viernes, septiembre 10, 2010

Personajes de mi pueblo: José Reyes

Creo en divertirse uno, en divertir a los demás, y en hacer que los demás nos diviertan. Ese es mi credo
Thomas Burke (1886-1945)
Escritor inglés.


La ciudad, hasta finales del segundo milenio, se divertía hasta el filo de la madrugada. Discotecas, cervecerías, tascas, bares y hasta las humildes ventas de cerveza, conocidas popularmente como taguaras, trabajaban con las puertas abiertas, no hacían uso del derecho de admisión. Puerta franca para todos y todas. Los problemas y conflictos que se presentaban eran de poca monta y, los más grave que podían ocurrir, era una riña donde la sangre no llegaba al río. La seguridad, la tranquilidad, la paz, el orden y el sosiego era la regla. Un hecho de violencia o delincuencial era una inaudita excepción. En la claridad del día y la oscuridad de la noche, la gente se sentía segura, podía transitar tranquilamente y dormir hasta con las puertas abiertas. Vivíamos el paraíso de la seguridad ciudadana.

Esa época dorada, funcionó el Capri de don Félix Cicolini, el cual atendía al público las 24 horas del día. Pasada la media noche y hasta la madrugada, era el sitio preferido por los bohemios de entonces, los cuales antes de regresar a casa, pasaban a degustar las ricas tostadas, sopa de gallina, de res o un suculento nervioso y, algo para llevar a la casa, para no llegar con las manos vacías y contentar a la compañera de vida – Regla de oro – Eloy Moyetones era un anfitrión de lujo. En la medida que crecía la ciudad, la demanda hizo propicio el mercado para la aparición de otros negocios de ese ramo, que complementarán la variedad de ofertas culinarias y acrecentarán el deleite de la vida nocturna en la ciudad que crecía a un ritmo vertiginoso y la economía era fuerte y estable. Vivíamos en un paraíso político, económico, social y cultural. Éramos felices y no lo sabíamos.

En la década de 1980, José Reyes funda en la primera calle sur, exactamente, frente a La Plaza Martí, en un local que alquiló en principio a Josafat Rodulfo Lazarde y luego a su posterior propietaria Daria Chaurant, “Mi sitio” Era un expendio de pollo asado y a la broaster, arepa, cachapa con cochino, la cervecita bien fría y, la infaltable sinfonola, la cual era de marca Rock-Ola, que para esos tiempos, era la que brindaba la música con la más alta fidelidad. Bs. 1 y el cliente disfrutaba de 5 melodías escogidas a su gusto y preferencia. Los antorcheros después que cumplían la faena de cerrar la edición que saldría a la venta el día siguiente eran clientes fijos. Pedro Emilio (PEJAS) Rojas Vargas, Luís La Roche, Juan Martínez, Pedro Marrero Hernández, Ángel Camauta, Alexander Compiani y Jesús Farias, no se entregaban a los brazos de Morfeo, sin antes degustar una suculenta cena. Las máquinas personales estaban estándar y aguantaban a esa hora de la noche hasta un exquisito nervioso. Época de hallaca a real, Pepsi cola a medio, espumosa a real y juventud. Tiempo que se va no vuelve.

José Reyes, hijo de Marcial Reyes y Rosa Laya, nació en Pariaguán el 02 de septiembre de 1951, la madre murió cuando apenas tenía 6 años, su tía Estefana Reyes, asumió su tutela y, adolescente se vino a El Tigre, buscando abrir horizontes que le permitieran mejorar su calidad de vida. Estudio primaria en la escuela José Manuel Cova Maza y el ciclo básico en el Liceo Pedro Briceño Méndez. En ese tiempo alterno sus estudios trabajando como ayudante de barman en la Casa España y el Centro Cultural Español. Con la primera etapa del bachillerato aprobado, logró empleo en el extinto Banco Unión, cuando la agencia funcionaba en el Edificio Samih Murhib. Empezó como humilde Office Boy y fue ascendiendo progresivamente hasta sub-gerente, pasando por el departamento de Cuentas de Ahorros y Corriente, Cobrador y Cajero Principal. Paralelo a ese trabajo, fue consolidando su vocación por el comercio. Tenía una bodeguita en la calle Aragua, poseía un puesto en el Mercado Municipal el cual trabajaba los fines de semana y prestaba servicios de cobrador a las prestigiosas empresas Sweet Dream y Seguros Caracas. Con esta última empresa tenía un cliente en el Km. 52, el cual visitaba los domingos en la tarde, cuando cerraba el puesto en el mercado. Una vocación innata por el trabajo.

En el año 1985, una vez que había consolidado “Mi Sitio” asociado con Anicasio “Nico” Graffe Ortiz, compran en la avenida Rotaria, el local que está contiguo al Bar “El Castellón” que había fundado don Eduardo Castillo, a la sazón dueño de la refresquería del mismo nombre que funcionó por muchos años en la calle Falcón de Pueblo Ajuro. Allí abren las puertas con un negocio del mismo tenor. “Mi Cedro” con la ventaja de que, aparte de la clientela cautiva de la localidad, por su ubicación estratégica y amplio espacio era un sitio especial para las paradas de autobuses que vigorizaban las ventas. En el año 93, la situación empieza a tornarse difícil para ese tipo de negocios. La inseguridad empezaba a enseñar sus garras. Cierra y cambia de ramo en “Mi Sitio” dando paso al “Rincón Musical Guanipa” que ofrecía para la venta Cassete de música y video, VHS, Betamax. Los cambios vertiginosos de la tecnología y la gran competencia, hicieron que a los 7 años cerrará las puertas y se concentró en “Mi Cedro” el cual también cerró culminando el siglo 20. Las ventas bajaron, la gente no salía con la misma intensidad a divertirse y se extinguía la época dorada y bucólica de la ciudad. Recuerdos tristes de un pasado alegre.

“Mi Sitio” y “Mi Cedro” se convirtieron por muchos años, en espacios de encuentro. En sus ambientes familiares convergían profesionales, técnicos, trabajadores de diferentes ramos. Aníbal Durán, Carlos Liccioni, Miguel Antonio •”El Negro” Salazar, el Lic. Fidías Biscochea Franco, los profesores Neuman Cedeño, Omar Mosqueda, Trinidad Pino, José Jaramillo, Roberto Salazar, José Antonio Arias Reyes y Gonzalo López, el dirigente sindical de Anaco, pero oriundo de El Tigre, Samuel Mendoza, Eduardo Silva Castillo, José García, José Rodríguez, José Caraballo, Pedro Bermúdez, Ángel Rafael Zabala, Carlos Bermúdez, Asdrúbal Mendoza, Hernán Zabala, Eugenio “Viejo” Salazar, Oswaldo “Topocho” Mendoza, Pedro Sergio Salazar, Cruz “Machelo” Bermúdez, Arquímedes “Grillito” de Jesús González, Luís Fermín, Mauro Millán, Luís Alexis “El Negro” Mogollón, Alberto “Beto” Vásquez, José “Cheo” Figueroa, el Dr. Carlos Ramírez, Miguel Galantón, Wilfredo Zapata, el Dr. Orlando Ramírez, Ennio Mendoza, don Luís “El general” García, Luís Harris Rangel y otros tantos amigos que escapan a los destellos de mi memoria.

El amor por el trabajo, el gusanillo por los negocios y como el buen hijo vuelve a casa, José Reyes, al lado de su esposa Miriam Díaz y sus hijos Rosa, Mary, José, Jean, Kart, Kelly, Anaís y Relimar, abrió operaciones en Pariaguán y posee un negocio con el nombre de “Mis Caobos, CA.” que trabaja las 24 horas del día, ubicado a 300 metros de la Redoma del indio Parigua en el sector la Verdosa. Es una parada de autobuses y en ese lugar ofrece a la clientela los servicios de hotel, bar, restaurante, tasca y carne en vara. El conocimiento del ramo, el trabajo ordenado y disciplinado, le han permitido tener éxito en la tierra soñada. Ese tipo de negocios, no es fácil, por el contrario es exigente, agotador, inflexible y fatigoso, pero también da buenos resultados, momentos agradables y sobre todo una posibilidad de vida con buena calidad. Nuestro personaje, no hay dudas, es un emprendedor talentoso y exitoso.

Estos personajes y sitios públicos de diversión y alimentación que han dejado una huella profunda en el devenir histórico de nuestra pequeña urbe y, los cuales han enriquecido nuestras pequeñas historias urbanas, los rememoramos en estos destellos, con la firme intención de fortalecer la memoria histórica colectiva, contribuir con nuestro humilde esfuerzo, para qué, cuando nuestros eximios cronistas, investigadores e historiadores, decidan escribir la verdadera y autentica historia de nuestra ciudad, los incluyan en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!





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