domingo, mayo 08, 2011

Personajes de mi pueblo: Juana Mago de Díaz

¿Con qué derecho negamos los modernos hechos que afirman los antiguos?"
Rubén Darío (1867 – 1916)
Poeta nicaragüense.


El entonces joven matrimonio conformado por Rosalino “Rosso” Mago Ron, oriundo del El Chaparro y Juana Escobar de Mago, nacida en Aragua de Barcelona, llegó a las riberas del Río Caris, cuando todavía, nadie imaginaba, que en la Mesa de Guanipa, al calor de la industria petrolera, surgiría un pueblo, que con el tiempo se llamaría El Tigre, nombre que adoptó, dada la circunstancia de que, cuentan los primeros pobladores, anualmente pasaba por esa zona un Tigre, que era avistado y temido por los lugareños de ese tiempo. Don Rosso Mago, adquirió media legua de terreno en las riberas del río Caris y estableció el fundo SIPUDIERES, también conocido como EL MANGO, porque en sus predios había grandes bosques de mango, los cuales producían para exportar y vender en los pueblos vecinos. Las cargas las acarreaban en carromatos arrastrados por bueyes y, tardaban hasta 3 días en la travesía. Para esa época, los más cercanos eran Cantaura, Aragua de Barcelona, Soledad y Ciudad Bolívar. Cuando pasaba don Rosso con sus cargas de mangos, la gente exclamaba; parafraseando al Dr. Ross con sus famosas píldoras, la carreta va cargada de píldoras Rosso. Uno no sabe si esa fruta tropical tiene propiedades curativas, lo que si podemos afirmar es que, un mango y un vaso de agua resuelven por buen rato. En tiempos de cosecha salvan la patria.

El matrimonio de “Rosso” y Juana, tuvo 4 hijos: Rosalía, Juana, Ramón y Roberto. Este cuarteto de niños, vivieron todo el tiempo en el fundo, dedicados siempre a las labores del campo, dónde predominaban como tarea la dedicación a la agricultura y la ganadería. Cuando les llegó la edad escolar, don Rosso, contrató los servicios del maestro José Encinales, asignándole la inmensa tarea no solo de enseñarles a leer, escribir y las operaciones matemáticas básicas, además le pidió ponerles orden, porque eran realengos y alzaos. Este educador tuvo muy poco tiempo en esa labores y lo sustituyó la maestra Amanda Medina, que a la postre contrajo Nupcias con el maestro Encinales. El matrimonio Encinales Medina, se asentó en el fundo, muy cerca de la “Casa Grande” de don Rosso Mago y ambos terminaron de enseñarles con sus propios libros. Juanita, que había nacido el 29 de agosto de 1917, actualmente es mayor que El Tigre, 16 años, cuando tenía 19 años, se casó con Luís Alberto Díaz Yumar, quien provenía de La victoria Estado Aragua y era hijo de españoles. Este joven, había llegado a la zona a trabajar como mecánico, en la incipiente industria petrolera, fue de paseo al fundo y al conocer a Juanita, recibieron el flechazo de cupido. Amor a primera vista, pues.

Una vez casada, Juanita Mago, fijó residencia en el campo petrolero “Mata Negra” ubicado en el estado Monagas. Un pequeño complejo habitacional, que fue construido por la empresa Gulf Standard, para alojar a sus trabajadores y familiares. Ese campo petrolero, fue el primero que construyeron las empresas trasnacionales, que llegaron a la zona para continuar la exploración, explotación y comercialización de los hidrocarburos. En lo que ahora es la ciudad de El Tigre, los cariseños que se instalaron alrededor del pozo OG-1, no se aventuraban a construir viviendas estables, porque habían visto que la localidad de “Mata Negra”, una vez que la compañía concluyó sus trabajos, fue abandonado e imaginaban que en la Mesa de Guanipa, pasaría algo similar. Recuerda Juanita, que la primera casa de bloque la construyó, el señor Jesús Subero, el cual formó parte de la gran legión de margariteños que llegó al pueblo que ya estaba en plena ebullición. Todos en busca de trabajo y se instalaron en lo que ahora se conoce como el Casco Viejo. En ese sector, habitaban en bahareques, los primeros pobladores que provenían de las riberas del río Caris. Hechos verdaderos que son irrefutables.

El señor Luís Alberto Díaz Yumar, concluyó su contrato con la industria petrolera y como conocía a los dueños de la empresa autobusera RC, logró empleo como mecánico de las unidades y Juanita tuvo que acompañarlo a vivir entre Valencia y Caracas, dónde desempeñaba su trabajo y una vez que abandono esa agitada vida, volvió a trabajar en la petrolera, les asignaron vivienda en San Tomé y al poco tiempo se mudaron a El Tigre, exactamente en la calle Ricaurte, en una casa que estaba muy cerca de la residencia del Dr. Rafael Pimentel, el primer abogado que se instaló en el pueblo. En su matrimonio Juanita Mago, tuvo 3 hijas. Gladys, la cual es profesora jubilada casada con su colega, el Ing. y Prof. Enrique Arape Crespo, quien antes, en su estadía en New York, como estudiante competía en matemática con Albert Einstein y además en su vida mundana integraba la banda de Elvis Presley, jugaba billar con el mafioso Lucky Luciano y había tenido largos y apasionados romances con Elizabeth Taylor, Claudia Cardinale y Raquel Welch. A todo renunció irrevocablemente al conocer a Gladicita. El amor de su vida. Noemí, que es profesora de Educación Artística, unida en matrimonio con el Gral. Dumas José Meza Meza y la Lic. en Trabajo Social, Sonia que contrajo nupcias con el Prof. Pedro Rosales Medrano. Estos dos últimos matrimonios, en lo que fue la finca SIPUDIERES o LOS MANGOS, tienen dos extraordinarios y lindos campamentos turísticos y vacacionales. Llano Alto y La Sabana. A 20 minutos de El Tigre. Visítelos, se convencerá, enamorará, encantará y volverá. Maravillas en pleno corazón del sector El Caris.

