domingo, julio 29, 2007

Personajes de mi pueblo: Alicia del Carmen García de Galantón (Lichonga)

Luchar para vivir la vida, para sufrirla y para
gozarla…La vida es maravillosa si no se le tiene miedo

Charles Chaplin (1889-1977)
Actor, productor y director inglés.
En Cumanacoa, estado Sucre, la entidad federal del gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre y del poeta del pueblo Andrés Eloy Blanco, el 5 de agosto de 1932, los esposos Juan José García y Modesta Hernández tuvieron la inmensa alegría de ver nacer a su hija Alicia del Carmen, la popular Lichonga, quién interrumpió sus estudios cuando iba a cursar el 4to. grado y a los 16 años contrajo nupcias con Juan Bautista Galantón oriundo de Cumaná. Con el estableció una humilde, pero muy honorable familia, en la cual procrearon 6 hijos. Jorge, que murió muy joven, Norma y Jhonny, ambos trabajadores de la alcaldía; Miguel, dirigente sindical. Tibisay, quién es ama de casa y vive en Margarita; y el sociólogo José Luís, que labora en el sector educación en Cumaná.

Alicia del Carmen, la popular y familiarmente conocida como “Lichonga” cuenta que, su esposo Juan Bautista Galantón, “Tití” para sus amigos y familiares, laboraba en la Pesquera la “Gaviota” y cuando la familia comenzó a crecer, el sueldo no alcanzaba, por lo cual se retiró, solicitó el dinero de su tiempo y un hermano lo invitó a Anaco y le logró empleo en la industria petrolera, al año alquiló una casa y se trajo la familia. Alicia que ya tenía un hijo, llegó a la calle Zoilo Vidal de Anaco, donde vivió muy poco tiempo ya que el hombre fue transferido al campo de “La Leona” y todos sus demás hijos nacieron en el hospital de San Tome, de allí fue transferido a San Tome y fijaron residencia definitiva en Pueblo Nuevo Norte, primero en la 4ta. y luego, hasta el sol de hoy en 2da. carrera número 89, donde los hijos le han dado la felicidad de contar, por ahora, con 9 nietos y una bisnieta.

Estaba en pleno crecimiento El Tigre y sus primeros vecinos fueron, Bacilio Marín y su esposa Nuncia, Lola Mata, Florencio “Chencho” Bolívar, Miguel Mata, Ufracio “Facho” González. Además ya estaban funcionando los locales comerciales del señor Pedro Brito y el chino, del cual no recuerda el nombre y cuando le insisten, alza la voz y dice con su proverbial buen humor. “El chino, muchacho, yo sólo sé que era chino, muchacho el carajo” Perdón por los Panchos. En rigor histórico, eran los abastos Margarita de don Pedro Brito y el Miranda del asiático Kim Yong Bonyuet que hacía esquina con la 5ta. calle. Ella dice que muy poco compraba en esos abastos porque gozaba de la tarjeta del comisariato que en esa época estaba bien surtido, no había que hacer colas y todo era baratísimo. Hoy, muy a su pesar, tiene que morir haciendo cola en MERCAL.

La popular y siempre jovial, Alicia del Carmen, “Lichonga” que enviudó hace 5 años, hoy vive rodeada del calor, cariño y amor de sus hijos, nietos, familiares, vecinos y amigos, recuerda que cuando vivió en el Campo la Leona, ella y Tití, conocieron e hicieron amistad con Juan Natera, el popular “Juancho” que es el padrino de su hijo Jhonny, y Augusto Enrique Tenorio Meza, que ejercía de maestro en la escuela y les apadrinó a su último retoño José Luís. Ambos personajes, retirados a sus cuarteles de invierno, una vez que también se instalaron en El Tigre, tuvieron una figuración destacada como líderes sindicales, gremiales, políticos y forman parte de la historia de la ciudad que nació al calor de industria petrolera el 23 de febrero de 1933.

