sábado, septiembre 18, 2010

Personajes de mi pueblo: Pablo José Valor Marcano (Chichi Valor)

La aventura podrá ser loca, pero el aventurero para llevarla a cabo, ha de ser cuerdo
Gilbert Keith Chesterton (1874-1936)
Escritor inglés.

“Soy un tipo muy vikingo” (El que da un rodeo o se desvía) es la presentación que hace de su persona el popular “Chichi” Valor. Nació en Aragua de Barcelona el 12 se septiembre de 1943 – un día antes de la fundación del partido del pueblo – y es hijo de Pedro Pablo Valor y Heriberta Marcano, ambos seguidores del PDN y por ende militantes de Acción Democrática, desde su nacimiento. Cuando tenía 6 años, llegó a Campo Oficina, invitado por su hermano Antonio Valor Marcano, a la sazón hermano del popular “Gordo” Doroteo, los cuales habían emigrado hasta la Mesa de Guanipa atraídos por el boom petrolero. “Chichi” Llegó, se quedó, viajó, regresó y se sembró.

“Chichi” Valor, estudió la primaria en Campo Oficina y, luego en el Liceo Pedro Briceño Méndez y, cuando cursaba 4to. año, se marchó a Trinidad and Tobago por espacio de 6 meses a aprender el Inglés. Al regreso, se quedó en Caracas, en casa de su hermana Carmen Valor e inició, con 17 años su largo peregrinaje por la vida, ya de forma independiente y autónoma. A nadie, le falta Dios y un día, que vagaba más limpio que talón de lavandera, por las inmediaciones de la torre sur del Centro Simón Bolívar, conoció a lo que consideró por mucho tiempo, su ángel de la guarda, Manuel Capelán, que poseía una pensión en la cual lo alojó y, al pasar de los días, lo presentó a un tío que se desempeñaba como empresario en el ramo de embobinados, le dio empleo y aprendió algo de electrónica. La había pegado del techo y, no pensaba abandonar Caracas, la cual para la época era la sucursal del cielo, pero, una cosa piensa el burro y otro el que arriba lo arrea.

Nadie es dueño de su destino y al poco tiempo, fue llamado a cumplir el Servicio Militar Obligatorio, fue asignado a la Marina, de dónde egresó con el rango de Cabo Segundo y como el que entra a la marina, está demostrado, no se sale, se quedó trabajando en la Marina Mercante en operaciones internas, para luego pasar a laborar con la naviera trasnacional Johnson Light la cual salía de Puerto Miranda y cuyo itinerario, incluía Oslo, Holanda, Dinamarca y Liverpool en cuya ruta lo ayudo a sobrevivir cómodamente su condición de poliglota internacional. “Chichi” Valor habla fluidamente español, inglés, francés, italiano y un poco de chino. En una oportunidad, que pernoctaron en Venezuela durante varios días, se traslado a Caracas y cuando divagaba por el centro, admirando la belleza de la capital, conoció al finlandés Frederick Astromg quien vendía prendas, lo invitó a participar en el negocio, lo cual aceptó y luego de un tiempo como socio, se independizó al lograr una línea de crédito internacional. Era época de bonanza y estabilidad económica. Viajaba por el país ofreciendo sus prendas y un buen día, cometió el “error” de venir de nuevo a El Tigre. Abandonó la actividad y se quedó porque el pueblo lo atrapó. “No se que tiene, pero el que llega no se quiere ir y yo no podía ser la excepción”. Esa decisión le costó ponerse a trabajar como un negro para vivir como un blanco. No se arrepiente “SOY FELIZ” asegura con gran certeza, su palabra vaya adelante.

