miércoles, febrero 24, 2010

Personajes de mi pueblo: “Chabelo” Arismendi

A fin de cuentas, todo es un chiste
Charles Chaplin (1889-1977)
Actor, productor y director inglés.

José Isabel Arismendi, margariteño de pura cepa, nació un 9 de julio de 1944 en Atamo, municipio Arismendi. A los 7 años llegó a El Tigre de la mano de su progenitora Petra Antonia Arismendi, se sembró en la Mesa de Guanipa y por su característica viveza criolla, se ha convertido en un personaje muy popular, dónde es conocido por propios y extraños como “Chabelo”. Posee en su historial de hombre vivaracho muchísimas anécdotas, de las cuales haremos mención a algunas, por iniciativa de él mismo. Vale la aclaratoria para los insidiosos de oficio, que luego de leer estos destellos, salen a felicitarme por la agudeza, crudeza y realismos de los mismos y luego llaman a los personajes mencionados para darles casquillos e intentar ponerlos en mi contra. Estoy autorizado por “Chabelo” y punto. Control sanitario contra los pérfidos.

1-En una oportunidad, un grupo adolescentes que estudiaban educación media, en el otrora combativo liceo Briceño Méndez, que habían inscrito una plancha en nombre de Acción Democrática para participar en las elecciones estudiantiles, estaban en la oficina de la secretaria juvenil, elaborando la propaganda en las usuales pancartas y cartulinas. Les faltaba un poco de orientación en cuanto a la perspicacia de los mensajes que llamaran la atención del conglomerado estudiantil y orientaran los votos hacia sus opciones. Llaman a “Chabelo” que para el momento se desempeñaba cómo Secretario Político y segunda autoridad jerárquica del partido del pueblo para requerirle de su experiencia y creatividad en las lides electorales y les recomendara un slogan. Éste con la velocidad e impulsividad que lo caracteriza, les dijo: Agarren el marcador y escriban: “La uña en el ojo duele” la reacción de los estudiantes no la revelo, pero mis desocupados lectores la podrán imaginar.

2-En el inició de la campaña electoral del Dr. Jaime Lusinchi, visitó la casa de AD, un grupo de especialistas y expertos en publicidad y propaganda. Una vez que explicaron la estrategia y, del porque habían tardado tanto tiempo en su implementación, hubo un derecho de palabra para los miembros del Comité Ejecutivo Distrital. Tomó la palabra el Dr. Nelson Navarro, Secretario de Profesionales y Técnicos – adeco rabioso hasta que llegó la revolución – y dejó entrever su preocupación por la tardanza en el arranque de la campaña ya que COPEI, para ese momento, había tomado los paredones mejor ubicados de la ciudad, en los cuales habían escrito en vistosos murales, su slogan de campaña: “Caldera es mejor, en cuestiones de segundo lo interrumpió “Chabelo” y le dijo “No se preocupe compañero, eso no es problema, ahorita salimos y le colocamos con spray, en la parte de abajo YO TE AVISO CHIRULÍ” los visitantes, se vieron las caras y atónitos abandonaron la reunión en silencio. Mis desocupados lectores podrán interpretar cabalmente ese silencio.

3-Antes de que el juego del 5 y 6 fuese incorporado a la red de Internet era mecanizado. En esa la época proliferaban en pueblos y ciudades los populares sellados los cuales estaban ubicados estratégicamente en bares, restaurantes y establecimientos más concurridos por los citadinos. “Chabelo” que era el sellador oficial de la máquina 4.596, que funcionó por muchos años en el bar restaurantes “La Fortuna”, ubicado en la avenida Humboldt cruce con Germania en Ciudad Bolívar, se convirtió en el sellador más famoso de Venezuela. Alí Khan, unos segundos antes de que el juez diera la partida a la primera carrera valida para el popular juego, anunciaba el monto de la jugada y periódicamente sorprendía a los jugadores que habían sellado su cuadrito en ese sitio. ¡Atención!, ¡atención! Ciudad Bolívar, repetía con su incomparable voz el príncipe de la narración hípica. Los cuadros sellados en la máquina número 4.696 que funciona en el sellado “La fortuna” en Ciudad Bolívar a cargo del señor José Isabel Arismendi, NO ENTRARON EN JUEGO por lo que se le recomienda a los apostadores pasar el próximo sábado a hacer efectiva la devolución de sus apuestas. Hasta allí, conozco la historia, lo demás habrá que preguntarlo a “Chabelo” que volvía a su actividad normalmente y conservaba su concurrida, inmensa y fiel clientela. Gajes del oficio, pues.