La vida de Alicia del Carmen, la popular “Lichonga” ha sido una permanente lucha, ha gozado, sufrido y aún en las situaciones más adversas ha sabido echar adelante y sobrevivir. Hoy, a pesar de su edad, continúa con esa inquebrantable voluntad y arrojo, para seguir luchando, ahora con los ojos puestos en ver a sus nietos, que son excelentes estudiantes, realizados académica y profesionalmente. Dios y la patria os premiará.





sábado, julio 21, 2007

Otros datos históricos de la fundación de El Tigre

No perdamos nada del pasado. Sólo
con el pasado se forma el porvenir

Anatole France (1844-1924)
Novelista y premio Nobel francés.
1.- En la calle Orinoco, exactamente en el lugar donde hoy funciona el CICPC, antigua PTJ, funcionó la primera bodega de Ramón de Jesús Meza. El gobierno le compró el pequeño bahareque, lo demolió y construyó el edificio que en principio fue la sede de La Policía y la Inspectoría de Tránsito Terrestre, luego del Concejo Municipal y la Prefectura. Una evidencia más de que la familia Meza es una de las fundadoras de la ciudad.

2.- Las primeras bodegas que se instalaron formalmente en el pueblo de El Tigre fueron: La Casa del Pueblo de Rafael García, La Casa Sotillo de Ramón Antonio Sotillo, La Chaparreña de David Barrancas, La Aragüeña de Salvador de la Plaza, la bodega de Simón Morón y La Casa New York de Rafael García (h), que era el sitio preferido de los estadounidenses. Eso lo aseguran los primeros pobladores de la actual urbe.

3.- Las primeras matronas del pequeño poblado fueron, las doñas: Martha Mendoza y María Higinia Sulbarán A ambas la gente les anteponía el nombre sublime de “Mamá”. En ese entonces cuando una parturienta entraba en la fase de dar a luz, era común escuchar que decían. Llamen urgente a “Mamá Higinia” o “Mamá Martha” para que “Partee” a está “muje” que ya “pare”. Era el lenguaje coloquial del momento que todavía persiste en algunos caseríos y sitios campestres.

4.- Lo hemos escrito y lo repetimos. Los primeros que ejercieron la profesión empírica de paramédicos en el pueblo fueron Gregorio “Goyo” Gutiérrez, Julio Rodríguez y Manuel Millán. Eran los que aplicaban las inyecciones a domicilio y por honorarios profesionales en principio cobraban medio (Bs. 0.25) y luego un real (Bs. 0,50), ahora todo se modernizó y hay mucha gente experta en el arte de inyectar y sitios donde recurrir en caso de emergencia. Totalmente gratis, “argunos”, diría un margariteño.

5.- Las primeras galleras las instalaron en el poblado los Cantaurenses Rafael Betancourt y José María Lira Reyes, ambas en la calle Rivas y en ese tiempo se conocía al poblado que dio nacimiento a El Tigrito como “Campo oficina” porque por esos lados funcionaba la ofician del telégrafo, y San Tome, antes de ese lugar convertirse en el campo petrolero que es hoy, se conocía como “Santa Mé” que era el nombre del caserío que aún existe en esa zona con el nombre de pila “La Mata” Son datos recogidos de gente fundadora de la ciudad.

6.- Las grandes epidemias de la época del nacimiento de El Tigre fueron según cuentan los fundadores, las pulgas o niguas y los incendios. Las primeras llegaban por temporadas y no había a quién no le cayeran, y los incendios se producían porque las casas de bahareque eran muy bajitas y se utilizaba mucho los reverberos para cocinar y ante cualquier descuido se incendiaba una casa cuyos techos eran de pencas de moriche y las llamas ayudadas por las grandes corrientes de aire que las propagaban quemaban medio caserío.

7.- En los tiempos de la fundación de la ciudad, llegó por estos caminos de Dios, una mujer llamada Natividad, que fue la primera loca del pueblo. La leyenda que se popularizó en torno a ella era que había perdido el juicio porque un cochino le había comido a su único hijo. Lo cierto del caso es que esa loca era la víctima predilecta de las niguas y le minaban el cuerpo, pero como siempre la gente del El Tigre, ha sido y es gente buena, solidaria, sensible y muy servicial, los vecinos de la época la curaban, le cambiaban de ropa y la mantenían más o menos aceptable. Una vez desapareció y no se supo más nunca de ella.

