viernes, marzo 12, 2010

Breve reseña histórica de los edificios municipales

El único encanto del pasado
consiste en que es el pasado
Oscar Wilde (1854-1900)
Novelista, poeta, crítico literario y autor teatral irlandés.


El actual edificio de la alcaldía fue conocido, desde el 23 de enero de 1958 hasta finales del año 1973 cuando fue inaugurado por el Dr. Rafael Caldera, como el elefante blanco. La edificación fue construida en las postrimerías de la dictadura del Gral. Marcos Evangelista Pérez Jiménez y quedó en suspenso su inauguración. La furia que se desató en las masas a la caída del dictador se volcó contra todo lo que de alguna manera representara o fuese vestigio de tan abominable régimen, la turba le destruyó los vitrales y las instalaciones internas fueron saqueadas y luego la edificación que lucía aires de modernidad, fue abandonada por los sucesivos gobiernos. Surgía en esos turbulentos tiempos el imponente elefante blanco en plena primera carrera, hoy Francisco de Miranda.

El Concejo Municipal que desde el año 1948, fecha en la cual el municipio Simón Rodríguez, fue elevado a la categoría de Distrito y cuyo primer Presidente Municipal le toco el honor presidir al destacado luchador político y excelente periodista Pedro Manuel Vásquez, funcionó en el edificio ubicado en la calle Orinoco hasta el año 1974 y, el cual hoy, es la sede del CICPC antigua CPTJ. Esa vieja edificación también albergó durante largo tiempo a la Prefectura y la Comandancia de Policía que poseía igualmente sus retenes en la parte posterior y en cuyas adyacencias además funcionaba el estacionamiento y el taller municipal. La pequeña ciudad tenía concentrado prácticamente en un solo sitio todos los poderes públicos. Los tiempos del pueblo bucólico, pues.

Con el paso de los años y el aluvional crecimiento del pueblo, esas instituciones empezaron a sufrir los rigores que implica el incremento de las demandas del público lo que trajo como consecuencia el hacinamiento de algunas oficinas y otras funcionaban con grandes restricciones e incomodidades. Mientras esto sucedía, el moderno edificio continuaba su deterioro progresivo ya que los sucesivos gobiernos adeístas, que mantenían aversión por todas las infraestructuras que atornillaran en la mente de los venezolanos, algún recuerdo positivo de la cruenta dictadura que le asesinó, encarceló y persiguió a un gran número de sus líderes y militantes, no la concluyeron, dejándola a la buena de Dios, lo que la convirtió en sitio predilecto de malvivientes y lugar especial para depositar porquería y hasta deyecciones de uno que otro vagabundo que pululaba en la ciudad. Abandono total.

A comienzos del la década del 70 un poderoso movimiento de opinión, logró que el Dr. Rafael Caldera en el último año de su gobierno, aprobará el presupuesto para la restauración, adecuación y habitabilidad del elefante blanco para convertirlo oficialmente, tal como fue proyectado, diseñado y construido, a partir del año 1973 en el edificio sede del poder municipal. Ese año presidía el Concejo Municipal el Dr. Adalberto Carrasco Mata quien junto al primer mandatario nacional, rigió los actos protocolares para la inauguración, empero, no fue hasta el año siguiente cuando se procedió a la mudanza de toda las oficinas municipales, labor que iniciaron con la adecuación del despacho presidencial, el cual, fue ocupado por el distinguido amigazo don Joaquín Antonio Salcedo Rojas quien había sido nombrado Presidente Municipal el 2 de enero de 1974. Memoria contra el olvido.

Esta breve reseña histórica, la hacemos para recordar este relevante hecho de nuestra historia local, que pareciera ser olvidado por muchos citadinos y desconocido por las nuevas generaciones de tígrenses, los cuales piensan o creen erróneamente, que la sede del poder municipal en nuestra ciudad, siempre ha sido, la actual edificación ubicada en la avenida Francisco de Miranda. El pasado reciente es encantador y lo rememoramos en estas humildes crónicas con la sana intención de darles respuestas a muchos jóvenes que preguntan por estos hechos y, además con la firme intención de que sean incorporados, por nuestros eximios cronistas, al disco duro de nuestra memoria histórica.


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