domingo, mayo 22, 2011

El Hotel del Orinoco

Evoluciones progresivas que crecen cada vez más, son la materia de la historia
Friedrich Leopold von Hardenberg “Novalis” (1772 – 1801)
Poeta alemán.


El año 1951, el italiano Leone Hermano, proveniente de un pueblo ubicado en la región de Abruzzos, provincia de Pescara, conocido como Penne, quien era albañil-constructor, llegó y se residenció en el incipiente pueblo de El Tigre. En la búsqueda de estabilidad económica, adquirió un amplio terreno, en lo que hoy se conoce como la zona del luchador, instaló una fábrica de bloques combinada con la venta de materiales conexos (cemento, arena, piedra, granza, etc.), luego en el espacio que daba a la avenida en proyecto – posteriormente la avenida España – inicio la construcción de una pequeña posada de 5 habitaciones, una vez que las concluyó, le colocó el nombre del río padre, el majestuoso Orinoco y las colocó al servicio de los viajeros que llegaban al pueblo y se les hacía muy difícil encontrar hospedaje. El lugar, pronto se convirtió, en el sitio dónde preferentemente llegaban y llegan la mayoría de los agentes viajantes, que pernoctan en la ciudad. Un poco de memoria contra el olvido.

En ese tiempo, logró venir al pueblo su paisano Pietro Di Zio, que provenía de la provincia de Montebello di Bertona, de la misma región de Abruzzo, el cual había llegado al país en el año 1949 y se había dedicado en Caracas y Táchira a la recolección de café. No olvidemos que nuestra economía por muchos años se sustento en la producción y exportación del café. Era un trabajo duro, arduo y de sol a sol, pero alcanzaba para el sustento de la familia y dejaba algún dividendo para el ahorro. Leone Hermano, que por esos días, había pegado un cuadro único con 6, estaba muy interesado en regresar a su tierra ya que, se había consolidado económicamente, producto de su trabajo y la ayudita del premio. Entonces, le ofreció en venta el terreno, la pequeña posada y los proyectos de ampliación a su paisano Pietro, quien los adquirió con los pocos ahorros que traía e inmediatamente procedió a ampliar, consolidar y convertir la posada en un hotel en toda la extensión de la palabra. En el año 1954, en el área dónde funcionó por muchos años, el famoso y concurrido Toddy Room, quedó levantado, edificado y formalmente inaugurado, El Hotel del Orinoco. Hay que fortalecer la memoria colectiva.

El Hotel del Orinoco fue el primero que se construyó y funcionó, en la avenida España, en el sector que luego se conoció y se conoce como “El Luchador”. Estas cómodas instalaciones, se convirtieron en el hospedaje por excelencia de los agentes viajantes, viajeros y vendedores foráneos, que pernoctaban y pernoctan en el pueblo. El Tigre, posee una ubicación privilegiada. Está en una encrucijada bien estratégica para los agentes viajantes que desde el centro del país vienen en representación de empresas nacionales y extranjeras fabricantes y representantes de productos de consumo masivo a laborar en la región de Guayana, Monagas, parte de Guarico y las zonas sur, centro y norte del estado Anzoátegui, dónde todo le queda relativamente cerca. Con el paso del tiempo, el desarrollo del pueblo y la creciente demanda, que no se detenía, fue campo propicio para la aparición de otros hoteles de las mismas características, como son los conocidos Arichuna, Tamanaco, Primero de Mayo, Caribe y Panamerican en la avenida 5, todos muy cercanos al punto de referencia por excelencia de la ciudad que es “El Luchador”. Hay que hurgar y tantear nuestro pasado para conocer la historia.