8.- El primer Banco que se instaló en el pueblo fue el “Venezuela” en el local que está situado en la actual calle Guayana al norte de la “demolida” Bomba Primavera y dónde hoy funciona la “Quincallería ABINKY II” luego llegaron los Banco de Fomento Regional de Oriente que funcionó en el local que hoy ocupa “Súper Sonido” y el Banco Unión que funcionó por muchos años en el local donde tiene su sede FARMAVÍA, C.A, afiliada a la cadena Farma ofertas. El primer local propiedad de Stefano Massabrio y el segundo de Samih Murhib.

9.- Cuentan los fundadores, que la víctima del primer paquete chileno en El Tigre, fue don Julio Díaz. Era muy aficionado a jugar gallos y apostador consuetudinario de los caballos. En una oportunidad, le ofrecieron un cuadro ganador del 5 y 6 selladito y todo, que según los ofertantes, tenía un premio de 50 bolívares y como precisaban con urgencia del dinero, se veían en la necesidad de venderlo por 20 bolívares. Una ganga, pues. Fue al Banco de Venezuela a sacar el dinero. José de Jesús “Quijote” Palma, quién es hijo de Margarito Ramos, y fue uno de los primeros cajeros del Banco de Venezuela y amigo de don Julio, le preguntó ¿Mire para que necesita tanto dinero en efectivo? y don Julio le respondió, ese dinero es mío y usted, no se meta en mis asuntos. Compró el cuadro y cuando lo presentó en el sellado oficial el bicho era adulterado. ¿Qué tal?
Estos datos los acopiamos con la sana intención de contribuir con el enriquecimiento del acervo histórico y aportar información que permitan preservar la memoria histórica de nuestra querida ciudad y además, dejar constancia una vez más de que, El Tigre tuvo sus fundadores en las personas que, en busca de mejores salarios y calidad de vida, edificaron los primeros bahareques en las adyacencias del pozo petrolero Oficina 1. No perdamos nada de nuestro precioso pasado, que queda mucho porvenir que formar, construir y vivir.

domingo, julio 15, 2007

Personajes de mi pueblo: Aquilino Meza

Los grandes sucesos dependen
de incidentes pequeños

Demóstenes (385-322 a.C)
Político y orador ateniense.
Los que se instalaron en la Mesa de Guanipa, alrededor de la perforación del pozo petrolero Oficina 1 que se inició en el año 1931, y que fueron edificando sus casas de bahareque y que ya para el 23 de febrero de 1933, cuando el reventón del oro negro, habían constituido un pequeño caserío, obviamente, hay que considerarlos los fundadores de nuestra actual ciudad. En esa dirección hemos venido consultando a parte de esos héroes anónimos que, por haber sido ellos los que tuvieron ese fortuito privilegio, no pueden, ni deben desconocerse graciosa y olímpicamente. Están vivitos, coleando y gracias a Dios poseen una prodigiosa memoria para contar a los interesados y a las nuevas generaciones, la verdadera historia de El Tigre.

Pedro Aquilino Meza García, que vino al mundo el 05 de diciembre de 1919 en el sector El Aguacatal del Caris e hijo de don Pedro Celestino Meza y doña Mercedes García de Meza, es un protagonista y testigo viviente está corta, pero rica historia de la ciudad. No olvida que en el año 1931, cuando se inició el movimiento petrolero en la Mesa que era una sabana abierta y llena de chaparros, venía todas las semanas a vender meriendas a los trabajadores de las primeras cuadrillas que provenían del Caris, Cantaura, Soledad y uno que otro de Ciudad Bolívar. Del Caris, recuerda a Jorge Jiménez, Ramón de Jesús Meza, David Meza, Tadeo Salazar y entre los viejos que, aún cuando vivían en el Caris, venían mucho y reservaron parcelas para construir luego sus casas de bahareques, a Margarito Ramos y Pedro Félix Lira quienes legaron dos prolijas familias a la ciudad al igual que su padre.

