domingo, mayo 31, 2009

Las concesionarias de vehículos en El Tigre (1)

Un héroe es todo aquel
que hace lo que puede

Romain Rolland (1866-1944)
Escritor francés.



La primera concesionaria de vehículos que se instaló en la ciudad fue la de los hermanos Celma Mir, Isidoro y Joaquín, comerciantes españoles, aragoneses para más señales, quienes se aposentaron en El Tigre después de muchos años de ir y venir desde Ciudad Bolívar en un camioncito Ford viejo que les servía de transporte para la mercancía. Una vez residenciados en el naciente pueblo, obtuvieron la concesión de la fábrica de vehículos, mundialmente famosa Ford. En principio se ubicaron en la calle Guevara Rojas cruce con calle Girardot, en el Casco histórico de la ciudad. Luego en la medida que fue creciendo el área urbana del incipiente pueblo, construyeron sus modernas instalaciones en avenida España, a las cuales se mudaron definitivamente en el año 1954, el gerente general desde sus inicios en el año 1950, fue Isidoro Celma Mir, cuyo nombre prestigió por muchos años el lema comercial de la empresa vendedora de automóviles pionera en la ciudad.

El gerente de servicios desde su fundación y por espacio de 33 años fue el señor Vicente Campos. Luego la firma fue adquirida por una familia árabe de apellido Bellosta, a la sazón, dueños de Venequip que distribuyen la prestigiosa marca de máquinas pesadas Caterpilar, quienes después, la vendieron a otros árabes, que tienen varias concesionarias en el oriente del país, funcionando hasta el presente en el mismo edificio, bajo la denominación comercial Deel El Tigre, C.A y en el mismo edificio de la avenida España.

Un dato curioso es que todos los años, con motivo de las fiestas navideñas, el nacimiento que preparan, siempre bajo la égida del señor Nelson “Negot” González, es el más notable, bello, hermoso y concurrido de la ciudad.

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El italiano don Stefano Massobrio fue el segundo inmigrante que apostó por el futuro de la naciente ciudad e instaló otra concesionaria de vehículos en el año1952 e introdujo la no menos universalmente reputada marca Chevrolet, la cual ubicó en el edificio de su propiedad entre la calle Guayana, Brasil y Sucre. (Por muchos años ese edificio fue sede del Banco Venezuela y hoy, unos asiáticos, regentan la Quincallería Abinky II,) y desde dónde, también ofrecían, la afamada pintura mexicana ubicada en Tlalnepantla, Sherwin Williams y de las neveras Frigidaire made in USA.

La empresa concesionaria de vehículos Stefano Massobrio, mantuvo desde su fundación y hasta que fue mudada en el año 1958 para su actual local en la avenida España, la firma personal y gerencia de su dueño fundador. Una vez instalada en sus definitivas instalaciones, su denominación comercial cambió a Stefano Massobrio, C.A, siempre bajo su responsabilidad. Una vez que se retiró a sus cuarteles de invierno, lo relevó su hijo del mismo nombre y para no perder la tradición, este próspero empresario que ostentó la presidencia de la Asociación de Ganaderos a nivel nacional y la vice-presidencia de Fedecamaras, aún cuando se mantiene en la actividad ganadera, pasó al retiro en la actividad automotriz, estaciones de servicios, el ramo hotelero y entregó el testigo a Stefano Massobrio III, su hijo, quien ahora, en otros ramos de automotores y maquinarias pesadas, mantiene abiertas las puertas de la empresa primigenia como símbolo de una gran fortaleza empresarial y eficiencia gerencial, que ha soportado todos los vendavales que han golpeado la economía de nuestra ciudad, el país y el mundo.

Desde sus inicios y por muchos años, el departamento de servicios cuyo gerente fue su paisano Ángelo Salerno, funcionó en la parte trasera del edificio, en el local dónde hoy funciona la Cervecería y Restaurante “La Rejita” y que antes fue, la sede del diario Antorcha, que provenía de los altos de la casa Clemenceau donde había iniciado sus actividades editoriales. Allí funcionó La Antorcha, hasta que un voraz incendio consumió sus instalaciones y por la tragedia, emigró a su actual sede de la avenida Francisco de Miranda. Es historia reciente.

El edificio sede de la tradicional empresa Stefano Massobrio, C.A, tiene como símbolo imperecedero, una fuente que tiene en el centro una inmensa esférica de concreto, que sirve como punto de referencia para alguna dirección en ese sector y es conocida popularmente como la “Bola de Massobrio” Está a la vista.

