domingo, marzo 18, 2007

Las primeras bodegas de Pueblo Ajuro

Si tu intención es describir la verdad, hazlo con
sencillez y la elegancia déjasela al sastre

Albert Einstein (1879-1955)
Científico estadounidense de origen alemán.

Vuelve el bolívar, vuelve el real, vuelve el medio, vuelve la locha y vuelve el centavito. Todas esas monedas nos hacen recordar nuestra infancia. Retorna a nuestra memoria cuando hacíamos los “Mandaos” de la casa. “Mira muchacho anda a la bodega del compadre Miguel y me compras medio de leche, una locha de azúcar, un real de pan, una locha de kerosén y cuidado se te pierde el vuelto” ¡Claro! eran tiempos de hallaca a real, pepsicola a medio y cervecitas a tres lochas. Una torta de casabe costaba medio en las bodegas y cuando la detallaba el productor y fabricante se conseguía a locha. Con dos bolívares muchos cosas se adquirían en las bodegas. Rigurosamente cierto.

Coincido con Jesús “Chungo” Abreu, comentamos la reconversión de la moneda, recordamos aquellos tiempos e hicimos un ejercicio de memoria para recordar las primeras bodegas que se instalaron en nuestro querido barrio “Pueblo Ajuro” La primera estaba ubicada en la fronteras del barrio y La Florida. Don Ricardo Bermúdez fue el fundador-propietario de la bodega “La Florida” y cuentan que era muy amigo de Nicolás Felizola, al extremo que en una oportunidad, Felizola hirió a un hombre en su fundo Hamaca y como la ley lo andaba buscando, él se aventuró a sacarlo del lugar y logró traerlo hasta El Tigre metido en un tambor de los que utilizaba para cargar fríjol. En esa bodega también jugaban cartas, truco y “ají ley”, los más populares. En una oportunidad había una partida de “ají ley” que se prolongó hasta altas horas de la noche y para alumbrarse utilizaban una lámpara de kerosén, de repente a uno de los jugadores se le cayó un bolívar y como no había mucha luz para ubicarlo, Felizola generosamente, prendió un billete de a diez bolívares para alumbrar y que su compañero de juego pudiera recuperar su moneda. Una guara, diría un barquisimetano.

Luego instaló su bodega don Rigo Corona y más tarde don Vicente González en las esquinas de la calle La Florida con calle Nueva Esparta, en todo el frente dónde el popular Teodoro Camacho arreglaba caucho de Vehículos. La bodega de Vicentico González todavía está activa y es atendida por un nieto. Luego, a medida que se expandía el barrio hacía el sur, abrió sus puertas la bodega de don Jacinto Hernández en la calle primero de mayo con el Callejón Urdaneta conocido popularmente como el “Hueco de la cuchara” y la misma calle Primero de Mayo, pero cruce con la calle Nueva Esparta ubicó su bodega mi padrino Pedro Carias, que luego fue muy famosa por una gallera que montó en el patio que era muy concurrida para la época. El barrio siguió creciendo y por ende la demanda, circunstancia que aprovecharon don Miguel Jiménez para instalar su bodega que se llamaba “Dios da para todos” en la calle 5 de julio C/C carretera negra La Flint exactamente al frente donde hoy está ubicada la bodega de don Juan Ramírez. Otra que no olvida mi compadre Geo Prado es la de don Pancho Silvera que se instaló en la calle Falcón casi al lado de doña Carmen de Martínez. Luego, Germán “El gordo” Gamboa, abrió una bodega en la calle Falcón casi al lado de la familia Lara. Todos recuerdan en el barrio que nuestro amigo el “Gordo” Germán tenía un hermano que calzaba 54 y los calzados que adquiría, eran encargos especiales. Usaba puro zapato maquero y cada uno pesaba un kilo. Los metía en el peso para probarlo.

Luego, en la otra esquina hacia el este, entre las calles 5 de julio con Nueva Esparta, don Manuel Obando abrió las puertas de la bodega “La Preferida” que luego vendió a don Jesús Abreu que en la actualidad es atendida por sus nietos y en la otra esquina montó la bodega “El Refugio” doña Isabel Matute y más luego entró en el negocio don Jesús Piñero que abrió las puertas de sus bodega “El Imán” en la esquina de la calle 5 de julio con Venezuela, que luego venció a don Adrián Marín, cuyo propietario hoy es el amigo Ricardo Tineo y en la calle Falcón, entre la calle Bellavista y avenida 8 tenía su bodeguita el popular “Jana Jana” que competía con la bodega de Crisanto Tovar que se ubicó en la esquina de las calles Falcón y Bellavista y en la esquina de la avenida 8 con calle San José don Jesús Reyes regentaba su bodega, quien por cierto, no tuvo hijos, pero crío tres que nosotros conocíamos cariñosamente como “Piarro, Guitarrita y tercero” todos hombres de bien y buenos trabajadores. Una bodega sobreviviente de esa época es la que fundó don Pablo “Catire” Freites en la esquina de la calle Falcón con avenida 8 y que hoy atiende la popular María Vda. de Freites junto sus hijos. Toda una institución en el ramo de la venta de víveres y empanadas.

En Pueblo Ajuro, hubo bodegas emblemáticas como la de don Miguel Tabata en la esquina de la calle Falcón C/C 5 de julio, “La Mucureña” de doña Ramona Montes, la popular Ramonita Mota ubicada en la esquina de la calle Nueva Esparta C/C San José, siempre recordada porque fue la primera que vendió leña en el barrio. La de Ramón Arraiz que hoy administra el grillito Oscar González en la calle Brisas del Caris C/C 5 de julio hacia el barrio La Cruz o barrio loco, muy cerca en la misma calle estaba ubicada la de don Luís González y más adelante C/C Bellavista estaba ubicada la bodega de don Seferino Barreto quién el 27 de junio de 1976, dormía en su chinchorro, no se percató que caía un gran palo de agua y cuando se despertó, su local estaba inundado y las cajas de zapato dónde guardaba el dinero la fuerte corriente se los había llevado. Estuvo hasta la madrugada buscando esas cajas y fue muy poco lo que recuperó. Un dato: Esa fuerte lluvia produjo grandes inundaciones en todos los sectores de la comunidad y provocó la aparición de los primeros damnificados en la ciudad. Pa’ que vos veáis.

