lunes, octubre 31, 2011

Personajes de mi pueblo: Pedro Cortez

El hombre que decide hacer algo sin pensar en otra cosa, supera todos los obstáculos
Giovanni Giacomo Casanova (1725 – 1798)
Aventurero italiano.


Uno de los primeros sastres de la ciudad, vivió en la calle Falcón de Pueblo Ajuro. Fue don Manuel Gamboa, cuya sastrería ubicó, en el Casco Viejo, exactamente, al final de la calle Ayacucho, diagonal al antiguo edificio Municipal y hoy sede del CICPC. Los primeros, que instalaron ese tipo fabricación y reparación de trajes, en Pueblo Ajuro, fueron los hermanos Cortez. Pedro y Marcos el popular “Poche”. Ellos, instalaron su taller de confección y reparación, en el Callejón Falcón #3, la casa de habitación de la abuela, Juana Cortez. En esa época eran muy pocos los sastres en el pueblo. El cuadro lo completaban Ñito de la Sastrería Imperial, Mario Bianculli, el italiano Clímaco y el viejo Tomás, conocido cariñosamente como Piñerúa, por ser fanático fogoso, del Partido del Pueblo. Ellos, entre otros, fueron los pioneros del arte de la confección, costura y reparación de prendas de vestir para caballeros en la ciudad. Memoria contra el olvido.

En esta ocasión, traemos a estos humildes destellos, a Pedro Cortez, quien nació el 19 de enero de 1945, en El Tigre, en la calle Guevara Rojas del Casco Viejo, exactamente en la vivienda ubicada, al lado de la histórica bodega “La Cueva” e hijo de Antonio Salamaca y Damasia Cortez. En el año 1954, la familia emigró hasta Santa Ana, ya que, el padre logró empleo en la empresa petrolera SINCLAIR, que operaba en San Roque. En ese bucólico pueblo, inició sus estudios en la escuela Eduardo Delfín Méndez, bajo la tutela de la maestra Ililía Solórzano. No había estabilidad laboral y en el año 1957, estaba como ayudante de su papá, que había incursionado como bonguero en Punta de Mata, actividad que abrazó, con un capital de Bs. 5 mil, producto de las prestaciones sociales que le había cancelado la empresa SINCLAIR. En el año 1959, la contratista STOCA, le dio empleo al viejo y mientras estudiaba, la señora Maritza Hernández, a la cual ayudaba a limpiar la casa, le dijo que el señor Julián Sandoval, estaba solicitando muchachos para enseñarles sastrería. Un dato que, al atenderlo, le ha servido para toda la vida. Eso marcó su vida.

El señor Julián Sandoval, le cancelaba Bs. 2 diarios. Aprendía y limpiaba el local de la sastrería. En virtud de que era un aprendiz destacado, en una oportunidad, se presentó a trabajar vistiendo un pantalón blanco, al cual el padre, le había pegado un parcho negro. Un remiendo horrible y de muy mal gusto. El dueño de la sastrería, le conminó a que, utilizando la materia prima del negocio, se hiciera 4 pantalones a su gusto. 1 mes duro la faena. Hizo 1 semanal, lo que le permitió perfeccionar el arte de la confección de prendas de vestir para caballeros y ampliar su percha. Un año bastó para aprender la profesión, que a la fecha ejerce en la Sastrería Fuentes de Agua Viva, que posee y trabaja, en la calle Brisas del Caris ubicada, entre la calle Bellavista y las 4 vías. El hombre, además, en su condición de Cristiano Evangélico, es maestro de la palabra, en la Congregación Fuentes de Agua Viva, que tiene su sede en el sector popular Alí Primera. Un servidor de Dios y el prójimo.

El sastre Pedro Cortez, en el año 1960, cuando regresó a El Tigre, se dedicó a ayudar a varios sastres. Trabajaba a destajos. En ese trajinar conoció a Benito Mondello, quien le pidió que no se comprometiera a trabajar fijo con nadie, ya que viajaría a Italia a perfeccionar los cortes. Fueron 2 meses de espera. El hombre hizo un curso en la prestigiosa Academia Príncipe de Gales, en Milán. Una vez en Venezuela y más concretamente en El Tigre, instaló una sastrería al lado del abastos La Libertad de su hermano Lilo Mondello, ubicada en la 3ra. carrera sur c/c Avenida Winston Churchill – la cual ahora fue rebautizada como Libertador para borrar de la memoria histórica de la ciudad el nombre de ese yanqui imperialista según los chavistas – ignorancia aderezada por el odio – el héroe de la segunda guerra mundial es británico. Harina de otro costal. En esa actividad, se mantuvo por espacio de 5 años, cuando Benito, decidió viajar de nuevo, esta vez para perfeccionar sus conocimientos como peluquero y Pedro viajó hasta Aragua de Barcelona, para atender una oferta de empleo en el Baratillo Aragua, que vendía ropa confeccionada y les ofrecía a los clientes la posibilidad de perfeccionársela a la medida. Trabajo 3 años, se retiró y regresó a la ciudad, para integrarse al equipo de trabajo de la Sastrería Oriente, de Pánfilo Girolamo, en la primera carrera, desde dónde a los 6 años emigró, para la Sastrería La Elegancia de Antonio Di Spiritu en el vecino municipio Guanipa. Un aventurero de la aguja y la tijera.

En el año, 1979 fundó, como dijimos al inicio de este destellos, con su hermano Marcos, una sastrería en el callejón Falcón, luego mudaron a la calle Miranda, frente al edificio Arauca y en el año 1984, se establecieron en la calle Libertad, paralela a la cerca de Campo Oficina, dónde permaneció en sociedad con “Poche” por espacio de 20 años. Luego decidió montar tienda aparte y, como también dijimos, tiene su taller de sastrería en la calle Brisas de Caris hasta el sol de hoy y Dios disponga. Una vida dedicada a una profesión, que lo convierten en referencia obligada, a la hora de hablar del arte de la confección en la ciudad. El que tenga problemas de talla, le fabrica el traje, pantalón o camisa a la medida y para hacerle algún arreglo a cualquier prenda de vestir y no pierda su originalidad, no lo piense 2 veces, acuda dónde Pedro, que tiene, además, precios solidarios. Las palabras huelgan. Los especialistas, no necesitan presentación. Visítelo y se convencerá.

En su vida familiar Pedro Cortez, tiene 9 hijos, en 3 parejas. Con Melania Perales, procreo a Damasia, Jaquelín, Pedro, Eglis del Valle (+) y Marisol (+), con Martha Sánchez, los hijos son Estaban y Ender. Con Delia Mercedes Quiaro, con la cual esta unido en matrimonio, por la iglesia evangélica, por ahora, tiene 2 más. Dairis y Delibeth. Todos hombres y mujeres de bien y los de menor edad, cumplen sus etapas de formación escolar, media y universitaria. En la punta de una aguja, en el carreto de hilo, en el corte de la tela, en el arreglo de un pantalón, una camisa, una chaqueta o un traje o sencillamente agarrando un ruedo, a Pedro Cortez, le transcurre la vida y sin pensar en otra cosa, supera los obstáculos materiales, que siempre surgen en la vida y, desde su posición como evangelizador y maestro de la palabra, vence los vacíos espirituales. Un hombre de profunda fe, entregado al señor, la familia y consagrado a su trabajo, el cual merece, que cuando nuestros eximios cronistas, investigadores e historiadores, de nuestros prolijo y bello pasado, decidan escribir la verdadera y autentica historia de la ciudad, lo incluyan en disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!



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