domingo, junio 17, 2012

Personajes de mi pueblo: Juan “Juancho” Natera Macuare

“Cuando es bien empleada, la vida es suficientemente larga”
Séneca Anneo (3 a.C. – 65 d.C.)
Filósofo latino.

El 7 de febrero de 1936, en el Campo Guepe, vino al mundo, el popular “Juancho” Natera. El bolivarense Juan Antonio Natera, su padre que distribuía alimentos y suministros de la casa Blohm y Cia., o Casa Blohm, propiedad del alemán georg Blohm, ubicada en Ciudad Bolívar, trabajaba como bonguero en esta amplia región petrolera del sur del estado Anzoátegui. Viajaba en un carromato tirado por bueyes y regularmente pernoctaba en Cantaura, dónde conoció, a quien a la postre fue su esposa, Ana Beatriz Macuare y, fijaron residencia en Campo Guepe, situado en el amplio territorio rural del municipio Freites, dónde proliferaban los sismógrafos ¿La razón? don Juan, comerciante zahorí, se percató de la oportunidad que había en la zona para ganarse los churupos vendiendo comida. Una forma de independizarse, trabajar por cuenta propia y sin los sobresaltos de los viajes. Cosas del destino. Encontró en su largo trajinar el lugar apropiado.
 
Ubicó un espacio estratégico, construyó un pequeño kiosco y una habitación, para albergarse, montó un improvisado comedor para atender la demanda alimenticia de los trabajadores de los sismógrafos de la Mene Grande Oil Company, que abundaban en la zona. Ana Beatriz cocinaba y él era el mesonero. El lugar se convirtió en el sitio de encuentro y el centro de atracción del Campo Guepe. En esas labores estuvieron unos 5 años, para luego en el año 1941, venir al incipiente pueblo de El Tigre y residenciarse en la casa de la abuela, Valentina Garrido de Natera, en la calle Girardot. Buscaba nuevos rumbos y oportunidad de estudios para sus hijos. Habían nacido parte de sus 10 retoños. El Econ. Argimiro Natera (+), la Farmaceuta Rosaura Natera, que vive en Barinas, nuestro personaje “Juancho”, Oswaldo que heredó la vocación de viajero del padre, Mario (+). Una vez establecidos en el pueblo continúo la zafra y nacieron Betty, Prof. Jubilada – residenciada en Mérida – Martín, que fue propietario del Taller Plomo, Henry (+), Juan Antonio y Bladimir (+). Una familia prolija que ha contribuido y contribuye con el crecimiento y consolidación de la ciudad desde el punto de vista familiar, económico y social y que forman parte de una gran legión de héroes anónimos que vinieron de otras partes del país, apostaron por el futuro de esta pequeña urbe y son más tigrenses que la nuevas generaciones que nacimos aquí. Tienen más años que nosotros aquí y envejecieron al ritmo del crecimiento del pueblo. ¡Una guará!
 
Una vez en El Tigre, el niño Juan Natera Macuare, para buscar las lochas, aguzó su ingenio, fabricó un carro de madera, tipo carretilla y vendía agua por las polvorientas calles del pequeño pueblo. En esa actividad, también incursionaron, el negro Martino Lewis, destacado mecánico automotriz  y el posterior periodista estrella del diario Antorcha, Alberto Guzmán Lárez.  Utilizaban para tal fin, las latas cuadradas, dónde venía la manteca vegetal compuesta “Los tres cochinitos” “Tu manteca de siempre”, que ellos reciclaban, limpiaban y llenaban con agua, para vender 2 por una locha. En lo que le llegó la edad escolar, sus padres lo inscribieron en el kinder del maestro Risquez – un trinitario blanco que vivía en la calle Sucre – dónde estudió hasta tercer grado. Luego se mudó a la calle Páez – detrás del edificio que hoy ocupa el CICPC – a la casa de la señora Herminia Montes de Oca, que era amiga del padre y tuvo la oportunidad de continuar estudios en la escuela Dr. José Manuel Cova Maza, que le quedaba muy cerca, en la calle Ricaurte. En ese colegio, le dictaron clase los prestigiosos maestros Alberto Itanare, Isabelita García de Itanare, Elba Padilla y uno de apellido Mijares. En el año 1955, se presentó voluntario para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, salió apto y lo enviaron a San Juan de Los Morros e ingresó al Grupo de Caballería “Ambrosio Plaza” de dónde egresó, con el grado de Sargento segundo en el año 1957. En la calle, un hombre hecho y derecho.
 
Una vez que le dieron de baja, decidió vivir en Caracas. Logró empleo como obrero en el Hipódromo La Rinconada, que estaba en pleno crecimiento. Fue ayudante de albañil, trabajo que alternaba como estudiante de bachillerato en el Liceo Andrés Bello, dónde cursó primero y segundo año, para pasar a estudiar al Liceo Independencia, convertirse en líder estudiantil, obtener la Presidencia del Centro de Estudiantes y cuando apenas arranca el quinto año, la muerte sorprendió al padre, que trabajaba para la MGO, en el Campo La Leona. Vino a las exequias y  la trasnacional petrolera, le ofreció el cargo que ostentaba su difunto padre como Supervisor de Campo. Aceptó, se quedó. El salario alcanzaba la astronómica suma de Bs. 500,oo mensual. Un realero para la época. En ese tiempo se casó con la trinitaria,  Teresa Pestana de cuya unión nacieron 3 hijos. La Lic. en lenguaje Ivis Natera Pestana, Carlos Natera Pestana, trabajador petrolero y Sandry Natera Pestana, que es odontólogo. En ese campo conoció a los maestros Augusto Enrique Tenorio Meza, Abigail Méndez, Juan Bello, Luís Velásquez y el popular maestro Estaba. También los vecinos Juan Galantón, Andrés Lunar, Alejandro Plaz, Demetrio Patiño, los cuales en el año 1963, cuando cesaron las actividades petroleras, emigraron unos a San Tomé y otros a El Tigre, pero a la final, todos llegaron a esta acogedora urbe, dónde se establecieron definitivamente. El Tigre siempre ha sido y será la capital del sur.

Ese año, Juan Natera Macuare, ingresó con el cargo de oficinista en la MGO-San Tomé y le correspondió trabajar con Manuel Alfonzo, Juana Marcano, Joaquín Salcedo Rojas, Víctor Marín, Rafael Josafat Díaz, que desempeñaba el cargo de Jefe de Relaciones Industriales y al Lic. Víctor Bastardo. Hay un viejo dicho que dice “El que anda con cojo, cojea”. En ese tiempo, se relacionó e hizo amistad con los dirigentes sindicales Jorge Balza, Ubaldo Quijada Ríos, José Miguel Guillen, Luís Beltrán Alfonzo, Francisco Latan, José “Pepe” Rodríguez, Darío Córdoba, el “Tuerto” Fariña y con Augusto Enrique Tenorio, que ya era delegado sindical. Esas compañías le permitieron incursionar en la lucha obrera. Ingresó de lleno en la lucha sindical y en las elecciones del 66 obtuvo la Secretaria de Cultura y Propaganda, luego fue electo Secretario de Organización y en el año 1969, coronó su carrera, como Secretario General del Sindicato FEDEPETROL, teniendo como Secretario de Finanzas a su compadre Augusto Enrique Tenorio Meza. Un dúo dinámico y… de postín.
 
En su meteórica y exitosa carrera como dirigente sindical, logró ser hombre de confianza y amigo personal de José Vargas y Manuel Peñalver. Este último, le sugirió que renunciara a S.A. MENEVEN, se fuera a Caracas a formar parte del Tribunal Disciplinario de FEDEPETROL a nivel nacional, concluyera el bachillerato y continuara estudios en la universidad. Lo analizó, lo pensó bien, aceptó y se aventuró. Una vez en la capital, concluyó el bachillerato en un liceo nocturno, se inscribió en la universidad, lo agarró la campaña electoral de CAP, ganaron las elecciones y lo nombraron Director de FERROMINERA en la zona de Guayana, al poco tiempo pasó a ser Director de FERROMINERA y en las elecciones del año 1978, salió electo diputado suplente de Hugo Arias, en las planchas del estado Falcón. Muy pocas veces se incorporó y como había contraído matrimonio con Elena Hidalgo, con la cual tiene 2 hijos. Carlos Juan, Tec. Sup. y el Ing. Juan Carlos, fundó una empresa contratista (LIRNAT, C.A) y como a nadie le falta Dios, en las primeras del cambio, instaló las oficinas en la casa de familia de su amigo Román José Lunar, que le alquiló varios ambientes, cánones que con el tiempo ni pagó, pero reconoce la deuda y eso es mucho cuento. Esa empresa le permitió vivir holgadamente un tiempo y la cual cerró en el 91, cuando tuvo un grave percance con una enfermedad del corazón, de la cual salió, gracias a Dios, vivo de milagro. Esa imprevista circunstancia lo obligo a colgar los guantes, entender que la vejez llega para quedarse y había llegado el momento de retirarse a los cuarteles de invierno, vivir de la pensión del SSO y el auxilio de sus hijos, que orgullosos de su padre, cuidan no le falte nada. El que siembra cosecha. El hombre vive un retiro digno.


“Juancho” tiene 3 hijos más. Leydi, Mery y José Gregorio. En sus largos años en la ciudad ha tenido residencia en la calles Girardot, Páez, Ribas y ya lleva viviendo 30 años en Los Chaguaramos, dónde por iniciativa propia, de sus propios recursos, como fundador junto a Cruz Moreno, Carlos Bellorin y Enrique González, colocó la primera planta eléctrica en ese populoso y ahora amplio sector popular. Una larga vida bien empleada, que nos permite sugerir a nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores de nuestro rico pasado y presente, que cuando decidan escribir la verdadera y autentica historia de esta pequeña urbe, que nació al calor de la industria petrolera, el 23 de febrero de 1933, lo incluyan, junto a los otros personajes, sitios y empresas que mencionamos en este destello, en el disco duro de nuestra memoria histórica. ¡Vale la pena!
 
 

 

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