viernes, mayo 04, 2012

Personajes de mi pueblo: Ramón Celestino “Boves” Trías

No labra uno su destino; lo soporta
Gustave Le Bon (1841 – 1931)
Psicólogo social y escritor francés

Nació en 1933, el mismo año de la fundación de la ciudad, pero el 23 de diciembre, en Bergantín y es hijo de los agricultores, Víctor Morffe y Cruz Trías. Cuando apenas tenía 6 años, la abuela Isabel de Morffe, lo llevó a Coloradito, municipio Independencia, para luego en el año 1943, llegar al para entonces incipiente pueblo de El Tigre y fijar residencia en la calle Héctor Villegas, muy cerca de dónde funcionó un mercado a cielo abierto, frente a la bodega “El Tropezón” de don Antonio “Barón” Rodríguez. Estudio la primaria en la escuela  Dr. José Manuel Cova Maza, que funcionaba en la calle Orinoco, edificación que luego albergó el Comedor Popular y hoy aloja el Ateneo de El Tigre. Casa de la Cultura Simón Rodríguez. El alias de “Boves, se lo acuñaron, porque era muy feroz en las peleas callejeras. Más tarde cuando fue al ejército, su vecino Esmelín Sarabia al verlo uniformado, lo llamó “El General” y una vez que salió de baja, con el grado de Cabo primero, muchos le llamaban el “Cabo Trías”. Muchos apodos y un solo personaje. El destino lo trajo a El Tigre para quedarse. Había que soportar.

Don Ramón Trías, una vez que culminó la primaria, se incorporó al mercado de trabajo. Le echó ganas como matarife en la primera sala de matanzas, ubicada al final de la calle Rivas dónde compartió esas tareas con Manaé Ramírez, Gilberto Castro y un amigo conocido como “El Pechato”. De allí, cuando cumplió la edad reglamentaria, salió directo a cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, en el Cuartel General “Bermúdez” en Caracas dónde lo asignaron al Batallón Bolívar # 3, egresó como Cabo Primero y como cosas del destino, en ese tiempo coincidió con un recluta de El Tigrito, de nombre Félix Cipriano Trías, que también salió de baja con el grado de Cabo primero. Cuando regresaron de nuevo a la zona, eran conocidos como el Cabo Trías. Uno en El Tigre y otro en San José de Guanipa. En el año 1956, en su condición de reservista, hizo el curso para Guardia Nacional, en el Comando GN – 77 – Caripito y en ese rol trabajó en Puerto La Cruz, Santa Fe, Anaco, Buena Vista y San Tomé. Vida de gitano y gran responsabilidad.

El Capitán Elías Rivera Villapol, con el cual trabajó estrechamente en San Tomé cuando fue cambiado a Caracas muy del 4 de agosto, fecha de cumpleaños de La Guardia Nacional y en cuya celebración proceden a oficializar los ascensos. Este joven oficial, antes de viajar, lo llamó a su despacho y le dijo. “Me voy muy satisfecho con sus servicios, eficiencia en el trabajo y de su lealtad a la institución y quiero hacer de su conocimiento que deje la orden para su ascenso a distinguido”. Le dio las gracias. Espero tranquilo la fecha. No fue ascendido y como ya tenía 6 años en la institución, lo consideró una injusticia. Una gran  decepción que lo impulso a  solicitar la baja. En el año 1963 ingresó a la DIGEPOL, que tenía sus oficinas en el edificio, que luego fue sede del ICAP y hoy venden chaguarma – al lado del edificio de Moya Meneses –  En el año 1967, estando de guardia, se le presentó el ciudadano Ramón Guaquirían, quien le denunció que lo habían asaltado 2 sujetos, salió en el vehículo de la víctima a buscar los facinerosos. Ubicaron a los delincuentes a la altura del Tanque del INOS, lo hirieron en un brazo, pero dio de baja a uno de los asaltantes. Fue llevado al hospital dónde lo atendieron y recluyeron.  Estando hospitalizado, el 2 de noviembre a las 10 PM, hubo una situación irregular. Los funcionarios de la Policía de Anzoátegui, que estaban asignados a la DIGEPOL, Antonio Ruiz y Antonio Guzmán, recibieron una llamada, donde les denunciaban que en La Charneca, había una concha de guerrilleros urbanos. Atendieron el llamado y en la vía, fueron emboscados y asesinados. Un suceso que conmocionó al pueblo y tuvo repercusiones nacionales. Los citadinos quedaron atónitos.