En las 4 vías, don Jesús Rodríguez Cuevas, quién fue prefecto de El Tigre durante el segundo mandato de don Rómulo Betancourt, instaló el primer negocio de esa rama, luego don Dimas la Rosa ubicó en la otra esquina una bomba de gasolina. Fueron los pioneros en ese populoso sector que hoy cuenta con muchos locales comerciales. En las bodegas de esa época, para competir y atraer los clientes pusieron de moda el granero. Por cada bolívar que uno gastaba, le metían un grano en un frasco que tenía la identificación del cliente. Los niños compraban y le decían al dueño de la bodega o al dependiente “Me metes los granos” y los viernes regresaba en la tarde y le decía “Me sacas los granos” por cada 20 granos acumulados el cliente se ganaba una locha que regularmente gastaba inmediatamente en traquitraqui, caramelos o cualquier otra chuchería. Otra variante del granero eran unas rayitas que colocaban en el cuaderno cada vez que se gastaba un bolívar y el procedimiento era el mismo, pagaban y punto.

Habéis escuchado la popular frase “Cómo será ese negocio que la ñapa es de queso” Bueno, los bodegueros también ideaban sus maneras de competir y ganarse el favoritismo de los clientes e inventaron la famosa ñapa que consistía en un cambur, una galleta, un caramelo, pero preferiblemente era de queso. Obvio, los bodegueros, guardaban los recorticos de queso y con eso mataban la partida. Era una época de oro, monedas de plata, no había inflación y mucho menos especulación. Son recuerdos de El Tigre viejo que vivió una estabilidad económica envidiable.

La chiquillería de mi barrio nunca podrá olvidar la refresquería “El Castellón” de don Eduardo Castillo. Un buen tarro de jugo natural, bien frío, por sólo medio. Estaba ubicado en la calle Falcón entre los callejones que unen a esa calle con la Brisas del Caris. El señor Castillo fue líder de AD en cuya condición fue nombrado Comandante de la Policía durante el segundo mandato de Rómulo Betancourt, luego en la primera división del partido del pueblo se fue para el MIR conservando cierto liderazgo en el sector cuestión que busco aprovechar para cambiarle el nombre al barrio. Convocó una reunión de vecinos en su amplio local, hizo la exposición de motivos y propuso como nuevo nombre de la barriada el del cacique Guicaipuro. La gente no dijo nada, pero en la madrugada una poblada por poco le quema el local que fue apedreado por unos exaltados, el hombre recogió velas y Pueblo Ajuro conservó su nombre originario que fue producto de las luchas de los vecinos con la temible Seguridad Nacional por poblar ese sector. Les tumbaban el bahareque en el día y en la noche lo volvían a parar. La cuestión fue ajuro y las bodegas proliferaron con el crecimiento del barrio que consecuencialmente aumento la demanda de productos de la dieta diaria.

Los que nacimos en Pueblo Ajuro, que somos hijos de los fundadores de El Tigre, conocemos perfectamente muchas de las cosas que ocurrieron desde el nacimiento de la ciudad hasta su consolidación, por los testimonios de nuestros padres y vivencias propias. Por ello, hoy podemos afirmar sin temor a equívocos, que la ciudad nació por el Casco Viejo al calor de la industria petrolera y que luego sus primeras expansiones fueron hacía Pueblo Ajuro y La Florida y que su nombre viene dado por la leyenda que existía en las costas del Caris en el sentido que por está parte de la Mesa de Guanipa, que era un peladero, pasaba un peligroso tigre una vez al año y cómo discutir, sin pisar el terreno de la estulticia, que la fecha referencial más acertada del nacimiento del pueblo, fue el 23 de febrero de 1933. La ciudad es muy joven y todavía están algunos de sus primeros pobladores vivos, lo que no permiten distorsionar esta bella historia, inventando cuentos de caminos aderezados con chascarrillos. Para llegar a conclusiones definitivas, hay que investigar la historia menuda y consultar a sus protagonistas. Es mi humilde opinión.

Está pequeña crónica, escrita con la mayor sencillez, tiene la sana intención de hacer un pequeño aporte a la conservación de la memoria histórica de la ciudad y recordarle a la élite ilustrada, cuando escriban la historia, tener presente estos nombres y esos incipientes comercios que dieron vida al crecimiento y desarrollo de esta linda ciudad. Es la pura verdad.

3 comentarios:

jesus cortez dijo...

yo naci en pueblo ajuro,me vine con mis padres a guayana en el año 68. lo ocurrido al señor ceferino debio ser antes del 68 me acuerdo clarito,el era esposo de nicolaza hija de la señora sabina que vivia al lado de casa en la calle falcon

jesus cortez dijo...

yo naci en pueblo ajuro,vine con mis padres a guyana en el año 68.por tanto lo del señor ceferino debio ser ese año o antes,yo pude observar el resultado de esa tragedia.yo vivia en la calle falcon en la bodeguita de jesus cortez el musico. soy su hijo.

jesus guerra dijo...

¿Por que las crónicas se centran sólo en Pueblo Ajuro y Casco Viejo? ¿Qué pasa, paisano Cheo, que no haces crónicas del Barrio La Charneca? También existen historias interesantes