el popular “Tijerita de Oro” en la carretera Negra La Flint. Juan Aramburu en la calle Bolívar, al lado del Bar Principal. La Barbería Bolívar de Pedro Salas y que luego se llamó “Tovar” bajo la égida de Pedro “Culebra” Tovar, la cual estaba ubicada frente de la Iglesia Virgen del Valle, a un costado de la muy afamada “Heladería Bolívar” de los hermanos Caputo. La Barbería Principal del italiano Giovanni. La Tacita de Plata, de Baldomero Rodríguez. Barbería Europa del italiano Donato y con el cual trabajo José Bermúdez. Barbería Roma, en la avenida Francisco de Miranda, al lado de la Panadería MOKA, del italiano Ángelo Soporta, la cual cuando este regresó a su patria, fue asumida por Ulises Requena y dónde se iniciaron en el arte de la barbería  los gárrulos congénitos y profesionales, hoy propietarios de la muy concurrida Barbería “La Tropical” en la cuarta carrera sur, Orlando y Yosmer Marcano. Barbería Plaza, frente al cine Plaza de Antonio Paradiso. “El Arte Francés” de Domingo Bruno en la avenida Francisco de Miranda en la esquina, al lado de La Mueblería RAYMOS de don Juan Raydan y dónde construyeron la edificación que alberga la Clínica Social SP-El Tigre y el cual luego instaló una sucursal en el Terminal de Pasajeros y  Barbería Italia del popular Parrita, todas estás desaparecidas, pero que forman parte de nuestra acervo histórico. Recordar es vivir.
 
En la calle Falcón de Pueblo Ajuro, había un barbero muy popular, conocido como Juan Chorizo y también como “Buche de agua”, porque cuando le cortaba el pelo a un cliente, le decía “Cierre los ojos que el Agua de Colonia pica” y como para la época, era poco usual que los barberos usaran las indispensables bombas par rociar el agua y la colonia, le regaba el cuello con un buche con agua que soplaba rociadito.    Obviamente, tenía buena salud bucal, porque hasta dónde lo conocieron, nadie agarró una infección. Eran los tiempos bucólicos del primer barrio que nació en el pueblo, después del Casco Viejo y el fronterizo La Florida. Esa es otra historia.
 
La Barbería Sport, dada la proverbial simpatía, cordialidad y popularidad de los hermanos González (Nelson y Luís), en muy poco tiempo, se convirtió en un sitio de encuentro. Allí asistimos en nuestra época de mozos y recordamos que nuestros hermanos Roberto, Edgar, Miguel (El negro Salazar), Omar, Oito, Vicente, Pedro María y José Humberto Lira, éramos  clientes fijos, también nuestros amigos de infancia Luís “El negro” Mogollón (+), Eugenio “El viejo” Salazar, Juan Betancourt, Mauro Millán, Ramón Bolívar, Juan Rafael “El Negro Bolívar” Hernández, Pedro Celestino Azocar, Arquímedes Guatache, José “Cheo catirito” Mogollón, Edgar Millán, Hernán “El viejito” Zabala, José “Mano de oso” Rodríguez, José Caraballo, Asdrúbal Mendoza, el Comisario (PTJ) Edgar Evans Guatache, Euclides Sotillo (+), Oswaldo “Topocho” Mendoza, Ángel Rafael “Cara e’ cochino” Zabala y vimos muchas veces a los Dres. Rafael Tobías Guevara, González Orsini,  a los comerciantes Nemer Saab, Assad Nakkur, hoy Presidente del Concejo Municipal, Moada El Katan, de la Sastrería “El Cairo”, “El negro” Martineau, José Figuera y muchos amigos y conocidos que escapan a la memoria de Nelson y de este cronista oficioso.
 
Nelson González ahora vive en la calle Panamá de San Francisco de Asís  (Ciudad Tablitas), está casado con la margariteña, Merida Romero de cuya feliz unión tienen 3 hijos. Nelson que está por graduarse de ingeniero, Nermer y Emerson, que avanzan en los estudios y como toda la familia, han “vivido” de lo que ha producido, produce y producirá La Barbería Sport”, la cual fue instalada con capital propio y la única ayuda externa que ha recibido, es de parte del gobernador Tarek William Saab, quien les donó, quizás como un reconocimiento  porque fue el barbero de la familia, una silla giratoria, dos espejos y una máquina de cortar cabello. Y como nunca faltan las anécdotas, Nelson recuerda que un cliente, le dijo “barbero no hables tanto y córtame el cabello” otro le preguntó ¿Cuánto cobras por un corte a un calvo? Y él le respondió con otra interrogante ¿Depende los piojos que tenga? Además fue víctima de un timador. Llegó un cliente con un carajito y le dijo “Córtame el cabello” lo cual hizo. El tipo se paró y sin pensarlo dos veces, sentó al niño, le pasó la mano por el cabello diciéndole “Ya vengo a buscarte y pago el corte de los dos” Nelson le cortó el cabello y lo sentó en la sala de espera. Pasado un buen tiempo le preguntó ¿A qué hora te viene a buscar tú papá? Y el carajito le respondió. Ese señor no es nada mío. “Me dijo que lo acompañara hasta la barbería que un barbero bolsa nos cortaría el cabello gratis” muy bien hijo. Váyase, pero si vuelve a ver a ese tipo, le dice que “Perro macho se capa una sola vez” Un cazador cazado.
El hábito de asistir, abrir y atender  la barbería para Nelson, ya es una necesidad. Es un hombre entregado en alma, corazón y vida al arte de la barbería y un personaje merecedor junto a las demás personas, lugares, instituciones y negocios que mencionamos en este humilde destello, que cuando nuestros eximios cronistas, investigadores e historiadores del bello y prolijo pasado de esta pequeña urbe, que nació al calor de la industria petrolera, el 23 de febrero de 1933, los incluyan en disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!
 