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En el año 1954, el inmigrante árabe don Samih Murhib, ubica en la avenida España c/c primera calle sur, paralelo a la Plaza Bolívar, la concesionaria Chrysler la cual, como era costumbre en esa época, también operó bajo el lema comercial de su dueño-gerente Samih Murhib, C.A e inmediatamente logró un gran espacio en la venta de automóviles y obtuvo un gran prestigio como hombre de negocios. Don Samih estuvo al frente de su empresa hasta el año 1980, cuando se retiró al descanso del guerrero y le entregó las riendas de la empresa a sus hijos Adel y Samih, quienes la regentaron hasta el año 1989 cuando cerraron la actividad en el ramo de vehículos, convirtieron el edificio en un Centro Comercial que prestigiosamente mantiene el nombre del fundador y el cual alberga una diversa gama de firmas comerciales dedicadas a diferentes ramas y en especial las telecomunicaciones, donde destacan Movilnet y las de Movistar y Digitel que son regentadas por la distinguida señora Dalel (hija de don Samih) y su emprendedor esposo Timmy Adel, la primera y Adel Murhib la segunda, ambas totalmente independientes.

Aún cuando hicimos un gran esfuerzo por ubicar el nombre del primer gerente de servicios de esa prestigiosa distribuidora de vehículos, nos fue altamente difícil, empero, hay quienes aseguran que entre un señor de apellido Ramírez y otro de nombre Salomón, está el pionero. En lo que sí estamos seguros es que el último fue Héctor Hernández y el especialista en tren delantero era don Pedro Pérez, que hoy vive en Ciudad Bolívar al lado de su prolija y honorable familia.

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A finales de la década del 60, inauguraron en los alrededores de la plaza España, dónde hoy funciona Repuestos Humberto, C.A, del siempre recordado amigo Humberto Quami, otra concesionaria Chrysler bajo la denominación comercial Tigre Motors, C.A cuyos propietarios fueron durante los años de su existencia en la ciudad, los hermanos árabes Riad y Nohad Abusaid, los cuales posteriormente emigraron a Ciudad Bolívar, dónde continuaron esas actividades comerciales en el ramos de venta y servicio de vehículos.

El gerente de servicios de esa prestigiosa concesionaria de automóviles fue Ismael Mejías, quien ahora y desde hace bastante tiempo, posee un taller especializado en la reparación de cajas hidromáticas en el populoso sector de la Charneca.

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Luego y por esos mismos años, otro árabe el señor Anís Hálime, inauguró American Motors que ofrecía los vehículos norteamericanos de esa maravillosa marca que innovó el mercado de autos entre los años 1954 al 1987. Llegaron a la ciudad los coches Nash Ambassador, Rambler, Javelin, Hornet y Renault, entre otros y en cuya tecnología se especializó Martino Lewes, que fue por todo el tiempo el gerente del área de servicios. Esa venta de vehículos funcionó en la avenida España dónde hoy está ubicado el estacionamiento del Seguros Caracas.

El señor Anís Hálime emigró a ciudad de Anaco donde permaneció como comerciante en el ramo de vehículos y don Martino Lewes, el archiconocido “Negro Martino”, mantiene desde hace muchos años su propio taller automotriz en la carretera Negra La Flint, sector La Charneca.

Esta reseña de la evolución histórica de la venta de vehículos en la ciudad, la hacemos con la sana intención de refrescar la memoria de los habitantes de la ciudad, que hoy vemos, con gran satisfacción, la proliferación de varias y variadas concesionarias de vehículos de todas las marcas y provenientes de los 5 continentes y la última innovación automotriz conocida por los venezolanos llamada VENIRAN, que es fruto de un convenio de nuestro país e Irán y cuya concesionaria, está ubicada en la avenida Rotaria. Una señal de la fortaleza de nuestro mercado automotriz, que iniciaron estos héroes, que junto a muchos otros, hicieron lo que pudieron para lograr construir y consolidar en aquel pequeño pueblo, hoy convertido en una pujante ciudad, las concesionarias automotrices.
Las nuevas generaciones de tigrenses, ciudad que nació al calor de la industria petrolera el 23 de febrero de 1933, deben saber de dónde vinimos, dónde estamos y hacía dónde vamos. Con estás crónicas hago mi pequeño aporte para mantener viva la memoria histórica de la urbe que nos vio nacer. Ya lo dijo el poeta español Antonio Machado “Caminante no hay camino se hace camino al andar” y estos héroes hicieron lo que pudieron y nosotros al recordarlos les hacemos justicia. Honor a quien honor merece.



