domingo, febrero 13, 2011

Personajes de mi pueblo: Anécdotas

Los hombres son como los astros, unos dan
luz de sí y otros brillan con la que reciben
José Martí (1853 – 1895)
Político y escritor cubano.


NO ES CUALQUIER COSA

El popular José Vicente La Rosa, en una oportunidad, estaba disfrutando de unas gélidas en el Club Mogollón, el cual fundó nuestro entrañable amigo Luís Alexis Mogollón, quien lamentablemente falleció de forma prematura en un accidente de transito, y súbitamente repica su celular, atiende y es su esposa Yelitza Millán. “Dime amor”, atiende. Escucha atentamente y se despide. “Amor no te preocupes, yo me encargo”, adicionando una máxima militar “Eso es una orden y las órdenes no se discuten, se cumplen y punto”. Los amigos intrigados le preguntan ¿sucede algo hermano?” No, nada grave, es que el niño tiene la hemoglobina baja y el médico le recomendó que desde mañana, le iniciaran una dieta, preferentemente a base de hígado y, las instrucciones del galeno, hay que seguirlas al pie de la letra. Correcto hermano, le dijeron los amigos.

Entonces, me disculpan un momento, voy a comprar el hígado, ya regresó” dijo y salió. Al rato volvió con un hígado y los amigos le vuelven a interrogar ¿Y dónde consiguió ese hígado enterito? José Vicente, con su proverbial circunspección y su característico vozarrón, les respondió en alta e inteligible voz. “fui a las carnicerías de José Luís Vidal, la de Nelson Tovar y la de “Chicho” Ribas en las cuatro vías y ninguna de esas “taguaritas” tenían hígado. Entonces, como ya estaba en la vía y, no podía seguir perdiendo mi tiempo que vale oro, me fui al Caris, llegué al fundo “La Optima” del Chino Lira y le solicité que mandara a sacrificar con urgencia un buen novillo, se lo cancelé, le pedí a los matarifes el hígado para la dieta de mi hijo y lo demás, se los dejé para que lo repartieran entre ellos e hicieran una humilde parrillada con el dueño del fundo ¡Una pelusa!, diría don Gustavo Perdomo, cronista oficial de la ciudad. Franklin Bravo, encargado del Club Mogollón, José Vicente Torrealba y el poeta José Gregorio “Golo” Mogollón, que presenciaron el desprendimiento y lo mano suelta de este “obrero solvente”, exclamaron al unísono: ese es José Vicente La Rosa, que no es cualquier cosa.

MÁS VALE PREVENIR QUE…

En el año 1976, cuando ejerció la Presidencia Municipal el Prof. Augusto Enrique Tenorio Meza, fue nombrado por la mayoría de los concejales que conformaban la Cámara Municipal de entonces Síndico procurador Municipal, el Dr. Graciliano Rubén Cazorla Pino y, en esa condición fue invitado por el Presidente del Concejo, para asistir a una reunión con el gobernador del estado el Dr. Pedro Tabata Guzmán y dónde ambos, como representantes legales de la municipalidad, tenían que firmar algunos documentos oficiales. La cita era un lunes a la 8AM en el despacho del primer mandatario regional. El Prof. Tenorio, que había adquirido un Ford Torino, último modelo, le dijo que lo pasaba buscando temprano y el Dr. Cazorla le respondió no hay problemas, viajamos juntos. El lunes a las 6 y 30 AM estaban en la carretera y el Prof. Tenorio, que siempre se ha caracterizado por tener pata caliente cuando conduce un vehículo, prácticamente volaba en la carretera. Los acompañantes, no decían nada, pero llevaban los nervios de punta.

El Dr. Cazorla, a pesar de los nervios que lo atacaron al ver la velocidad como se desplazaban, guardó silencio y cuando iban llegando a Cantaura, le dijo “compañero Tenorio, échese una paradita en “Los Bucares” que necesito ir al baño. Ese negocio, estaba ubicado al lado de la carretera y era en esa época, prácticamente una parada obligatoria, ya que expendían comida criolla de primera, abundante y para todos los gustos. Hicieron la parada y el Dr. Cazorla fue al baño, regresó, solicitó un servicio de comida y con la parsimonia que lo caracterizaba empezó a degustarlo. El Prof. Tenorio, que sólo había pedido un cafecito, le dijo “Me disculpa doctor, pero va tener que echarse una apuradita que vamos a llegar tarde y tenemos que cumplir con nuestra misión oficial” a lo que el Dr. Cazorla respondió con su proverbial circunspección “el que me va a disculpar es usted Presidente, yo no estoy apurado, aquí espero una cola o agarró un carrito y me llegó a la gobernación, lo que no haré ni loco, ni que me destituyan del cargo, es abordar de nuevo tu bólido, espéreme allá y tenga la seguridad que llegaré tarde, pero vivo”. No hubo forma, ni manera de convencerlo para que continuara el viaje en el vehículo del Presidente Municipal y se quedó. El Prof. Tenorio continúo, llegó a la gobernación firmó, regresó en horas del mediodía y bien entrada la tarde, apareció el Dr. Cazorla fresquesito y le dijo. Misión cumplida”. La cuestión no pasó a mayores y ambos se entendieron de maravilla durante el tiempo que ejercieron sus funciones en la municipalidad. Alguien diría, con sobrada razón. ¡Más vale prevenir que lamentar!

Los personajes, a los cuales hacemos referencia en estos humildes destellos, forman parte de la historia reciente y otros son protagonistas de nuestros hechos cotidianos y podemos decir, sin temor a equívocos, que han brillado y brillan, con sus virtudes y defectos con luz propia y, los cuales recordamos para que, cuando nuestros eximios historiadores, cronistas e investigadores de nuestro rico y primoroso pasado, decidan escribir la verdadera y autentica historia de esta ciudad, que nació al calor del oro negro, el 23 de febrero de 1933, los tengan presentes y los puedan incluir en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!


Graciliano, Adalberto y Antonio Domínguez


José Vocente La Rosa

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