En esos días el jefe regional de la DIGEPOL, Francisco “Pancho” Quereguán (padre), había sido relevado del cargo por Manuel Villaer Delgado y en la delegación de El Tigre, el jefe era el Inspector Enrique Lucena.  El oficial Ramón Trías, preocupado por la grave situación, les exigió a los médicos en el hospital, que le dieran de alta bajo su responsabilidad, llegó a la oficina y la encontró solitaria. El teléfono sonó, lo tomó y era nada más y nada menos que el Ministro de Relaciones Interiores, Carlos Andrés Pérez Rodríguez, le preguntó por el jefe, le dijo que desde el hecho sangriento se había ausentado, le contó su historia y  CAP, con la firmeza que le era proverbial, le ordenó “Asuma el mando y encárguese que en 72 horas le hago llegar el nombramiento”. Dicho y hecho. El oficio que oficializaba su nombramiento llegó y quedó al frente de la oficina. Pasado un tiempo, llegó una comisión de la DIGEPOL de la capital del estado, en un vehículo que era conducido por el señor Valentín Mujica – el esposo de Lala –  y lo trasladaron a Barcelona a una reunión urgente. Lo relevaron del cargo por el Inspector Guzmán Lanza, lo enviaron a otra ciudad y como no le gustó su nueva plaza, renunció y regresó a la ciudad. Hay que soportar el destino.

La necesidad tiene cara e’ perro. La familia que formó con la maturinense Marina del Valle Lisboa, joven que conoció en sus tiempos de Guardia Nacional en Puerto La Cruz y con la cual contrajo nupcias el 16 de septiembre de 1958 y con la cual ya tenía sus hijos Luís Alberto, Andrés Eloy, Milagros, Humberto “El gordito de oro”, Ramón, que fue vilmente asesinado en un desafortunado atentado y la querubina de la familia Yesenia María, todos muy chicos, lo obligaba a buscar empleo con un ingreso que garantizara una vida acorde con la situación. El trabajo dignifica y don Ramón Trías, no dudo en aceptar un cargo de obrero en el INOS. Pico y pala abriendo zanjas para meter tuberías, tuvo que echar. En esas labores cumplió 2 años, cuando emigró a Maracay, buscando mejores condiciones de vida. Logró empleo en la “Industria Nacional de Instrumentos Agrícolas” que fabricaba picos, palas, cuchillos, escardilla, machetes, cucharas y todo tipo de herramientas de utilidad en las faenas agrícolas. En esa empresa, fungió como líder sindical, ejerciendo el cargo de Secretario de Reclamos del sindicato. Fueron 4 años, se retiró y regresó a El Tigre. El buen hijo vuelve a casa. En su peregrinaje buscando empleo, el para entonces Secretario General del Sindicato Fedepetrol, Juan Natera, el popular “Juancho”, le dio una orden de trabajo por una semana para la empresa SIDOCA, del señor Rubén Cisco, que funcionaba en Cantaura. Esa semana de trabajo se convirtió en 22 años en la industria petrolera, porque después de un tiempo, lo asignaron a Servicios JB, del empresario Juan Bueno, de allí, lo absorbió Mene Grande Oil Company, que transmutó en MENEVEN y más tarde en CORPOVEN, con la cual se jubiló el 2 de febrero de 1994. En estos tiempos de pavorosa inflación disfruta el descanso del guerrero y para mantener su prolija familia, que ahora también incluye 11 nietos y 2 bisnietos, balancea el presupuesto familiar con la pensión de vejez, muy bien ganada y mejor merecida. Algo es algo peor es nada.

Don Ramón Celestino Trías, el popular “General”, “El Cabo o “Boves” apodos que le acuñaron sus amigos, a través del tiempo, es un insigne trabajador, luchador social y ejemplar padre de familia que merece, junto a personas, empresas y lugares históricos que nombramos en este destellos, que cuando nuestros insignes historiadores, cronistas e investigadores del hermoso pasado y presente de esta pequeña urbe, que nació al calor de la industria petrolera, el 23 de febrero de 1933, decidan escribir la verdadera y autentica historia, los incluyan en el disco duro de nuestra memoria histórica ¡Vale la pena!


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