domingo, junio 26, 2011

Personajes de mi pueblo: Demeterio Patiño

“No hay sitio bajo el cielo más dulce que el hogar”
John Howard Payne (1791 – 1852)
Dramaturgo y actor estadounidense.


Hombre sencillo, ejemplar padre de familia y sosegado en el accionar de la vida diaria, don Demetrio Patiño, después de salir del caserío Francisco López, municipio Gómez, del estado Nueva Esparta, dónde nació el 27 de diciembre de 1926, a “buscar un mejor nivel de vida”, llegó a El Tigrito en el 1947 y durante 18 meses de estadía y agotadas todas las diligencias, no logró el objetivo y regresó a su tierra natal. En ese tiempo no había muchas opciones y, como varios jóvenes de su generación, se dedicaron a viajar desde la isla hasta Los Caños, en el para entonces, Territorio Delta Amacuro, durante 4 años también le echó ganas trabajando en esos barcos que hacían esa travesía para vender pescado salado y regresar cargados de verduras y hortalizas ¿sueldo? “por el agua y la concha”, cuando abandonó, se vino a El Tigre, invitado por un primo, llegó a la calle Zoilo Vidal y pegó en la Mene Grande Oil Company. La vida empezó a sonreírle.

Con la estabilidad laboral que le proporcionaba ese empleo, inmediatamente buscó la seguridad familiar y se casó con su paisana Enriqueta Brito y durante un año vivieron en la 2da. Calle Sur, la cual llegaba a la altura del sitio dónde se ubica la Ferretería Celma. En ese tiempo le salió un cambio para el campo petrolero La Leona, no podía perder el empleo, hicieron maletas y allí vivieron por espacio de 11 años. En esa pequeña comunidad, conoció al maestro de la escuela Augusto Enrique Tenorio Meza y al trabajador Juan “Juancho” Natera, los cuales se destacaba como dirigentes sindicales en la zona. En el año 1964, una vez que concluyó su relación laboral con la Mene Grande, regresó a El Tigre, alquiló una vivienda en la Avenida 5, exactamente en las instalaciones, que hoy sirve de sede al empresa “Aluminios Guarico” que fundó el guariqueño Guillermo Arreaza Arcas, quien a la sazón, fue varias veces prefecto de la ciudad y cuando, lamentablemente, falleció todavía ejercía ese cargo. Esa es otra historia.

Una vez instalado de nuevo en El Tigre, don Demeterio Patiño, logró empleo en La Flint Construction y, a los 2 años compró casa propia en la segunda calle sur, cuya arteria urbana, posteriormente fue denominada, por resolución de la municipalidad y, a petición de un grupo de ciudadanos que lideró el radiodifusor, periodista y primer cronista popular de la ciudad, José Calazán Guzmán, con el nombre del periodista y eximio escritor Miguel Otero Silva, autor de la afamada obra literaria Oficina Nº 1, novela que relata el acontecer petrolero que se desarrolla en El Tigre, desde el 23 de febrero de 1933, fecha referencial escogida para marcar la fundación de la ciudad. En esa calle, la familia Patiño-Brito, encontró unos maravillosos vecinos donde destacan Manuel Millán, Julio Moya, Ernesto Jiménez, Leonidas de Jiménez, Nelda de Millán, Gladys Villarroel, María Orta, Aura Fariña, Egda Moreno, Fidel Figuera, Francisco Salazar, Víctor Molero y Modesta Bejarano con quienes unió lazos casi familiares. Unos vivos y otros tristemente fallecidos, pero de grata recordación. En esa pequeña área urbana, es perfectamente aplicable la sabia sentencia popular de que, “El vecino es la mejor y más cercana familia” No hay dudas.

En los 11 años que trabajo para la Flint Construction, don Demeterio Patiño y su distinguida esposa Enriqueta Brito, consolidaron y estabilizaron una prolija y gran familia compuesta por 7 hijos; ellos son Neiro, Gonzalo, Daysi, Lelys, Petra, Tomás y Carmen, todos profesionales, en plena etapa productiva y los cuales muy pronto, los pondrán a criar de nuevo con la alegre llegada de los nietos. No hay apuro, los tiempos de Dios son perfectos, dice con su proverbial buen humor doña Enriqueta. Mientras don Demetrio recuerda que su hobby era acercarse a una casa de juego que regentaban Pedro “Perucho” Oliveros y su esposa Josefina de Oliveros que funcionó primero en la Avenida 5 y luego en la avenida España en la parte posterior a su casa de familia. Eran juegos de mesa, que convertían el lugar, en un sitio de encuentro para amigos generacionales y otros que venían de Barcelona, Puerto La Cruz, Anaco, Cantaura, Pariaguán, El Tigrito y donde nunca fallaba don Romualdo Velásquez Salazar, quien fue fundador y propietario de la primera distribuidora de licores, que llevo su propio nombre, ubicada en la avenida Francisco de Miranda. Todos a probar suerte.

En los 22 años que trabajo en la industria petrolera, don Demetrio, no calificó para una jubilación y, hoy cuando recorre la larga travesía del reposo del guerrero, en el seno de su dulce hogar, sólo cuenta con el ingreso de la pensión que le corresponde por el Seguro Social Obligatorio. Bien ganada por cierto. Empero, en esos períodos de trabajo, hizo amistad con los señores Pedro Villarroel, Silvano Quijada, Pedro Lugo (padre), Pedro Guerra, el papá de los guerrita, Genaro González, Bernardo González y, aún cuando nunca participó en actividades sindicales, ni tuvo problemas laborales que ameritaran la intervención de esas organizaciones que defienden los derechos de los trabajadores, mantuvo y mantiene, una sólida amistad con quienes fueron líderes sindicales, Augusto Enrique Tenorio Meza y Juan “Juancho” Natera, ambos retirados de esas lides. La familia, vecinos, amistades y la tranquilidad de un retiro honorable, son sus grandes riquezas. Honor a quien honor merece.

Don Demetrio Patiño, su honorable familia, los distinguidos personajes, sitios y empresas que mencionamos en estos humildes destellos, forman parte de nuestras mejores historias urbanas y merecen, que cuando nuestros eximios cronistas, investigadores e historiadores, decidan escribir la verdadera y autentica historia de esta ciudad, que nació al calor del oro negro, los incluyan en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!



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