Juanita Mago, a pesar de su avanzada edad, posee una memoria prodigiosa y recuerda, que en la finca SIPUDIERES o EL MANGO, por benevolencia de don Rosso Mago, tenían sus casas y pequeños conucos 15 familias. José Vicente Encinales, Juana Guarisma, Salomé Pérez, Patricio Guevara, Francisco “Pancho” Melchor, devoto de la Cruz de Mayo y, a la cual construyó una capilla, para que espantara los muertos que según su imaginación salían por esos lugares, Eufemia “La Loca” Ojeda, María Mago, hermana de don Rosso, Ana Antonia Millán, Juan Ramón Ortiz y Javier Maestre que poseían sendos trapiches, Eulogio López, Juan Pablo Acevedo, Rafael Ron, Susana Ojeda y Jorge Solórzano. Todos emigraron para el embrionario pueblo de El Tigre y forman parte de la legión de fundadores. Francisco “Pancho” Melchor, dejó una huella indeleble. La capilla del callejón Cruz Verde. No había luz eléctrica en el incipiente pueblo y había que alejar a los aparecidos, espantos y espíritus malignos. Eso formaba parte del imaginario popular antes de llegar la luz eléctrica. Hoy, no hay que tenerle miedo a los muertos, los vivos son los peligrosos.

Don Rosso Mago fue un próspero hacendado. La agricultura y la ganadería fueron sus fuertes y llego a poseer 4 fincas. La originaria “SIPUDIERES o LOS MANGOS”, luego adquirió “Los Cocos”, la cual administró hasta su muerte el hijo, Roberto Mago, La Pomarrosa, en el municipio Independencia y ubicado estratégicamente a orillas del Orinoco, dónde se asentó, su otro vástago Ramón Mago y “Gran Poder”, que luego vendió al señor Modesto García el dueño de la casa Clemenceau y, la cual fue adquirida por el Médico Veterinario Gustavo Barrios, hijo de don Mauro Barrios, quien la posee hasta la fecha. El paso del tiempo, la modernidad y sus nuevos dueños han hecho que esas fincas experimenten una metamorfosis total, pero allí están y la huella de don Rosso Mago permanece intacta. Fue el emprendedor, el que las consolidó y dejó como herencia para sus descendientes y la historia. Un insigne trabajador.

Cuenta Juanita Mago, que en los tiempos de la Pila de Agua, ubicada en la calle Ribas, al frente de los Piñeros, la compañía construyó, con láminas de zinc, unos baños públicos y las muchachas de la época, tenían que ducharse vestidas, porque los mozalbetes, las fisgoneaban por huecos que estratégicamente perforaban en las láminas. También había un señor llamado “El loquito”, el cual vendía agua de manera sui generis. Llenaba un tambor y lo rodaba por las pocas polvorientas calles y para llamar la atención voceaba: “Agua, agua, agua para la cara y el cachete” igualmente, nos recuerda que, una de las pocas casas con techo de zinc, pertenecía al polifacético señor Ruperto “Rupertico” Calatrava Romero, casado con la señora Ana Manuela Lourdes “Lula” Arreaza Gimón, quien tenía una bodega, vendía medicinas, poseía un horno para hacer pan y fue el primer alguacil del pueblo. Este personaje andaba siempre a caballo, armado de una lanza y una guarura (Especie de caracol) que hacia sonar para anunciar su llegada. Los tiempos iniciales de la ciudad, tiene sus menudas e interesantes anécdotas. Tiempos bucólicos que no volverán.

Hay una deuda histórica con un personaje, que fue el líder del movimiento, para que el pequeño poblado de El Tigre, fuese elevado a la categoría de municipio del Distrito Freites y, es con el señor Antonio Felipe González. El hombre, cuenta Juanita Mago, trabajo intensamente hasta lograr su cometido. No neguemos con historias modernas lo que afirman los antiguos. Están vivitos y coleando, para dejar constancia de los indiscutibles y legítimos hechos que dieron nacimiento a esta pequeña urbe. En ese sentido, aspiramos que los eximios cronistas, historiadores e investigadores del rico pasado de esta ciudad, la cual nació al calor del oro negro el 23 de febrero de 1933, puedan hacer justicia, cuando decidan escribir su verdadera y autentica historia, tomando en cuenta estos personajes que fueron, son y serán protagonistas de nuestro devenir histórico y merecen ser incluidos en el disco duro de la memoria histórica de El Tigre. ¡Vale la pena!

Con este destellos, dedicado a Juanita Mago, aprovechamos, para rendirles un justo homenaje a todas las madres fundadoras de la ciudad y las subsiguientes generaciones de mujeres, que han hecho posible, con el fruto de su vientre bendito el crecimiento poblacional de nuestra querida ciudad. Para todas ¡Mil felicidades!


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