martes, septiembre 06, 2005

Personajes de mi pueblo: Carrasquito

“No hay pecado sin pena ni
bien sin galardón”
Del refranero español.

Transcurría el año 1987. Presidía el Concejo Municipal el Ing. Mauro Barrios. La fracción mayoritaria era del partido de pueblo y además de Mauro la conformábamos Humberto Salazar, Ramón Carrasco Mata, Carmelina de Itriago, Luis “Buzo” Noriega y este servidor que a la sazón era el Secretario General del partido. Desde luego estaba representadas las minorías en las personas de Julio Aguilar, Francisco “Chico” Moreno y Antonio “Toñito” Alcántara suplente del Dr. Adalberto Carrasco Mata. Tocaba una fecha patria un día lunes, de tal suerte que había fin de semana largo, la gente por lo regular tiende a irse fuera de la ciudad, otros celebran hasta el domingo para descansar el lunes y los que tenemos compromiso públicos, salvo una contingencia, permanecemos al pie del cañón para responder al compromiso contraído con la comunidad.

Viene a mi mente ese tiempo porque ocurrió una anécdota bien interesante. Resulta que el orador de orden designado por unanimidad en Cámara Municipal residía en la capital y a última hora se excusó por motivos de salud. No había tiempo para designar a otro y por ende la sesión solemne había que suspenderla, empero, los actos de La Plaza Bolívar seguían vigentes y había que cumplirlos. Ante la ausencia de un orador, Ramoncito se ofreció como emergente. Mauro Barrios sabiendo que el personaje se encadenaba, me llamó para sugerirme que en mi condición de jefe del partido le observara a Ramoncito que le permitiríamos que hablara en La Plaza Bolívar con la condición que ofreciera un discurso corto ya que la inclemencia del sol afectaba a los invitados al acto y las condiciones no eran las mejores. El hombre acepto y arrancamos el acto.
Cuando tomó la palabra Ramoncito promediaban ya las 11 de la mañana, estaba el catire en todo su esplendor ya había rostros sudorosos, lo cual no fue óbice para que el orador emergente como es su caracteristica se extendiera en un ardoroso y emotivo discurso. En medio de la emoción citó el célebre abrazo de Bolívar y Morillo en Santa Ana adicionando que fue, quizá por su origen Margariteño, “del norte” Al concluir el discurso y persuadido que se había excedido en el tiempo, buscó reconocimientos e iba preguntando como había estado. La gente condescendiente y cortés le respondían que magnifico, pero cuando llegó hasta Don Joaquín Salcedo, que cuando gozaba de buena salud asistía religiosamente a los actos patrios y era un atento oyente le dijo: Estuviste ridículo. Ante tan contundente respuesta Ramoncito balbuceaba palabras y preguntaba con asombro ¿Porqué Joaquín? A lo que el amigazo le contestó ¿Cuando carrizo estuvieron Bolívar y Morillo en Margarita? Aclarándole inmediatamente que ese hecho histórico ocurrió en Santa Ana de Trujillo y había cometido error imperdonable en su condición de educador. Resultado: Ramoncito quedó perplejo. Lección: No se debe improvisar discursos en tan importantes eventos. Enseñanza: Los que asistimos a esos actos debemos estar atentos a lo que dice el orador y no ser permisivos con tamaños errores que desdibujan la historia. Recordad: Toda acción humana, sea buena, sea mala, siempre es objeto de juicio.

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