lunes, enero 24, 2011

Personajes de mi pueblo: Anécdotas

¿De que sirve el ingenio cuando no nos divierte?
no hay nada más fatigoso que un ingenio triste
Iván Turgeniev (1818 – 1883)
Novelista ruso.


NO HAY LIBRE

Es una arraigada costumbre en el mundo de las apuestas, que los amigos le pidan al ganador de un juego de envite y azar, “un libre” o sea, que les compense algo de lo que han perdido en una jornada. Don Gustavo Perdomo, Cronista Oficial de la ciudad, en sus tiempos mozos, cuando ganaba con un número de la lotería y, se le acercaba alguien a solicitarle “un libre”, muy circunspecto le respondía: juégale tal número a Carúpano y no tendrás necesidad de agarrar charamiza. Carúpano era, en esa época dorada, el vendedor estrella de los terminales en la ciudad y era más conocido que el arroz blanco. Don Gustavo, no era duro, eran salidas ingeniosas que sacaba a relucir oportunamente, para sacarse el lazo y no compartir el premio. ¡Una pelusa!

MORTIFICACIÓN

En la onda de los terminales, José Danilo Salcedo, quien fue por muchos años Secretario de la Cámara Municipal del municipio Simón Rodríguez, cuando se retiraba en horas de la tarde, hasta su residencia en el sector “La Charneca”, pasaba por el kiosco del otrora Terminal de Pasajeros, que funcionó hasta el año pasado en la esquina de “El Luchador” y solicitaba un numerito para probar suerte en los terminales. La joven vendedora le interrogaba ¿Para el sorteo de las 7 o las 9? José Danilo, le respondía muy sobrio: “Ay mija, véndemelo para tempranito y así, no voy a la cama con esa gran mortificación que no me deja conciliar el sueño” El que madruga coge agua clara y duerme tranquilo.

VIVEZA CRIOLLA

El cumanés Braulio Rafael Martínez Salgado, adeco hasta los tuétanos y quien se desempeño como Gerente de los Servicios Administrativos de INOS en la Región Nororiental cuyas oficinas estaban en Puerto La Cruz, una vez que fijó residencia en El Tigre, en la oportunidad que instalaron la refresquería y venta de jugos tropicales “El Pingüino” en el Centro Comercial Díaz, ubicado en la entrada de la calle Bolívar, sitio de paso obligado para los que van y regresan del mercado municipal y los cuales procedían del Casco Viejo y Pueblo Ajuro, se convirtió en un asiduo visitante al concurrido negocio. En ese tiempo, el juego más popular eran los animalitos – continúan en el tapete – y los jugadores, siempre andaban ávidos de algún dato. Braulio, siempre pilas, le daba un animalito diferente a todo el que le solicitaba un dato y, tenía tan buena memoria, que cuando la lotería cantaba la figura ganadora, buscaba al ganador y le decía. “Te fijas. No lo pelamos” Era la excusa para solicitarle “el libre” respectivo. En ese rol de pronosticador gozaba de gran credibilidad, siempre daba el ganador – obvio – los recomendaba todos, no jugaba, pero ganaba la charamiza del libre que le regalaban. Algo es algo, peor es nada. ¿Viveza criolla?

AUDACIA

El mismo Braulio Martínez, llegaba a los remates de caballos como talón de lavandera, limpiecito y regularmente salía con buen dinero. La necesidad aguza los sentidos, aviva la creatividad y estimula el ingenio. Desde la primera carrera remataba y compraba el ejemplar que le gustaba. No importaba el costo. Una vez que lo aseguraba, a todos aquellos que les atraía el caballo, lo iba metiendo en la vaca para pagar en taquilla. Lo recogía íntegro, lo cancelaba y si el caballo resultaba ganador, entonces venía lo bueno. Cobraba, dividía el premio entre los ganadores y cuando iba cancelando a los apostadores premiados, les exigía una partecita de su porción. El libre, pues. Audacia y viveza criolla, más nada.

PESCADOR PESCADO

En una oportunidad, Argimiro “Miro” Córcega, le dijo a los hijos, que no comen sardinas y de Mercal, mucho menos, “Voy al mercado a comprar pescado para desayunar” los niños se alborozaron y le dijeron “Papá, no vayas a comprar sardinas ¡por favor! Trae sierra, carite o pargo. “Miro” les dijo, “No os preocupéis, su papá es rico” llegó al mercado y cuando consultó los precios de las especialidades que le indicaron en casa y le respondieron 50 bolívares el kilo, quedó perplejo. Entonces preguntó por el precio del kilo de roncador y le dijeron que era a 10 bolívares, lo consideró aceptable y adquirió 10 kilos, llegó a la casa y le dijo a los hijos: "No había carite y para no defraudarlos compre caritico que es mucho más sabroso". Yo te aviso chirulí, le dijeron los aviones de la casa. La carne es blanca, pero el espinero lo delató. Dime de que alardeas y te diré de qué careces.

SOLITARIO

El mono Daniel Adams, en su época de trabajador petrolero y “Dandy” de la Charneca, era un persistente, perseverante y puntual asistente al remate de caballos. Era mimético, polifacético y dicharachero. Cuando perdía, que era la mayoría de las veces, se acercaba al o los ganadores y con una gracia propia de un artista, pedía y lograba que lo libraran. Las pocas veces que ganaba, se acercaba a la taquilla, ponía cara de pocos amigos y exclamaba en alta e inteligible voz, para que todos los presentes oyeran “Ganó el Llanero Solitario” no había libre, ni para el indio Toro. “Chabelo” Arismendi, que le saca una lágrima a una bola de billar, con el mono Daniel cuando resultaba ganador quedaba como chiva que pare tres. Imagínense ese Durango Kid.

GLOBO

En una oportunidad, mi compadre Giovanni “Geo” Prado Golindano, estando en Bar, restaurante, arepera y billar “TINO” que funciona en la entrada de la calle Bolívar y dónde frecuentan un grupo de amigos, le solicitó a mi hermano Oito Lira 50 mil bolívares (Ahora Bs. 50 y que fuertes) prestados. No hubo inconvenientes y se los entregó. Pasaron los días y Oito observaba que “Geo” llegaba a la concurrida área del billar y, algunas veces, sacaba dinero y les cancelaba deudas a otros, dejándolo con los ojos claros y sin vista. Un día le preguntó ¿Y como quedó yo hermano con mis 50 mil? y el deudor le respondió “Amigo su número no ha salido, pero está en el globo y en cualquier momento sale” Ok. No hay problemas, esperamos, respondió resignado el acreedor. Un buen día llegó “Geo” y le dijo “hermano, salió su número, agarre sus 50 mil” Oito enganchó el dinero y le replicó “Gracias mi hermano, pero más nunca juego en ese globo. Ambos son de descendencia cariseña y se entienden.


Don Gustavo Adolfo Perdomo

José Oito Lira Rondón

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta muy buena la anecdota sobre el Sr.Braulio Martinez Salgado,buscando por internet sobre mis raices encontre esta historia que nunca conoci de el,gracias por recordarlo porque fue el unico amigo que le conoci!!!!!!