viernes, octubre 23, 2009

Personajes de mi pueblo: Don Gustavo Adolfo Perdomo. Cronista Oficial del Municipio Simón Rodríguez

El tiempo es el único capital de las personas
que no tiene más que su inteligencia por fortuna

Honorato de Balsac (1799-1850)
Escritor francés.

¿Es válido hacerle una crónica al cronista? Hago esa pregunta al hijo menor de don Gustavo Adolfo Perdomo, Cronista Oficial del Municipio Simón Rodríguez, Alberto Perdomo Arzola y me responde con otra interrogante ¿Y por qué no? Respondo con otra interrogación ¿Le echamos ganas? A vaina, procede y yo hago la foto. Nos sentamos en el Majar del Jeque y auscultamos parte de su larga y dilatada trayectoria como ciudadano dedicado al ejercicio de la hermenéutica jurídica, padre de familia que adquirió esa sabiduría legal en los primeros años de su vida como secretario de un tribunal de municipio en el estado Barinas. También ejerció en cargo de jefe de cobranza para Oriente en la empresa Intersan, con asiento en Puerto La Cruz, dónde fijó residencia durante el tiempo que ejerció el cargo al cual renunció, para regresar de nuevo al incipiente pueblo de El Tigre, que escogió como segunda patria chica ya que vino al mundo en San Diego de Cabrutica – Municipio Monagas – el 11 de noviembre de 1925. ¿No me preguntes edad, saca la cuenta? Me dice con su proverbial buen humor.

Una vez establecido en El Tigre, con su esposa Francisca Arzola, una guireña que había conocido en Santa Bárbara de Maturín, cuando trabajo en el Tribunal del municipio Punta de Mata y con la cual había contraído nupcias en el año 1945, en plena efervescencia de la revolución de octubre, incursionó en el ramo de la construcción, dónde con una firma personal, obtuvo el contrato con la empresa Tigasco en el año 1954, para introducir la tubería que sirve de red de gas directo a una pequeña porción de la ciudad, pero que cubría el área urbana que existía para la época y la cual más nunca ha sido ampliada por omisión imperdonable de sucesivas administraciones municipales. Luego, fundó la Constructora Perdomo Casa, S.A. (PERCASA) con la cual construyó unas 60 casas prefabricadas en la zona de la avenida Winston Churchill, entre ellas, la de su residencia actual. “Todavía conservo los equipos para la construcción de esas casas prefabricadas y no descartó retomar la actividad, evidentemente, si la troja se pone alta dice en son de chiste”. Tiene 7 hijos: Gustavo Hugolino, Romelia Margarita, Arnoldo Amado, Edgar Vicente, Francisco, Alberto Alexis y Mirtha Josefina que lamentablemente falleció en el año 1992, más 18 nietos y 10 bisnietos, los cuales arriman al mingo buenos dividendos para que más nunca tenga que pensar en esos equipos y menos trabajar en tan dura faena. Está retirado de esos avatares y esa chatarra hay que venderla, dice uno de los nietos. Eso forma parte del basurero de la historia, adiciona su hijo Alberto Alexis.

Lo que nunca abandono, no abandona, ni abandonará don Gustavo Perdomo, mientras Dios le de vida, es el ejercicio del derecho, el cual aprendió de manera autodidacta y cuyo aprendizaje inició cuando culminó la primaria, para la época una proeza, que sus padres Lucio González y María Marcelina Perdomo celebraron con orgullo, el niño que llegaba a 6to. grado en ese entonces, era un instruido, ilustrado y considerado una lumbrera. Con el mocito Gustavo se daban esas condiciones, con esos conocimientos, se abrió a buscar trabajo e inmediatamente logró el cargo de Secretario del Tribunal del Municipio Antonio José de Sucre – Socopó en el estado Barinas. Esa experiencia vivida, le sirvió para acrecentar sus conocimientos, estar en el ambiente propicio para desarrollar su vocación por el derecho, cuestión que perfeccionó, al extremo de que, sin poseer el título de abogado, que lo acredite como tal expedido por una universidad, ha ejercido el derecho con sabiduría, sapiencia y brillantez y además posee la virtud de haber servido y servir de instructor a muchos estudiantes para concluir felizmente sus estudios de derecho. Para muchos profesionales del derecho ha sido instructor, guía, consejero, facilitador y fuente de conocimientos que han requerido para haber culminado sus estudios con éxito y más allá para apuntalar sus carreras en el duro y difícil ejercicio en los distintos escenarios que desempeñan en la actividad diaria. Unos han pagado bien, otros se van con la cabuya en la pata y muy pocos, luego ni lo saludan, comenta con picardía, pero no hay amargura. Pa’ lante es pa’ allá, dice con el orgullo del deber cumplido. ¿Consulta a Juan gallino? Me repite varias veces y suelta su habitual carcajada.

Don Gustavo Perdomo como hombre ilustrado, autodidacta y preocupado por dejar un legado histórico que sirva de referencia a las presentes y nuevas generaciones, ha cultivado su intelecto en las ciencias sociales, también ha dedicado y dedica buena parte de su vida al acrecentamiento de sus conocimientos históricos. Es un vehemente y apasionado investigador de los hechos, personajes y pasajes de nuestro pasado local, regional y nacional. En el año 1996, cómo reconocimiento a esa ardua labor, experiencia, estudio, curriculum y reconocida hemeroteca histórica, fue distinguido por la Cámara Municipal, que presidió el Lic. Neuman Cedeño, con el nombramiento de Cronista Oficial del Municipio Simón Rodríguez, cargo que ostenta y que le ha permitido durante los años que lleva en su ejercicio, que el Liceo Pedro Briceño Méndez, bajo la dirección de la Profesora Inés de López, le concediera la distinción de “Bachiller Honoris Causa” con cuya credencial se inscribió en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) dónde egresó graduado – El autor formó parte de esa distinguida promoción – como CRONISTA OFICIAL en la primera y única promoción que ha dictado alguna universidad en Venezuela en esa especialidad. Nunca es tarde porque cuando se quiere, se puede y don Gustavo, que nació con la fortuna de ser inteligente, y que ha hecho del tiempo su único capital pudo y todavía puede.

El que no pueda lo que quiera, decía el filósofo español José Ortega y Gasset, que quiera lo que pueda. Don Gustavo Adolfo Perdomo, ha podido hacer lo que puede y lo hecho lo aprecia y quiere. Eso es lo importante, relevante y P.A.C. Él sus sucesivas y ordenadas secretarias entienden el significado de esas 3 letras.

Esta humilde crónica del cronista, lo hacemos con la firma disposición, de rendir honor a un hombre que aparte de sus meritos ciudadanos, profesionales, ejemplar padre de familia y gran amigo, también forma parte de esos grandes personajes del pueblo que nos vio nacer. ¿Una anécdota? Un amigo de don Gustavo ganó una licitación para construir una larga carretera de penetración hacía la zona rural de nuestro estado. El hombre, un adulto mayor, en sus largas estadías por esos montes, cotejó, enamoró y obtuvo el “sí” de una linda joven nativa. Ese acontecimiento, el amigo de don Gustavo, decidió celebrarlo y presentar su nuevo amor a su legión de amigos. Invitó a una ternera, con todas las de la ley e invitó a Perdomo a la mesa principal. Todo iba de caramelo. Whisky para Perdomo, carne para Perdomo, más para Perdomo y todas las atenciones para Perdomo, pero como al mejor cazador se le va la liebre, el excelentemente atendido amigo, cometió una imprudencia imperdonable con el atento anfitrión, que le costó el retiro de las atenciones y por poco no se viene a pie sino es por uno de los tantos invitados que le dio la cola.
Resulta que cuando sale la doncella y el hombre la va presentando de mesa en mesa, Gustavo estaba haciendo una necesidad fisiológica y cuando volvió ya había concluido el ritual, sin embargo con ojo de buen cubero, se dio percató de la linda joven, pero se hizo el loco. Pasado un buen tiempo se dirigió a su amigo y preguntó ¿Y esa linda chica? El hombre, apenado la responde ¿caramba Gustavo no te la presente? y éste con picardía le responde no. Entonces viene lo bueno. El amigo le dice con orgullo: mire amigo Gustavo, esa es mi chica, la encontré aquí cero kilómetros y Gustavo le riposta ¿No sería que tenía la guaya suelta y no te diste cuenta? ¡Desgracia! De allí en adelante, por su ligereza no le atendían, le rugían y pasó a campanear el hielo con agua y no vio más carne. Gracias a Dios consiguió una cola, porque de lo contrario todavía viniera en camino. Tan Avispado el hombre y peló ese escalón. La lengua es el castigo del cuerpo.



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