jueves, mayo 27, 2010

Personajes de mi pueblo: Pedro Salazar

Los dioses ayudan a los hombres que se ayudan a sí mismo, y esto es mediante el trabajo
Publio Virgilio Marón (70 a.C. – 19 a.C.)
Poeta romano.

Venezuela tiene gente que trabaja. Cada quien en su ramo y nivel. No importa lo que hagan, lo importante es que lo hagan y lo hagan bien, en el marco de la ley y honestamente. Es el caso de don Pedro Salazar, el cual nació en El Tigre, exactamente, en la calle Aragua del Casco viejo, el 4 de octubre de 1948. Es hijo de una pareja autoctonísima. Pedro Ramón Pinto y María Victoria Salazar Oriundos de Atapirire, parroquia del municipio Miranda, cuya capital es Pariaguán “la tierra soñada” Reynaldo Armas, dixit. Nuestro personaje, estudio su primaria en el Grupo Escolar “Estado Trujillo” y curso hasta el 3er. año en el Liceo “Pedro Briceño Méndez” e inmediatamente se incorporó al mercado de trabajo como vendedor de vehículos en las concesionarias Ford, Chevrolet y Chrysler, oficio que desempeñó por espacio de 20 años. De esa etapa de su vida sólo le queda el recuerdo y la experiencia. Ni un carrito le quedó. Ironías de la vida.

Don Pedro Salazar, heredó de su esposa Faride Ruiz Arredondo, quien murió súbitamente al sobrevenirle un infarto fulminante, cuando vivían en Caracas en el bloque 10 de Propatria, 3 hijos. Pedro Mao, el cual es abogado, Mary Rosa, profesora de inglés y Wilmer Luís, Ing. en petróleo. Este último forma parte del Cuerpo de Bomberos Universitarios y además es docente en el Núcleo de Universidad Bolivariana en Caracas. Todos ellos, gracias a Dios y la constancia de sus padres, profesionales con sus hogares y familias formalizadas y dedicados al ejercicio de sus carreras en la capital. Mientras tanto don Pedro, continúa su vida laboral y se desempeña en la noche como vigilante del auto lavado “Montalva” que está ubicado en la avenida Rotaria y, durante el día, para no perder la tradición, práctica y costumbre como vendedor, ya tiene 15 años en la economía informal, primero vendió café, manjarete, empanadas y arepas rellenas, rubros que abandonó para dedicarse a la venta de frutas, verduras y hortalizas en su bicicleta de reparto. En los kioscos situados frente a la Estación de Servicios “La Confianza”, posee una clientela cautiva, dónde destaca la cariñosa, atenta y siempre codiciada y ambicionada, por los jóvenes de la tercera edad, Xiorelia Medina. Jesús “Chungo” Abreu persistentemente e incansablemente lidera el grupo. Pónganse los patines pa’ que me alcancen, dice con una sonrisa irónica.

Este insigne trabajador recorre las calles de la ciudad con su inseparable bicicleta de reparto – una vez arriba y otra llevándola de la mano – ofreciendo su mercancía, los clientes cuando lo ven, tienen la seguridad de que podrán adquirir frutas frescas y de excelente calidad. Don Pedro Salazar es un hombre de color, que usa gafas oscuras para controlar los efectos de los rayos solares, sin embargo, usa ropa ligera. Bermuda, franela y alpargata, son sus atuendos. Una característica, que lo distingue de los demás vendedores informales, que usan bicicleta de reparto es que la conduce con una rigidez excepcional y un rostro, que muestra una seriedad que le hace aparecer inaccesible. Las apariencias engañan. Es un hombre afable, atento y muy cordial con su clientela. Abórdelo, cómprele, verá y se convencerá.

Don Pedro Salazar quien ya forma parte del selecto grupo de los sexagenarios, sufre del mal de Parkinson. Él asegura que se le agravó, cuando en uno de sus habituales recorridos por la ciudad, le tocó ser testigo presencial de un espantoso accidente ocurrido en el área de la Pata de Gallina en la salida a Puerto La Cruz. Una gandola que venía a exceso de velocidad y su conductor en estado de embriaguez, arrolló a un vigilante que venía muy cerca de él en su bicicleta. El pesado vehículo, le piso la cabeza y el cuerpo saltaba antes de expirar. Esa terrorífica escena que vivió en vivo y el hecho de que se salva de milagro, le alteró de nuevo los nervios y desde ese día, la enfermedad que ya tenía controlada, se le agudizó. Es su percepción, ningún médico le diagnóstico ese mal, pero como no agarra mínima y tiene pulso de maraquero, no duda en afirmar que lo agarró el inglés James Parkinson, el galeno británico que describió por primera vez la “parálisis agitante”. El tiempo y los profesionales de la medicina especialistas en esta enfermedad, en su debida oportunidad, tendrán la última palabra. Dios proveerá para cancelar las consultas. ¡Por ahora! dinero ¡No hay!

Los dioses ayuden a don Pedro. El trabaja para ayudarse a sí mismo. No espera nada personal del gobierno, su única aspiración es que trabajen para que mejore la seguridad en las calles y logren minimizar o controlar la inflación. Con un costo de la vida tan elevado, bajan las ventas, se pierde la mercancía y el capital de trabajo, corre el grave riesgo de desaparecer. Ahorita mismo está a punto de quiebra. Es el lamento de un pobre, que según dicen, no llegan al cielo. Amanecerá y veremos.

Estos personajes que traemos a estos humildes destellos, forman parte de nuestro entorno citadino y cotidiano y, aún cuando pasan desapercibidos para muchos, por su laboriosidad, honestidad, constancia, dedicación y disciplina para el trabajo, también contribuyen con su granito de arena al desarrollo armónico de la ciudad y enriquecen nuestras historias urbanas. Esperamos que nuestros eximios historiadores y cronistas, cuando les corresponda escribir la verdadera y autentica historia de El Tigre, los tomen en cuenta y los incorporen al disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!



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