viernes, noviembre 04, 2011

Personajes de mi pueblo: Jesús Rafael Aristimuño (El 23)

He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe
La Biblia.


Nacido en Pariaguán, el 24 de enero de 1950, sus padres lo trajeron desde muy niño a El Tigre, dónde inició sus estudios en la escuela Simón Rodríguez, y, como provenía de un hogar muy humilde, ya adolescentes, viajó a Caracas, invitado por un hermano, con la intención de continuar los estudios y buscar ganarse la vida, para mantenerse y ayudar a sus viejos que habían vuelto a la tierra soñada. El hermano, en las primeras del cambio, le metió la mano y pudo avanzar hasta tercer año en el Liceo Fermín Toro, pero la troja se puso altísima y tuvo que salir a “buscar a vida”. En ese trajinar, se encontró buen un día, con el boxeador profesional, Néstor “El Monito” Rojas, quien fue su vecino cuando ambos vivían cerca del Club de Leones en Pueblo Nuevo Norte. El que anda con cojo cojea y el que anda con boxeador tiene que boxear. El hombre terminó en un ring de boxeo.

Había que ganarse la vida y “El Monito” Rojas, lo ayudó a entrar al gimnasio del Nuevo Circo. Allí, tenía habitación y la papa asegurada. Agarró sus macundales, que tenía en la casa de su hermano en La Pastora y se residenció en el gimnasio. Inició el aprendizaje y las practicas, bajo a facilitación de los entrenadores “Tabaquito” García y Ely Montes. En poco tiempo debutó como boxeador Amateur en el peso mosca. Fueron 37 combates. Ganó 23 y perdió 14. Ganaba Bs. 120 por pelea. Saltó al profesional y en el primer combate con el Colombiano Aldea Calles, salió victorioso por nocaut en el 4to. asalto. Hizo 23 peleas más y en el año 1978, colgó los guantes, cuando logró un empate ante el mexicano Aquiles Rojas. Los honorarios fueron Bs. 3 millones y más unos dólares, que obtuvo como sparring del filipino Sócrates Batoto, campeón mundial, que el 3 de junio de 1972, perdió la corona en Caracas al caer por nocaut en el 4to asalto, ante Betulio González y los cuales había ahorrado, le sirvieron para sobrevivir por algún tiempo. Aljibe que se le saca y no se le mete se seca. Fue una sensación de prosperidad económica que duro poco tiempo.

En Venezuela, no hay política de protección social y ayuda a los deportistas, transcurrido los meses, quedó “mamando y loco”, pero como a nadie le falta Dios, su amigo, entrenador de boxeo y agente de la Policía Metropolitana, quien se había graduado en la Academia del Junquito, con el grado de Brigadier Mayor, José Adrián Morffe, el popular “Quemao”, lo ayudó a ingresar como Policía de Punto en el 23 de enero. En ese tiempo se ganó el mote del 23. Ganó 23 peleas en amateur. Combatió 23 veces en profesional y terminó como Policía de punto en el 23 de enero. Todavía, los amigos de El Tigre, que conocen su trayectoria, lo llaman “El 23”. En estos últimos años, se desempeña como mayordomo del Fundo “Los Laureles” en la vía Dación y, espera que lo favorezcan con la pensión de vejez. Metió los papeles y todos los meses, pasa religiosamente, chequeando por el Seguro Social y no hay respuesta positiva. El que persevera vence. Algún día se la aprobarán, dice con resignación. Él dio muchas batallas, concluyó su carrera y lo único que conserva es la fe. La esperanza es lo último que se pierde.

Jesús Rafael Aristimuño, el popular 23, se casó muy joven con la señora Aurelicia Farías en cuya unión matrimonial, procrearon 6 hijos. Luís Miguel, Gerardo Rafael, Sergio Javier, quien es un prospecto en el boxeo, Maikel Jesús, Lily y Aris. Unos ya formalizaron familias y otros todavía completan sus estudios. En el momento que nuestro personaje, se desempeñaba como boxeador profesional, brillaban en el firmamento boxístico, sus amigos Pedro Gómez, Néstor “El Monito” Rojas, Leonel Hernández, Antonio Gómez, su compadre Alfredo Marcano, José García y el “Loco” Cruz Marcano. Era la época de oro del boxeo venezolano. En los últimos tiempos, Jesús Aristimuño, junto a Oswaldo “El Greñas” Guevara, Orlando Pérez, Edmundo “Mundito” Barrios, Alexis Pérez, el artista platico Carlos Malavé, está incorporado como individuo de número en la Real Epidemia de la Lengua, que preside Juan Manuel “Moriche” Muñoz y la cual tiene su sede permanente, en la panadería y Pastelería “Venecia Rodríguez, F P “frente a la plaza Martí. En esta actividad lingüística, su mentor, protector y orientador, es el popular Rafael “Fucho” Barrios, con el cual comparte, entre traguito y traguito secos, todas sus vivencias. Ellos son trigueños, bailan bien y se conocen. Los amigos son los amigos. El artista plástico, Israel “Pecos” Aguilera, vive al acecho de que cometan algún desliz, para colocarlos frente al paredón de fusilamiento. Es de armas tomar y ellos lo saben. En pelas arregladas, los boxeadores aunque veteranos, tienen que cuidarse. ¡Mosca!

Esta gloria del boxeo, al igual que los personajes que mencionamos en estos destellos, merecen que cuando nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores de nuestro excelso pasado, decidan escribir la verdadera y autentica historia, de esta ciudad que nació el calor de la industria petrolera, el 23 de febrero de 1933, los incluyan en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!


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