sábado, julio 31, 2010

Personajes de mi pueblo: Miguel “El Carrao de San Fernando” Ledezma

No hay hombres cultos: hay hombres que se cultivan
Ferdinand Foch (1851-1929)
General francés

Miguel Ledezma, nació el día12 del mes de las flores en el año 1952, en un caserío ubicado en las riberas del río San Bartolo, a unos 60 Km. del bucólico pueblo de Zuata, parroquia del municipio José Gregorio Monagas del estado Anzoátegui, es hijo del guariqueño Custodio Arevalo y la señora Petra Ledezma, oriunda de Zuata, bregadores del campo y en sus tiempos libres músicos populares. El hijo, no les perdió pisada, como dicen en el llano, lo contagiaron con el canto desde niño. Estudio la primaria en Zuata y como, en ese entonces, no había liceo en el pueblo, se dedicó al trabajo del campo. Fue peón sabanero en los hatos “El Trujillo” de Rafael Antonio “Renco” Núñez, “Bayona” de Juan Rescanieres y “El Rodeo” del italiano Ricardo Geamundo. En estos dos últimos, se desempeño como mayordomo y, dónde había una fiesta llanera, allí estaba de primero al pie del arpa y terminó siendo cantante. De tal palo tal astilla.

En el año 1975, aceptó la invitación que le hizo su primo, el primoroso arpista Bernardo “El Lapo” Ledezma, para que se incorporará como cantante de la agrupación musical “Brisas Llaneras” del cual formaban parte José Guacarán en el cuatro, Manuel “Catire” Flores en las maracas, Alfonzo “Babo” Machado como bajista. Todos bajo la dirección del pequeño gigante de la presentación y animación don Ramón Urpín. El cuadro de vocalistas, lo completaban Roberto Gómez “El Declamador de Oriente”, Oswaldo Robles “El Gavilán de Orichuna” y Eleuterio Hernández “El Turpial Sabanero”. El primer contrato lo obtuvieron en la Cervecería Tiuna de Antonio Paradiso, la cual funcionó por muchos años en la salida a Pariaguán. Miguel, que venía de bregar en el campo, no tenía nombre artístico, entonces Ramón Urpín y Carlos Gómez, lo bautizaron como “El Carrao de San Fernando” nunca los entendió porque debió ser “El Carrao de San Bartolo” en honor al lugar dónde había nacido. No dijo nada y desde esa época se presenta bajo ese distintivo. Un campesino en la ciudad que empezó su desempeño vocalista con buen pie. Un sueño que se consolidaba.

Las parrandas criollas en el campo y algunas veces en Pariaguán de las cuales había sido protagonista eran a capela. Arpa, cuatro, maraca, pulmón y garganta. En esta nueva etapa, como artista y cantante en plan estelar, tuvo que adaptarse a los equipos de sonido y la incorporación del bajista. En la Cervecería Tiuna, permaneció por espacio de 2 años. La agrupación musical se desintegró y luego fue reagrupada por Carlos Gómez, quien la rebautizó, bajo su dirección con el nombre de “Lanzas Llaneras”. Un conjunto mejor ensamblado, adaptado y con un equipo de sonido actualizado. Carlos Gómez que en sus tiempos de declamador, igualmente era una verdadera lanza, logró un contrato, para actuar todos los fines de semana en el club Campo Norte de San Tomé. Durante los 3 años que duró el compromiso, también lograron, buenas y jugosas contrataciones, para animar eventos especiales, celebraciones y festejos particulares de los ejecutivos de la Industria Petrolera. Eran tiempos de estabilidad económica y los realitos rendían. Vivían su mejor momento.

Una vez concluida esa etapa, Aníbal Delgado, el popular “Vaporub” – el apodo surgió por la amplia frente que poseía, no era calvo, le crecía el rostro y según sus amigos no tenía dónde untarle Vick Vaporub. Éste fundó la agrupación musical “Dimensión Venezolana”. Él como director y cuatrista, aparece en la escena musical de nuestra ciudad el Caballero del Arpa Rafael Morales con Germán Roca en las maracas, Amado Rodríguez bajista y Ángel Márquez “El Sute”, que alternaba en el cuatro con el director. El contrato fue para actuar en la Cervecería, Restaurante “California” que fundaron en las inmediaciones del sector El Luchador los hermanos lusitanos Joaquín y Antonio Fernández. En ese lujoso escenario, el presentador y animador fue el poeta Juan Manuel “Moriche” Muñoz y los vocalistas Miguel Ledezma “El Carrao de San Fernando”, Manuel Cedeño “El Picudo”, Belkis Gamboa “La Chinita de Oro”. Crecía la demanda por la música criolla en la ciudad.

En ese tiempo abre sus puertas la Cervecería “Arizona” de los hermanos Gómez (Carlos, Gilberto, Roberto y Noel, el popular “Mal encarado”, Merlín dixit), la cual funcionó frente a la Plaza Bolívar, en el segundo nivel del local, dónde estuvo establecida por muchos años la Cervecería, restaurante, café “Savoy” del llanero don Guillermo Arreaza Arcas, quien con su proverbial buen humor, cordialidad y amabilidad, lo había convertido en el sitio de encuentro por excelencia. La demanda por los conjuntos criollos continúa acrecentándose. El grupo se fragmenta, para dar paso a otra agrupación musical. La conocida “Alma Llanera” con Manuel Roca “El Indio Tiuna” como arpista, que se queda en la Cervecería “California” bajo la dirección y animación del gigante don Ramón Urpín y “Dimensión Venezolana” con Rafael Morales en el arpa, Ángel Márquez “El sute” en el cuatro, Germán Roca en las maracas y los vocalistas Carlos Gómez “El Declamador de Oriente”, José Vicente Escobar “El Coplero de Atamaica”, Edith Ramírez “La Potranquita” y Juan Manuel “Moriche” Muñoz, presentador y animador, que cubren las tablas del escenario de la nueva Cervecería “Arizona” Eran los artistas del momento y todo se desarrollaba en las cervecerías que llevaban por nombres los territorios ocupados por el imperio estadounidense a la república de mexicana. Eran siameses las cervecerías.

La música criolla cobra un gran auge en la ciudad, abre sus puertas, el Rancho Cimarrón de la señora Vilma Miranda y el poeta Raúl Tovar Cardona, los cuales además, incorporan entre las atracciones de su campestre tasca, la carne en vara. El maestro del arpa Ramón “La perdiz de Zaraza” Solano, aprovecha la oportunidad y funda bajo su dirección el conjunto “Botalón, Rejo y Sabana” con Alfonzo Machado “El babo”, como bajista, Cesar Rodríguez en el cuatro, Juan Manuel Piñero en las maracas y los cantantes Eleuterio Hernández, Miguel Ledezma, Taresita Piñero, Erasmo Hernández y Oscar “El Renegado del llano” García quienes actuaron por espacio de 5 años para la selecta clientela de ese popular y concurrido sitio de encuentro. “El Carrao” recuerda que las piezas musicales más solicitadas por los clientes y espectadores, eran “Me robaron mi canoa” “Linda Barinas” y Fiesta en Elorza” que estaban de moda y hoy convertidas en clásicos de nuestro folklore. En muchas oportunidades este escribidor de cuartillas visitó ese sitio en compañía de dos amantes de la música criolla el Ing. Jesús González y el desaparecido Prof. Juan medina Lugo, ambos pilares fundamentales del entonces IUTET. Linda Barinas y El Pájaro Campana, que ejecutaba magistralmente el maestro y Caballero del arpa Rafael Morales, cuando le tocaba hacerle la suplencia al maestro Solano, eran nuestras favoritas. Días inolvidables que no volverán.

Muchas lunas, muchos eventos, muchos recuerdos quedan de esa época de oro de la música criolla y las actuaciones de estos artistas autóctonos en la ciudad, entre ellos Miguel Ledezma “El Carrao de San Fernando” quien luego como agente libre, continuó aceptando presentaciones en las Cervecerías “El Chino” en la salida a Pariaguán, “Los Claveles” que abrió sus puertas en el local de la antigua Discoteca “Canaima” “El Club Mogollón” del siempre bien recordado amigo y hermano Luís Alexis “El Negro” Mogollón y que después, bajo la égida de su hermano el poeta José Gregorio “Golo” Mogollón, le incorporó un conjunto de música criolla. “El Chaparral” que luego cambió el nombre por “La Troja” de Ángel Rodríguez, “La Conexión” en el Gran Hotel, “La Torre del Oro” cuando tuvo bajó la administración del empresario Jesús Vásquez, “El Fogón” del Prof. Luís Armando Sarmiento, “Rancho Grill” de Juan Millán, “Botalón Rejo y Sabana” de Rosarito Romero que todavía asiste a la feria de la Coroba en su pueblo natal Caicara del Orinoco, “La Talanquera” de Jesús Ventura, “Carne en Vara San José” de José Duque y cuyo negocio es atendido ahora por su hijo Jansel Duque, entre otros negocios de la ciudad que fueron y son escenario permanentes de nuestra música criolla. Una forma de matar los tigritos, comenta “El Carrao de San Fernando” adaptado a la nueva realidad. El canto es su vida y continúa en esos avatares.

Miguel Ledezma que se destaca como vocalista de música recia y pasajes, posee sus propias composiciones las cuales son producto de su cosecha intelectual y centelleos de poeta. Esas interpretaciones están grabadas en su CD. Entre sus éxitos destaca “Navegando por el Orinoco” “Bayona tú eres mi cuna” “Hay parranda en La Calceta” y “Porqué me tratas así”, también participó en el Disco de Oro de El Tigre que inspiró, promovió e hizo realidad su compadre Roberto Salazar con la ayuda económica de la alcaldía y la extinta Asamblea Legislativa y también en un casset que grabó con el cantautor guayanés Luís Sarmiento, admirador, amigo, discípulo y pupilo de Julio Jaramillo. Luís es el compositor e interprete de “Amigos simplemente”, “El loco del volante” y “Pa’ lo que salga” este último tema lo popularizó en Colombia y logró un éxito tan espectacular que en año 1981, se convierte en el primer disco record de un venezolano en el vecino país. Actualmente vive en el callejón Inos, en la parroquia La Sabanita de la capital bolivarense. Un artista polifacético y amigo de los artistas de esta región.

Con 35 años en El Tigre, Miguel Ledezma que a su llegada al pueblo se hospedó en una casa ubicada en la quinta carrera norte, que alquilaba su primo el maestro del arpa Bernardo “El Lapo” Ledezma, en la quinta carrera norte para alojar los músicos y cantantes. En ese hospedaje colectivo se mantuvo por espacio de un año. Establecido ya, se trajo a su distinguida esposa Elba Villarroel desde San Diego de Cabrutica y fijó residencia, hasta hoy, en el barrio “Los Sabanales” dónde ya tiene 33 años. En los 38 años de feliz vida matrimonial, posee 3 hijos: Mirelbis Ledezma “La Carraíta”, destacada cantante y que siguió los pasos del padre, Mirelis que estudia ingeniería en la UNEFA y José Miguel, el cual trabaja para una empresa privada. Un hombre humilde, trabajador y honesto que ha dedicado su vida a la interpretación y divulgación de nuestra popular y bella música criolla. En síntesis Miguel “El Carrao de San Fernando” Ledezma es un digno expositor de nuestro folklore.

En estos humildes destellos, buscamos dignificar estos héroes populares, que a pesar de permanecer por muchos años en los escenarios, ganándose el aplauso de los citadinos, actuar en sitios públicos y eventos especiales, no gozan del reconocimiento debido por parte de los organismos oficiales, de historiadores, cronistas e investigadores culturales, pero que, a nuestro humilde entender merecen, al menos, ser incluidos en el disco duro de la memoria histórica de nuestra querida ciudad, la cual nació al calor de la industria petrolera el 23 de febrero de 1933. Miguel Ledezma “El Carrao de San Fernando”, es de aquellos hombres que no presume de culto, es un hombre que se ha cultivado, es un cultor popular e importante protagonista de una parte importante de nuestra historia urbana. Llegó para quedarse a El Tigre y se quedó.

Nuestra corta, prolija e interesante historia, está preñada de personajes, establecimientos, negocios y sitios de encuentro que poco a poco hemos ido citando en estos destellos y los cuales forman parte de las más bellas páginas de nuestra tradición local. Los cultores populares, artistas, músicos, intérpretes, autores, poetas y animadores, también han contribuido y contribuyen con el desarrollo integral de esta pequeña urbe. No sólo de pan vive el hombre. La cultura es el alimento del espíritu y alma de los pueblos.

No olvidéis la célebre frase del mexicano José Sarukhán, ex rector de la universidad autónoma de su país “Cultura es sinónimo de civilización y progreso intelectual” A buen entendedor pocas palabras.





miércoles, julio 21, 2010

Personajes de mi pueblo: José Jesús “Quijote” Palma

Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado
Karl Marx (1818-1883)
Filósofo alemán

José Jesús Palma es conocido popularmente como Quijote. Es hijo de gente de El Caris, los cuales fueron, entre otros, los primeros que llegaron a construir sus bahareques alrededor del pozo petrolero Oficina Uno, José “Margarito” Ramos y Ángela Pastora Palma Salazar. El día 27 de noviembre de 1933, en el sector conocido como el Guayabo y, con parto asistido por la comadrona Isabel Barreto, nació nuestro personaje. Justamente ese día, un cine ambulante, que patrocinaba una compañía cigarrera, visitó el caserío bajo la dirección de Aquiles La Roche, a quien llamaban cariñosamente “El Maestro” y proyectó en las paredes de una casa, un documental acerca de don Quijote de la Mancha, Graciela Soto, que a la postre resultó ser su madrastra, venía de disfrutar de la función y cuando vio al niño, le dijo a la mamá: “Ángela, tú lo que tuviste fue un “Quijote”. Santa palabra. Con ese apodo es conocido hasta el día de hoy.

La madre soltera, conoció a Pedro Pablo Lezama, quien se desempeñaba como trabajador de un sismógrafo, se unieron sentimentalmente y, a los 2 años, fijaron residencia en la incipiente aldehuela que se formaba alrededor del pozo petrolero. A los 10 años “Quijote” regresó al Guayabo, dónde su padre José “Margarito” Ramos, lo colocó bajo las instrucciones del maestro Luís Beltrán Guevara Ruiz, el cual en año y medio, lo enseño a leer, escribir y manejar las 4 operaciones matemáticas. Cuentan que ese maestro, con el tiempo, se entregó a la bebida y murió producto de una pedrada que le propinaron unos desadaptados. Con 12 años, “Quijote” volvió al caserío de El Tigre que ya tomaba forma de pueblo y fue inscrito en una escuela, ubicada en lo que ahora se conoce como calle Zoilo Vidal, que poseían en sociedad los maestros Carlos Trocel y Francisco Morales Torrealba. Estos con el paso del tiempo, se separaron y Francisco montó una escuelita en la calle Anzoátegui c/c Girardot, exactamente, dónde luego funcionó la bodega “La Mano de Oro” allí continúo sus estudios “Quijote” Eran calles en proyecto y escuelas no inscritas en el Ministerio de Educación. Todo empírico y bucólico, pues

Más tarde, en los alrededores dónde hoy funciona el CICPC en la calle Orinoco, fundaron e instalaron la escuela oficial “El Grupo Escolar Dr. José Manuel Cova Maza. “Quijote” era ya un adolescente aventajado, no poseía papales que lo acreditaran para inscribirse en un año específico. Entonces las maestras Hilda Moreno Antúnez, y Ada Viani, lo examinaron y por los conocimientos demostrados lo matricularon para cursar 3er. grado. Pasado un mes de estar estudiando, el grupo fue cerrado abruptamente. No se amilanó y logró inscripción en el “Grupo Escolar Estado Trujillo” cuyo director era el Prof. Francisco Graterol y dónde laboraban las maestras Elba de Padilla y Victorita de Rodríguez. Cuando cursaba 6to grado, su padrastro, que era alma, corazón y vida en el hogar, sufrió un fatal accidente y tuvo que abandonar los estudios, buscar trabajo y poder llevar la arepa a la casa. Eran para el momento 6 hermanos. Jesús Rafael, Juvenal Antonio, Pilar del Valle, Alfredo y Teresa. “Quijote”, le pidió el favor a director del grupo escolar para que le ayudara a lograr empleo. Éste habló con Manaé Ramírez el esposo de la señora Luisa, que era matarife en el primer matadero que funcionó en el pueblo, situado al final de la calle Ribas, pasando la carretera negra “La Flint”. (Hoy la calle principal de la entrada al barrio El Silencio) Manaé, consultó a su socio el señor Prieto y no había cupo. Sin embargo, le ofreció Bs. 5 diarios para que lo ayudará al desposte de las reses – en esa época a las carnicerías les llevaban el ganado despostado y en piezas – lo cual aceptó. En esas actividades, que también alternó en la limpieza de mondongo para redondearse un sueldo de Bs. 10 semanal, permaneció por espacio de 3 años. Esa agotadora actividad laboral, no fue óbice para que hiciera el esfuerzo e igualmente estudiara en la Academia Comercial PITMAN, que tenía la profesora Celenia de Quiñónez – El esposo Juan era propietario de una distribuidora y alquiler de bicicletas y se distinguía en el pueblo porque poseía un carro convertible que era una novedad en esos tiempos – En esa Academia estudio Taquigrafía, Mecanografía y Contabilidad, cancelaba Bs. 30 mensual. Una vez graduado, con 21 años de edad, le dijo a su mamá que se retiraría del matadero. El trabajo y horario eran muy fuertes y parecía un cadáver ambulante. La pregunta obligada de la vieja. Hijo ¿y quién va traer los reales para la comida de la familia? No os preocupéis. Tenía un plan B.

Título en mano y con la autoestima por las nubes, le solicitó a Celenia una oportunidad como facilitador en su Academia. No había chance. El Prof. Egidio Moreno, dictaba los cursos de matemática, Mecanografía, la Profesora Ana Valenzuela, Taquigrafía, el Prof. Roger Bolívar y Contabilidad, la mismísima Celenia. No cejo en el empeño y le contó la tragedia que vivía con el trabajo que pasaba en el matadero y que lo mantenía enflaquecido. Dramatizó y le dijo ¡No me deje morir, ayúdeme! Celenia, mujer de buen corazón, le respondió. Está bien. Empezarás a trabajar, pero tendrás que conformarte con lo que pueda darte. ¡Bingo!. La pegó. La primera quincena le dio Bs. 120 que era extraordinario. 3 años permaneció en la Academia PITMAN, hasta que, coincidió con Rafael “Cabezón” Valera, esposo de Cruz Rondón, hija de don José María Lira, que habían fijado residencia en Santa Ana y éste le ofreció un trabajo en el comedor de los gringos en la refinería de San Roque. Bs. 100 semanal, la papa y hospedaje asegurado. Habló con Celenia, se retiró y aceptó el trabajo en el comedor. Allí estuvo 2 años, hasta que su jefe perdió el contrato. Otra vez desempleado.

A nadie la falta Dios y como los cariseños, tenemos más familia que mosquito a orilla de río, a los pocos días, Teodosio Pinto, que era subgerente del Banco Venezuela en Anaco y, los fines de semana venía al pueblo, visitaba el negocio de Isidro “Cochinote” Meza, en la calle Ribas, para jugar billar y dominó, le ofreció trabajo. El 23 de enero de 1958, a pesar de la turbulencia política por el derrocamiento de la dictadura del General Marcos Evangelista Pérez Jiménez, estaba recibiendo la oficina que se encargaba de giros del interior. Al año, logró lo trasladaran hasta El Tigre y lo recibió el gerente de la agencia Miguel Ángel Sosa Brito, quien lo asignó al departamento de cuentas corrientes. Allí, permaneció 3 años, para luego pasar a ser cajero durante 5 años. En ese tiempo, recuerda que las empleadas del Banco Venezuela eran Ana Valenzuela, Petra Quijada y Aida Tochón. Un incidente con un contratista del gobierno que instalaba el primer acueducto en el pueblo, lo llevó a tener desavenencias con el gerente de la agencia y a finales del 1965, estaba de nuevo en el rol de agente libre. En condiciones diferentes a las anteriores. Le correspondieron Bs. 11.000 de las prestaciones sociales lo que le permitía aguantarse un tiempo, máxime cuando decidió prestarle a rédito Bs. 10.000 al señor Gaspar Aguilar, lo que le aseguraba un ingreso por intereses aceptable todos los meses. Cariseño pendejo se muere chiquito.

La historia viva de “Quijote” está reducida a una lucha permanente por buscar sobrevivir honesta, decente y dignamente. En los tiempos de mayor sequía, nunca le faltó la mano amiga. Llegaba al Matadero y le solicitaba al señor Gaspar Aguilar que le vendiera un mondongo y al “Chino” Lira una cabeza de cochino. Ambos ordenaban a sus empleados escogieran las mejores y se la regalaban. En esas etapas de estrechez económica, se especializó en la preparación de comidas a base de mondongo y cabeza de cochino. Las cocinó de todas las formas y maneras. En el orden laboral, entonces le toco, incursionar como vendedor. José María Cárdenas, quien era gerente de la Singer en El Tigre, lo empleo como representante de ventas. Era el segundo a bordo de la oficina que estaba ubicada en la calle Bolívar y cuya secretaria era Iris Núñez. Salió el señor Cárdenas y entró como gerente el señor Jaime Mathinsón. En esa empresa permaneció año y medio, hasta que decidió buscar nuevos rumbos. No sabía lo que le esperaba. Le cayó una “pava siriaca”. No lograba empleo. La generosidad del señor Mathinsón, no le faltó. Lo auxiliaba regularmente con Bs. 30 y le decía “no se rinda que pronto logrará emplearse” a pesar del esfuerzo que hacia y los buenos deseos de los amigos, fueron 2 años de pava. Quijote en ese tiempo se convenció: “de que vuelan vuelan”.el que está picado de Macagua cuando ve bejuco se espanta.

En esos días aciagos, coincidió con Oswaldo Quepi, que trabajaba con Chiclets Adams y al cual había dado clases en la academia PITMAN. Lo llevó a Ciudad Bolívar, lo recomendó a la gente de Nabisco La Favorita. Excelente gestión, pero quedó pendiente para cuando surgiera un cupo. Estando en Ciudad Bolívar encontró a Juan Ramón Rodríguez, un amigo que había conocido cuando trabajaba en La Singer. Lo llevó a la oficina de su amigo Santos Rebolledo el cual, se desempeñaba como Secretario General de Gobierno, no había posibilidades, siguió a Puerto Ordaz y en un pasillo de SIDOR, lo vio Marcelo Zabala, un margariteño que había conocido en Anaco cuando trabajo en el Banco Venezuela. El hombre era jefe de personal de SIDOR, lo mandó a emplear, pero el sueldo era irrisorio. No aceptó y regresó frustrado, más no derrotado. En el momento que llega a El Tigre, iniciaba sus operaciones la empresa SVECA que tenía el contrato para instalar el tendido eléctrico que venía de Guri. Frente al patio de la empresa se reunían cerca de mil hombres buscando un empleo. Meterse en ese enjambre, para ver si la pegaba y lo empleaban, era como misión imposible, pero siempre optimista se daba ánimo. El que busca encuentra.

No se amilanó y se acercó. Un día se montó en una tarima que estaba al interior de la cerca el italiano Enzo Bartolini y en voz alta dijo. “Voy a escoger 15” y empezó. “aquel de camisa azul” y todos los de camisa azul o parecida se le venían encima al italiano. No le resultó y cambió la táctica. Fue más específico. Llamaba apuntando bien el blanco. “Quijote” veía llamar y el italiano no lo señalaba. Iban 13 la esperanza se achicaba y cuando llamaron el 14 ¡Bingo! Fue el señalado. Dijo para sus adentros “Cayó la pava siriaca”. Lo enviaron al médico, que era el joven galeno Héctor González Carrasquel, veía salir algunos herniados y pensaba. “Sí, el médico me dice que tengo hernia, me le arrodillo, le digo la necesidad, le ruego que no me deje desempleado” Salió bien y lo enviaron a trabajar. Los primeros 15 días agarró mango bajito a pesar de las condiciones adversas en la sabana abierta de La Mesa de Guanipa dónde cumplían la tarea desguarnecidos. Las piezas de las torres había que pintarlas con anticorrosivos y sólo tenían que agarrarlas con unas pinzas, meterlas en los grandes recipientes y colocarlas a secar a la intemperie. Una vez hecho ese trabajito, venía candanga con burundanga. Abrir los huecos, echando pico y pala para enterrar las bases de las torres. El horario era de 6 a 6 y les pagaban 4 horas de sobretiempo. 16 salario base y 4 bolívares por las horas extras. Total Bs. 20 diarios. Le echo ganas y a los 6 meses, cuando habían instalado las torres desde Soledad hasta Pariaguán, expiró el contrato de SVECA. Los liquidaron a todos y escogieron 20 para un trabajo similar en Santa Lucia. Entre ellos a “Quijote”. No aceptó. No era rentable por lo lejos.

Ese viernes en la tarde llegó entristecido a casa. La esposa, lo esperaba con una sorpresa agradable. El vendedor de “Nabisco La Favorita” Jesús González, le había dejado una tarjeta solicitándole que se presentara en su casa de la tercera carrera sur a las 7 PM. La gestión de Oswaldo Quepi surtía sus efectos. Llegó antes y se entrevistó con la esposa la señora Lourdes Mendoza – una hermana del señor Manuel Alfonzo –. Le dijo que regresara a la hora estipulada. Regresó, el hombre lo atendió, le dijo que había un chance para Margarita y era imprescindible que se entrenara unos 6 meses bajo su tutela. No hay problemas, respondió. En ese tiempo salían a las 8 AM a trabajar en la calle y en la tarde cuando llegaban, diariamente tenían que hacer el inventario en el deposito. Un arduo trabajo que les consumía un tiempo precioso. Cuando estaba a punto de cumplir los 6 meses, lo llamó José Isaac Medrano que laboraba para productos y alimentos Jacks, para que empezara a trabajar de inmediato y en la zona. No lo pensó 2 veces y aceptó el empleo. El jefe del depósito de la empresa en Ciudad Bolívar era Jesús Medrano y con ellos trabajo 2 años, hasta que renunció y se dedicó, con la ayuda del señor Eulogio Vásquez a distribuir productos SAVOY por su cuenta, riesgo y vehículo propio. Conocía las rutas, los clientes y los productos de esta compañía eran de más fácil colocación. A los 2 años de esa actividad, le llegó a la casa su proveedor Vásquez con el gerente de la SAVOY en Ciudad Bolívar. Un señor de origen ruso de nombre Vladimir Romazek. En el primer momento pensó que lo había perjudicado porque le proveía la mercancía sin ser vendedor autorizado. ¡Sorpresa! Lo venían a contratar para que se encargara de la ruta en Upata. Las condiciones era favorables y el día que llegó el hombre a la luna, el 16 de julio de 1969 también llegaba “Quijote” a Upata como representante y vendedor oficial de La SAVOY. Al fin había obtenido estabilidad laboral. 20 años de servicio, se retiró, montó un mayor de víveres, compró un pequeño fundo en una región del estado Bolívar conocida como “El Manganeso” y hoy disfruta del descanso del guerrero alternando su tiempo entre El Tigre y Upata. En ambas localidades tiene intereses materiales y económicos y lo más preciado: familia.

José Jesús Palma el popular “Quijote” casó con doña Josefa Fajardo, oriunda de Pariaguán. Poseen 6 hijos: Rolando José, José Gregorio, Ronnie José, estos 3 comerciantes. De tal palo, tal astilla. Katiuska Josefina, Kenia Yuleni y Karina Ylenis que son profesionales y son mujeres realizadas. En su largo trajinar vivió en las calles Nueva Esparta frente al negocio “El Invencible” de Juan Mejías el popular “Juan Benito”, Independencia y la Falcón c/c Avenida 8 de Pueblo Ajuro, dónde pernocta cuando llega desde Upata dónde tiene su residencia principal. Nació en el año que se inició la gestación del pueblo, es hijo de los primeros pobladores, vivió, disfrutó y sufrió los vaivenes del crecimiento de la ciudad y los incidentes, que tuvo que sortear para sobrevivir, trabajar y los personajes que conoció y menciona con precisión y la prodigiosa memoria que posee, lo convierten en una fuente inagotable de consulta, para todos aquellos investigadores, escritores, cronistas e historiadores que estén interesados en escribir la verdadera y autentica historia de éste pueblo que nació al calor del industria petrolera el 23 de febrero de 1933. “Quijote” hizo su propia historia siempre apegada al autentico pasado del pueblo de El Tigre. Es justicia incluirlo en el disco duro de la memoria histórica de la ciudad.

Nosotros, desde estos humildes destellos, hacemos un pequeño esfuerzo para que no dejar morir nuestra bella, prolija e interesante historia. Memoria contra el olvido.




jueves, julio 15, 2010

Personajes de mi pueblo: Ramón Antonio “Moncho” Bejarano

Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces
Marco Aurelio Marcial (40-104)
Poeta latino.

Todos lo conocen en el rol de reportero gráfico, muchos desconocen que antes vivió una odisea para llegar a obtener el reconocimiento que lo convirtió en operador de radio. Es Ramón Antonio “Moncho” Bejarano, que nació en el vecino municipio San José de Guanipa y es hijo de Héctor Lira (+) y la señora Ana Tirsa Bejarano, la cual es oriunda de Soledad, cursó sus estudios primarios en el Grupo Escolar Dr. José Manuel Cova Maza y la secundaria en los Liceos Guanipa y Alberto Carnevali en El Tigre. Los profesores Baldomero león, Hernán Iro, Frank Acosta y, el ahora abogado de la república, Mamerto Díaz estuvieron entre sus catedráticos y orientadores. “Sí sales malo será por el patio”, siempre le decía el plurilingüe Frank Acosta. Filosofía de vida.

Eran tiempos difíciles, la señora Ana Tirsa, se desempeñaba como enfermera en la clínica Santa Rosa y una vez que la abuela de “Moncho” cayó en cama, la mamá renunció a la clínica y aceptó un cargo de bedel, después cocinera, buscando tiempo para atender a la vieja. Luego ascendió al cargo de jefe de cocina. La mamá de “Moncho” era madre soltera y además tenía que trabajar duro para sacar adelante a los 4 hijos. Nereida, que a la postre se graduó de profesora en Educación Artística, Miguel Ramón, el cual alcanzó el grado de contador público e Hilberto, quien ejerce exitosamente como abogado penalistas en Valencia. “Moncho” se dedicó, desde muy joven, a trabajar y estudiar para ayudar a su madre. En sus tiempos de estudiante, también laboraba como bedel en el Hospital General de El Tigre y el Dr. Miguel Loreto, lo aguijoneaba a que aprendiera Radiología. Esa posibilidad la abandonó, cuando fue invitado por Nereida para vivir en Caracas. La hermana, que lo quiere como un hijo. La sangre pesa más que el agua.

La hermana y el esposo, le dijeron que vivían en el centro de Caracas. “Moncho” iba con la ilusión de conocer y adaptarse a la vida de la capital. Cuando entraron vio las Torres del Silencio y pensó – debe ser por aquí – pasaron de largo y cuando se percató, el vehículo Ford Cortina, que conducía su cuñado, enfiló cerro arriba hasta detenerse en Los Paraparos de La Vega dónde en verdad residían. Engañado y todo, se quedó por un tiempo y logró empleo como obrero en la empresa Industrias Sabana, que se especializaba en la preparación de chichas y jugos tropicales. En sus días libres, salía pasear por el centro de la capital y, un buen día, cuando pasaba frente a Radio Capital, le llamó la atención el REEL (un carreto de cintas de archivo) que utilizaban las emisoras. Regresó a El Tigrito y le dijo a la mamá que quería trabajar en la radio. Ella, le dijo que hablaría con el Prof. Tomás Lugo Vílchez del cuerpo docente en la Escuela Granja el cual tenía un hermano que trabajaba en La Voz de El Tigre. En ese tiempo, la única emisora de radio, en toda la zona sur del estado Anzoátegui. Era el inicio de un sueño.

El Prof. Tomás, lo conectó con su hermano Pedro Lugo Vílchez, uno de los locutores estrellas de La Voz de El Tigre y este habló con don Carlos Poleo, quien lo puso a la orden de los operadores del momento Bernardo Rondón, José Gregorio Bellorín y Egidio Ramón Aliendre, para que lo enseñaran y pulieran. La emisora salía al aire a las 5 AM y tocaba el alma llanera y el himno nacional a las 7.52 PM, para salir del aire a las 8 PM. La consola tenía un tamaño tan grande que lo impresionaba, pero fue agarrando el ritmo y se especializó. Le asignaron su horario y en el desempeño de sus funciones, conoció a los pioneros de la radio locución en El Tigre. Calazán Guzmán, Francia Hernández Macías, Freddy Rodríguez Ron, Gaetano Anacherico, José Miguel Rodríguez y Agustín Blanco, quien leía las noticias, que redactaba para los noticieros, el señor Elam Bravo Guerra. En la programación de La Voz de El Tigre, estaban incluidas las novelas Martín Valiente (El Ahijado de la Muerte), Los 3 Villalobos (Rodolfo, Miguelón y Machito) y El Derecho de Nacer cuyo galán, en papel estelar, era Albertico Limonta, personaje que interpretaba magistralmente, Raúl Amundaray. Además contaba con el noticiero más oído del país. Noti-Rumbos. Una programación de lujo para una audiencia cautiva, pero selecta e inteligente.

En una guardia, le correspondió sacar al aire a la emisora. 5.30 AM, a las 12M, debía llegar el operador de relevo, se quedó esperando y, tuvo que doblar la guardia. Durante el transcurso del día, ya habían cumplido sus emisiones radiofónicas los locutores Freddy Rodríguez Ron y Pedro Lugo Vílchez y entró frente al micrófono para cubrir la última guardia del día José Miguel Rodríguez. Un amigo, en vez de llevarle comida, le regalo una botella de anís, la cual destapó y comenzó a echarse unos traguitos, intentando aplacar, apaciguar y calmar el hambre. Agarró una “voladora” y, a las 6.15 PM sin aviso, colocó el himno nacional y cerró las trasmisiones del día. José Miguel Rodríguez, quedó estupefacto y don Carlos Poleo que estaba en Caracas, regresó en avión. El otro día, llegó a la emisora muy molesto y lo citó a su oficina: “mira muchacho ¿Qué te pasó? “Moncho” le respondió. No hubo relevo y el hambre me estaba matando. Don Carlos le hizo la recriminación de rigor, ajustó el horario y cambio las guardias de los operadores. No hubo más novedad. Pedro Lugo Vílchez, que sabía lo que realmente había pasado, con su proverbial buen humor y chispa criolla, lo bautizo con el apodo de “El Trapiche”. En el año 1971, después de 3 años, le puso la renuncia a don Carlos Poleo para atender una invitación, que le hacía su hermana Nereida. Ahora, para marcharse a vivir con ella en Ciudad Bolívar, dónde había fijado residencia. La hermana siempre quiso tenerlo cerca. Sobreprotegido el gordito.

