sábado, septiembre 23, 2006

Personajes de mi pueblo: Anecdotas

“¿No es la historia sino una fábula
aceptada por muchos?”
Napoleón.
Uno de los primeros sastres, sino el primero, que se instaló en El Tigre, fue Abraham Souki, con él se inició en el oficio don Manuel Gamboa, después que este emprendedor árabe se fue a Ciudad Bolívar como vendedor de vehículos, con el aprendizaje, la experiencia acumulada inició su propio negocio en el ramo. La sastrería “Rivas” la cual arrancó sus actividades en la calle que lleva su nombre y luego fue situada hasta su final, en la Calle Girardot cruce con la Calle Orinoco, frente al antiguo Palacio Municipal, hoy sede del CICPC, fue la sastrería por excelencia de los caballeros de la época, que gustaban del buen vestir y los trajes a la perfección. Don Manuel, su dueño, era un hombre, trabajador, eficiente, callado, serio y de pocas pulgas. Salía de su casa en Pueblo Ajuro con su cara de muy pocos amigos, al punto que a los chamos del momento nos daba pavor dirigirle la palabra y hasta saludarlo. Sin embargo, cuando lo hacíamos, respondía imperturbable los saludos, sin que se le moviera un músculo de la cara. No comía gente, era cuestión de conocerlo bien, guardar la debida distancia y por supuesto, el respeto que debe adornar la personalidad de todo caballero.

En una oportunidad don Manuel Gamboa se vio quebrantado de salud, llamó a su hijo Ángel Gamboa, el popular y familiarmente Angito, a Maracay que ya se había graduado de médico, formaba parte del cuerpo de galenos del Hospital Central en la ciudad jardín de Venezuela, le contó sus dolencias y este a regañadientes logró llevárselo, lo mandó a chequear con los mejores especialistas de ese nosocomio que lógicamente eran sus amigos. Resultado: Tenía problemas con la próstata y hubo que intervenirlo quirúrgicamente. Todo resulto un éxito, don Manuel regresó a El Tigre y tan pronto mejoró se reincorporó a sus labores en su sastrería Rivas.

Un buen día, cuando visitaba a la familia Lara en la calle Falcón, veo a don Manuel que viene saliendo de su casa. Lo saludo y le preguntó ¿Cómo sigue? Me contesta: Bueno, Cheo igual. ¿Cómo que igual y a usted no lo operaron? Mira Cheo, esos amigos de Angito en Maracay como que se equivocaron. ¿Y porqué? le pregunto sorprendido y me contesta muy serio. Bueno vale, me operaron de una vaina que llaman la próstata y quede igualito, con está gran arrechera que siempre cargo encima, de esa vaina era que tenían que operarme. ¡Ah, ok! entiendo y como, para buen entendedor pocas palabras, ni por asomo volví a preguntar y nos despedimos cordialmente.

Esa arrechera, cuentan sus hijos, era congénita y como esa patología no es susceptible de ser intervenida quirúrgicamente, lo acompaño durante su larga y fructífera vida, Empero, como don Manuel se conocía perfectamente, me cuenta una nieta, que cuando llegaba a la casa después de una larga jornada de trabajo en su sastrería “Rivas” para no pelear con nadie, decía en alta e inteligible voz: Nadie me hable o moleste, que cargo una arrechera de brinquito y como en guerra avisada no muere soldado, nadie le dirigía la palabra, menos lo importunaban. Cuestión de previsión ¿O no?

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Cuando comenzó a salir al aire el programa “Línea Caliente”, en la antigua Radio Guanipa 13.50 AM “La cariñosa”, los primeros moderadores fueron los amigos Luís Mudarra González y Alexis Pérez. Aún con estilos diferentes, en las primeras del cambio, se llevaban bien y hacían una excelente llave. Un día cualquiera, por razones que Alexis desconocía, llegó Luís Mudarra González enardecido, hablando pestes y culebras contra el periodista, primer locutor de El Tigre Calazán Guzmán, a la sazón dueño de Radio Oriente 89.0 AM. Cuando concluye la descarga se dirige en vivo a Alexis Pérez, que lo escuchaba y veía extrañado, preguntándole ¿No es así, colega Alexis? y este con su proverbial parsimonia, y prudencia, le contesta: Bueno colega Mudarra, si usted lo dice debe ser cierto, a mi no me consta. Mudarra quedó atónito ante lo que considero una falta de solidaridad, no dijo más nada durante el programa, pero cuando concluyó, salió echando candela, a hablar con el director de la emisora para solicitarle encarecidamente que le cambiaran de compañero. A los pocos días Alexis fue reubicado en otro programa, Mudarra continuo sólo, e hizo del programa Línea Caliente, una referencia obligada a la hora de emprender alguna lucha en defensa de las reivindicaciones de los todos los sectores populares de El Tigre y El Tigrito. De eso no hay un ápice de dudas.

Luís Mudarra González, en pleno apogeo de su programa y cuando emprendía un proyecto comercial del cual nos hablaba emocionado, por la estabilidad económica que lograría para su familia, en la flor de la vida, inesperada y lamentablemente le sobrevino un infarto mortal, que nos dejó estupefactos a propios y extraños. Un gran vacío dejó a familiares, amigos y a la gente combativa de ambas comunidades.

Mudarra y Alexis fueron grandes amigos y cuando referíamos la anécdota en alguna reunión de amigos, Mudarra soltaba la carcajada y le decía, tremenda vaina me echaste y Alexis le repostaba con su habitual humildad, bueno chico, yo no soy dueño de emisora, apenas me defiendo como locutor y si me botan de Radio Guanipa, hasta Calazán me puede dar un chancecito. ¿No es así Cheo? Elemental mi querido Watsón. Entendible, por lo demás la previsión de Alexis. ¿O no?

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En una oportunidad me tocó ir en la tardecita a Radio Guanipa 13.50 AM para grabar un programa de opinión (El Pueblo Pregunta) que se transmitiría el otro día en diferido, ya que el moderador no podía hacerlo en vivo por motivos de viaje y me pidió el favor para grabarlo con anterioridad, a lo cual accedí gustosamente. Llegamos bordeando las 6 PM, había que esperar que el operador se desocupara, ya que en ese preciso día, salía al aire por primera en vez en la emisora un noticiero. No hay problemas. Esperamos.

Los locutores que sacarían al aire el noticiero eran nada más y nada menos que los experimentados y excelentes locutores Agustín Blanco y Olafo Medina, ambos amigos, pasamos a la cabina, saludamos y nos invitaron a quedarnos en el compartimiento. Cantan Play y arrancan el primer segmento bajo la mirada escrutadora del director de la emisora, todo sale a pedir de boca. Pausa, comerciales y de nuevo al aire con la segunda y última parte. Faltando poco para concluir, Olafo dice con su inigualable voz. Y… nos vamos con las noticias internacionales, dejando el turno a Blanquito, quien dice con su inmejorable voz y excelente dicción, “Desde Margarita nos informan”. ¡Tragedia! el director se puso las manos en la cabeza, mandó a cortar, se salió molestó de la cabina y Agustín sin inmutarse, soltó una risa pícara, sacó una mulita que nunca le fallaba en el bolsillo trasero del pantalón, se echó un trago y nos dijo. “Es que estaba seco, no veía y el papel se me estrapapeló”. Cosas veredes Sancho, amigo.
Son anécdotas de las cuales puedo dar fe. Los personajes mencionados son de la vida real. Unos viven y otros desafortunadamente desaparecieron físicamente, pero forman parte de la memoria colectiva de la ciudad, contribuyen y han ayudado en buena medida con el desarrollo de nuestra generosa Mesa de Guanipa, negarlo sería una gran mezquindad. Historia que relato con algo de fábula para no mencionar por su nombre de pila, por razones obvias, algunas nulidades engreídas. Ustedes, son inteligentes y me entienden. En todo caso es una humilde contribución para la preservación de nuestra memoria histórica. ¿Vale?

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