 

sábado, mayo 12, 2012

Historias urbanas

"¡Y a pesar de mi fe, cada día evidenció que
detrás de la tumba ya no hay más que silencio!
"
Amado Nervo (1870 – 1919)
Poeta y escritor mexicano.

No creerá, pero las historias urbanas que les voy a narrar, son dignas de Ripley o quizás para los sketchs de Globovisión “Aunque usted no lo crea”. En la ciudad, hay un grupo de citadinos, que le meten el ojo a los velorios. Los califican, de acuerdo a la situación económica de los familiares del difunto, en buenos, regulares y excelentes (¿?). En ese sentido, aprovechan el acto velatorio, para desayunar, almorzar y cenar. Estos vivo e’ la pepa, ya saben que el contrato del acto velatorio con la funeraria, incluye aparte del cafecito, el con leche, el chocolate y uno que otro consomé, los tres golpes. Un muerto para ellos es la salvación. Los difuntos dan vida después de la vida.

En medio del dolor que embarga a los deudos, ellos se acercan, dan el pésame, ponen cara de circunstancia, afligidos y desconsolados. Hay otros que van más allá, echan unas lágrimas, sollozan, gimotean y muestran un sufrimiento superior al de los propios familiares. Hecho el ejercicio de hipocresía, se ubican estratégicamente, por donde ellos, con la practica rutinaria, están seguros pasarán los anfitriones, que prestan servicio en las capillas velatorias, ofreciendo los alimentos y demás suministros para degustarlos, salir como carrito e’ compañía y continuar con sus intensas labores etílicas. Las funerarias más frecuentadas, por su excelente ubicación, muy cerca de las licorerías, son las de la avenida Francisco de Miranda.

Hay casos, dónde algunos de los deudos, para mitigar el dolor, las penas y el sufrimiento, se echan los tragos. Ay, papá, que mamá chocó. Esos son los excelentes y si es con escoses mucho mejor. Es más, cuando anuncian el entierro para las 10 AM, hechos los tontos sugieren que lo hagan en la tarde o el otro día. “Hermano porque tanto apuro”, murmuran, para que los deudos los oigan, se apiaden, alarguen el acto velatorio y ellos poder disfrutar un día más. ¿Quiénes son? Digo el pecado, pero no los pecadores.

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Como de todo hay en la viña del señor, hay otro grupo de citadinos, que acompañan a los deudos, amigos y relacionados del fallecido, hasta el momento del entierro y allí, in situ, observan el comportamiento de los consanguíneos más cercanos al difunto al momento de cerrar la urna, proceder a meterla en la fosa y la colocación de la lápida. Hay muchos que entran en trance y pretenden bajar al sepulcro con el muerto. “No, no, no te vayas…yo te acompaño” gritan en medio del llanto, el dolor y la angustia. Conductas muy normales en este tipo de actos terribles, sombríos y fúnebres. Antonio Aguilar en el corrido de Lucio Vásquez, dice “No es lo mismo ver morir como cuando a uno le toca” …de cerca adicionaríamos.

El caso es que estos ociosos profanos, pasan el domingo y hacen inspecciones oculares a las sepulturas. En las primeras semanas, observan que las lápidas con los nombres del difunto, están limpias de maleza, brillante la losa y hay ramos de flores, velas y velones. A los 3 meses, las visitas son más esporádicas y, con el paso del tiempo, lucen tapadas por la maleza, no se ve la losa con el epitafio, tampoco hay flores y nada que alumbre. Abandono total.

