miércoles, enero 04, 2012

Personajes de mi pueblo: Orlando de Jesús “Coporo” Femayor

Humildad es andar en la verdad
Santa Teresa de Ávila (1515 – 1582)
Doctora de la iglesia (1970)


Cuando este humilde aprendiz de cronista, vivió su niñez en Pueblo Ajuro, para sobrevivirle a la dura situación de estrechez económica, tuvo que vender, entre otras cosas, dupletas de caballos. En ese tiempo conoció a Orlando “Coporo” Femayor. Los asiduos jugadores de dominó y truco, estaban entre los clientes naturales y eran los que primero visitaba. Él formaba parte de ese grupo. En la cartulina dónde hacía un trabajo de filigrana, delineando los cuadritos, para que los apostadores, anotaran su nombre o firmaran en clara alusión a su escogencia, “Coporo” siempre destacaba. Llamaba poderosamente la atención, que nuestro personaje, cuando estampaba su rúbrica, lo hacía con una caligrafía excelente. Obvio fue alumno aventajado de la distinguida y eximia profesora Natividad Cintrón. Un añito bastó para aprender a escribir tan primorosamente. Las cosas buenas que se aprende no se olvidan.

Orlando Femayor, el popular “Coporo”, “coporito” o “pescao”, como indistintamente lo llaman cariñosamente los amigos, es nativo de San Diego de Cabrutica (14-03-1943) e hijo de la señora Carmen Femayor, en una relación con el señor Amenodoro González, del cual se separó, para viajar a Caracas por unos años y dedicarse al trabajo como domestica. Al poco tiempo esta humilde campesina, con su niño a cuestas, decidió venirse hasta El Tigre, buscando mejor calidad de vida. Llegó a la calle Venezuela de Pueblo Ajuro, dónde conoció a don Marcial Bolívar, albañil – constructor, con quien estableció un hogar en concubinato. Don Marcial en el ejercicio de su oficio, edificó muchas casas del incipiente barrio. La huella que dejó todavía está plasmada en muchas viviendas que están en pie. Un hombre de trabajo, que trasmitió esa disciplina, a su hijastro Orlando Femayor, que con el tiempo, se convirtió en un trabajador insigne. De tal palo tal astilla.

Era un hogar humilde, sin embargo, hicieron el esfuerzo para que Orlando, aprendiera sus primeras letras, en un Kinder privado, que funcionó en la calle Piar, cuyo propietario-educador era un inglés, para luego pasar a la Unidad Educativa Dr. José Manuel Cova Maza, que funcionaba en la calle Ricaurte, muy cerca de la actual sede del partido Socialcristiano COPEI, dónde concluyó la primaria e inscribirse en el Instituto de Comercio “Alberto Carnevalí”, cuando su sede estaba ubicada en la salida a Pariaguan, al lado del desaparecido cine España. No aprobó el primer año, la situación económica del hogar era muy precaria y había que trabajar para ayudar a completar la arepa. La necesidad obliga.

Estando muy chico, empezó a trabajar como ayudante del maestro panadero en la Panadería Lusitana ubicada, frente a la bomba de La Cruz de los Chóferes. Era preparador de masa y despachador en el mostrador. Posteriormente, en ese mismo rol, trabajó en la Panadería Fátima, que funcionó en la tercera carrera sur, exactamente detrás del actual edificio del Banco Provincial. En lo que cumplió los 18 años, se inició como Operador de Máquina (Bombero) en la estación de servicio Venecia, que regentaba y regenta la distinguida señora Rosa Bandini. En esas labores cumplió 14 años, hasta que pasó a la estación de servicio Massobrio, Frente Campo Oficina, que administraba el señor Pompilio Persichetti, con el cual trabajó 8 años y 3 años más con el señor José Rodríguez, que se encargó de la administración, cuando Pompilio la entregó, para dedicarse exclusivamente, a la concesionaria de cauchos Goodyear. Luego logró empleo en la estación de servicio “Perla Mar” que conducía la señora María Drussel, dónde permaneció 2 años hasta que se retiró de esas actividades. El cambio de rumbo había llegado y no lo pensó dos veces.

