viernes, septiembre 16, 2011

La Banda Municipal “José Eusebio Colmenares”

El jarrón da forma al vacío y la música al silencio
George Braque (1882 – 1963)
Pintor y escultor francés.


Una banda de música o banda musical es una formación formada a partir de instrumentos de viento y de percusión. Posee una estructura similar a la de las orquestas, siendo su instrumento principal el clarinete, en lugar del violín. En Venezuela hicieron su aparición en el siglo XIX con la creación de la Banda Marcial de Caracas, que empezó a tocar música popular, en las plazas y esto hizo que, a la larga, en diversos municipios del país, se fundaran bandas similares que difundieran la música típica, iniciándose así el género conocido como retreta. Las modernas bandas municipales tienen una estructura más parecida a las agrupaciones bailables, en las cuales el sousafón o el helicón, son sustituidos por el bajo eléctrico. Explicación, como introito, que tomo de información publicada en Internet, para escribir acerca de nuestra Banda Municipal, buscando dignificar a nuestros músicos. Ellos cumplen una función que casi nadie valora en su justa dimensión.

En el año 1955, los músicos, José María “Chemara” González, Antonio Birriel, Antonio Barón, Misael Amarista, Cosme Villarroel (padre del eximio concertista de cuatro el Prof. Hernán Gamboa), y Tobías Álvarez, entre otros, se convocaron a una reunión, con la única intención, de dotar al pueblo de El Tigre de una banda musical a imagen y semejanza de las existentes en otros distritos de Venezuela. Ese mismo año fundaron La Banda Municipal del entonces Distrito Simón Rodríguez. Luego en memoria de uno de sus integrantes, el primero que fallecía formando parte de la agrupación, José Eusebio Colmenares, la bautizaron con su nombre. Esa banda municipal, agrupación sin fines de lucro y organizada con instrumentos de los propios músicos para difundir nuestra música típica, en la Plaza Bolívar y fiestas populares, tomó cuerpo, se hizo conocer y logró por parte del ayuntamiento local, el reconocimiento como Banda Municipal oficial. Memoria contra el olvido.

En las primeras del cambio sus actuaciones, animando las tarde de los domingos, la tradicional retreta y dónde asistían en grandes cantidades pobladores del incipiente pueblo de El Tigre, las realizaban altruistamente, empero con el paso del tiempo, lograron un exiguo subsidio del Concejo Municipal, que apenas les alcanzaba para pagar el transporte para dirigirse dónde las autoridades municipales de turno, los requirieran, para abrir y cerrar oficialmente los actos patrios y ceremonias oficiales. Apertura con las gloriosas notas de nuestro himno nacional y cierre con las no menos gloriosas notas del himno de nuestro estado Anzoátegui. En el añito, que me correspondió el honor de presidir el Concejo Municipal, por petición del viejo amigo y siempre bien recordado, Misael Amarista, asistí a una reunión con ellos y me solicitaron que les cancelará el exiguo subsidio, que tenía más de 2 años de atraso y en la medida de las posibilidades, les aumentara un poco la mesada. Inmediatamente tome cartas en el asunto y cumplí con sus justas peticiones. Hay testigos de esos hechos. La verdad sea dicha.

En el transcurso del año 1988, note en los actos oficiales, que el uniforme con el cual hacían sus presentaciones, estaba prácticamente deshecho, deshilachado y descolorado. Había pagado con creces el tiempo de vida útil. Esa dotación la había hecho el Concejo Municipal en la década del 1960. Al concluir un acto oficial, tomé la iniciativa, los llame y les ofrecí dotarlos de un nuevo y moderno uniforme. Les consulté dónde podía cotización, adquirir y que modelo y color me recomendaban. Con la seriedad que lo caracterizaba, don Misael Amarista, me respondió. ¡Al fin! un Presidente Municipal, nos da un trato digno y sin pensarlo mucho me dijo. Un traje como el que usted carga y de ese mismo color. Era un traje marca Montecristo, azul eléctrico, que vestía para la solemne ocasión. Hice contacto con mi compadre Luís Fermín, que vive en Caracas y le solicite el favor de que fuese a la Montecristo y solicitará la cotización. Gustosamente accedió, solicitamos las tallas, los confeccionaron y los adquirimos en la tienda ubicada en Sabana Grande. Era la primera vez que les sustituían los viejos uniformes desde la fundación de la banda municipal. Una justa reivindicación. Otro hecho verídico.

Recordar es vivir y traigo a colación este relato, porque hace poco días, el amigo Juan Martínez, jefe de redacción del diario Antorcha, me regaló una foto, que fue tomada, el 14 de noviembre de 1988, en la sesión solemne en honor de José Antonio Anzoátegui, día del natalicio del héroe epónimo de nuestro estado y, a petición de los miembros de la Banda Municipal, al concluir acto oficial en la Plaza Bolívar, por nuestro inolvidable hermano Pedro Emilio (Pejas) Rojas Vargas. Ese día la Banda Municipal estrenó el nuevo y moderno uniforme, que también contó con las camisas y juego de corbatas. En esa gráfica del recuerdo, que ilustra esta crónica, aparezco con los integrantes de la Banda Municipal en ese momento, Julio Almeida, Cosme (Cosmito) Villarroel (+), Giovanni Carbonara, Tobías Álvarez (+), el nuevo integrante e hijo de Misael Amarista, Alberto (Beto) Amarista, Luís González (+), Juan Salcedo (+) y Misael Amarista (+) que fungía como director. Una agrupación noble y digna de dilatada trayectoria en el concierto de las historias urbanas de la ciudad. Honor a quien honor merece.

La historia musical de este municipio, lleva el sello indeleble de estos humildes, pero muy dignos, honestos y responsables ciudadanos. La verdad histórica no engaña y las nuevas y presentes generaciones merecen conocerla. Ellos desde el año 1955, llenaron un gran vacío y le colocaron notas musicales al silencio en el pueblo. Nosotros, desde estos humildes destellos, hacemos un pequeño esfuerzo, por recrear, en la memoria de los vecinos, estos hechos y personajes, con la firme aspiración de que, cuando nuestros eximios cronistas, investigadores e historiadores del pasado y presente, de esta pequeña urbe, que nació al calor del oro negro, el 23 de febrero de 1933, decidan escribir la verdadera y autentica historia, los incluyan en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!

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