viernes, marzo 19, 2010

Personajes de mi pueblo: Albey Jesús Barreto

Pocos ven lo que somos, pero
todos ven lo que aparentamos
Nicolás Maquiavelo (1469-1527)
Historiador y filósofo político italiano.

El trabajo dignifica. El oficio en la calle es duro. Las apariencias engañan. La gente lo ve como un vagabundo más que deambula sin rumbo. ¡No! es un humilde trabajador que vende quincalla, recoge aluminio y, que en los carnavales, con sus vistosos, seductores, atrayentes y espectaculares bailes siempre obtiene el premio mayor. Es Albey Jesús Barreto, nieto del señor Cleto Quijada, uno de los primeros margariteños que llegó al embrionario pueblo de El Tigre. Nació el 20 de junio de 1954 en el Casco Viejo y es hijo del matrimonio Antonio Jesús Quijada “Cletico” y Juana de Dios Barreto – ambos celestiales – como expresa en su florido vocabulario, el misterioso hombre que pintó la estatua de Bolívar.

Este personaje, que estudio la primaria entre los colegios Hernández Pares y Trujillo y la secundaria en Ciudad Ojeda –estado Zulia – en un Liceo ubicado en Banco Obrero, fue el que tuvo la ocurrente temeridad de pintar el caballo, la guerrera y las charreteras del Libertador. El 11 de junio de 1985, mientras dormía, atendió el llamado de Bolívar que le expresó su molestia, ya que su caballo – que debe ser blanco - estaba enmohecido, negro y su guerrera desteñida, ordenándole que procediera a restaurarle, rehabilitarle y regenerarle la pintura. Esa misma noche cumplió la orden, llegó a la Plaza Bolívar a las 2 AM y a las 5 y 15 AM estaba lista la tarea. Nadie lo vio, empero, esa misma mañana escuchó los comentarios de la gente, que alarmada hablaban acerca de una presunta conspiración guerrillera y, hasta apuntaban con sus dedos acusadores, a algunas organizaciones políticas de oposición. Entonces el mismo Albey, actuando con la mayor responsabilidad y seriedad, contó a varias personas su revelación y ocurrente temeridad. Los cuerpos policiales, al enterarse, lo detuvieron por averiguación y en esa condición estuvo 14 días cuando lo pusieron en libertad. ¡Bingo! Revelación cierta, el 14 es el número del caballo en el popular juego de los animalitos, dice con su proverbial buen humor.

Albey Jesús Barreto cree firmemente que es vidente, profético, que posee una mente muy desarrollada del coeficiente Standard y, poseyendo esa condición especial, también se dedica a la botánica. Prepara medicinas herbarias que sirven para curar algunas enfermedades y dolencias a muchos amigos, relacionados, vecinos y a quien lo requiera. Como vidente, durante las noches, recibe las revelaciones e indicaciones de lo que debe hacer y, en la mañana las cumple procediendo a pintar en las paredes los mensajes, que para muchos son incomprensibles por los códigos, símbolos y lemas que utiliza, pero que llegan a quien van dirigidos que los entienden perfectamente. En muchos paredones hay esos mensajes pintados con insumos que el logra obtener en latas que encuentra en la vía y que asegura, se las coloca Dios en su camino, para que cumpla con la misión de plasmar los mensajes de las revelaciones. Ver y escuchar para creer.

La cuestión no es tan fácil, en algunas revelaciones, el mensaje hay que buscarlos a través de personas específicas que le señalan. Le indican llamar a varias empresas; p.e., la fábrica de pilas Rayovac de Venezuela, allí lo atiende una secretaria de nombre Danni, en Arroz Agua Blanca, Patricia y en Azúcar las nieves, Karlas. Al entablar con ellas cordiales conversaciones telefónicas, logra descifrar la revelación para luego plasmar el mensaje en uno o varios paredones. En una oportunidad, le llegó la revelación de que ocurriría un terremoto en California, llamó a la Base Aérea Francisco de Miranda ubicada en La Carlota, les alertó acerca del inminente peligro que corría esa metrópoli norteamericana y el oficial de guardia que lo atendió, le dijo que ellos no podían hacer nada. Albey insiste en que ellos tienen medidores y equipos sofisticados que pudieron ser útiles para chequear la inminencia del sismo y avisar. Lamentablemente no lo hicieron y, a los 3 días, detonó el terrible movimiento telúrico que creo una gran calamidad. Habrá quien no le crea, pero hay que concederle el beneficio de la duda.

Nuestro personaje dice poseer sangre Azul, tipo AV. ¿Existe? Esa sangre borra la tinta china y sirve para preparar las vacunas contra el SIDA. Las pruebas las hicieron en China. Albey, dice haber donado 2 cubitos que le extrajeron las especialistas Patricia Velásquez y María de Ruggieri, los cuales se perdieron en el hospital el 20 de diciembre de 2004 y el 16 de julio de 2005, leyó en El Universal que fueron vendidas al país asiático por una suma cercana a los 4 mil millones de dólares. ¿Mitomanía? También cuenta que fue voluntario a cumplir el servicio militar, faena de la cual se siente orgulloso, porque según sus palabras, “Un soldado de la patria vale más que el conquistador del universo”. Los que no le creen o dudan de la veracidad de lo que nos reveló, pueden abordarlo en la calle o visitarlo en su residencia en la calle el Silencio Nº 1 del barrio Las Delicias. Estoy seguro quedarán sorprendidos de la seguridad y certeza con los cuales aborda este y muchos temas más.

Las apariencias engañan. Uno puede o no creer las cosas que Albey afirma, sin embargo, lo que podemos asegurar es que, estamos ante un personaje que pocos ven lo que es, pero que todos juzgan por su apariencia y, por que no decirlo, por la ocurrente temeridad de pintar la estatua del Libertador, lo cual hizo “ingenuamente e inocentemente” cumpliendo un mandato del mismísimo Simón Bolívar, que se lo ordenó en una revelación nocturna. Ese hecho insertó su nombre en las leyendas anecdóticas de la ciudad y nosotros hacemos este humilde esfuerzo de recrear estos pasajes urbanos para que nuestros eximios cronistas, cuando escriban la verdadera historia local, incorporen estas remembranzas al disco duro de la memoria histórica de nuestra querida ciudad.


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