martes, septiembre 06, 2005

Cazador cazado

“Ni tomes cohecho ni pierdas derecho”
Del refranero español.

En estas tierras de Dios, ocurren cosas dignas de Riplay. Lo más gracioso es que los protagonistas apuestan a la memoria frágil de la gente. Veamos: Hace muy poco tiempo se presentó por estos lares un líder que quería hacerse notar. Asistió a todos los programas de opinión habidos y por haber. Hizo gala de buen verbo, fluidez de palabras aunque, un tanto vacío de contenido. Un viva la pepa más.

En su afán de protagonismo denunció la existencia de un casino ilegal. Hizo un llamado público al alcalde de turno para que lo cerrara en el término de la distancia. El alcalde que comía callado del antro, no dijo ni pío. Eso encolerizó al impoluto denunciador y amenazó con llevar el caso a las instancias gubernamentales dónde juraba tenía vara alta para hacer cumplir su deseo de verlo cerrado y se atrevió, incluso a pedir a los tribunales, que hicieran cumplir la Ley de Casinos para evitar su funcionamiento. Dura es la ley pero es la ley. Gritaba.

Paso lo que todos imaginaban. El líder de marras tiro un cabezazo y al ver la negativa del dueño del casino se puso a la ofensiva amenazando con su influencia ordenar su cierre. Algo pasó, pero lo cierto del caso, es que el hombre no volvió a tocar el tema ni con el pétalo de una rosa. ¿Hubo acuerdos? ¿Bajón de mula? Uno no sabe, pero vuela la imaginación.

Recuerdo el caso porque ahora el muchacho de la película tiene el poder y no sólo se hace el loco con el casino de sus preocupaciones, sino que permite el funcionamiento ilegal de otro. ¿Mimetismo? ¿El poder del vil metal? Hay que ser honesto y actuar en consonancia con lo que se dice. No hay que tomar cohecho para no perder derechos. En este caso de ordenar el cierre. Mientras tanto la gente dice y comenta en la calle: Estamos ante un caso más de un cazador cazado.

Cualquier parecido con personajes de la vida real es purísima coincidencia. Es solo un cuento producto de la imaginación.

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