Don Pedro Aquilino Meza García, que apenas aprendió a leer y escribir, cuenta que en Boca de los caños, existía una escuelita, la cual era eventualmente atendida por el maestro Luís Beltrán Guevara que procedía de Cantaura y fue quién los instruyó en las primeras letras. No había más opción de estudios y los niños junto a los adultos tenían que fajarse al trabajo del campo, luego, cuando empezaron a perforar el pozo Oficina 1 también aprovechaban para vender meriendas a los trabajadores y, por supuesto, la venta de la cosecha, que seguían comercializando en Cantaura. Nadie continúo estudios y todos devinieron con el tiempo en pequeños productores agropecuarios, honorables padres de familias y hombres de bien. Esa realidad está a la vista y nadie podrá desdibujarla y menos negarla.

En medio de lo chaparrales levantaron bahareques y montaron sus ventas de víveres, comidas bebidas y productos agropecuarios: Carmelita García, Ramón Antonio Sotillo, la popular Nazaria la esposa de Augusto Bermúdez, Simón Morón y su esposa Servanda Sotillo que fueron reubicados porque estaban muy cerca del pozo petrolero y les indemnizaron para construir donde hoy es la calle Rivas. Margarito Ramos, Pedro Félix Lira y Pedro Celestino Meza que venían a vender sus cosechas, Rafael Betancourt que llegó de Cantaura y montó una gallera, Ruperto Calatrava que era comerciante, ejercía el cargo de prefecto, cargo que también, luego ocupó don Simón Morón y detrás de su negocio, construyó dos “Calabozos” con pencas de moriche “Encujados”, o sea, las pencas enterradas paradas y bien tupidas para las paredes y el techo. Eran de alta seguridad, pues para época, los presos regularmente eran borrachos y escandalosos que pasaban placidamente la “pea” en esos ambientes muy frescos.

En una oportunidad y todavía muchacho, Pedro Aquilino Meza, echaba una partidita de “Volteo” o “Viro” que se jugaba con la popular locha, la cual se colocaban en un círculo que se hacía con los dedos de la mano, se golpeaba con una piedra y se apostaba a sello o corona – la locha no tenía impresa la cara de ningún héroe – hubo una acalorada discusión y en medio del altercado, le dio un pescozón a un contrincante, fue hecho preso por don Ruperto Calatrava, junto a un amigo, los metió en uno de esos calabozos “Encujados de moriche” Cuando tenían una hora, veían que el castigo se prolongaba y como ellos consideraban que no era para tanto, optaron por abrir un boquete y se fugaron. Todavía los anda buscando el prefecto, ríe de buena gana don Pedro Aquilino que una vez que fue adquiriendo edad hizo gran amistad con don Ruperto Calatrava.

El 05 de diciembre de 1950 y en medio de su cumpleaños 31, don Pedro Aquilino Meza contrajo nupcias con doña Ángela Custodia Sotillo con la cual procreó 6 hijos a saber: Yosaira Mercedes, Yalilia de Lourdes, José Gregorio, José Aquilino, Yanitza Angélica, y Pedro Aquilino que, por ahora, le han dado la felicidad de contar con 6 nietos y 2 bisnietos que son la alegría de la casa de familia que ahora poseen en el barrio Hernández Pares, barrio del cual también son fundadores. Esos pequeños incidentes, que rememoran nuestros antepasados, dieron pie a este gran suceso que vivimos en el presente, por tanto es de justicia reconocer que El Tigre tuvo en estos héroes anónimos sus verdaderos fundadores. Negarlo es pretender negar que eso sucediera y eso, realmente, sucedió.

Estos testimonios, los recogemos y plasmamos en estas humildes crónicas, con la sana intención de aportar datos históricos, narrados por los propios protagonistas de la fundación de El Tigre, a los efectos, que puedan servir a la elite ilustrada para escribir y narrar la verdadera historia de nuestra pequeña urbe. Son ellos, los que edificaron los primeros bahareques y más nadie, con su honestidad, sinceridad y buena memoria las únicas fuentes validas para conocer nuestro verdadero pasado y corroborar, una vez más, que nuestra ciudad nació al calor de la industria petrolera el 23 de febrero de 1933.
A mis amables lectores de toda Venezuela, doy las gracias, por los mensajes que me envían por teléfono, e-mail, al blog, por las llamadas a mi móvil y comentarios personales, reconociendo esta empírica iniciativa y les aseguró que todas sus recomendaciones serán tomadas en cuenta en la medida de las posibilidades y en el transcurso del tiempo. A todos, un abrazo, mi eterno agradecimiento y les digo, sinceramente, esos halagos, más que enervarme, me comprometen más con ustedes y la historia de mi ciudad.



domingo, julio 08, 2007

Personajes de mi pueblo: Poche – El sastre del pueblo

El talento no es don celestial, sino el fruto del
desarrollo sistemático de unas cualidades especiales

José María Rodero (1922-1991)
Actor español.
Hay oficios que son como algunas lluvias que no mojan, pero empapan. Es el caso de los sastres de los pueblos. Abren las puertas de un modesto localcito y esperan pacientemente. No todo el mundo tiene la suerte de contar con un cuerpo que se adapte a las tallas normales y tiene que hacerle algunos ajustes a las prendas de vestir. También, hasta hoy, existen caballeros y damas que prefieren mandar a perfeccionar sus trajes a la medida y no compran la ropa hecha que venden las grandes cadenas de tiendas y boutiques. En ambos sexos ocurre los mismos aprietos y cada quién tiene su sastre preferido o su costurera, según sea el caso. Ese goteo nunca termina.

Marcos Antonio Cortéz, que nació en Punta de Mata, estado Monagas un 30 de diciembre de 1947, los avatares de la vida lo llevaron a vivir su niñez en Santa Ana, estado Anzoátegui y luego se residenció en El Tigre, es uno de esos sastres populares, que han dedicado y dedican su vida a la noble tarea de solucionarle el grave problema de ajustarle las prendas de vestir a muchos caballeros de la ciudad en su modesto taller ubicado en la Avenida Libertad del barrio Las delicias, detrás de Campo Oficina y en todo el frente del Parcelamiento “Jesús de Nazaret” Ni aviso tiene, pero todo el mundo sabe que ese es el tallercito de costura del popular Poche, como lo conocen familiar, pública y oficialmente.

El Padre Antonio Salamanca, era trabajador petrolero de la SINCLAIR y su progenitora Damasia Cortéz, ama de casa, cada vez que la compañía decidía un cambio, a los pocos días mudaba la familia. En Santa Ana, Marcos Antonio Cortéz, estudio hasta tercer grado en la escuela Pedro Emilio Coll y en El Tigre, completó su primaria en el grupo escolar “Estado Trujillo”, no se matriculó en el bachillerato y se empleo como ayudante en el abastos y carnicería “Libertad” en la avenida Winston Churchill, en la esquina que hace frente con la actual librería “Andrés Bello” y cuyo propietario era Lilo Mondello. En ese tiempo, más o menos en el año 1.961, llegó de Italia Benito Mondello que venía especializado en sastrería, montó su taller al lado de la carnicería y empleó como ayudante a Pedro Cortéz, hermano de Poche, que ya conocía el oficio de la sastrería, cuestión que aprovecho para ponerse a aprender y especializarse.

Una vez que Poche dominó el oficio, fijó residencia con sus padres en Aragua de Barcelona. En la esquina de la plaza, había unos griegos que fabricaban pantalones de kaki, logró empleo con ellos por 120 bolívares semanales. Los griegos cortaban pantalones por lotes y Poche se encargaba de la costura y a darle los toques finales. 4 años estuvo en esa dura faena, hasta que, en el año 1.967 cumplió los 18 años y se presentó voluntario para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, fue asignado a la Policía Naval en Maiquetía bajo la matricula 1.034, egreso en julio de 1969 con el grado de cabo 2do y conducta irreprochable. Una vez en la calle, su progenitor lo invitó para que fuera a Santa Ana que ya le tenía listo un cargo de agente de policía, le pidió unos días mientras venía a El Tigre, donde llegó para no irse nunca más y todavía lo están esperando en Santa Ana. No es igual un policía sastre que sastre de un policía y Poche es sastre de muchos policías.

En ese año 1969, cuando llegó El Tigre, se empleó en la sastrería Oriente de Pánfilo Digirolamo, frente a Líbano TV de Antonio Mawuad, dónde laboró por espacio de 4 años con un salario de 120 bolívares semanales, luego se mudó a Pariaguán, donde instaló su propio tallercito en un pequeño local que alquiló por 30 bolívares semanales frente a la Plaza Bolívar exactamente al lado de la casa Víctor. Durante dos años mantuvo la sastrería Poche en la tierra soñada, que cerró, para el año 1975, venirse a El Tigre, alquilarle un local en la calle Bolívar, al lado de Baby House, a don Mauro Barrios por 70 bolívares mensuales, donde instaló su taller de sastrería que mantuvo por espacio de 4 años cuando se mudo definitivamente para un local propio en su actual sede en la calle libertad del barrio Las Delicias.

El terreno donde construyó su casa de familia, lo compró a un señor de apellido Osuna, al cual tuvo que literalmente sabanear en San Félix para cerrar el negocio por 1.000 bolívares. Como el solar donde solo existía una barraquita es grandecito, reservó una esquina para construir su taller de sastrería, la cual materializó con una ayuda social de 500 bloques y un lío de Zinc, que le facilitó el entonces Presidente Municipal Duclos Morales y unos ahorros que poseía. Poche que está casado en segundas nupcias con la nativa de Guiria, Ana González con quién comparte el trabajo ya que ella, por iniciativa y orientaciones de Poche, también aprendió el oficio de la sastrería y luego lo perfeccionó con dos cursos intensivos que cursó y aprobó con excelentes notas. Tal para cual.

En su larga trayectoria como sastre en El Tigre, Marcos Antonio Cortéz, el popular Poche, ha tenido clientes de todos los niveles socioeconómicos, desde el famoso Arturito Salazar, a quién perfeccionó un traje para unas navidades y todo el mundo que lo vio quedó alelado por la destreza, maestría y técnica que desarrolló para que le quedara perfecto. Ni los grandes diseñadores, estilistas y modistos del mundo hacen ese milagro. Juan Rafael Hernández, el “Negro Bolívar” y Miguel Antonio Salazar, el “Negro Salazar” coincidían en decir que las medidas se las tomó Poche de “toyuyo a toyuyo”. Poche no lo niega, ni lo afirma, pero su sonrisa pícara lo delata. Secretos de la profesión. A mí, carajo, que me registren.

Poche con su proverbial bonhomía dice que todos sus clientes, han sido, son y siguen siendo excelentes. Don Joaquín Salcedo, el amigazo era un cliente distinguido, como lo eran don Bernardo González, Omar Rojas, Pedro Emilio Rojas Vargas, el recordado “Pejas”, lo siguen siendo, los hermanos Domínguez, Antonio y Manuel, los barberos Yosmer y Orlando Marcano, Alberto Quiriagua, el técnico electricista José Francisco García Cordero, el Dr. Roberto Díaz, Luís Fermín, Edgar Salazar, Pedro “El Chino” Lira, Roberto Salazar, Augusto Enrique Tenorio Meza, el productor agropecuario Félix Millán, don José Prado, Duclos Morales, Juan Martínez, Héctor Vásquez, don Mauro Barrios, Ángel Francisco Godoy, Freddy Arriojas, que viene de San José de Guanipa a solicitar sus servicios, “Cheito” Salazar que es cliente ocasional cuando viene de México y en las navidades manda a perfeccionar la percha y hasta el autor de esta crónica es cliente consuetudinario, entre otros. En Pueblo Ajuro, cuando a alguien no le queda bien la ropa recién adquirida, inmediatamente dicen: “Llévasela a Poche” Es el sastre del pueblo, pues.

En los actuales momentos, el precio para la confección de un flux completo es de 250 mil bolívares, sin incluir la tela y el forro que tiene que proveer el cliente. Un pantalón 60 mil bolívares en idénticas condiciones y los arreglos son precios a convenir dependiendo el trabajo. Hay que sobrevivir y Poche que tiene 7 hijos tiene que echar aguja e hilo para no bajar su calidad de vida y mantener además equipos de trabajo de marcas reconocidas y de comprobada calidad como son las máquinas alemanas, Singer y una que él considera la mejor PFAFF que, por supuesto, son costosas y con esta inflación son prácticamente imposibles adquirirlas a precios asequibles. Él posee el talento que ha sido fruto del desarrollo sistemático del arte de la sastrería, tiene la idoneidad especial, pero obviamente, requiere de buenos y modernos equipos. No es soplar y hacer botellas.
El gordo Poche y su hermano el flaco Pedro que tiene su taller cerquita de las cuatro vías, han sido, son y serán por muchos años los sastres por excelencia, no sólo de la gente de Pueblo Ajuro, sino de toda la ciudad y pueblos circunvecinos. No mojan, pero empapan y siempre habrá alguien que no le cuadre la pinta y ellos gustosamente, se la arreglan y, por supuesto, habrán otros que le gusta mandar a confeccionar sus trajes con manos expertas y ellos, que son especialistas en la materia, siempre están dispuestos a manufacturárselos a la medida y a buen precio. Es cuestión de distinción y aún cuando el traje no hace al monje, si echa su ayudadita. Dígalo allí, Arturito.

jueves, julio 05, 2007

Personajes de mi pueblo: Vilda Ramos

¡Venciste mujer! Con no dejarte vencer
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681)
Dramaturgo y poeta español.
No hay dudas que los primeros pobladores de El Tigre, ciudad que nació al calor de la industria petrolera el 23 de febrero de 1.933, fueron los oriundos del Caris. Vilda Ramos que nació el 14 de octubre de 1937, en el sector San Juan, exactamente en el sitio conocido como el Guayabo del Caris, es hija de María Susana Ramos y Carlos Leopoldo Rondón quienes junto a don Margarito Ramos, Aquilino Meza y otros cariseños fueron fundadores del pequeño caserío que se fue formando alrededor del pozo petrolero que perforó la compañía estadounidense Gulf, en pleno corazón de la Mesa de Guanipa en el paraje conocido como el paso de El Tigre, de allí el nombre de nuestra pequeña urbe.

Vilda Ramos llegó a El Tigre en 1.940, a la calle Independencia dónde ya su papá Margarito, como le decía al primito hermano de su mamá, poseía una parcela grande y por supuesto su casa de bahareque, la cual les sirvió de residencia. Su niñez transcurrió en un ir y venir del campo al caserío, hasta que, cuando promediaba los 13 años, la inscribieron para cursar la primaria en la recién fundada escuela “Simón Rodríguez” que funcionaba en la avenida España, por los alrededores de donde luego instalaron el bar restaurant Capri. Sólo curso hasta el 3er grado ya que cuando cumplió los 17 años se enamoró y se “salió” con el joven Jesús Guzmán Lárez, hermano del popular y siempre bien recordado profesional del periodismo Alberto Guzmán Lárez.

Una vez que se “salieron” fijaron residencia en la calle Sucre en una vivienda que le alquilaron a don Cervito Medina, muy cerca de la calle ayacucho donde tenía su taller dentista Luís Ramos, que para ese momento, era quién le hacia los trabajos de odontología a la gente de todo el pueblo y le venían clientes del Caris, Atapirire, el Pao y todos los sectores circunvecinos. A la caída de Pérez Jiménez, entregaron la casa a Cervito y se mudaron a la residencia de un hermano de Vilda en la Carretera Negra “La Flint” desde dónde al poco tiempo, emigraron para fijar residencia definitiva en la calle Falcón de Pueblo Ajuro en una media agua que le compraron por 400 bolívares al señor Mariano Flores oriundo de Aragua de Barcelona y la cual vendió para regresar a su patria chica.

En esa época la calle Falcón llegaba hasta el cruce con la avenida 8 dónde todavía funciona la bodega del popular Pablo “Catire” Freites bajo la égida de su viuda María e hijos y la única vivienda que había en el proyecto de calle hacía la Carretera Negra La Flint donde ahora concluye la calle Falcón en todo el frente del Bar “La Calandria” de la famosa “Mochita” Lelis Jerez, hija de don José Ignacio y doña Bautista, era de la señora Juana Canelón que estaba ubicada donde finalmente cruzó la calle Bellavista y quedó haciendo esquina con la calle Falcón. Esa señora, recuerda Vilda murió en circunstancias extrañas y hasta el sol de hoy nadie ha dado una explicación razonable de su deceso.

