viernes, diciembre 18, 2009

Una esquina caliente en Pueblo Ajuro

Llegará un día que nuestros recuerdos
serán nuestra riqueza
Paúl Géraldy (1885-1983)
Poeta y escritor francés.

Cuando el pueblo de El Tigre, inició su primera expansión partiendo del Casco Viejo, lo hizo hacia lo que hoy se conoce como el barrio Pueblo Ajuro. Las Calles Brisas del Caris y Falcón que nacen en la bifurcación del sector La Florida. Exactamente dónde está todavía – con algunas modificaciones – el local que sirvió de sede a la histórica Casa Nueva York, fueron las primeras. Luego esas calles fueron unidas por los callejones Falcón. Dos porque están divididos por el local dónde funcionó la refresquería de don Eduardo Castillo que tenía su fachada hacía la calle Falcón. Luego llegó la calle 5 de julio que también unió a las calles primigenias, pero se prolongó hasta la carretera Negra La Flint. María Ramírez, José María Lira, Margarito Ramos, Rosso González, Antonio Lara, Mercedes Ortiz, Luís Morales, entre otros son fundadores del “Barrio Ajuro” como se llamo inicialmente. Los que tienen memoria recuerdan esa pequeña historia urbana.

En la esquina suroeste del cruce de las calles Falcón con la 5 de julio, funcionó por muchos años la bodega “La Unión” del “compaíto” Miguel Tabata. Un negocio con un stock bien múltiple, variado y completo, complementado con un bar anexo, que poseía mesa de billar, pool, rockola con la mejor música mexicana, buenos freezer, una pequeña barra, mesas para cuatro y lindas anfitrionas para atender la exigente clientela con las infaltables espumosas bien gélidas. Eran los tiempos de las llamadas taguaras y esa fue, sino la primera, una de ellas en Pueblo Ajuro. Esa esquina en esa época, se convirtió en lugar de encuentro y, ahora a pesar de que, hace muchos años dejó de funcionar, mantiene una recóndita atracción y permanentemente está concurrida. Alguien podría inferir: queda en el corazón del populoso sector y no les faltara la razón. José Prado, Tino Meza, “musiu” Abreu y doña Carmen de Martínez también están entre los fundadores del sector. Los descendientes pueden corroborar esa verdad histórica.

En ninguna de las esquinas, desde hace bastante tiempo, hay locales comerciales. Una esquina permanece cerrada desde que murió la guariqueña de Santa María de Ipire Cruz Tirado, la popular doña Chicha, que se caracterizó por mantener un control férreo sobre la limpieza del sector digna de las mejores causas. Esa esquina y la lindante, dónde funcionó la bodega de don Miguel Tabata, las adquirió una nieta de doña Chicha, la enfermera profesional Francia Fermín Tirado. La esquina noreste que fue durante buen tiempo la bodega “La llanera” de don Pablo “Catire” Freites, la compró, demolió y construyó su vivienda actual, el productor agropecuario e hijo mayor de doña Anastelia Salazar; Edgar Salazar y la otra esquina que habitó primeramente Facundo Freites, el popular “Boca e’ bagre” con sus padres, luego por Francisco Barrios, el popularmente conocido indistintamente como Franco o “Bigote e’ lapa”, fue adquirida por otro nieto de doña Chicha el Tec. Radioeléctrico José Gregorio Fermín Tirado, que la habita – con las mejoras del caso – hasta el momento. No hay negocios en las esquinas, pero continúa siendo muy concurrido el lugar. Es cuestión de costumbres pueblerinas. Jesús “Chuito” Marcano, otro de los fundadores, mantuvo por muchos años una taguarita con la cual levantó su familia. Doña María Álvarez que vivía al frente, tenía un hijo de nombre Mateo que era pregonero del diario Antorcha, todas las tardes le metía un bolivita a la rockola, para escuchar 5 veces la bella canción ADORO del eximio poeta, arreglista y cantante mexicano Armando Manzanero. Las señoras Angelina Millán, “Goya” Montero, Victoria Azócar, María Arteaga, “Goya” Arretureta, Aparicia Marín, Graciela Ramos, Ana Farfán y Narcisa Rodríguez, también son fundadoras. Es cuestión de tantear un poco la memoria para corroborar estas verdades.

Unos cierra y otros abren. En la casa vecina a la esquina que habitó por muchos años doña “Chicha”, en la vivienda que fue el asiento de la honorable familia Fermín-Tirado que formaron los esposos don Ascanio Fermín y doña Rosa Tirado la cual, ya tenía dos hijas, Emilsen y Francia, ambas enfermeras profesionales y luego de la unión matrimonial con don Ascanio, fructificaron 11 hijos: Héctor (+), Ing. Luís Felipe, Lic. Luisa, Alirio (+), Prof. Luz María, Lic. Vilma, Ascanio José, Lic. José Rafael, Yamila, Tec. Elec. José Gregorio, y el Ing. Franklin Fermín Tirado, fue transformada en un local comercial dónde la licenciada Luisa Fermín, instaló primero una venta de loterías, luego una licorería, que lleva el nombre de “El abuelo” en honor a don Ascanio Fermín, a la cual le anexo un centro de llamadas. Esa licorería permite que se mantenga una actividad febril en el sector y existe un grupo etílico liderado por el esposo de la dueña el cuasi abogado Arquímedes Evans Guatache. Este está permanentemente en las adyacencias de la licorería con un grupo de amigos los cuales son más puntuales que soldado inglés. Todos los días llegan al cantar el gallo y pegan con bombonas blanquitas de Guarico, Estas son consumidas rápidamente, sin pestañar y menos arrugar la cara. El que tenga buen hígado, está invitado, que los acompañe y se convencerá.

En la grafica que acompaña está crónica puede verse parte del grupo: Omar Meza Cairo, David Moreno, Gustavo Arias, Ramón Freites, Adrián Hernández, Santos Rafael García, Cruz Manuel Sulbarán Barreto, Antonio Rodríguez y Efrén Antonio Rivas, entre otros sosteniendo una culebra Mapanare que lograron cazar y la cual, según ellos, para comprar unas bombonitas blanquitas de Guarico, venderían a los chinos que las degustan con gran deleite. En ese grupo todos son “toeros”: albañiles, abogados, carpinteros, electricistas, pintores, caleteros, limpiadores de patios y además autoeducados en la universidad de la vida. Los vecinos llegan al sitio, contratan los servicios de alguno (s), fijan el precio e inmediatamente inician las labores. Eso sí: chivo muerto, chivo pago. Nada de “fiao”, porque Luisa no fía. A la hora de cobrar, es más amarga que Margaret Thatcher, dice con su proverbial buen humor, su esposo Arquímedes. Su palabra vaya adelante.

Esa populosa esquina de Pueblo Ajuro, es un sitio de encuentro por excelencia. Los abogados Rubén Vicent, Hernán Centeno Barrios y Jesús Ramón Arriojas Barrios, son muy apreciados por esos lares y cuando hacen un alto en sus actividades profesionales, una vez más que otra, comparten un buen rato con ese grupo de amigos. Les lanzan a mil millas, pero no logran ni siquiera agitar las mascotas que utilizan estos supervivientes a las bombonas de Guarico. Son completos, llegan a los 9 inning fresquesitos y si hay extrainning no tienen problemas. Los pitcheres abandonan, pero estos quetcher nunca. Lo malo es que les roban las bases con facilidad pues son mochitos y ninguno lanzando llega a la segunda base. Los llaman manitos de caimán y en el bolsillo cargan alacranes cabeza negra. Bartolo Cubero, José Luís Cedeño, Marcial Bolívar Francisco “Pancho” Hernández, y Rafael Gutiérrez, que fueron pioneros en el barrio, jugaban otras posiciones y de cuando en vez, lanzaban pa’l home. Esta generación nació con defectos de fábrica les echaron un daño. No lanzan, son mochos. Todos juegan detrás del plato.

Reseñamos la historia, personajes hechos y actividades de esa esquina caliente del barrio Pueblo Ajuro, como una contribución para los eximios cronistas y escritores de El Tigre, la cual puede servirles de ayuda memoria cuando escriban la verdadera historia menuda de la ciudad. Las vivencias de estos populosos, concurridos y referenciales sitios, forman parte de los primeros días de la expansión primigenia de la ciudad y también de la cotidianidad y nuestras peculiaridades. Es una esquina caliente, con el perdón del amigo picacables Ortiz, que fundó la primera en la ciudad. Esos recuerdos forman parte de nuestra riqueza ancestral, cultural y deberían ser tomados en cuenta para incorporarlos al disco duro de nuestra memoria histórica. Es mi barrio y a todos, ¡Feliz Navidad!



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