miércoles, diciembre 23, 2009

Personajes de mi pueblo: El barbudo de El Luchador

El que vive no debe luchar con los muertos
Torcuato Tasso (1544-1595)
Poeta italiano.

Lo vemos todos los santos días en la esquina de El Luchador. Antes de que el anterior alcalde violándole todos sus derechos legales, constitucionales y humanos, procedió a retirarle violentamente un kiosco propiedad de su suegra que lo poseyó más de 30 años y el cual atendía junto a su esposa y cuñados. En ese faro de luz cultural, vendía la prensa diaria, revistas, tarjetas telefónicas, libros de historia, literatura, educativos, autoayuda y recreativos. Nos referimos a Alfonso Antonio Chacón Zepeda el popular “Barbudo”. Un personaje que por sus características personales, su jovialidad, amabilidad, férrea voluntad y amor al trabajo, no se amilanó cuando el atorrante que nos desgobernó durante la gestión municipal pasada, lo dejó en la calle, a la intemperie y maltratado físicamente, por efectos de los golpes que le propinaron los esbirros del abusador que se creyó dueño de la ciudad y que aderezó con el salvajismo, la brutalidad, barbarie y crueldad. Cuando la noche se pone más oscura llega el amanecer.

Alfonso Chacón, tal como lo muestra la gráfica que acompaña esta crónica agarró la acera, sin kiosco, pero con mucha voluntad de trabajo. Había que seguir llevando la arepa a la casa. Entonces optó por continuar desguarnecido vendiendo algunos diarios y las tarjetas telefónicas en la calle lo que le permitían medio vivir, pero siempre confiado de que arriba hay uno que para abajo ve y más temprano que tarde, si la justicia ordinaria no funciona, la divina y la del soberano e inapelable del pueblo se ocuparía dictar sentencia a su favor castigando al abusador. Dios castiga sin palo y sin mandador y ante la primera consulta popular el reyezuelo de pacotilla fue eyectado del poder. El nuevo alcalde en un acto de justicia y procediendo con sentido humano le devolvió su herramienta de trabajo (El kiosco) para continuar trabajando honestamente y llevar la arepa a su casa: Allí permanece vendiendo sus tarjetas telefónicas, revistas, diarios y libros que continúan educando e iluminando las mentes de los ciudadanos de la ciudad. El tiempo que no perdona, ni espera, le dio la razón.

Salvadoreño de nacimiento, venezolano nacionalizado y tígrense por convicción, corazón, tradición y amor a la ciudad, Alfonso Chacón nació en el pueblo salvadoreño de Santa Tecla, departamento de la Libertad, el 27 de enero de 1954 y es hijo único del operador de maquinas pesadas Juan Alberto Chacón (+) y la comerciante Amelia Zepeda (+). Ambos llegaron a Venezuela en el año 1959, después que don Juan, trabajara por unos años en la construcción del Canal de Panamá. Recuerda con precisión que llegó Caracas el 12 de enero de 1960, pernoctaron en Caracas 5 días, para inmediatamente viajar al pueblo de Dolores de Barinas, dónde su padre fue contratado para deforestar la finca La Palmita. En ese pueblo estudio los primeros dos años. Luego viajaron a El Tigrito dónde el viejo trabajó con Transporte Águila, los inscribieron en el Colegio San Antonio dónde llegó hasta tercer año, lo enviaron al Salvador concluyó su bachillerato y de nuevo en Venezuela, estudió los dos años del básico en la UDO-Bolívar, continúo la Lic. en Inglés en Cumana y cuando le faltaba un año, su mamá lo envió a concluir sus estudios a la Universidad del Sur en Missippi-Hattiestbur, donde estuvo 8 meses y regreso sin graduarse. Habían muerto sus padres y había que trabajar para sobrevivir.

En el año 1987 logró empleo como office boy en la empresa Mitza, pasó a personal de confianza y salió a los 12 años a regentar una Licorería muy cerca de la Plaza José Antonio Anzoátegui en Pueblo Nuevo Sur, la cual montó en sociedad con el Ing. Mauro Zaza uno de los dueños de Mitza. Estuvo12 años al frente de la licorería, hasta que decidieron vender. Mauro continúa en su empresa de tornería avanzada y Alfonso de dedicó a atender el kiosco que su suegra la señora Amelia de Martínez poseyó, me repite, por espacio de 30 años, época en que se lo compró al señor José “Pepe” Descarrega. Una historia que intentó destruir el atorrante que nos desgobernó y que continúa gracias a la bondad del actual alcalde que le restituyó el patrimonio familiar que en justicia siempre les correspondió y perteneció. Allí están, allí siguen y allí seguirán por el tiempo que dure unas cuantas generaciones de la familia Martínez. Los abusadores no volverán.

Alfonso Chacón, el popular barbudo de El Luchador, está felizmente casado con la señora Nuria Elizabeth Martínez de cuya unión poseen una sola hija, la señorita y excelente estudiante de petróleo en el IUTA Puerto la Cruz, Nuria Alfonsina Chacón Martínez. Por ella y para ella, trabaja diariamente en medio del sol inclemente vendiendo las tarjetas telefónicas en la esquina dónde le destruyeron el kiosco que era patrimonio de toda la familia. A pesar de todas las adversidades, el atropello y el acto criminal que contra él y su familia tomó el anterior alcalde, dice sin odios, resentimientos y rencores. “Estoy aquí vivito y coleando, he demostrado ser un hombre superior y no lucho contra muertos, que lo muertos entierren a sus muertos” su palabra vaya adelante.

Es una historia urbana que escribimos con la mayor vocación, amor y cariño, con la sana intención de fortalecer nuestra memoria histórica, enriquecer el disco duro de las vivencias pasadas y presentes que parecieran pasar desapercibidas, pero que forman parte de nuestra cotidianidad, nuestra riqueza patrimonial y que puede servir a los eximios escritores, cultores populares y cronistas de nuestra ciudad a la hora de moldear la verdadera historia local destacando los hechos positivos, pero sin soslayar los negativos que pasaron para que más nunca se repitan. ¡Feliz Año!


No hay comentarios.: