martes, enero 11, 2011

Personajes de mi pueblo: Ponciano Corales

“Todo el mundo debe creer en algo, yo creo
que voy a seguir bebiendo, discúlpenme”
Groucho Marx (1890-1977)
Actor, comediante y escritor estadounidense.


El que pasa por la licorería de los hermanos Murada, el bodegón Santa Rosalía o los sábados y domingos por la esquina del mercado de Pueblo Nuevo Norte, seguro verá a Ponciano Corales con su inseparable sombrero y una gélida en la mano. Éste popular personaje nació en Casanay de los Cocos en el estado Sucre, el 19 de enero de 1945. La infancia la dedicó a las labores del campo. En la adolescencia el señor Rubén Jiménez, que compraba la cosecha agrícola de los productores de la zona, lo invitó que lo acompañara como ayudante a vender la verdura hasta El Tigre. Vino varias veces, le gustó el pueblo, conoció al señor Héctor Cordero Blanco a la sazón, Intendente del hospital Luís Felipe Guevara Rojas el cual, lo contrató para trabajar en el almacén del nosocomio local como auxiliar, con un sueldo de 9 bolívares diarios. Esa fue suficiente razón para quedarse hasta el sol de hoy. No estudio, se sembró en ese almacén. Es otro tígrense por adopción. En ese trabajo permaneció por espacio de 45 años. El mismo dice en tono jocoso “Nunca salí del almacén”. En su larga estadía en la ciudad, ha tenido 9 hijos y unos 14 nietos. Todos sus hijos son profesionales, lo que le hace repetir orgullosamente, en el sitio que esté y con quien esté: “Mis hijos nacieron para capacitarse, no para estorbar” Amén. ¿Y la jubilación? ¡buena pregunta! “En el hospital no jubilan, sacan a uno de permiso por 6 meses, le pagan el sueldo normalmente y cuando regresa, le repiten la dosis hasta que el trabajador muere y, le pagan las prestaciones sociales, echándole bastante formol” comenta resignado. Una vez que entró en ese limbo laboral, prácticamente se entregó a la bebida. No tiene muchacho chiquito que le llore, mujer que le reclame y nadie que le amargue la vida. Es más, cuando los amigos le recomiendan dejar la bebida, porque puede causarle severos daños a la salud y consecuencialmente, la pérdida de la vida, les responde con unas frases que carga a flor de labio “El que no quiere saltar que se agache” y “El que no quiera morir que no nazca” Santa palabra, para que los consejeros gratuitos y entrometidos, cojan mínimo. Cada quien es arquitecto de su vida. El respeto al derecho ajeno es la paz, Benito Juárez, dixit. Este personaje a quien casi todos los vecinos de la comunidad que asistió y asiste al nosocomio local conocen, también con su espíritu dicharachero, bonachón y parrandero se ha convertido en una celebridad en los espacios públicos, sobre todo en el mundo etílico y no pierde tiempo para repetir que, “como todo el mundo debe creer en algo, el cree que seguirá bebiendo y, no se puede jorungar mucho con relación a las intríngulis de su larga vida porque no suelta prendas. En todo caso, es un buen candidato para que, cuando nuestros eximios investigadores, historiadores y cronistas decidan escribir la verdadera y autentica historia de la ciudad, que nació al calor de la industria petrolera el 23 de febrero de 1933, lo tomen en cuenta e incluyan en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Salud Ponciano! y no se le cae el sombrero cuando se apura el trago. Un personaje en toda la extensión de la palabra. ¡Vale la pena!






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