En plena década del 60 cuando la gran depresión petrolera, el pueblo sufrió los efectos de la severa crisis económica, mucha gente emigró y los más arraigados y uno que otro audaz, se quedaron y buscaron sobrevivirle a la amarga realidad. Vilda Ramos, mujer humilde, de origen campesino, pero decidida a buscar la arepa para la familia, no titubeó en ganarse la vida vendiendo la cervecita fría. Instaló su taguarita en una parte de la casa, enfriaba las espumosas con hielo en una cavita de Coca Cola y a medida que iba aumentando la clientela y con los ahorros de la ganancia dio la inicial y adquirió a crédito un frezeer a un árabe y en Caracas una rockola marca Wultzer en 15.990 bolívares los cuales canceló en cuotas de 300 bolívares mensuales la cual, después que pagó los reales, vendió por 400 bolívares e instaló una propiedad del padre de “Lalo” Rodríguez y del ingreso le quedaba el 10% que no era mucho, pero algo es algo, peor es nada y como la situación era color de hormiga, había que salir adelante con muchos sacrificios y no dejarse vencer por la adversidad.

Para esa época, la empresa Polar, colocaba avisos identificando con un nombre a todos los negocios de ese tipo que existían en el pueblo y Vilda Ramos, decidió bautizar el suyo con el nombre de “El Macey” nombre que perduró en el tiempo hasta que en el año 2000, como consecuencia de la inseguridad y la competencia desleal de las licorerías, que aún cuando sólo tienen permiso para vender al mayor, se dedican mayormente a detallar los licores y las cervezas con la ventaja que colocan música gratis con potentes equipos de sonido. Otro estilo, otra época y como todo en la vida se acaba y pasa de moda, las famosas y populares taguaritas perdieron el atractivo y pasaron a la historia. “Ay, hijo quedaron como la alpargata blanca” diría Juan Ruperto.

Vilda Ramos, contaba con clientes que nunca la desampararon, Germán Ramos, amante de la música criolla y margariteña que interpreta Gualberto Ibarreto “Mamá Pancha en especial. Jimmy Guillen, apasionado por la romántica y con predilección por los boleros de los Panchos “Magia Blanca” lo embelesaba, Carlos Martínez que lo apodaron “Clen” por su parecido a uno de los gringos que llegaron al pueblo para trabajar en la industria petrolera. Peruchito Acosta, gran jugador de truco, dominó y entusiasta partidario de las rancheras y no perdía oportunidad para marcar en la rockola la versión de “Bala perdida” que interpretaba, el hace poco desaparecido físicamente, Antonio “Tony” Aguilar. Un bolívar y la rockola, les tocaba 5 melodías. Una ganga, pues.

La modesta taguarita de Vilda Ramos contaba apenas con 4 mesas cada una con igual número de sillas y siempre estaba bien concurrido. ¿Clientes fijos? Los antes mencionados y Ramón León, Dámaso Malave, Carmelo Yánez, Jesús Viamonte, Adán Laya, Urbano Rodríguez, Jesús Rafael Sonsonetti, Pedro Emilio Rojas “Pejas” José Rodríguez, José Caraballo, Hernán Zavala, Ángel Rafael Zavala el popular y ambulante barbero del barrio José “Cheo” Bolívar, que cortaba pelo a domicilio y por la módica suma de Bs. 0,50. Recorría el barrio en una bicicleta y nunca abandonaba el maletín son sus útiles de trabajo.

Vilda Ramos tiene 4 hijos, José Miguel, Milagros, Ingrid y su eterna compañera Melba que le han dado la alegría de tener por ahora 18 nietos y aún cuando los años la atropellan, se niega a pasar al retiro definitivo, vendió empanadas por espacio de 5 años y ahora se dedica a elaborar ricas hallacas que vende por encargo. Gente humilde, pobre, pero honrada y trabajadora, que a pesar de las duras circunstancias en que se desenvolvieron, hoy tiene la satisfacción de decir como el poeta: Confieso que he vivido” y nosotros adicionaríamos, feliz de no haberse dejado vencer por la adversidad.