El trabajo dignifica y como había que allegar, la arepa a la casa ya que, la familia había crecido con la llegada de sus 6 hijos, producto de la unión con su distinguida esposa Elba Rondón de Valor (+) Yonny que es soldador, Willy relojero, Evelyn ama de casa, Thor trabajador petrolero (es el rey del trueno en lo mitología nórdica y germánica, el nombre se lo sugirió un amigo finlandés que le obsequió 2 mil dólares aceptar la sugerencia) Ricky empresario de la construcción y Alba profesional del derecho, no tuvo inconveniente para incorporarse como barman del Bar, Restaurante “CAPRI” de don Félix Cicolini y donde hizo equipo con Carlos Barreto, Carlos Rodríguez, Eloy Moyetones y Aníbal González. Allí, puso en practica los conocimientos adquiridos en sus constantes viajes al exterior, convirtiéndose en un especialista en la preparación de bebidas y cócteles, llegando a ser tan solicitado que fue requerido por la Casa España, la Casa Italia, el Club Campo Norte, El Toddy Room, que funcionó frente a la Plaza Bolívar y luego fue encargado del Hotel, Bar, Restaurante “Oasis” por petitorio de don Romualdo Velásquez Salazar y remató como encargado del bar del Hotel “Mi Rancho” de don Félix Cicolini en San José de Guanipa. En ese largo recorrido, lo ayudo mucho, su condición de poliglota internacional, ya que tuvo, el honor de atender varias comitivas que nos visitaron desde Estados Unidos y otras partes del mundo. Llanero que canta y toca alguna ventaja lleva, dicen en el llano.

En su paso por el Bar, Restaurante “Capri” y “Oasis” así como los prestigiosos clubes de servicio mencionados, “Chichi” Valor conoció a los dandy de aquella época encabezados por los profesores Ángel Antonio Merlín, Frank Acosta, José Antonio Arias Reyes, Hernán Iro, los empresarios Ángel Horacio Aponte, Ramón Tineo, Gustavo Perdomo – que lo apodaba “Estimativa” y le sugería cuando le servía el escosés: “no me llenes el vaso, échame de a poquito y a cada ratico. ¡Una pelusa! Henry “Nenerina” Hernández, su colega poliglota que habla español, inglés y la pangola pareja cuando está entonado, Francisco Rodríguez, José Isabel (Chabelo) Arismendi, Los Dres. Héctor Farias Ordosgoite, José Ramón Urbáez, Atilio Mazzarri, Diógenes Pulgar, al estilista cubano William Hidalgo, propietario del salón de Belleza Hidalgo, al maracucho Francisco Paz, a los señores Joaquín Salcedo Rojas, Antonio “Toñito” Liccioni, el maracucho Alirio Gutiérrez, Placido “Talla Única” Brito, Filomeno Mazzuco, Domingo Campana, propietario de la bloquería y ferretería “La Vibradora” Antonio Mangora, Santos Puerta, José Da Silva, para entonces propietario de Hotel, Bar, Restaurante “El Recreo”, Manuel Almada, Mauro Barrios, Julio Barradas, Edmundo Barrios, Pedro Marrero Hernández, Juan Martínez, Omar Rojas que atendía “Las Quince Letras”, Evaristo Marín y Alexis García, popular cantante que entonaba la letra de la melodía “Yo tengo una varita…” y para usted de contar.

“Chichi” Valor, una vez que abandonó la actividad en ese tipo de negocios nocturnos y como buen aventurero, escogió de nuevo su camino con cordura. Retomó la venta de prendas y accesorios para relojería, recobró su crédito internacional y la clientela que siempre atendió en el oriente del país, región que recorre palmo a palmo en sus constantes y permanentes viajes. Esa actividad comercial, no lo ha enriquecido, pero le ha dado la satisfacción de vivir holgadamente y siempre cargar una polvorita en el bolsillo, para cuando tiene que enfrentar una reunión social, dónde hay más catcher que pitcheres. No lo matan en el oeste, siempre desenfunda a tiempo y, sale ileso, de cualquier disparo verbal de los criticones de oficio que, por añadidura, son como las gallinas viejas: comen, beben, caracaquean duro, pero no ponen. En MOROGAS, el archiconocido “Club de los Vasitos”, fueron ejemplo vivo de ese tipo de gallináceos rancios. A buenos entendedores pocas palabras.

El vikingo, en la mejor acepción de la palabra, “Chichi” Valor, que se enorgullecía de ser paisano de nuestro amigo y siempre bien recordado periodista Pedro Emilio (PEJAS) Rojas Vargas, los negocios y los personajes que mencionamos, en su mayoría, forman parte de las historias urbanas de nuestro pueblo y los cuales, sin lugar a dudas, han enriquecido su acervo cultural, social y laboral. Es por ello, que en estos humildes destellos, los rememoramos, con la firme aspiración de que, cuando los eximios cronistas, historiadores e investigadores de nuestra rico pasado histórico, decidan escribir la verdadera y autentica historia de este pueblo, que nació al calor de la industria petrolera, el 23 de febrero de 1933, los incluyan en disco duro de la memoria histórica de la ciudad. ¡Vale la pena!





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