domingo, diciembre 19, 2010

Personajes de mi pueblo: María Antonia Ramírez

Historia es, desde luego, exactamente lo que se escribió,
pero ignoramos si es exactamente lo que sucedió
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952)
Escritor español.


Es un inmenso placer y gran satisfacción, conversar con los protagonistas de nuestra pequeña, copiosa e interesante historia local. El caso de doña María Antonia Ramírez es excepcional. Nació el 02 de noviembre de 1926 en el caserío Rabanales, parroquia Cachipo, del municipio Aragua de Barcelona en el estado Anzoátegui. En el año 1938, la familia sufrió un accidente dramático. La humilde vivienda dónde residía con sus padres Hipólito Ramírez y Carmen Balbina de Ramírez, se les quemó. Emigraron hasta el Caris y allí contrajo nupcias con Humberto Mejías con el cual procreó 6 hijos: Juan, Ada, América, Marcos (+) Francisco y Alí. Hubo separación y una vez madre soltera, se vino hasta El Tigre en el año 1948, buscando trabajo para mantener la prole, empezó a laborar como ayudante de cocina en el desaparecido Restaurante “Bar Obrero” de la señora Justa Aguilera. Ese negocio funcionó en la parte trasera de lo que, luego fue, el “Bar Mi Balconcito”, que lo construyeron en la parte delantera. Ambos negocios desaparecidos del mapa de la ciudad. Tristes recuerdos de un pasado alegre.

En ese tiempo, cuenta doña María, ese restaurante atendía a las meretrices que trabajaban en los bares “Guanipa” del Gordo Brecheche, “Mi Balconcito” de Ana Beroes, “El bar 73” de María Quintana, “Chumiel” de un maracucho y el “Miami” de Pedro Ribas. En ese negocio, conoció a innumerables personas y una de ellas, la invitó a trabajar en San Felipe, fue por espacio de 3 años y regresó al todavía incipiente pueblo de El Tigre. No poseía vivienda propia y alquiló una pieza en una especie de vecindad, que tenía establecida un señor de nombre Alejandro, exactamente dónde luego, el señor Eduardo Castillo instaló la refresquería en la calle Falcón. En ese sitio, también alquilaban Santiago Rojas, Ramona González y María González y la mamá Emilia González, además tenían residencia allí, Ramón Arraiz y su señora Irma Salazar, Yoel Pino y su esposa Carmen Salazar de Pino, todos fueron posteriormente fundadores de Barrio Ajuro. Desde La Florida, hasta los callejones Falcón dónde estaba esa residencia, llegaba el área urbana del pueblo y los terrenos que seguían se veían aprovechables para una futura expansión, pero eran reservas de las petroleras. Zonas prohibidas para la construcción de viviendas. Es en ese escenario que se plantea la batalla de vecinos vs. gobiernos. Es la lucha victoriosa, que dio nacimiento a Pueblo Ajuro.

Una vez que llegó a El Tigre de nuevo, doña María Antonia Ramírez, fue empleada por la señora Carmen Oliveros que poseía una especie de cantina para atender la demanda de la escuela “La Florida” que funcionó por muchos años en una especie de vecindad ubicada entre la Casa del Pueblo y la bodega La Florida. Elaboraban hallaca, arepas, empanadas y alguna que otra comida por encargo. El Dr. Atilio Mazzarri que se había casado con una hija de la señora Carmen Oliveros se fue a trabajar para Anaco y la contrató para el trabajo doméstico dónde sirvió de nodriza de los hijos del matrimonio. Una vez que regresaron al pueblo, alquiló una habitación en la vecindad del señor Francisco Zubillaga en todo el frente de la anterior y esquina con la casa del señor Asterio Rodríguez (Hoy residencias Nilsa) Es en ese entonces cuando deciden dar la batalla para que les permitieran construir sus propios bahareques. Fue una batalla de resistencia. Los vecinos construían en la noche y la tenebrosa Seguridad Nacional los destruía durante el día. Con el tiempo la férrea voluntad del pueblo se impuso ajuro y nació “Barrio Ajuro” Un nombre muy bien ganado y bien guerreado.

La temeridad, tenacidad e insistencia de los invasores, hizo ceder a la sanguinaria dictadura, les permitió construir hasta dónde hoy es la calle 5 de Julio. Estaban fundando el sector que ahora se conoce como Pueblo Ajuro – la señora María para construir su humilde vivienda contó con el apoyo del señor Zubillaga que le suministró algunos materiales y don Ramón Antonio Sotillo de la bodega conocida como “Casa Sotillo” de la calle Ribas, que le regaló las laminas de zinc. En su incansable trajinar por la vida, doña María trabajó de camarera en el Hotel Caribe como ayudante de cocina; en el Bar, Restaurante y Cervecería California y, luego fue contratada para el trabajo doméstico por Juan y Rosita Facendo, a los cuales acompañó por espacio de 15 años, hasta que los rigores del tiempo y la intensa actividad laboral no le permitieron continuar. Hace aproximadamente 8 años pasó al retiro. Es diabética, perdió la vista, pero goza de buena salud y gracias a Dios y la Virgen del Valle, recibe la atención, cariño y amor de sus hijos, más de 50 nietos, 10 tataranietos y unos colaterales. La familia continúa creciendo. El que siembra cosecha.

Pueblo Ajuro cuenta entre sus fundadores con los personajes antes nombrados y además podemos mencionar entre otros a Tomasa Arreaza, Maximiliano Meza, Teobaldo Salazar, Manolo Hidalgo, Carmita Manzanares, Jesús Piñero, Ramona Mota, Josefa de González la popular “Pancha Barreto”, Ana Velásquez, Ana Farfán, Germán Barreto, Juana y Emilio Castrillo, Antonio Lara, María Indalecia Rojas, Juan Villarroel, Alicia Quijada, María Ortega, Manuel “El sastre” Gamboa, María Cleotilde, Roger Subero, María Álvarez, Jesús “Chuito” Marcano, María Lucinda, el barbero Juan “Chorizo” Arreaza, que no tenía bombita de agua y una vez que le cortaba el cabello a los clientes les regaba el cuello cogiendo buches y les decía “cierre lo ojos que el agua e’ colonia pica”, Germán “El gordo” Gamboa, Petra Castillo, Ramón “El renco” Figuera, Donata Figuera, María “La Negra” Mendoza, Luís Perdomo, Narcisa Rodríguez, Marcial Bolívar, Jesús Guerra Tayupo, Pedro Marín, Aparicia de Marín, Josefina Salazar, Mercedes Guerra, Nareisa de Rodríguez, Roso González, Eliseo Evans, Victoria Azócar, Francisco Quijada, Pedro Lara, José María Lira, Anastelia Salazar, Blacina Salazar, Fabián Salazar que compró una pick up Ford, el cual cuando llegaba del campo, la metía por el patio le sacaba los 4 cauchos y la dejaba reposar para que la “bicha” descansara, Margarito Ramos, el último hombre en mula que llagaba del campo a su casa en la calle Falcón y su esposa Graciela Soto, Facundo “Bigote e’ lapa” Freites, Martín “El chichero” Campos, que a pesar de ser padre soltero educó a sus 3 hijas y son educadoras, Pedro “Catire” Meza, Antonio “Toñito” Gamboa, don Julio Rodríguez el hombre de las inyecciones, Bartolo Cubero el cual era el albañil del vecindario, Anita García, Mercedes García de Meza, Ana María Meza, Venancio Evans, Benigno Piñero y su señora “La negra”, Nicolás Hernández, Francisco “Pancho” Hernández, Mercedes Bolívar, Rafael Gutiérrez, Angelina Millán, Sotera Romero, El maestro Ramón Silva “Ramón silva, pero no canta” que luego se mudó a Ciudad Bolívar, Pedro “El Indio Carias”, Egipcia Morillo, Tomás Mudarra, Santiago Rojas que era el hombre que santiguaba a los niños y era especialista en vahear a las culebras, Margarita de Rojas, Celestina de González, María “La negra” Mendoza, Gregoria “Goya” Montero, Ángel Ramón Morillo, Carmen Bastardo, Gregoria “Goya” Arretureta, Alfonso González que por muchos años mantuvo una columna en el diario Antorcha titulada “Camino de los Leones” David Sulbarán, Juan Moreno, Rosalía Meza, Natividad Colón, José Anselmo “El viejo” Abreu, Luz Mogollón, María Zamora, Rafael Celestino “El Musiú” Abreu, Ana Celestina Mendoza, Pedro Celestino “Tino” Meza García y muchos más que escapan a mi memoria. Ellos son los protagonistas de la pequeña historia urbana de Pueblo Ajuro.

La señora María Antonia Ramírez, su distinguida y abundante familia, las personas que mencionamos en estos humildes destellos, fueron los fundadores de “Barrio Ajuro”, el cual en la actualidad, se conoce como “Pueblo Ajuro”. Ellos, cada uno en sus labores y quehaceres cotidianos, contribuyeron y contribuyen al engrandecimiento, crecimiento, desarrollo y progreso de la ciudad que nació al calor del ORO NEGRO, un 23 de febrero de 1933 y, los cuales sin exclusión, deberían ser considerados para ser incorporados al disco duro de nuestra excelsa memoria histórica, cuando los eximios investigadores, historiadores, escritores y cronistas decidan escribir la verdadera y autentica historia de El Tigre. Ellos también son fundadores, hasta ahora anónimos e injustamente ignorados, por quienes han escrito una parte de nuestro pasado. Es bueno investigar para saber con exactitud que fue lo que realmente sucedió y los indiscutibles protagonistas de los hechos. ¡Vale la pena! ¡Feliz Navidad!



No hay comentarios.: