miércoles, mayo 31, 2006

Personajes de mi pueblo: Pedro Marrero Hernández

“La potencia intelectual de un hombre se mide por
la dosis de humor que es capaz de utilizar”
Friedrich Nietzsche.
En una oportunidad el periodista Pedro Marrero Hernández, escribió una nota en Antorcha donde dejaba al descubierto la desprotección presupuestaria que vivía el entonces CTPJ, la antigua PTJ. Decía el fallecido amigo que era tan caótica la situación, desde el punto de vista financiero, que los detectives, habían olvidado sus conocimientos detectivescos y se habían convertido en unos expertos mecánicos, reparando los 2 vehículos bien deteriorados con que contaban.

Esa nota produjo una rápida, fuerte y agresiva replica del jefe de la CTPJ, dejando claro que sus funcionarios eran, son y seguirían siendo expertos profesionales de la función policial especializados en las tareas detectivescas y que nunca habían cambiado su profesión por la también respetable profesión de la mecánica.

El Tigre, en ese momento era un pueblo bucólico, todas esas informaciones eran materia del debate diario entre los habitantes, que con conocimiento exacto de lo que sucedía, era difícil dejaran meter un strike por un comunicador social. Todos moscas, pues.

En la bomba “Levante” de don Pedro Manuel Vásquez, siempre había un grupo que se reunía a hablar de lo humano y lo divino, de pronto salió a relucir la información y la replica. Unos opinaban que Pedro Marrero tenía razón y otros que no. Lo total fue que en medio de la acalorada discusión salto el negro Brito y dijo: Bueno, chico eso es verdad, esos carros están destartalados y los PTJ viven reparándolos ellos mismos, pero también es verdad que a Pedro Marrero se le paso la mano, y dirigiéndose a José Danilo Salcedo, le solicitó su opinión en tono impositivo: ¿No es así Danilo? A lo que este respondió, con la parquedad que lo caracterizaba, con otra pregunta ¿Bueno, chicos, cuando ustedes han visto periódico en blanco que se venda? Y a renglón seguido adicionó: Ya los bodegueros estuviesen ricos y se marchó. No lo entendí. ¿Y Ud.?

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Pedro Marrero Hernández, compartió por espacio de un año, con José Luís Tineo López el programa de opinión “Mano a Mano con el Pueblo” que trasmitían, a través, de Radio Guanipa. En ese espacio, que si no me equivoco era pionero en su género en la Mesa de Guanipa, echaba a volar su chispa criolla. Iniciaba recomendando el menú para los desheredados, como hoy llama la revolución a los pobres. Sardina con espagueti a unos, y a otros, espagueti con sardina, según fuese el gusto de los comensales. No lo entendían, pero bastante degustamos ese exquisito plato criollo. En la cuarta porqué en la quinta, ya no hay sardinas y el espagueti está por las nubes. ¡Que vaina! Exclamaría, Pedro.

Cuando en ese programa de opinión le tocaba criticar a algún gobernante del partido del pueblo, primero reconocía, con toda la honestidad del caso, que era adeco, hacía la critica y concluía diciendo: conste, soy adeco, hasta cuando no sé, pero por ahora, soy adeco. Creo sin temor a equívocos que murió siendo leal a su militancia en Acción Democrática, desde donde adelantó y desarrollo su larga lucha gremial, pero como buen profesional del periodismo, estaba obligado a ser ecuánime, siempre lo fue y en ese comportamiento equilibrado, objetivo e imparcial es un ejemplo para las generaciones presentes y futuras.

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El fallecido amigo Pedro Marrero Hernández, era un fumador compulsivo, bebedor consuetudinario, buen conversador y eximio contador de chistes, pero había un detalle: su ingesta alcohólica era alta y la de alimentos casi nula. Eso le fue deteriorando la salud y su fortaleza física. En una de esas parrandas fuertes el cuerpo no le respondió y le sobrevino un fuerte vahído. Hubo necesidad de internarlo en una clínica y ante la sospecha de algo grave, fue trasladado a el hospital de la entonces Meneven a Guaraguao. Estuvo recluido varios días y en ese ínterin, fuimos muchos los amigos, que preocupados por su salud, viajamos a la zona norte a visitarlo y a expresarle nuestro cariño, afecto y palabra de aliento.

Pedro Marrero era, para el momento un periodista de larga y dilatada trayectoria profesional y gremial, lo que le había granjeado la admiración, el cariño y el afecto de casi todo el gremio a nivel nacional y en especial en el estado Anzoátegui. En sus días de convalecencia, lo visitó su amigo, el periodista J. R. Hernández y le hizo una entrevista con la intención de que la gente se enterara que había pasado el peligro, había mejorado ostensiblemente y que pronto estaría al frente de sus responsabilidades periodísticas.

En esa entrevista le pregunta ¿Pedro, chico, dime que fue lo que te sucedió? Y este le contesta con la jocosidad que le era característica: Me abandonaron mis mejores amigos. ¿Y cuales son esos? Bueno, chico, el señor Belmont y el viejito Parr. Tampoco lo entendí ¿Y Ud.?

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Pedro Marrero Hernández poseía una gran inteligencia, era un intelectual que combinaba su sabiduría periodística con el fino humor. Dejo una huella profunda en el periodismo nacional, en el estado Anzoátegui y especialmente en la zona sur. Cuando laboraba en Antorcha, logró, con su buen talante, don de gente, amigo a carta cabal, espíritu dicharachero y parrandero de mil caminos, granjearse una gran legión de amigos que siempre lo recordamos con el respeto, cariño y aprecio de siempre.

Pedro Marrero Hernández, siempre concluía su muy leída columna. “La huella de los días” con estás cortas, pero expresivas frases: ¡Y de no ser así! ¡Que vaina! Muchos amigos que lamentamos su ausencia física, podemos decir con él: ¡Que vaina! Te marchaste y todavía los días dejan profundas huellas como las que reflejabas en su extraordinaria columna. Amigo, por siempre.

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