viernes, octubre 16, 2009

Personajes de mi pueblo: Roberto “Rudy” Carrillo

A nadie le faltan fuerzas; lo que a
muchísimos les falta es voluntad

Víctor Hugo (1802-1885)
Escritor francés.

Excelente amigo, insigne trabajador, ejemplar padre de familia, apasionado fanático del béisbol y en especial de sus equipos Criollos de El Tigre y los Leones del Caracas, adeco Carlos Andresista hasta la sepultura, ese fue Roberto Jesús Carrillo, conocido popularmente como “Rudy”. Vino al mundo en Ciudad Bolívar el 6 de mayo de 1936, a los 6 años llegó al naciente pueblo de El Tigre. Vino de la mano de su mamá Petra Carrillo, con sus hermanos José “Tato” y Margarita, la cual los trajo a la casa de la abuela Francisca “Pancha” Delgadillo, que era lavandera en Mene Grande Oil Company y, con sus ingresos, los podía ayudar en la manutención ya que era madre soltera y vivía una situación crítica. Desde ese momento, “Rudy” complementó su actividad escolar con la venta de arepas, hallacas, dulces y, ya a los 12 años, se inició como aprendiz en la Tipografía Aranda, ubicada en la calle Bolívar del señor Víctor Aranda a la sazón, Presidente Municipal durante la dictadura del Gral. Marcos Evangelista Pérez Jiménez, ese trabajo lo compartió más tarde como mesonero en el Bar “Alí Baba” en la zona de tolerancia – mejor conocida como el mosquero – para luego pasar a laborar con José “Pepe” Escrivá, que antes de incursionar en el negocio del cine, era propietario de la Tipografía Miranda. La necesidad obliga y la voluntad de “Rudy” lo ayudó a no rendirse ante la adversidad.

A medida que “Pepe” Escrivá, que para promocionar su sala de cine se disfrazaba de Cantinflas, fue consolidando el cine Miranda que funcionaba en el mismo local de la tipografía, decidió vendérsela a crédito en el año 1963. “Rudy” quien tuvo que mudarse a otro inmueble, muy cerca, dónde hoy está el Frigorífico Miranda, ya que “Pepe” remodeló, mejoró y modernizó la edificación para su sala de cine, a la cual le cambió el nombre en el año 1973 por el de “Teatro Cristal”. En el año 1980, con la ayuda de su compadre y entrañable amigo Augusto Enrique Tenorio Meza, “Rudy” le compró a la señora Pía Quijada, el local dónde actualmente está ubicada – La gráfica es de la fachada del negocio – y en plena actividad productiva la Tipografía Miranda, ahora bajo la égida de su viuda Iraida del Valle Mata Monasterio y sus hijas Gladys, Petra, Nataly e Iginia. Roberto junior, el popular Go-Go, es ingeniero civil, casó con la hija del español, “Don Lolo” y fijó residencia en la madre patria. Una familia unida, que solidificó más sus lazos desde el año 1991, cuando falleció “Rudy” y ellos tuvieron que enfrentar la vida sin la insustituible presencia física del líder y guía familiar. Uno se resiste, dice Valle, pero hay que echar para adelante.

Don Roberto “Rudy” Carrillo, vivió muchos años al final de la calle Nueva Esparta, sector Punta de Cuchillo, luego mudó a la calle Aragua, dónde conoció al amor de su vida Iraida del Valle Mata Monasterio, que tenía residencia en el callejón Pichincha, hija del señor Epifanio Mata, que tomó notoriedad por su cría de chivos. En las tardes los habitantes del Casco Viejo disfrutaban del regreso de “Las chivas de Faño” hasta el corral. En el año 1963, cuando compró la Tipografía Miranda, también contrajo nupcias con “Valle” como es nombrada y conocida por relacionados, amigos y clientes. De esa unión vinieron al mundo 5 hijos: Gladys, Roberto, Petra, Nataly e Iginia que posteriormente le dieron la dicha de disfrutar de 8 nietos, además hizo equipo con “Valle” en el incipiente negocio, que fueron levantando a pulso y levantaron después de superar muchos altibajos. En la época buena logró construir una cómoda casa-quinta en la cuarta calle sur, sector “La Esperanza” del cual es uno de sus fundadores y el que contribuyó a consolidar actuando como vocero en sus reivindicaciones. Allí fijó su residencia definitiva, después de vivir en una casa alquilada en la avenida Francisco de Miranda – exactamente al lado de la farmacia Bolívar – también adquirió una parcela rural en la Toscana estado Monagas y más tarde uno en Playa Guiria estado Sucre. En ambos terrenos construyó cómodas viviendas a las cuales bautizo como los ranchos PyP 1 y PyP 2 en honor a la abuela Pancha y la mamá Petra. Rudy, que poseía una ranchera Ford, antes poseyó vehículos Mercury, Cadillac y Pontiac, embarcaba la prole todos los viernes en la tarde, llegaba a la Toscana dónde pernoctaba y en la mañana continuaba su tours de fin de semana hasta Playa Guiria a disfrutar del mar y excelentes banquetes a base de pescados, mariscos, ricas ensaladas, arepas tipo telita que hace magistralmente “Valle” Siempre fue un gran gourmet.

Desde muy joven “Rudy” Carrillo se caracterizo por su conducta polifacética, jugaba caballos, terminales, animalitos y cuando los sucesos del 23 de enero del año 1958, dónde hubo saqueos, le quemaron la tipografía a Víctor Aranda, se fue a la capital, dónde trabajo 2 años, adquirió una motocicleta Holly Davidson en la cual viajaba regularmente a traer el sustento de la familia. Cómo motorizado fue el primero en la ciudad que utilizó chaqueta negra con una calavera grabada, vistosa cadena con una cruz de Caravaca – “lignum crucis”, es decir, un fragmento de la verdadera cruz a la que Jesús Nuestro Señor fue crucificado – además de exhibir una larga cabellera, gruesos bigotes, resaltante mosca y protuberantes patillas, cuestión que por su abundante barba aprovechaba lucir, lo cual lo distinguía de sus compañeros de generación. Era todo un Hippie o jipi movimiento contracultural que se inició en los años 1960 en Estado Unidos. Como deportista fue Presidente de Criollos de El Tigre, Presidente de la Liga de Béisbol AA y en el año 1979, presidió el Comité Organizador del primer juvenil nacional de Béisbol que se celebró en la ciudad. En esas maravillosas actividades, siempre contó con la solidaridad, ayuda e incondicionalidad de su entrañable amigo Pedro Emilio Rojas Vargas (PEJAS) con el cual no sólo compartió los avatares deportivos sino también una gran amistad y familiaridad. No es aventurado pensar que en el cielo continúan su hermandad y si hay actividad deportiva, allá deben estar trabajando para promover y engrandecer esa noble actividad. “Hacer deporte es hacer patria”. En el cielo y en la tierra. Una verdad del tamaño de una catedral.

Roberto “Rudy” Carrillo, a pesar de padecer una diabetes – criminal enfermedad – nunca bajo la guardia. Poseyó una voluntad férrea para el trabajo, sacó tiempo para compartir, disfrutar, divertirse con la familia y contribuir con el desarrollo, promoción y práctica del deporte de las 4 esquinas en la ciudad. Solía usar guayaberas por la versatilidad de esa prenda caribeña de vestir que le permitía cargar las herramientas de trabajo en sus bolsillos. Cuenta su esposa Valle que un sábado en la tarde, se sentía mal, tenía la azúcar alta, le dolía la cabeza, acusaba mareos, salió a la calle y todos quedaron angustiados y preocupados en casa, nadie sabía de su paradero, a las 6 PM regresó diciendo que ya estaba mejor. Venía de “Las Tostadas – Restaurant San Antonio” de don Antonio Miguez Tielos, dónde había degustado una suculento mondongo que lo pusieron a coger minima. “Un mondongo medicinal” Exclamó. Otro restaurante que visitaba con mucha frecuencia – para cargar las pilas – acompañado de toda la familia y su inseparable amigo Pejas, fue el “Castelo Branco” dónde Manuel Díaz Bras, los atendía a cuerpo de rey. Todavía “Valle” y la prole, mantienen la tradición y asisten regularmente a ese popular e histórico comedor popular que ofrece exquisitas comidas nacionales e internacionales a los mejores precios de la ciudad.
Con estas crónicas de personajes de nuestro pueblo, queremos aportar un granito de arena a engrandecer, fortalecer y vigorizar nuestra memoria histórica que aún cuando es muy reciente, pareciera reducirse a muy pocos respetables protagonistas y dónde pareciera que más nadie contribuyó al impulso, desarrollo y consolidación de una ciudad que tuvo su génesis al calor de la industria petrolera un 23 de febrero de 1933 y dónde sus primeros pobladores provinieron de las comunidades campesinas concentrada en las riberas de los ríos Caris, moquete, el Pao y paso bajito y, que luego se confundieron con margariteños, guayaneses, sucrenses y monaguenses que llegaron atraídos por la potencialidad y auge que prometía la explotación del oro negro en la Mesa de Guanipa.
Muchos, protagonistas, concitaron esfuerzos para que hoy gocemos de la gran ciudad, que a pesar de la falta de electricidad, agua y la invasión de la basura, no detiene su ritmo de crecimiento. Honor a quienes honores merecen y el guayanés “Rudy” Carrillo, fue indiscutiblemente uno de esos personajes.




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