4-en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez Rodríguez, nombraron a Emerson Camero como Prefecto del Distrito Simón Rodríguez y a “Chabelo” Secretario. Al poco tiempo, Camero solicitó permiso por razones de salud y encargaron de la prefectura a nuestro personaje. En pleno ejercicio de sus funciones cómo Prefecto, le llegó un compañero y amigo para denunciar que un vecino le había robado 3 gallinas. Inmediatamente llamó al oficial de guardia de la policía, que para el momento era Bricio Herrera Sosa y le solicitó que trajera a su despacho al indiciado y, a los pocos momentos llegó la patrulla con el hombre. ¡Sorpresa! También era compañero y amigo. Hermano, lo abrazo y preguntó ¿Qué le pasó? Y este responde. Compañero, estoy pasando hambre con mis hijos y me vi obligado a sustraer las gallinas del vecino, pero cómo soy un hombre honesto, todavía no les he matado y están en mi casa. ¡Gracias a Dios! Exclamó “Chabelo” llamó de nuevo a Bricio y le dijo acompañe al amigo para que traiga el cuerpo del delito. Fueron y regresaron con las 3 gallinas. Sentó a los 2 vecinos al frente y les dijo. Vamos a solucionar este problema entre hermanos. El amigo está pasando hambre y por su sinceridad y honestidad merece una gallina, usted que es el dueño llévese una y cómo yo salve las gallinas me quedaré con una y santo remedio ¿De acuerdo? Nadie chistó y solucionó el conflicto sin violencia y sin dejar detenidos y malos entendidos.

Héctor Vásquez, para ese momento, se desempeñaba como sumariador para sustanciar los expedientes a las personas a quienes había que aplicarle La Ley de Vagos y maleantes, observó todo el procedimiento y cuando los vecinos abandonaron la oficina, se dirigió a “Chabelo” y le dijo “muy buena la solución del problema, lo felicito mi Prefecto, pero ¿Cómo quedo yo allí?” “Chabelo” sin inmutarse le respondió. “Yo se que a ti también te gusta la mantequilla, Llévatela la gallina, la matas y me traes la mitad” Tremenda solución y repartición. ¡Una pelusa! diría el cronista oficial de la ciudad, don Gustavo Perdomo.

Muchas son las anécdotas de este singular personaje de la ciudad, el cual goza del aprecio, el cariño y el estima de densos sectores de la comunidad y, del cual repito, relatamos estas episodios por su propia iniciativa y con la firme esperanza de que podamos en el marco del mayor respeto, consideración y autenticidad, relatar esos momentos humorísticos que sucedieron en la vida real, para que queden como sello indeleble de nuestra idiosincrasia y las almas amargadas, insidiosos y pérfidos entiendan que, no hay malevolencias que valgan cuando, todo es un chiste. Para hablar en serio, no hay que vestirse de luto. Sonríanle a la vida o morirán como las chicharras tropicales, reventados.



miércoles, febrero 17, 2010

Una breve reseña histórica de la ciudad

Donde no está el hombre,
la naturaleza es un desierto
William Blake (1757-1827)
Poeta y artista inglés.

El 23 de febrero de 1933, al calor de la industria petrolera, nació la ciudad de El Tigre. No hubo fundación. Con la llegada de los campesinos del Caris y zonas aledañas, el pequeño poblado se fue formando alrededor del pozo OG-1. Esa incipiente población embrionaria fue tomando cuerpo y fue creciendo a un ritmo moderado en las primeras décadas. Luego cuando recibió una gran cantidad de inmigrantes provenientes fundamentalmente de la Isla de Margarita, de los estados vecinos y uno que otro extranjero, emprendió su camino hacía su pleno desarrollo. Ese proceso, tuvo una seria amenaza en la década del 60, cuando una pavorosa recesión petrolera nos colocó casi a la par del pueblo de Ortiz que inspiró a Miguel Otero Silva para escribir su novela “Casas Muertas” en la cual reflejó brillantemente la infecunda suerte de esa población del estado Guarico. Esa crítica situación aquí fue superada por muchos hombres y mujeres que se la jugaron, no abandonaron, perseveraron y lograron que el pueblo sobreviviera a la hecatombe. Memoria contra el olvido.

En ese difícil momento el pueblo de El Tigre sufrió una espantosa recesión producida por la reducción a niveles mínimos de la actividad petrolera en la región. Mucha gente se marchó y otros más audaces resistieron. Llegamos a convertirnos, por momentos, en un pueblo fantasmagórico. Imagínense que los terrenos, hoy considerados lomitos ubicados en la avenida Francisco de Miranda se cotizaban a Bs. 0,25 el metro cuadrado, los ofrecían a crédito y pagaderos en cómodas y olvidadizas cuotas. Muchos testigos presenciales y protagonistas todavía viven en la ciudad. Ellos pueden dar testimonios de esa aciaga coyuntura histórica. Es cuestión de indagar un poco y veremos que no todo el camino estuvo, como en el presente, empedrado de bonanza. Hay vecinos que se comieron y se comen las verdes para ayudar a la prosperidad de nuestra pequeña urbe. Héroes anónimos a los cuales hay que rendir homenaje.

Algunos vecinos, comerciantes e industriales soportaron y sobrevivieron a la espantosa recesión económica y el pueblo volvió a agarrar su lento ritmo de crecimiento. En la década del 70 con la llegada de La Gran Venezuela, el poblado aceleró su desarrollo y expansión, logrando consolidarse cómo ciudad y convertirse de hecho en la capital del sur de nuestro estado Anzoátegui. El eximio poeta Helí Rafael Colombani Bianchi, oriundo de Irapa, estado Sucre e hijo adoptivo de la Mesa de Guanipa, visualizó esa realidad, manejó la idea, la impulsó, promovió y dejó en el ambiente la posibilidad de que, en una oportunidad no muy lejana, cuando se produzca una nueva división político territorial en el país, está inmensa región del sur anzoatiguense, pueda convertirse en el estado Guanipa, cuya capital sea nuestra querida ciudad. Es un sueño que puede cristalizarse. Tiempo al tiempo.

El petróleo, la recesión, la agricultura, el petróleo de nuevo y otra vez la agricultura es el escenario pendular dónde se ha desarrollado la vida de nuestra ciudad de El Tigre. La siembra e industrialización del Maní, que consecuencialmente nos trajo el nacimiento de Agrícola Guanipa, C.A (AGUANCA) y los silos de ADAGRO son testigos de un renacimiento en la década del 70. La elevación del municipio Guanipa a Distrito le amputó al Distrito Simón Rodríguez un inmenso territorio petrolero, lo convirtió en el Distrito geográficamente más pequeño del sur del estado, lo privó de obtener inmensos recursos económicos por la actividad petrolera que paradójicamente le había dado vida, sin embargo, el crecimiento de la ciudad, no se ha detenido, no se detiene por esas vicisitudes y, a pesar de que no contar con un Plan de Desarrollo Urbano Local actualizado, que le permita a las autoridades poner fin a la anarquía. La ausencia de ese plan facilita que cíclicamente germinen nuevos sectores populares sin orden ni concierto. Van más de 160 barrios, lo que ha creado y crea dificultades con la prestación de los servicios públicos, que por añadidura, están viviendo la peor crisis de la historia patria. Hay que poner orden en el desorden o todos, con el paso inexorable del tiempo, seremos víctimas. Las autoridades tienen la palabra.

Nuestra ciudad que disfruta de una ubicación geográfica envidiable – somos una encrucijada – ahora toma un nuevo impulso con la siembra e industrialización de la Soya, rubro agrícola que el gobierno debe conciliar con el desarrollo de los pequeños y medianos productores, que a pesar de todas las emergencias vividas, han permanecido produciendo en pequeña escala una parte importante de los productos agrícolas y pecuarios de nuestra dieta diaria. Uno siempre realista, optimista y casado con el desarrollo integral de la ciudad y en general la Mesa de Guanipa, apostamos por el éxito de este nuevo experimento agrícola con la plantación de la Soya a gran escala y su industrialización. Hay ya una planta industrial en las adyacencias de la antigua AGUANCA que piensan, según las autoridades actuales, ampliar para sacarle el mayor provecho a este importante rubro. No importa quien lo haga, lo importante que es que lo hagan y lo hagan bien. Es la aspiración colectiva.

No importa que sea petróleo, no importa que sea agropecuario, ni importa que sea de servicios, no importa que se comercial, no importa que sea localidad de paso, lo importante es que la ciudad de El Tigre ha sido, es y seguirá siendo, por siempre, el punto de referencia más importante de la zona sur del estado Anzoátegui y algún día se convertirá en la capital oficial y de derecho – ya lo es de hecho – del nuevo estado que todos aspiramos sea convertida esta inmensa, productiva y rica área geográfica. Ya lo dijo el poeta español Antonio Machado “Caminante no hay caminos, se hace camino al andar” y uno simple mortal parafraseando al poeta de rubio podemos decir “Amanecerá y veremos. Las presentes y nuevas generaciones tienen la palabra. Nunca es tarde para emprender la lucha.

Esta breve reseña histórica de la ciudad que nos vio nacer, la hacemos con la sana intención de que las presentes y nuevas generaciones de tígrenses y los inmigrantes que escogieron esta ciudad como su patria chica, tengan una visión general y aproximada – nadie es dueño absoluto de la verdad – de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos. También es un aporte para que nuestros eximios historiadores y cronistas tengan una humilde opinión – aunque no oficial – que pueda servirles en la profundización del estudio de nuestra historia, la cual los puede acercar a nuestros inicios que antes fueron un inmenso pajonal y chaparral como era en su estado virgen la Mesa de Guanipa, hasta la llegada de los hombres que iniciaron la perforación del pozo OG-1 y, por supuesto, los campesinos del Caris los cuales encontraron, en principio, un nuevo mercado para sus productos artesanales, agropecuarios y culinarios y luego un motivo para quedarse, como en efecto, se quedaron en endebles bahareques y el resultado está a la vista. Una pujante y gran ciudad.

“La más larga caminata comienza con un paso” nos recuerda el proverbio hindú. Los trabajadores del pozo petrolero OG-1, los campesinos del Caris y zonas aledañas dieron los primeros pasos, luego con la incorporación de los inmigrantes margariteños hoy podemos decir orgullosos “hay futuro” y la larga caminata, apenas comienza.




miércoles, febrero 10, 2010

Bosquejo histórico de la ciudad

No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños
Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.)
Escritor, político y orador romano.

Nos acercamos a la celebración de otro aniversario del caserío, aldea minera o poblado, dónde se inició el pueblo que dio origen a la pequeña urbe de la cual disfrutamos en la actualidad. La fecha del 23 de febrero es referencial y ya está institucionalizada. El Tigre, ciertamente no tuvo fundación. Un azar del destino condujo hasta esta inmensa y desértica sabana una cuadrilla de trabajadores petroleros, liderados por unos norteamericanos, que exploraban la zona en busca de petróleo. El sismógrafo, dio positivo en el área dónde hoy está ubicado Campo Oficina e iniciaron las labores de perforación del pozo a cargo de la trasnacional Gulf Oil Company (OG-1: Oficina Gulf 1) en el citado día y mes de 1933, las cuales fueron completadas el 16 de marzo de 1937, con una producción acumulada de 1.104. 921 barriles de oro negro. La placa que ilustra esta crónica no deja lugar a dudas de esta verdad histórica.

En las adyacencias de esa locación petrolera, se ubicaron en frágiles bahareques, los primeros pobladores del pueblo, en su mayoría provenientes de las riberas del río Caris y pueblos cercanos cómo el Pao de Barcelona, Cantaura y Ciudad Bolívar. Ante el inminente peligro que corrían, la empresa encargada de las labores de perforación, solicitó que esas personas, fueran reubicados, crearon una zona de protección que a la postre resultó Campo Oficina y los bahareques reaparecieron en lo que hoy se conoce como el Casco Viejo. La pila de Agua en la calle Ribas, al frente de la familia Piñero, confirma esta verdad histórica.

En nuestra constante búsqueda de información e investigación que nos permita una aproximación veraz, objetiva y fidedigna de nuestro reciente pasado histórico, nos encontramos con hechos y personajes de la época embrionaria del pueblo, que consideramos pertinente recordar y nombrar cuando se acerca esta fecha aniversaria, para que sean incluidos, los que no estén, en el disco duro de la memoria histórica de la ciudad. Veamos:

El señor Pedro Key, en la calle Héctor Villegas, instaló la primera botica y más tarde, don Ascanio Rodríguez, en las adyacencias de lo que hoy se conoce como la Plaza Cone – antes plaza La Mascota – nombrada así, porque en una esquina estaba ubicada la tienda “La Mascota” del comerciante Polo Poletti, fundó la farmacia Principal. En la calle Héctor Villegas cruce con Colombia – frente a la bodega la Chaparreña de don David Barrancas – funcionó el primer prostíbulo que regentó un maracucho conocido como “pecho pelúo”. Un hijo de Pedro Key, de su mismo nombre, en la calle Orinoco, inició una venta de revistas que luego convirtió en una librería, para más tarde incursionar en el mundo político y fue nombrado jefe civil de la parroquia. Ham Lee, un chino que vino en la cuadrilla con los americanos en el rol de cocinero, fue le primer cantonés que llegó a esta zona y fue también quien introdujo el sabroso, nutritivo y apetecible pan chino, todavía su hijo Leopoldo Lee, en la calle Caracas, con sus viejas herramientas elabora el pan y lo distribuye a precio solidario entre los vecinos del sector Casco Viejo. En la calle Lara, se edificó el Hotel Manzanares, de la señora Petra quien era oriunda de Atapirire y cuyas instalaciones todavía son utilizadas por algunas familias formando una vecindad El señor Juan Palma instaló la primera panadería artesanal muy cerca de la bodega de Alcibíades Cone que tenía un hermano, casi nunca citado de nombre Pedro Cone, que también era bodeguero en ese tiempo. José María Lira Reyes, montó la primera gallera en la calle Ribas, exactamente detrás dónde luego fue fundada la Casa del Pueblo por don Rafael García. Hay vecinos vivos de esa época que pueden corroborar estas verdades históricas.

Don Eleuterio Arcia, que murió en el año 1945, construyó en la parte sur dónde posteriormente se construyó la plaza Bolívar, hoy plaza Simón Rodríguez, 3 locales en uno de los cuales instaló su familia proveniente de Barcelona, otro lo alquiló al gobierno que ubicó la primera jefatura de policía y en el tercero fundó un negocio de víveres “Brisas de Mi Campiña”. Su hijo Eduardo Arcia, recuerda que hubo un tiempo que le fue muy mal y frustrado, decidió volver a la capital del estado, a tal efecto, alquiló un camión en Barcelona para la mudanza el cual tardó mucho tiempo en llegar, en ese ínterin, un amigo le entregó a crédito 2 reses para que las vendiera detallada, lo cual hizo con un inusitado éxito, se volvió a entusiasmar, canceló la mudanza, reformó el local del negocio y construyó unos portales para vender víveres, hortalizas en uno y el otro para expender carne debidamente guindada en ganchos. Esa nueva actividad atrajo a muchos campesinos del Caris, que encontraron un lugar ideal para expender sus productos en ese terreno que estaba solo – luego fue construida la plaza – y el cual se convirtió en el primer mercado a cielo abierto de la ciudad. Este testimonio confirma estas verdades históricas.

Estos hechos ciertamente pasaron antes de nosotros, sin embargo, es bueno investigarlos para dejar constancia de ellos y fortalecer nuestra memoria histórica. Los que no conocen la historia, tienden a repetirla, por ello Baruch Spinoza recomendaba “si no quieres repetir el pasado, estúdialo” nosotros hacemos el esfuerzo con la firme intención de contribuir para que nuestros eximios cronistas e historiadores cuenten con material fidedigno a la hora de escribir la verdadera historia de la ciudad. Es un aporte a nuestro acervo cultural.


viernes, febrero 05, 2010

Personajes de mi pueblo: José Ramón Ramírez

La verdadera humildad consiste en estar satisfecho
Henri Frédéric Amiel (1821-1881)
Crítico suizo.

Levantarse de la cama a las 3.30 AM, hacer café, avena, toddy, café con leche, manzanilla, disponerlos cuidadosamente en 8 termos, colocar los recipientes en la cesta de una bicicleta de repartos y salir a las 5.30 AM de un humilde hogar a ofrecerlo a los transeúntes y trabajadores madrugadores, no parece una tarea fácil para ganarse la vida. Sin embargo, en esta pobre Venezuela, cuyo gobierno alardea de sus riquezas materiales, hay compatriotas que la necesidad, falta de puestos de trabajo, oportunidades y por dignidad, están obligados a esa extenuante tarea diaria. Este es el caso de José Ramón Ramírez, que en la búsqueda de mejores oportunidades, lo impulso a venir a esta ciudad, desde su tierra natal Zaraza, estado Guarico, hace 18 años y los vaivenes económicos lo han ubicado en esas labores informales. El hombre y sus circunstancias. El trabajo dignifica, ayer, ahora y siempre.

En la zona rural de su tierra natal dónde nació un 15 de agosto de 1961, aprendió las labores del campo, en su incesante búsqueda de mejorar su calidad de vida, se enrolo en el ejército y cumplió su servicio militar obligatorio en las ardientes tierras del Zulia. En su paso por la milicia, aprendió a leer, escribir y egresó con el grado de cabo segundo. Con la satisfacción del deber cumplido, retornó a su patria chica y conoció al señor Ángelo Sano que siempre viajaba hasta esas tierras guariqueñas. Era el propietario del supermercado Sol de Oriente quien, además poseía una finquita entre El Tigre y El Tigrito, en el área dónde hoy se levantan los modernos desarrollos habitacionales que unen a ambas ciudades, este próspero comerciante, lo contrató para trabajar en esa pequeña huerta. Allí cumplió tareas del campo 1 año y luego pasó a formar parte del personal del supermercado por espacio de 3 años y, después, con sus ahorros y prestaciones sociales, creó un capital de trabajo para dedicarse a la buhonería en la concurrida zona que va desde El Luchador, plaza Generalísimo y mercado municipal. La Sabana Grande de El Tigre, pues.

Este humilde, pero honesto trabajador, está casado con su paisana Justa Reyes y le ha tocado mantener, orientar y educar 6 descendientes: Ligia, Francisco Javier, Vilma, Zulma, Liliana y Dennis que le han dado, por los momentos, 7 nietos y todo con los modestos ingresos que le provee su actividad de trabajador informal. En las calles como buhonero tuvo 12 años, hasta que hastiado del acoso de las autoridades que cambiaban la reglas de juego permanentemente y para evitar romper su limpia trayectoria de hombre honrado, decente y trabajador que nunca ha tenido problema con los cuerpos policiales y la justicia, se retiro para dedicarse a la actividad, en que se mantiene vendiendo el cafecito mañanero y en cuyo trabajo no tiene sobresaltos de ningún tipo y la cual desarrolla en el sector de la estación de servicio “La confianza”, el Súper Mercal de Campo Oficina y el mercado municipal. Es un proveedor seguro y confiable para su gran cantidad de clientes que ha logrado captar, lo que le permite cumplir su labor a primeras horas de la mañana y dedicar las horas del día para comprar los insumos los cuales están escasos, costosos y difícil de conseguir y, luego regalarse algunas horas diurnas, para el merecido descanso. Se dice fácil, pero es bien difícil. El que quiere, puede a pesar de todas las vicisitudes.

José Ramón Ramírez, que vive en la calle Cantaura de Oficina 1, es uno de esos tantos venezolanos madrugadores que todos los santos días, está en la calle antes que el astro rey, empiece a iluminar nuestras mañanas. Los demás compatriotas que comparten esa actividad tempranera, lo hace unos a pie, otros en motos y algunos colocándose en esquinas estratégicas. Todos estos insignes trabajadores lo hacen con el mayor cariño, diligencia y buen humor. Este hombre humilde, bondadoso, decente y laborioso, que con su proverbial timidez, dice sentirse a gusto con su rutina diaria, tiene la esperanza de que si la situación laboral mejora pueda incorporarse a otra actividad, lo cual haría encantado de la vida para garantizarse alguna seguridad social, pero por ahora, gustosamente se gana la vida llevando en su bicicleta de reparto el cafecito caliente a todos los, también trabajadores, que madrugan para redondearse la arepa. El que madruga Dios lo ayuda.

Estos trabajadores informales, que exhiben una disciplina marcial, forman parte de nuestro permanente paisaje mañanero y los cuales rescatamos como excelente personajes populares para escribir un pequeño bosquejo de sus historias, esperando sean incorporadas por nuestros eximios cronistas y escritores cuando escriban las historias urbanas de la ciudad, a nuestro acervo histórico y dignificarlos ante el colectivo para que sean respetados, reconocidos y considerados a la hora de hacer reconocimientos a los verdaderos y auténticos emprendedores de nuestra querida comunidad. Es un humilde obrero solvente, decente, honesto y satisfecho. Honor a quien honor merece.