Edificio actual de Stefano Massobrio, C.A


Edificio actual de Stefano Massobrio, C.A dónde aparece la famosa “Bola de Massobrio”

Edificio actual de Stefano Massobrio, C.A idéntica a la anterior

Edificio actual de la Ford – antigua Isidoro Celma Mir, C.A

Edificio actual de la Ford – antigua Isidoro Celma Mir, C.A

Edificio dónde inicio sus actividades la concesionaria Stefano Massobrio

Idéntica a la anterior.

Edificio dónde inicio sus actividades Isidoro Celma Mir, C.A

Idéntica a la anterior

Edificio dónde inicio y cesó sus actividades la concesionaria de vehículos Samih Murhib, C.A.

Idéntica a la anterior

domingo, mayo 17, 2009

Personajes de mi pueblo: Anécdotas locales

No hay día más perdido que
aquel en que no hemos reído

Charles Chaplin (1889-1977)
Actor, productor y director inglés.


Cuenta el Prof. Edgar Brito, que en una oportunidad el Instituto Nacional del Deporte, ordenó que a todos los entrenadores, monitores y personal técnico, les hicieran un chequeo médico riguroso. Desde la punta del cabello hasta la planta de los pie. Cuando le tocó el turno a Gonzalo López, el popular negro dulcero, se presentó una situación curiosa. Veamos:

El médico internista, fue chequeándolo palmo a palmo y cuando llegó a los pies, se colocó los guantes, le hizo una serie de flexiones, masajes, movimientos, trasteos en los dedos y exclamó: “caramba amigo usted tiene pie de atleta” y Gonzalo, con la velocidad de un rayo le respondió “Claro doctor, yo toda la vida he sido un atleta, con decirle que bateo un machucón frente al pitcher y difícilmente me hacen out, prácticamente vuelo de home a primera” El internista, sorprendido y para sacarlo de su confusión, inmediatamente le corrigió y sin medias tintas le replicó: “amigo no se haga ilusiones, usted lo que tiene es una gran infección en los pie o lo que es lo mismo, para que lo entienda de una vez, tiene sabañón” No lo entendí.

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Nuestro amigo – hoy lamentablemente fallecido – Yoel Pino, el popular conejo, con la humildad, modestia y sinceridad que lo caracterizaba, cuando alguien intentaba burlarse de su tamaño y aspecto físico, le respondía con mucha reciedumbre: mire amigo, yo soy un hombre tan buen mozo, que las mujeres cuando me ven se ríen. Los echadores de broma gozaban un imperio y le gritaban de lejito: Claro es que pareces un monito. Él, ni corto ni perezoso, replicaba: yo te aviso chirulí, pregúntenle a Carmen. Obvio, apelaba al mejor testimonio, el de su distinguida esposa. Agarrado a la lazo, el viejito Yoel

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Nuestro viejo amigo y siempre bien recordado José Prado, siempre me decía ante la presencia y la comodidad de algunos flojos congénitos o vivos y gorreros profesionales que “Mire amigo Cheo, yo nunca he escuchado a ningún cristiano que me diga que no le gusta carne asada con yuca sancochada, pero comprarla y asarla eso si es verdad que no le gusta a mucha gente” y el amigo cumanés Braulio Rafael Martínez Salgado constantemente me recordaba. “Mira Cheo, la mantequilla le gusta a todo el mundo, es tan buena que agarras a un recién nacido y le pasas el dedo untado con mantequilla por los labios y se desespera buscándola y conste que no la conoce” Ambas cosas fácil de comprobar y de entender. El club de los vasitos está integrado por ese tipo de mascoteadores de toga y birrete. Como les gusta mango bajito.

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Ahora que el presidente nos quiere vender, meternos en el coco y convencer que “ser rico es malo” recuerdo lo que siempre me relataba mi hermano Roberto Salazar “los pobres agarran un buena rumba el día sábado y en medio de la farra planifican hacer un sancocho el día domingo en el río Caris. En la mañana se despiertan tarde, van al mercado compran el hueso rojo, la verdura, los aliños y sus respectivos aprovisionamientos de cerveza y ron. Montan ollas, sillas, mesas, cubiertos, vasos, refrescos y la familia en un pick up con los cauchos lisos y arrancan como a las 11 AM, cuando van por la curva se les espicha un caucho, tienen que bajar todo para montar el repuesto, vuelven a montar el perolero y pa’lante. Llegan trozados del hambre acomodando las cervezas, echándose el palito de ron y montando el sancocho y todo va bien hasta que alguien se percata. ¡No montaron la sal! Buscan un negocio cerca o alguien que les provea un poco y siguen la rumba. Cuando el sancocho está listo tienen la ingesta alcohólica al máximo, son las 6PM, comen rapidito, embarcan y si tienen suerte y no se le va otro caucho llegan entre 9 o 10 PM y usted les pregunta el otro día ¿Cómo pasaron el domingo? y responden henchidos de alegría, como el que pasa por un cementerio a media noche y echa su silbadita para darse ánimo. ¡Excelente!

Falso, excelente la pasan los ricos que viven en Caracas y tienen sus casas vacacionales, que llaman a quienes les cuidan las villas en los canales de Lecherías, cuando van camino al aeropuerto y les dan las instrucciones: llegue al bodegón X dónde le entregarán el whisky, la cerveza, el hielo, la carne, el carbón, los refrescos, las exquisiteces, la chuchería para los niños, preparen el yate, el ambiente y nos van buscar al aeropuerto de Barcelona que llegamos en la avioneta a las 10 AM. Llegan y todo está listo y preparado para la rumba, se sientan, les sirven a cuerpo de rey y la pasan de lo lindo un ratico en la villa y otro paseando en el yate por las islas y playas del entorno paradisíaco del parque Mochima. Eso es vida.

Es la pequeña diferencia y las preguntas obvias son: ¿De verdad ser rico es malo? ¿Ser pobre no es un pelito peor? Pregunten a Chávez como le fue en el glaciar de la Patagonia que visitó con su numerosa comitiva. Fueron trasladados en el Tango 1 (Avión presidencial argentino) el gobernador Daniel Peralta y el canciller Jorge Taiana, les sirvieron de guías turísticos y para movilizarse en la zona utilizaron 2 camionetotas ultramodernas 4x4, debidamente preparadas y equipadas para transitar en la zona, cortesía de un oligarca amigo de la pareja Kirchner. Un día de vacaciones y placer junto a dos hijas, tres nietos, ministros y funcionarios de alto rango que lo hacía repetir “Estoy maravillado, estoy maravillado. ¿A ese costo? ¿Y a quién no? La faltó cantar la copla criolla del coplero coleador “Cheo” Hernández Prisco ¿A quién no le va gustar?...A propósito ¿Y la crisis? ¡Viva la boliburguesía! Y como la cosa es tan seria hay que reírse y echar pa’lante.

lunes, mayo 04, 2009

La despedida de un hermano

Cualquiera puede dominar un sufrimiento, excepto el que lo siente
William Shakespeare (1564-1616)
Poeta y autor teatral inglés.


De izquierda a derecha: José María (Cheo) Salazar, Edgar José Salazar, el lamentablemente fallecido Roberto Rafael Salazar y nuestra vieja Anastelia Salazar.

No es igual ver morir, que cuando a uno le toca. Repentinamente Roberto enfermó. Joven aún, conservó en alto hasta el último halito sus deseos de vivir. Ejemplar padre de familia. Trabajador incansable. Responsable con sus obligaciones. Radiante, risueño y jubiloso. Amante de la parranda criolla. Siempre sacó tiempo para compartir con la familia, cumplir con su trabajo y participar en la promoción, divulgación y propulsor de nuestra música autóctona. Ese era el popular Roberto Salazar y ahora que nos abandona físicamente, dejó una huella indeleble para ser recordado con alegría y entusiasmo. Robertico dixit.

Un año y meses menor, por decisión de nuestros padres José María Lira y Anastelia Salazar, no fue hasta que Roberto cumpliera los 7 años que nos inscribieron en la escuela Felipe Walker de Pueblo Ajuro dónde cursamos nuestra primaria, luego desarrollamos nuestros estudios de bachillerato en el Liceo Alberto Carnevali y cuando abrió sus puertas el IUTET decidimos inscribirnos y egresamos en la segunda promoción. No salimos en la primera porque ambos trabajábamos en el Concejo Municipal y por más que estiramos el tiempo, los horarios no nos daban para inscribir todas las materias. Siempre nos dimos ánimo con la máxima según la cual “no nos inscribimos para estudiar a la carrera sino para estudiar una carrera” y logramos el objetivo. Nunca es tarde para aprender y cultivar el intelecto.