Una vez en la capital del estado Bolívar, buscó trabajo en Mundial Bolívar, la cual dirigía el profesional de la radiodifusión Rafael Guevara (Después con el tiempo, fue director de La Voz de El Tigre), quien lo mandó a probar, salió bien y le dijo que la única guardia que tenía era de 12 de la media noche a 6 AM, en un programa que él mismo dirigía “El club de los Trasnochados” allí estuvo un año alternando con un empleo que le logró su primo, el poeta Juan Manuel (Moriche) Muñoz, en la emisora Radio Fantasía la cual funcionaba en Soledad y dónde tenía un programa de corte musical. “Moncho” que poseía un hermano estudiando derecho en Valencia y estaba obligado a ayudar a la mamá para completarle el bastimento, hacía milagros, para trabajar en ambas emisoras. Le pedía el favor a un operador amigo, que lo relevaba, para que llegara media hora antes en su guardia en Mundial Bolívar, para llegar con tiempo a Soledad. La emisora estaba en el Paseo Orinoco, atravesaba el río padre en lancha y se incorporaba a su guardia en Fantasía, desde las 6AM, hasta las 12 del mediodía que concluía esa guardia. En ese trajín tuvo un año, se retiró y regresó a San José de Guanipa. Es bueno cilantro, pero no tanto.

En su patria chica, un amigo que le trabajaba a la Pepsi Cola por contrato, le ofreció trabajo como ayudante de latonería. La necesidad obliga y aceptó. A los pocos días de estar en esa dura actividad, se percató, que Radio Guanipa, segunda emisora de radio que se instaló en la zona sur, bajo la égida de don José Luís Tineo López, estaba cerquita de su lugar de trabajo – Avenida Fernández Padilla c/c calle La Paz – decidió entonces acercarse a la emisora todas las tardes. Un día llegó don José Luís y cuando lo vio preguntó ¿Qué hace este gordito aquí? y “Moncho” ni corto ni perezoso, le respondió “soy operador”. Enterado, le ordenó al operador de guardia, Ángel González que lo probara. Quedó satisfecho y le ofreció una oportunidad en horario de 6 PM a 12 de la noche para cerrar las emisiones del día. Era lo que buscaba y se quedó. En ese tiempo, le correspondió trabajar con los locutores Horacio Quijada Rodríguez y Germán Dona Rodríguez, que cuando presentaba las melodías del pequeño gigante de la canción, siempre decía “Sí Las Flores pudieran hablar con el espaturrao Nelson Ned”. Horacio, aún cuando obtuvo una sentencia favorable del TSJ, no logra que le hagan efectivo el pago de sus prestaciones sociales y Germán Dona, murió en Anaco, esperando esa indemnización. El responsable, todavía hoy, tiene el tupé, de venderse como un honesto empresario de la radio, responsable y de gran sensibilidad social. Por sus ejecutorias os conoceréis. El comentario final es de quien suscribe quien conoce perfectamente el caso. Aquí nos conocemos todos, Don Bombillo.

“Moncho” que se destacó en su trabajo, pronto entró en la rotación regular de los operadores y trabajo en esa actividad con José Luís Tineo López y Juan Correia los cuales iniciaron el programa de opinión “Mano a Mano con el Pueblo” cuyo productor era el periodista Alexis Caroles. Luego salió Correia y entro el Dr. Maximino Melchor. Una vez que el programa estaba consolidado en la audiencia de la zona sur, lo dirigió por un buen tiempo el periodista Pedro Marrero Hernández, que despedía el programa recomendado a los oyentes, que si no tenían dinero para adquirir carne de res, pollo y menos una exquisitez para el almuerzo, prepararán “Guasinetti” y explicaba con su característico buen humor “Sardina con espagueti y si no, espagueti con sardina” y, para redondear la broma, soltaba una carcajada. Y de no ser así. ¡Que vaina!, cómo también remataba sus leídas columnas, “La huella de los días” en el prestigioso diario Antorcha. Un gran personaje y excelente periodista.

El desempeño de “Moncho” Bejarano como operador de la emisora, le permitió conocer y trabajar también con los locutores Rodríguez Ascanio, Olafo Medina, Rodney López, Héctor Luís Vásquez, Luís Mudarra González y con el periodista Alexander Compiani, que alternaba su trabajo en el Diario Antorcha con la redacción del noticiero de Radio Guanipa y siempre se hacía acompañar por su reportero gráfico Andrés Macabi. La Cámara fotográfica que utilizaba Macabi, le llamó la atención a “Moncho” y le preguntaba como se manejaba. Macabi le respondía con desdén e irónicamente “Esto es muy profundo para ti” Entonces, “Moncho” le respondía, en el mismo tono, enseñándole los controles de la radio, “Y esto es muy profundo para ti” la curiosidad lo aguijoneó y decidió incursionar, con la ayuda y asesoramiento de su compadre y distinguido profesional del reporterismo gráfico José Francisco Decan, en la actividad cómo reportero gráfico. Esa es otra historia.

Durante su estadía en Radio Guanipa, don José Luís Tineo, le permitió producir un programa de forma independiente. Hizo un contrato por un año e inició la emisión de “La Guachafita del 5 y 6” cuyo locutor era Olafo Medina, el operador Pascual Páez y, él se encargaba de la producción, musicalización, buscar los anunciantes, cobrar la pauta publicitaria y pagar la hora a la emisora y al personal que laboraba durante la emisión radiofónica de ese programa. También compartió la producción y realización del programa “La Hora del Caribe” con Agustín Blanco. En el año 83, estando la emisora en el Centro Comercial “La Orquídea” Abandonó la dirección de la emisora don José Luís Tineo López y “Moncho” Bejarano, continúo por un año, no se entendió con el nuevo director y renunció para dedicarse a la actividad del reporterismo gráfico, profesión que inició en el Diario Antorcha, gracias a la confianza que depositó en su persona don Antonio Briceño Amparan. Antorcha fue su escuela y Pedro Emilio Rojas Vargas (Pejas) Luís La Roche y su compadre José Francisco Decan sus catedráticos. El hombre aprendió, prueba de ello es que todavía ejerce la profesión en otro diario de la ciudad, pero sus querencias están en Antorcha. Algún día el buen hijo regresa a casa.

En su vida familiar “Moncho” está casado en segundas nupcias, tiene 6 hijos. Karina del Valle, Carolina del valle y Marlon Antonio de su primer matrimonio y con su actual esposa Eglis del Valle Solórzano, la cual conoció en la Casa Nueva Esparta, cuando acompañaba al locutor y presentador Horacio Quijada Rodríguez, en una trasmisión en vivo de un festival de galerones con motivo del día del trabajador. En ella posee 3 pimpollos, Vanesa del Valle, Roimán Andrés, Aimara Nazaret y, dice que todavía, el rancho está ardiendo. El hogar, los amigos y el trabajo consumen la vida de “Moncho”. Una felicidad.