Con lo ahorros, Orlando Femayor, adquirió una pick up Dodge y, se dedicó a cargar pasajeros, en la ruta las 4 Vías – Atapirire – Mucura – Bocas del Pao. En esas nuevas labores, permaneció por espacio de 10 años. El vehículo con el paso del tiempo, uso y la mala vialidad, se deterioró y para colmo de males a Orlando, le diagnosticaron una hernia inguinal, le cayó una “pava macha”. Vendió la pick up o lo que quedaba de ella, se sometió a una operación, que no fue exitosa. Todavía sufre las secuelas de la mala praxis médica y como, lo volvió a atropellar, la necesidad, lo obligó a volver, al trabajo en las estaciones de servicio, en el rol de “chancero” o “tercerizado”, como se conoce pomposamente ahora. Reinició en la Estaciones de Servicio “Perla Mar”, de dónde pasó a la Giannini, ubicada en el distribuidor VEA. En esa inestabilidad laboral, lleva 4 años y, ahora espera, que las palabras del Presidente sean ciertas, para empezar a cobrar la pensión, a la cual no califica, por no tener completa las cotizaciones. Dios y la Virgen lo ayuden.

El hogar, Orlando Femayor, lo formó con la señora Aura Margarita Salazar, oriunda del Chaparro, municipio Mc Gregor, con la cual procreó 8 hijos. Carlos, Orlando, Betsi, Keyla, Keyli, Jhonny, Elizabeth y Maira. Todos hombres y mujeres de bien e independientes del hogar. La esposa, que también sufre quebrantos de salud, aspira calificar para acceder a la pensión y emparejar el precario presupuesto familiar y completar, al menos, para adquirir las medicinas. Los pocos churupos de los viejos, como vivimos en un país sin seguridad social y con una red de salud en pésimas condiciones, se utilizan en salud. Es la tragedia del venezolano

En las partidas de dominó Orlando Femayor, siempre compartía con Domingo Perales, que a pesar, de ser invidente, era un excelente jugador - conocía las piedras con el tacto y le cantaban la piedra que iban colocando – Pedro Cortez, “El Flaco” Juan Rodríguez, “El Chivo” Rafael Salazar, “El Conejo” Yoel Pino, Hugo García, Rafael “Fucho” Suárez y en los desafíos de truco alternaba con el orfebre José Zamora, Pedro Almeida, Pedro “Perucho” Acosta, Miguel “El Negro” Salazar (+), el tocayo José María Rodríguez (*), José Montero y Luís Díaz, entre otros. Esos duelos se realizaban en las Bodegas de Ramón Array, “La Mucureña” de Ramona Montes, “El Imán” de Jesús Piñero, “El Diamante” de Luís Morales y en la casa de Gregoria “Goya” Montero, que cobraba un porcentaje de las jugadas, para la casa. Eran los tiempos bucólicos de mi barrio.

Orlando Femayor, es de la primera generación de jóvenes de Pueblo Ajuro, el cual, por su proverbial buen humor, humildad y don de buena gente, siempre ha gozado y goza del aprecio y el cariño de los vecinos del barrio. El hombre siempre anda con la verdad y, a pesar de que, desde que contrajo nupcias, hace 40 años, fijó residencia en el quinto callejón sur del sector “La Esperanza” siempre está en contacto con sus raíces. Este humilde personaje, lo traemos a estos destellos, porque indiscutiblemente, es protagonista de nuestras historias urbanas y creemos interesante, que cuando nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores, de nuestro bello y prolijo pasado y presente, decidan escribir la verdadera y autentica historia de esta ciudad, que nació al calor del oro negro, lo puedan incluir, junto a los personajes y sitios que mencionamos, en el disco duro de nuestra memoria histórica ¡Vale la pena!


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