domingo, octubre 07, 2007

Las bolas criollas

Al brillar un relámpago nacemos y aún
dura su fulgor cuando morimos

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)
Poeta español.

El juego de Bolas Criollas, forma parte de nuestros juegos autóctonos. No hay lugar en Venezuela dónde la gente no eche su partidita. En un patio, una calle, un campo abierto o sencillamente en una cancha acondicionada para tal fin. En El Tigre, este popular juego, era practicado por los aficionados en las pedestres caimaneras y no existía una organización para reglamentar intercambios y mucho menos campeonatos formales. A finales de la década de los 70, Roberto Gómez, con la invalorable ayuda del periodista y reportero grafico Pedro Emilio Rojas Vargas (Pejas) y otros aficionados del boche y el arrime inició un movimiento que le dio organicidad a la práctica del juego de Bolas Criollas en nuestro municipio. Caminante no hay camino se hace camino al andar nos ilustró el poeta Antonio Machado.

La iniciativa tuvo varios inconvenientes. No había financiamiento y menos existía infraestructura adecuada para organizar un campeonato con todas las de la ley. Roberto, PEJAS y el equipo que los acompañó, no se amilanaron e insistieron en introducir la cultura del juego organizado de Bolas Criollas. Organizaron intercambios entre equipos de varios sectores populares. Los dueños de los clubes dónde se escenificaban los concurridos encuentros que a la sazón, eran noticias que gozaban de amplia cobertura en las páginas del diario Antorcha, vieron crecer sus ventas de espumosas y por ende sus ganancias, lo que hizo posible que todos empezaran a mejorar sus instalaciones y solicitar que los juegos fuesen fijados en sus respectivos establecimientos comerciales, estableciendo un porcentaje de sus ganancias para financiar la liga. La burra empezó a coger el nado

El inusitado atractivo que adquirió la práctica de Bolas Criollas y el interés manifestado por los dueños de los clubes para atraer los juegos hasta sus instalaciones, dio pie a que Roberto Gómez, con un grupo de amigos fundara la Liga de Bolas Criollas de El Tigre. Equipos surgieron por todas partes, en todas las categorías y de ambos sexos. El crecimiento de la liga y su resonancia llegó a tal nivel, que la Liga de Bolas Criollas del Estado, le solicitó formal inscripción y empezamos a tener reconocimiento regional y nacional. El campeón de El Tigre asistía a la eliminatoria del estado y si quedaba campeón, asistía a los nacionales vistiendo el uniforme de Anzoátegui. En todo caso de no lograr el campeonato, muchos de nuestros jugadores reforzaban el equipo y siempre El Tigre estaba en la pelea. Una idea, hecha realidad y popularizada.

En ese tiempo, Luís Alexis Mogollón, el popular “Negro Mogollón, que estaba desempleado y contando con la excelente amistad que lo unía al equipo directivo de la Liga de Bolas Criollas de El Tigre, hizo el experimento de organizar unos juegos de mantenimiento e intercambios y logró incluir entre las plazas más atractivas para el desarrollo de las jornadas el inmenso patio que poseía su casa familiar. “El Negro” aprovecho la oportunidad que brindaban a los jugadores y al público, la sombra que proveían las grandes matas de mango, lo extenso y las inmejorables condiciones del terreno. Era, sin percatarse, fundación del popular “CLUB MOGOLLÓN” que hoy funciona como un centro hípico. Un sitio de encuentro de toda la vida.

El Club Mogollón, lo inició el “Negro Mogollón” vendiendo la popular espumosa en tambores que introducía con bastante hielo para que salieran friítas. Todo al aire libre. Luego construyó una “media agua” adquirió a crédito un frezzer y poco a poco fue construyendo hasta lograr construir el amplio local de hoy. Las jornadas de los campeonatos de bolas criollas concluían al caer la tarde, la fanaticada permanecía alegre, entusiasmada y para mantener la clientela y aumentar las ventas, Roberto y El Negro montaban una fiesta criolla donde las estrellas y artistas exclusivos eran la encantadora Edith Ramírez “La Potranquita” excelente vocalista de nuestra música vernácula y el excelso declamador de oriente Carlos Gómez y como la fiesta era una prolongación de la jornada, el animador y presentador era, también para variar, Roberto Gómez. Presidente de la liga, dueño del juego de bolas y novio de la madrina, pues.

Los estimados, respetados y queridos amigos Roberto Gómez, Pedro Emilio Rojas Vargas (PEJAS) y Luís Alexis Mogollón (El Negro Mogollón) lamentablemente desaparecieron físicamente, pero vibran en nuestro corazón como el primer día y todos los días como cuando compartimos las buenas y las malas en nuestra larga amistad y las vicisitudes que vivimos junto a ellos en el preludio de la actividad organizada del popular, autóctono, vernáculo, hoy extendido y arraigado en el municipio, juego de Bolas Criollas. Muchas anécdotas y personajes de esa época vienen a mi memoria y que poco a poco iremos contando y mencionando para enriquecer el acervo histórico de la ciudad. Los pequeños acontecimientos forjan las grandes historias.
En honor a la verdad fue un gran equipo que hizo posible esta proeza deportiva, pero indiscutiblemente en la primera línea ofensiva como los propulsores, promotores y fundadores, están estos tres distinguidos personajes. El fulgor de ese relámpago todavía perdura en las canchas donde hoy se efectúan los juegos de todos los campeonatos de Bolas Criollas en el municipio. Es para que no le cuenten al cuentero. Dígalo allí Simón Medina.

1 comentario:

Ophir Alviárez dijo...

Buenas las crónicas, bien dicen que recordar es vivir.

Un saludo de tigrita,

OA