Estos comentaristas, echan el cuento, muertos de risa y recuerdan que “es verdad lo que dice la letra de la pieza musical del puertorriqueño, Tito Rojas alias “El gallo salsero”, “si con el tiempo no queda, ni la tumba ni la cruz”. ¿Una prueba? Observen lo que pasó en el cementerio del Casco Viejo, lo desalojaron, derrumbaron y eliminaron ¿Cuántos cadáveres se perdieron, desaparecieron y nunca aparecerán? ¿Hay gente ociosa e insensible que ve esos detalles? ¿No perdonan ni los muertos? Ni tanto. Ellos, aseguran, no sin cierta razón, que es la purísima verdad.  ¿Quiénes son? Digo el pecado, pero no los pecadores.

Para mayores detalles, comunicarse al 0800CHISMES. La información que le suministrarán es fidedigna. Llamé, oirá y se convencerá. Un dato más. En algunos entierros han visto familiares, que se quieren sepultar con el difunto y, a las pocas horas, están pidiendo audiencia con el gerente del banco, dónde el cristiano tenía sus cuentas, para saber cuanto dejó y como hacen para disponer del dinero. No hay un ápice de dudas. El muerto al hoyo y el vivo al bollo. Los tipos se las traen. No pierden detalles.



viernes, mayo 04, 2012

Personajes de mi pueblo: Ramón Celestino “Boves” Trías

No labra uno su destino; lo soporta
Gustave Le Bon (1841 – 1931)
Psicólogo social y escritor francés

Nació en 1933, el mismo año de la fundación de la ciudad, pero el 23 de diciembre, en Bergantín y es hijo de los agricultores, Víctor Morffe y Cruz Trías. Cuando apenas tenía 6 años, la abuela Isabel de Morffe, lo llevó a Coloradito, municipio Independencia, para luego en el año 1943, llegar al para entonces incipiente pueblo de El Tigre y fijar residencia en la calle Héctor Villegas, muy cerca de dónde funcionó un mercado a cielo abierto, frente a la bodega “El Tropezón” de don Antonio “Barón” Rodríguez. Estudio la primaria en la escuela  Dr. José Manuel Cova Maza, que funcionaba en la calle Orinoco, edificación que luego albergó el Comedor Popular y hoy aloja el Ateneo de El Tigre. Casa de la Cultura Simón Rodríguez. El alias de “Boves, se lo acuñaron, porque era muy feroz en las peleas callejeras. Más tarde cuando fue al ejército, su vecino Esmelín Sarabia al verlo uniformado, lo llamó “El General” y una vez que salió de baja, con el grado de Cabo primero, muchos le llamaban el “Cabo Trías”. Muchos apodos y un solo personaje. El destino lo trajo a El Tigre para quedarse. Había que soportar.

Don Ramón Trías, una vez que culminó la primaria, se incorporó al mercado de trabajo. Le echó ganas como matarife en la primera sala de matanzas, ubicada al final de la calle Rivas dónde compartió esas tareas con Manaé Ramírez, Gilberto Castro y un amigo conocido como “El Pechato”. De allí, cuando cumplió la edad reglamentaria, salió directo a cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, en el Cuartel General “Bermúdez” en Caracas dónde lo asignaron al Batallón Bolívar # 3, egresó como Cabo Primero y como cosas del destino, en ese tiempo coincidió con un recluta de El Tigrito, de nombre Félix Cipriano Trías, que también salió de baja con el grado de Cabo primero. Cuando regresaron de nuevo a la zona, eran conocidos como el Cabo Trías. Uno en El Tigre y otro en San José de Guanipa. En el año 1956, en su condición de reservista, hizo el curso para Guardia Nacional, en el Comando GN – 77 – Caripito y en ese rol trabajó en Puerto La Cruz, Santa Fe, Anaco, Buena Vista y San Tomé. Vida de gitano y gran responsabilidad.

El Capitán Elías Rivera Villapol, con el cual trabajó estrechamente en San Tomé cuando fue cambiado a Caracas muy del 4 de agosto, fecha de cumpleaños de La Guardia Nacional y en cuya celebración proceden a oficializar los ascensos. Este joven oficial, antes de viajar, lo llamó a su despacho y le dijo. “Me voy muy satisfecho con sus servicios, eficiencia en el trabajo y de su lealtad a la institución y quiero hacer de su conocimiento que deje la orden para su ascenso a distinguido”. Le dio las gracias. Espero tranquilo la fecha. No fue ascendido y como ya tenía 6 años en la institución, lo consideró una injusticia. Una gran  decepción que lo impulso a  solicitar la baja. En el año 1963 ingresó a la DIGEPOL, que tenía sus oficinas en el edificio, que luego fue sede del ICAP y hoy venden chaguarma – al lado del edificio de Moya Meneses –  En el año 1967, estando de guardia, se le presentó el ciudadano Ramón Guaquirían, quien le denunció que lo habían asaltado 2 sujetos, salió en el vehículo de la víctima a buscar los facinerosos. Ubicaron a los delincuentes a la altura del Tanque del INOS, lo hirieron en un brazo, pero dio de baja a uno de los asaltantes. Fue llevado al hospital dónde lo atendieron y recluyeron.  Estando hospitalizado, el 2 de noviembre a las 10 PM, hubo una situación irregular. Los funcionarios de la Policía de Anzoátegui, que estaban asignados a la DIGEPOL, Antonio Ruiz y Antonio Guzmán, recibieron una llamada, donde les denunciaban que en La Charneca, había una concha de guerrilleros urbanos. Atendieron el llamado y en la vía, fueron emboscados y asesinados. Un suceso que conmocionó al pueblo y tuvo repercusiones nacionales. Los citadinos quedaron atónitos.

En esos días el jefe regional de la DIGEPOL, Francisco “Pancho” Quereguán (padre), había sido relevado del cargo por Manuel Villaer Delgado y en la delegación de El Tigre, el jefe era el Inspector Enrique Lucena.  El oficial Ramón Trías, preocupado por la grave situación, les exigió a los médicos en el hospital, que le dieran de alta bajo su responsabilidad, llegó a la oficina y la encontró solitaria. El teléfono sonó, lo tomó y era nada más y nada menos que el Ministro de Relaciones Interiores, Carlos Andrés Pérez Rodríguez, le preguntó por el jefe, le dijo que desde el hecho sangriento se había ausentado, le contó su historia y  CAP, con la firmeza que le era proverbial, le ordenó “Asuma el mando y encárguese que en 72 horas le hago llegar el nombramiento”. Dicho y hecho. El oficio que oficializaba su nombramiento llegó y quedó al frente de la oficina. Pasado un tiempo, llegó una comisión de la DIGEPOL de la capital del estado, en un vehículo que era conducido por el señor Valentín Mujica – el esposo de Lala –  y lo trasladaron a Barcelona a una reunión urgente. Lo relevaron del cargo por el Inspector Guzmán Lanza, lo enviaron a otra ciudad y como no le gustó su nueva plaza, renunció y regresó a la ciudad. Hay que soportar el destino.

La necesidad tiene cara e’ perro. La familia que formó con la maturinense Marina del Valle Lisboa, joven que conoció en sus tiempos de Guardia Nacional en Puerto La Cruz y con la cual contrajo nupcias el 16 de septiembre de 1958 y con la cual ya tenía sus hijos Luís Alberto, Andrés Eloy, Milagros, Humberto “El gordito de oro”, Ramón, que fue vilmente asesinado en un desafortunado atentado y la querubina de la familia Yesenia María, todos muy chicos, lo obligaba a buscar empleo con un ingreso que garantizara una vida acorde con la situación. El trabajo dignifica y don Ramón Trías, no dudo en aceptar un cargo de obrero en el INOS. Pico y pala abriendo zanjas para meter tuberías, tuvo que echar. En esas labores cumplió 2 años, cuando emigró a Maracay, buscando mejores condiciones de vida. Logró empleo en la “Industria Nacional de Instrumentos Agrícolas” que fabricaba picos, palas, cuchillos, escardilla, machetes, cucharas y todo tipo de herramientas de utilidad en las faenas agrícolas. En esa empresa, fungió como líder sindical, ejerciendo el cargo de Secretario de Reclamos del sindicato. Fueron 4 años, se retiró y regresó a El Tigre. El buen hijo vuelve a casa. En su peregrinaje buscando empleo, el para entonces Secretario General del Sindicato Fedepetrol, Juan Natera, el popular “Juancho”, le dio una orden de trabajo por una semana para la empresa SIDOCA, del señor Rubén Cisco, que funcionaba en Cantaura. Esa semana de trabajo se convirtió en 22 años en la industria petrolera, porque después de un tiempo, lo asignaron a Servicios JB, del empresario Juan Bueno, de allí, lo absorbió Mene Grande Oil Company, que transmutó en MENEVEN y más tarde en CORPOVEN, con la cual se jubiló el 2 de febrero de 1994. En estos tiempos de pavorosa inflación disfruta el descanso del guerrero y para mantener su prolija familia, que ahora también incluye 11 nietos y 2 bisnietos, balancea el presupuesto familiar con la pensión de vejez, muy bien ganada y mejor merecida. Algo es algo peor es nada.

Don Ramón Celestino Trías, el popular “General”, “El Cabo o “Boves” apodos que le acuñaron sus amigos, a través del tiempo, es un insigne trabajador, luchador social y ejemplar padre de familia que merece, junto a personas, empresas y lugares históricos que nombramos en este destellos, que cuando nuestros insignes historiadores, cronistas e investigadores del hermoso pasado y presente de esta pequeña urbe, que nació al calor de la industria petrolera, el 23 de febrero de 1933, decidan escribir la verdadera y autentica historia, los incluyan en el disco duro de nuestra memoria histórica ¡Vale la pena!