El señor Pietro Di Zio, al poco tiempo de tener funcionado el Hotel del Orinoco y estando debidamente instalado, trajo al pueblo a su distinguida esposa Antonieta Iannacci, con la cual tuvo 2 hijos. Roberto y Ana. Roberto se dedicó al hotel y Ana se graduó como educadora y ejerce la profesión en la zona norte del estado. Al desaparecer físicamente los padres, Roberto, asumió las riendas del hotel, lo ha ido mejorando, ampliando y modernizando, al extremo que hoy cuenta con amplias y cómodas habitaciones, todas con aire acondicionado, televisión por cable y para mayor comodidad de los clientes, un amplio estacionamiento para vehículos de paseo y carga. La excelente ubicación y las condiciones óptimas de sus instalaciones, le garantizan una nutrida, leal y consecuente clientela. Está preferencia se mantiene, desde la época cuando el hotel se inició y las tarifas eran de Bs. 3, en las habitaciones de la primera planta, Bs. 2 en la planta baja y las cuales sólo contaban con ventiladores. La evolución del hotel Orinoco, que tenía como primeros vecinos, al desaparecido bar con cancha de bolas criollas “El Atlántico”, un pozo petrolero con balancín que al ser cerrado por parte de la industria petrolera, el terreno, fue utilizado para la construcción del antiguo terminal de pasajeros y más tarde el bar, restaurante “El Luchador”, ha ido de la mano del crecimiento de la ciudad. Ahora la zona es una de las más concurridas, emblemáticas y referenciales de El Tigre. Es lo que ahora llamamos el centro. Hay que conocer la evolución histórica de la ciudad.

Roberto Di Zio, quien se crió, creció y formó trabajando en las instalaciones del Hotel del Orinoco y ahora está al frente de su administración, tiene 4 hijos. Rafael que es abogado, Ángela graduada en Odontología, Pedro que ya ingresó a la universidad y la liceísta Cristina, recuerda que aparte de los agentes viajantes y viajeros ocasionales, que son los clientes más frecuentes, también han recibido y hospedado al conocido y exitoso grupo musical “Los Corraleros de Majagual”, al cantautor Juan de los Santos Contreras, el popular, legendario, patrimonio histórico cultural de Venezuela y, archiconocido “Carrao de Palmarito”, al siempre bien recordado y amigo de la ciudad, José “Catire” Carpio y su inseparable compañera Teresita Vegas y como nota curiosa, nos recuerda Roberto que, en la época que cobró fuerza, en el ideario colectivo las propiedades afrodisíacas de las raíces de la planta conocida como “Babandí”, los viajeros que provenían de Guayana, las traían en grandes cantidades para comercializarlas y, al hotel llegaban cargados de ese producto natural y, hasta con unas botellas listas para el consumo, cuyo contenido era una mezcla de raíces de Babandí con brandy, las cuales vendían como pan caliente. Antes de la maravillosa pastillita azul, todas esas tradiciones populares que dogmatizaron esas invenciones, fantasías e ingeniosidades en el ideario popular, crearon las condiciones óptimas, para que muchos hombres con la bilirrubina baja, ensayara con esos menjurjes y otros, los más avispados, se metieran unas ganancias extras. Esos hechos, que forman parte de nuestras historias urbanas, ahora poco creíbles, en su momento, fueron una gran sensación y conmocionaron el mundo sexual del venezolano. Cada quien vive su momento y mejor no digo nombre. Hay que mencionar el pescado, no los pescadores…de Babandí.

El Hotel del Orinoco, al igual que los otros hoteles mencionados en estos destellos, junto al hotel Manzanares, de doña Petra Manzanares, el primero que funcionó en la ciudad, forman parte de nuestro patrimonio histórico y sus fundadores-propietarios, los cuales fueron hombres emprendedores, que siempre tuvieron confianza y mucha fe en el futuro de lo que fue, un incipiente pueblo minero, nacido al calor del oro negro, se convirtieron, sin proponérselo, en los héroes anónimos, que dieron vida con sus inversiones a la economía local y contribuyeron con el desarrollo, crecimiento y consolidación de lo que hoy, es una portentosa urbe, en plena evolución y crecimiento que se proyecta como una gran ciudad, a pesar de los malísimos gobiernos locales como el actual. La realidad presente y la historia están a la vista.

Con esta humilde reseña de los inicios del Hotel del Orinoco y que cierra el ciclo de los primeros hoteles ubicados en la avenida España, aspiramos contribuir con un granito de arena, para que cuando nuestros eximios historiadores, investigadores y cronistas, decidan escribir la verdadera y autentica historia de El Tigre, tengan en cuenta estos hoteles y los puedan incluir junto a los personajes que los hicieron posible, en el disco duro de nuestra memoria histórica.

Estas instalaciones de servicio, junto a los dueños-fundadores que fueron protagonistas silenciosos de este proceso evolutivo urbano, que crece cada día más y es una materia interesante y digna de estudio, deben tener un sitio relevante, en ese disco duro de nuestra historia local ¡Vale la pena!



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