Una vez graduados, Roberto ingresó al INCE, yo me quedé en el IUTET como auxiliar docente, pero como en gustos y colores, no han mandado los autores, mi hermano dedicó sus horas libres y fines de semana junto a su familia a cultivarse y cultivar nuestra música criolla. En eso era obstinadamente monotemático, hizo amistad con todos los cultores de nuestro folclor y en esa ruta que tomó, convenció al alcalde Miguel Arismendi al lado de un grupo de amigos, para hacer realidad un sueño: el disco de oro de El Tigre. Un CD que logró reunir todos los cantores y cantoras de El Tigre y del cual fue su coordinador general. En Barquisimeto fue la grabación, sortearon algunas dificultades, pero como el llanero es del tamaño del compromiso que se le presenta, las vencieron y regresaron victoriosos. Un CD que enriquece la memoria histórica musical de la ciudad.

Un hermano, un amigo, un compañero, muchos caminos desandamos. Caracas, Valencia, Maracay visitamos, muchos fines de semana para disfrutar los juegos de béisbol profesional con Vicente Lira, su esposa Chepa y Oíto Lira nuestros eternos anfitriones en Guacara donde pernoctábamos como punto equidistante. Luego en el tiempo, siempre coincidimos en los pueblos de la zona sur del estado en las fiestas patronales, él en su rol de parrandero criollo, amigo de sus pobladores y yo como dirigente político. Nunca faltó un día para degustar en casa de nuestra vieja Anastelia un palo a’ pique o un arroz aguaito con pollo o gallina. Un telefonazo: Roberto nos vemos a las 12 en la casa de mamá y con precisión de reloj suizo llegábamos, dos platos c/u y para nuestros hogares. Como dejar de recordar los diarios desayunos en los kioscos ubicados frente la estación de servicio “La Confianza con los amigos y amigas, las semanas santas en Morrito con Edgar, Luisa, sus hijos y amigos, las fiestas de Atapirire en la casa de El Negro Miguel Salazar (+), Miriam, sus hijos y las comidas “En su punto” de nuestra tía Felicita y la negra Barbarita, los contrapunteos con el Chino Lira, las invitaciones a una parranda familiar con la peculiar coletilla – cuando te preguntábamos ¿que llevo? – y nos contestabas con tú característica jovialidad “traiga necesidad” y tantos momentos interesantes, agradables, encantadores y alegres. Huellas indelebles que quedaron grabados en nuestros corazones.

Tantos y tantos recuerdos, anécdotas, amigos comunes que quisiera nombrar, momentos buenos y malos, amargos y dulces vivimos, disfrutamos y vencimos, con los cuales de escribirlos llenaría cuartillas y cuartillas interesantes y divertidas. Por ahora, el espacio no alcanza. Habrá tiempo, pero no puedo dejar de mencionar a quienes acompañaron a su esposa Digna y sus hijos Robertico, Rolando, Ronald, Ronny, Yolimar y Laurita, hasta el último momento. Migdalia Martínez, José Vicente Torrealba, Elvia Zabala, la familia de José “Conoto” Velásquez, Ángel Meza, Ricardo Rondón e hijas, José “Golo” Mogollón y Freddy Arevalo, entre otros allegados. A ellos y a la gran legión de amigos y amigas que nos acompañaron en tan dolorosos momentos, gracias, mil gracias y nuestro eterno agradecimiento.

Estas cortas líneas, las escribo en medio de dolor particular y familiar. Roberto nos abandonó físicamente muy prematuramente, un gran vacío imposible de llenar, pero en su corta vida, tuvo la virtud de trascender y cuando se roce la memoria histórica de la ciudad que nos vio nacer, estoy seguro que su nombre formará parte de sus bellas páginas porque supo repercutir como hombre de bien y gran emprendedor. Hermano, el sufrimiento que sentimos, se atenúa cuando tenemos la fe y la seguridad, que Dios te acogerá en su santa gloria y como todos vamos para allá, no es un adiós, es un hasta luego. Siempre juntos y nos volveremos a encontrar. No hay dudas.