viernes, febrero 04, 2011

Personajes de mi pueblo: Jesús Alejandro Jiménez

Humilde somos, humilde hemos sido, y humilde seremos
Charles Dickens (1812 – 1870)
Escritor inglés.


Hay sitios muy concurridos en la ciudad. Uno de ellos está ubicado en la avenida Rotaria, exactamente frente la Estación de Servicios “La Confianza”. Allí funcionan algunos kioscos, que ofrecen ricos desayunos a base de empanadas, arepas rellenas, cochino frito, refrescos, jugos envasados y naturales, chucherías, artesanías, curiosidades y, para que la gente pruebe su suerte, bellas anfitrionas, atienden las ventas de loterías (Animalitos, terminal, triples, lotos y triples gordos). En ese lugar, hay visitantes permanentes, dónde destaca don Jesús Alejandro Jiménez, un margariteño naturalizado tígrense y, el cual goza del aprecio, el cariño, el respeto, la admiración y comprensión de todos los que conforman esa agrupación de pequeños comerciantes, los cuales inician actividades al despuntar el alba y cierran cuando el astro rey esconde sus potentes rayos. Jornadas laborales de sol a sol, pues.

Oriundo de La Guardia – estado Nueva Esparta, don Jesús Alejandro Jiménez vino al mundo el 28 de agosto de 1928 y fue el primer hijo del matrimonio que formaron el pescador Eleuterio León y la señora María Rosario Jiménez. En esa época eran muy escasos los colegios públicos y, estudió hasta tercer grado en la escuelita privada del maestro Agustín Velásquez, al cual la familia cancelaba 1 bolívar semanal. La situación económica de esa época en la isla era muy precaria y ante la difícil realidad, se vio obligado a abandonar los estudios para acompañar a su progenitor en las labores del mar. En esas actividades trabajo hasta que cumplió los 30 años, cuando decidió emigrar a El Tigre. Como todos los margariteños, que llegaron al incipiente pueblo venía en busca de una mejor calidad de vida. Llegó para quedarse ya que, en esta ciudad, empieza a vivir y disfrutar la cuarta edad, dónde posee una dilatada, larga, productiva e interesante historia personal. ¿No lo cree? Empecemos: tiene 22 hijos, 60 nietos y unos 30 bisnietos, lo que le ganó el mote del “machacador”, al extremo, que Jesús “Chungo” Abreu, quien fue gerente de CADAFE, cuenta que en una oportunidad, no llegó a retirar el sobre de su sueldo. El sobrante poseía el nombre de Jesús Alejandro Jiménez ¡sorpresa! Ningún trabajador identificó al trabajador al cual pertenecía, lo pusieron a buen resguardo y el lunes apareció el hombre a reclamarlo. Correcto, le dijeron. El beneficiario era don Jesús y los demás compañeros exclamaron al unísono: ¡mai por dios diablo!, el “machacador” se llama Jesús Alejandro Jiménez. “Machacador era el mote con el cual lo conocían, por su laureles bien obtenidos de don Juan Tenorio. Cría fama y acuéstate a dormir.

Don Jesús Alejandro Jiménez, posee esa numerosa y honorable familia, empero, como sucede regularmente en todas las familias, los hijos y demás descendientes vuelan, quedando sólo la pareja y para no romper la regla, en su residencia situada en el tercer callejón sur, vive exclusivamente con su esposa Antonia Vásquez, la cual es nativa de Santa Clara, municipio Monagas del estado Anzoátegui y madre de sus últimos 5 hijos. La popular, simpática y carismática Xiorelia Medina, administradora del kiosco “Jeixi”, que en cada cliente tiene un pretendiente, pero un solo matador – a mí que registren, en esas intríngulis consulten a Jesús “Chungo” Abreu, que conoce muy bien esos territorios – nos comenta que don Jesús, a pesar de que ya empezó a vivir la cuarta edad, es “Muy brioso en cuestiones del amor” Agarren el dato, las demás féminas del entorno y prueben sus suerte. Más vale pájaro en mano que cien volando.

Nuestro personaje, llegó a El Tigre con 30 años de edad, buscando un trabajo digno, estable y bien remunerado para mejorar su calidad de vida, lo cual logró, con el Transporte Boada que entre otros contratos, tenía asignado el mantenimiento a los campos sur y norte de San Tomé. En esa actividad de la empresa laboró por espacio de 10 años y, una vez que egresó de su nómina, se dedicó a la albañilería, pero como a nadie la falta Dios, un buen día, lo llamaron para que hiciera una vacación en CADAFE y, cuanta de muy buena gana: “me quede 28 añitos” cuando salió jubilado. En esa empresa eléctrica, se desempeño como ayudante del operador de las maquinarias que trabajaban 24X24 y cuyo combustible era con gasoil y gas. Esas máquinas generaban la electricidad para cubrir todas las áreas centrales y populares de la comunidad. En los 25 años que tiene jubilado, la empresa ha evolucionado mucho y, la demanda eléctrica de la ciudad depende ahora, de modernas sub-estaciones. Modernidad, por cierto, no exenta de dificultades, producidas por la falta mantenimiento, inversión y eficiencia, que nos priva – a los usuarios – de este esencial e indispensable servicio durante varias horas del día o la noche. Los racionamientos, aunque subrepticios, están a la orden día. ¡Por ahora! dicen desde las alturas del poder. El agua desbordó el Guri y la cuestión continúa de mal en peor. No os desesperéis, vendrán tiempos mejores. La esperanza es la última que se pierde.

Este humilde padre de familia, que con su disciplina, trabajo y desempeño familiar contribuyó, contribuye y continúa contribuyendo con el desarrollo económico, social y fundamentalmente con el crecimiento demográfico de nuestra ciudad y, los otros personajes que mencionamos en estos destellos, forman parte de las más bellas páginas de nuestras historias urbanas y, con sus imperceptibles, pero importantes actividades que desarrollan, son también humildes protagonistas anónimos de nuestro devenir histórico. Es primordial entonces, que cuando los eximios historiadores, cronistas e investigadores de nuestro prolijo y exquisito pasado y presente, decidan escribir la verdadera y autentica historia de esta ciudad, la cual nació al calor del oro negro el 23 de febrero de 1933, sean tomados en cuenta a la hora de enriquecer el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!


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