domingo, diciembre 26, 2010

El taladro etílico de Pueblo Ajuro

El problema con algunas personas es que
cuando no están borrachos están sobrios
William Butler Yeats (1865 – 1939)
Poeta y autor teatral irlandés.


En la calle 5 de julio de Pueblo Ajuro, hay un grupo de personajes, los cuales son “toeros”. Hay albañiles, ayudantes de albañil, plomeros, electricistas, maestros de obras, arenilleros, obreros rasos, pitcher, queches profesionales y uno que otro flojo de profesión. Lo cierto del caso es que, conforman una cofradía etílica muy unida y fraterna. Todos los santos días, llegan con el despuntar del alba y, a medida que avanza el día, unos se retiran porque los contrata algún vecino para un trabajito y van a “matar un tigrito” y, otros abandonan, porque no aguantan el ritmo de la ingesta. Las máquinas, dicen ellos, no les da para más. A los que van abandonando fundidos, los de más aguante que van quedando, le cantan la canción que popularizó Gualberto Ibarreto “A cuerpo cobarde. Cómo se menea. Yo cargo una pea. Que Dios me la guarde”. La tarea es intensa, diaria y de largo aliento. En materia etílica son campeones mundiales.

Este grupo de personajes, tienen una manera muy peculiar de ser felices. La ingesta alcohólica que arrancan desde muy temprano del día, los hace olvidarse del mundo y sus problemas. Ellos no les preocupa la inflación, la inseguridad, el desempleo, la especulación, la devaluación, las expropiaciones, la ley antitalanquera, la pérdida de la autonomía universitaria, los presos políticos, la Ley Habilitante, la inhabilitación de la Asamblea Nacional y mucho menos la paridad cambiaria, pero en su mundo hacen gala de una gran creatividad. En este diciembre, tuvieron la ingeniosa idea de hacer un arbolito de navidad sui géneris. Adornaron el tronco de la mata de mango que les da cobijo con las botellas plásticas vacías del ron Guarico, la bebida espirituosa que consumen y la cual es más blanca que la bandera de Acción democrática, le colocaron una estrella y un juego de luces intermitentes, los cual no deja lugar a dudas del espíritu navideño que embarga sus almas, espíritus y corazones. Una razón más para, alrededor del arbolito, continuar sin pausa la ingesta alcohólica diaria y ahora con más alegría. Llegó la navidad y hay que celebrar. ¡Una guará!, diría un larense.

Es una vida alegre y jubilosa que les permite darle rienda suelta a la creatividad, imaginación y la chanza. Es por eso que a la mata de mango que adornaron como un arbolito de navidad y dónde pasan todos los días del año, libando caña blanquita o lava gallo, lo llaman “El Taladro Etílico” (sólo arranca con caña blanca) y tienen, cómo toda organización que se respete, un organigrama similar a los taladros petroleros. Observemos: El supervisor de 24 horas: Félix Belisario (Boca de Acure), el supervisor de 12 horas: Félix Arias (El Cataco), el perforador: David Moreno (Billete), el encuellador: Ángel Maestre (Papelillo), los 2 cuñeros son: Cruz Manuel Sulbarán (Malcriado) y Nelsón José Altuvez (El Gocho), mecánicos: Santos Rafael García (El Panita) y Euclides Mago (Tiquitiqui), ayudante de mecánica o aceitero: Hermes Ortega (Canguro) el arenillero: Félix Méndez, el guachimán: José Gabriel Yánez Chettik, el Gerente y Supervisor General fue hasta el pasado domingo: Argenis Omar Cairo Mendoza (Zamuro) quien lamentablemente falleció en la madrugada de este 27 de diciembre, dejando un vacío que difícilmente podrá llenar algún otro miembro, ya que era un luchador social nato y preocupado porque todo marchara bien y no se desbordaran las pasiones. Los trabajadores del taladro etílico, están de luto y todos ruegan que Dios lo acoja en su santo seno (Q.E.P.D) Era el álter ego del grupo y fue el ideólogo del arbolito en el taladro etílico. Nosotros desde estos humildes destellos nos unimos al dolor que embarga a la familia Meza por tan irreparable pérdida. Es un equipo completo que además posee un consultor jurídico, del cual me reservo el nombre, porque es un “destiladorcito” y me adelantó, que si mencionaba su nombre, me demandaría. Uy, que miedo. Los retiros del año fueron el jurisconsulto Arquímedes Evans Guatache (Quimito) y Ángel Rafael García (El Flaco) ambos, por ahora, abstemios. Los motores les llegaron a 0.40 y prefieren no forzarlos porque pueden terminar de fundirlos y no hay posibilidad de reparación, ya que esos bloques, aunque son modelos únicos y de la mejor calidad, ya no agarran rectificación, ni en los tornos de don Luís García, los cuales son de última generación y, ante esa imposibilidad tampoco pueden ser encamisados. Más vale prevenir que lamentar.

Cómo en toda organización productiva y atractiva por la caña blanca, no pueden faltar los líderes que se ocupe de las luchas reivindicativas y el orden. Además hay que tener cuidado no se cometan injusticias en cuanto a la colocación, retiro, enganche y reenganche de estos abnegados concañeros. “El Taladro Etílico”, trabaja 24x24. Nunca falta la energía que mueve la maquinaria: El lava gallos. En ese orden de ideas, tienen personal de planta, chanceros y tercerizados. Algún nuevo ingreso es evaluado previamente por los líderes sindicales Jairo Mendoza (Abstemio), Gustavo Marcano, Bladimir Martínez (Bachi) Yoel Mendoza, Alexis Arretureta (Cunaguaro), Ramón Guillen y Pompilio Mendoza (Mi chori), este último además es el cuatrista oficial del conjunto criollo que también poseen. Los demás miembros rasos son: David Moreno, Gustavo Arias, Juan Carlos Méndez, Miguel Tabata Jr., Ramón Fuenmayor, Exmen Guachi (Cóngora), Santos Santaella, Tomás Aguilera, Yovanni Rodríguez, Mariano Carvajal, Antonio Centeno, Marcos Bohórquez, Leonardo Romero, Francisco Morales, Asdrúbal Brizuela, Yin Pérez, Juan Cedeño, Luís Pariz, Armando Idrogo, Eladio Romero, Enrique Lazarde, Esteban Ramírez, Luís Ojeda, Jesús Guillen, Rafael Palacios, Juan Caraballo y Ramón Freites (Mon). En ese selecto grupo de trabajadores etílicos o concañeros las únicas condiciones para ingresar son: no ser homosexual, porque las pasiones se desbordan y rompen la unidad – a todos les gusta la carne e’ gallo –, aportar para la botella, mantener el orden, limpieza e higiene, comportamiento cívico y tener habilidad para tirar un cabezazo de vez en cuando y, de cuando en vez. No hay tribunal disciplinario, pero el que falta a la ética etílica es expulsado sin formula de juicio. El que no le guste ese gobierno etílico que se asile.

Los personajes que conforman “El Taladro Etílico” de Pueblo Ajuro, tienen preferencia exclusiva por la bebida espirituosa seca y blanca de marca Guarico, el cual es elaborado por Industrias “El Carmen, C.A” ubicada en valencia – estado Carabobo y, ellos esperan que esa fidelidad con ese producto etílico, les pueda ser premiada o reconocida en algún momento por la empresa o alguno de sus distribuidores. Algo es algo, peor es nada. Lo merecen, porque no hay dudas de que cualquier reconocimiento, está bien ganado. El esfuerzo que hacen los tiene a punto de quebrar sus menguados bolsillos y correr el grave riesgo de hacer implosionar sus hígados. En Venezuela, difícilmente existe un equipo, club o asociación que consuma diariamente y durante las 24 horas del día más garrafones de Guarico. La prueba más fehaciente, está en la panorámica que recoge la gráfica que acompaña esta crónica y dónde se observan las botellas de 1.75 litros vacías, las cuales sirven de adorno, al arbolito que exhiben en la calle 5 de julio de Pueblo Ajuro. Estos frascos vacíos son de los últimos días, los de los últimos 12 meses fueron al vertedero y todavía quedan ajustaditos al tronco de la mara de mango y hay que colocarle también a las ramas. Imagínense el consumo diario. Le echan ganas los distinguidos trabajadores, chanceros y alguno que otro gorrero del “Taladro Etílico”. Estos personajes con sus virtudes y defectos son una realidad. Pase, vea y parafraseando a don Arturo Salazar, que cuando le solicitan la hora, le enseña el reloj de la muñeca al interesado y le dice: mátese por su vista. Habéis visto tanta amabilidad.

Este humilde destello de fin de año, recoge una vivencia urbana de la ciudad a la vista de todos. Estos hombres hechos y derechos, otros de la tercera edad y algunos jóvenes mitigan las penas producidas por la falta de empleo, ahogándolas con bebidas espirituosas secas y fuertes, lava gallo, pues. Empero son útiles en sus momentos de sobriedad e improductivos cuando están en plena pea. Lo dijo Bolívar: “El ocio es la madre de todos los vicios” y, ese ilustrativo y acertado pensamiento, aplica perfectamente en este caso. ¿En qué puede pensar un desempleado crónico que vive de matar tigritos? Cada quien es arquitecto de su vida. Es una historia urbana que recreamos para que nuestros eximios investigadores, historiadores y cronistas de la ciudad, conozcan de su existencia y, que a pesar de que no todo es color de rosas y, no son el mejor ejemplo a seguir, son una realidad y merecen ser incluidos en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena! Salud y feliz año nuevo. ¡Viva Pueblo Ajuro! y… su concañeros, del taladro etílico, también.






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