“Moncho” Bejarano, es un personaje de la ciudad, que a pesar de haber nacido en el vecino municipio San José de Guanipa tiene su residencia, constituyó desde hace muchos años su familia, concibió su vida social y trabaja en El Tigre. En su trabajo de operador de radio, hizo historia y ahora en su labor como reportero gráfico, no sólo hace, sino que deja testimonio fotográfico en los diarios que trabaja de nuestra historia pasada, presente y seguro dejará mucho material de la futura. Es importante, entonces, que nuestros eximios escritores, cronistas e historiadores locales, cuando decidan escribir la verdadera y autentica historia de la ciudad, lo incluyan e incorporen al disco duro de la memoria histórica local. ¡Vale la pena!

“Moncho” y los personajes que menciona para hacer posible este humilde destello de la memoria, también merecen igual tratamiento, ya que son, han sido y serán muchos de ellos protagonistas de nuestro acontecer histórico y los cuales además han enriquecido nuestras historias urbanas. El Gerente General y propietario de la empresa TRANSTICA, Henry “Nenerina” Hernández” durante la conversación con “Moncho” compartió esos recuerdos y dice que volvió a vivirlos. Recordar es vivir.


jueves, julio 08, 2010

Hotel, Bar, Restaurante “Las Vías”

La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados
Jean Paúl Richter (1763-1825)
Escritor alemán.

Exactamente, en la esquina de la tercera carrera sur, cruce con la avenida España, dónde funciona una sucursal del Banco de Venezuela, funcionó el Hotel, Bar, Restaurante “Las Vías”. Era un modesto local, propiedad de la señora Blanca de Rangel, madre de los distinguidos amigos, el laureado empresario Luís Harris Rangel y el prematura y lamentablemente fallecido Dr. Freddy Rangel. La distinguida dama, lo alquiló a don Gregorio “Goyo” Gutiérrez, el cual fundó el Hotel, Bar, Restaurante “Las Vías” que en sus inicios, ofrecía desayunos, almuerzo, cena y un modesto hospedaje. Un tiempo después, la firma comercial, la adquirieron unos gallegos, los cuales al marcharse a Santiago de Compostela, le vendieron a los hermanos Martins – Manuel y José – quienes lo mantuvieron 10 años en sociedad. Manuel posteriormente arrendó el Hotel, Bar, Restaurante “Oasis” en la salida a Pariaguán y le vendió las acciones de “Las Vías” a su hermano Leonardo, el cual tenía 12 años en Anaco, laborando en el Hotel, Bar Restaurante “Bowling”, dónde había comenzado cómo ayudante de cocina y había ascendida a Chef exclusivo. Un hombre ya experimentado.

José Martins, luego de un tiempo, decidió incursionar en el ramo de puertas y ventanas de aluminio y estableció la firma comercial “Puertas y Ventanas Hermanos Martins”, en la avenida 6 de la Charneca, la cual todavía está funcionando. Leonardo, asumió el control de “Las Vías” junto su distinguida esposa María Suero, con la cual tiene dos hijas. La odontóloga Mabel y la abogada Marlene, ambas ejercen sus profesiones en Lecherías. Leonardo que como dijimos antes, ya tenía experiencia en el ramo, puesto que al llegar a Venezuela, permaneció 3 años en Caracas y más tarde 12 en Anaco, siempre como ayudante de cocina y chef titular. Los padres de los hermanos Martins, son oriundos de Tenerife – Islas Canarias – Juan Martins y María Plascensia, ambos agricultores, los cuales cuando llegaron a Caracas en el año 48, vieron que en la zona de lo que hoy se conoce cómo Sabana Grande, todavía existían en toda esa amplia extensión de terreno, muchas fincas cuyos dueños se dedicaban a la siembra de caña. Era, por su tranquilidad y características bucólicas, nuestra capital una sucursal del cielo. Juan y Carmen, los otros hermanos Martins, se quedaron en el centro, el primero posee un vivero de flores en San Antonio de los Altos y la señora vive en La Guaira. Una familia prolija que está regada en Venezuela.

Leonardo Martins, que al final se quedó en “Las Vías” y había llegado desde su tierra natal a los 18 años con apenas 6to.grado aprobado, echó para adelante el negocio por espacio de 10 años. En ese tiempo, abrió sus puertas Don Lolo, cuya especialidad era el pollo asado, lo que trajo consigo, una gran competencia. El fuerte de “Las Vías” era precisamente el pollo asado, que habían introducido en el pueblo. Es entonces cuando el señor Rafael Certad, que se desempeñaba como Gerente del Departamento de Repuestos de Isidoro Celma Mir (La Ford) y era un cliente permanente del restaurante, le recomienda a Leonardo, que ensayara con la venta de la Parrilla Argentina – la había visto y degustado en muchas partes de Venezuela en sus constantes viajes de trabajo – éste le echó ganas y tuvo un éxito impensable. El local mantuvo su clientela y creció vertiginosamente la asistencia de comensales atraídos por la nueva especialidad: la exquisita, suculenta, apetitosa y nutritiva Parrilla Argentina. Carne de res, cochino, chinchurria, chorizo, morcilla, riñón y corazón asados, servida en anafres con brasa ardiente para mantenerla hasta el último bocado humeante, todo por Bs. 10, de los de antes, que eran realmente bien sólidos y fuertes. Un regalo por lo barato y especial para una dieta.

El Bar, Restaurante “Las Vías” que ya había cerrado el hospedaje, se dedicó exclusivamente a los servicios de bar y restaurante. En la barra se destacó por espacio de 30 años, Fidel Jiménez. Ventura Velásquez y José Gregorio Palomo, quien se graduó de abogado y ejerce en Caracas, eran los mesoneros. El Flaco José Malavé, todo un espectáculo en su ardiente, abrasador y candente trabajo de parrillero, se llevó los laureles por muchos años, hasta que pidió relevo y fue sustituido por el gordo Julián Tabete. Marcelina Barboza era la chef, ya que también había servicio de cocina, desde dónde ofrecían a la exigente clientela: Cocido Gallego, Paella Valenciana, Callos a la Gallega y toda la gama de especialidades criollas. Un equipo de primera línea que contribuyó, junto a los esposos Martins, con su vocación, dedicación, empeño y disciplina a que este negocio, mantuviera su actividad hasta agosto del 2008, cuando por efectos de la crisis y la inseguridad, tuvo que cerrar sus puertas. La vida nocturna en la ciudad es prácticamente nula y la troja está alta para la gente gastar en la calle.

En el año 1973, el Bar, Restaurante “Las Vías” tuvo una pausa de 2 años. El señor Lilo Mondello que había comprado el local a la señora Blanca Rangel, más un terreno lindante, decidió vender al Banco Latino esas propiedades y la entidad financiera, solicitó la desocupación para construir el moderno local para mudarse desde la esquina de La Plaza Bolívar dónde funcionaba. Luego esa entidad bancaria fue intervenida y la adquirió el Banco Caracas, que a su vez fue comprado y absorbido por el Banco Venezuela, quien actualmente mantiene sus actividades en esa moderna, bella y llamativa sede. Leonardo, quedó en el aire, sin local, pero con la voluntad y las ganas de trabajar vivitas. En ese tiempo el lusitano Antonio Gil, el popular “Armando Trampa”, quien poseía una fabrica de muebles de mimbre, construía un edificio en la avenida España, al lado de la estación de servicio Shell Méndez, la cual regentaron para la época Martín Márquez W y Luigi Prosdocimi, un sitio relativamente cerca de dónde funcionó originaria “Las Vías”. A finales del año 75 el edificio estuvo listo y Leonardo le alquiló la planta baja y revivió desde las cenizas el Bar, Restaurante “Las Vías” el quiere puede y la clientela, que conocía de la calidad del servicio, volvió con la misma lealtad, consecuencia y asiduidad.

Entre esa selecta, leal, consecuente y asidua clientela Leonardo recuerda con especial deferencia personajes como los Profesores José Antonio Arias Reyes, Ángel Antonio Merlín, Frank Acosta, Juan Hernández Bermúdez, Luciano Carreño, Fidias Biscochea Franco, los farmaceutas Dr. Oswaldo González propietario de la extinta Farmacia del Pueblo que funcionó por muchos años en la calle Guevara Rojas y el Dr. Manuel Hernández dueño de la desaparecida Farmacia Bolívar ubicada en la primera carrera, Héctor Cordero Blanco, Intendente del Hospital General de El Tigre, Gustavo Perdomo, Cronista Oficial de la Ciudad, el Cap. Luís Guzmán, el Cnel. José Luís Arriojas, los sindicalistas Francisco Paz, Luís “Buzo” Noriega, Rafael “Gordo” Hernández, Rigoberto “Rigo” Hernández, Luís “Culi” Martínez, el Dr. Rubén Darío Lamar, el Econ. Rubén Salazar, los empresarios Gregorio “Goyo” Gutiérrez, su hijo Diego Gutiérrez, Bernardo Ramón González, Aquiles Lugo, el hombre de la cuba libre, Luís Harris Rangel, Roberto “Rudy” Carrillo, Jorge Pieza, Luís García, quien siempre se ha declarado como un “obrero solvente”, José Miguel Uzcategui, reciente y lamentablemente fallecido en Caracas, Antonio “Toñito” Liccioni, los hermanos Leotaud, el maestro Alberto Itanare y su distinguida esposa y también educadora Isabelita, Juvenal Romero, Armando Morales, Rafaelito Morales, los periodistas Miguel Otero Silva – en la temporada que pasó en la ciudad escribiendo su célebre obra literaria “Oficina 1, Edmundo Barrios, Evaristo Marín, Juan Martínez, Pedro Emilio Rojas Vargas (Pejas) Pedro Marrero Hernández, Ángel Camauta, Alexander Compiani, Alberto Guzmán Lárez, Calazán Guzmán, Luís La Roche, el ecuatoriano Juan Meza Vergara, Julio Barradas, el Dr. Atilio Mazarri, Jesús “Chuito” Almeida, José Francisco Fortique, Rene Birriel, Miguel Antonio Salazar (El Negro), Pedro María Lira (El Chino Lira) y don Ramón Herrera León, quien ejerció la Secretaria General Seccional de AD por muchos años y el cual en los tiempos de la sanguinaria dictadura del Gral. Marcos Evangelista Pérez Jiménez, en una oportunidad viajaba desde el estado Monagas rumbo a El Tigre. El autobús en el cual andaba se detuvo en El Tejero y un amigo le dijo que la tenebrosa Seguridad Nacional lo buscaba y había muchas alcabalas en la vía. Abandonó el bus y se aventuró a pie. A los 4 días cuando llegó a su casa en la tercera carrera sur, detrás del Hotel Tamanaco, abrió la puerta ¡Sorpresa! los esbirros de la SN lo estaba esperando. Le pasó como al corocorito. Nadó, nadó y nadó para morir en la orilla.

El Bar, Restaurante “Las Vías” fue un sitio de encuentro por excelencia. Allí, convergían, también los bohemios del pueblo. Uno de los más destacados fue José Antonio Silva – el popular Mokinga – llegaba todos los días a la hora de abrir, leía con detenimiento la prensa y como poseía una memoria prodigiosa y tenía la virtud de mantener una conversación amena, respetuosa y seria con los clientes, se acercaba a ellos y cuando estos se percataban, ya estaba debidamente instalado en la mesa, degustando de la exquisita parrilla y el infaltable escosés, siempre a la cuenta del cliente que tenía el gusto de entablar la tertulia con él. No había desperdicio. Mokinga lo enteraba gratuitamente de todas las noticias locales, regionales, nacionales y hasta los chismes pueblerinos. Era poseedor de una gran educación etílica y mantenía al pitcher fresquesito los 9 inning y sí había extrainning, también los mascoteaba con una maestría digna de la mejor causa. Nunca forzó o lesionó a ningún pitcher. Entraba limpio y salía limpio, pero eso sí, bien bebido y mejor comido. Ni Yogui Berra en sus buenos tiempos, manejó con tanta pericia, destreza y habilidad la mascota como Mokinga. Era el cliente indispensable. Dígalo allí, Leonardo.

Estos hoteles, bares, restaurantes, sus fundadores, sus regentes a lo largo de su funcionamiento, después que doña Petra Manzanares fundara, en lo que se conoce ahora como el Casco Viejo, el primero que es el Hotel Manzanares (funciona como una posada), también marcaron y marcan una huella profunda en nuestro devenir histórico y enriquecen nuestras historias urbanas. En el caso del Hotel, Bar, Restaurante “Las Vías”, la dueña del local Blanca de Rangel, el fundador del negocio don Gregorio “Goyo” Gutiérrez, los gallegos que luego lo compraron, que ahora están en Santiago de Compostela y los hermanos Martins, que llegaron de las Islas Canarias y los cuales lo atendieron los últimos 50 años y su innumerable clientela, son gente digna de recordar para que nuestra retentiva que es muy frágil, no los borre de la memoria histórica. Es gente honesta, emprendedora y trabajadora que han contribuido y contribuyen con el desarrollo económico y social de un pueblo que en la década de 1960, estuvo a punto de extinción y se salvó gracias a que estos héroes anónimos, no la abandonaron, confiaron en ella, se quedaron y ayudaron a superar sus dificultades. Es historia reciente

Desde estos humildes destellos, hacemos el pequeño aporte de mencionarlos, con la firme esperanza de que, cuando nuestros eximios escritores, historiadores y cronistas locales, decidan escribir la verdadera y autentica historia de la ciudad, los incluyan en el disco duro de esa memoria histórica que todos debemos ayudar a conservar. El que no sabe de dónde viene, no sabe dónde está y menos sabe a dónde va. Nunca olvidéis, que la memoria, es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados.